Partida Rol por web

Otro soldado de Advent avanzó tratando de posicionarse, con tan mala suerte que pasó por delante de Jane. El valiente soldado alienígena trató de girarse y disparar, pero la soldado fue más rápida y le pegó un tipo con su escopeta. Y a esa distancia no había mucho que pudiera hacer.

Ted fue a disparar al soldado que habia aparecido de la nada pero la condenada Jane se le adelantó. ¡Esa zorra era buena! El tirador barrió entonces el horizonte. Ningún blanco en su punto de mira. Pensó en bajar del contenedor pero en seguida desechó la idea. Los enemigos acudirían hacia el sonido de los disparos y se pondrían a tiro. Estaba seguro. Era cuestión de tiempo y de tener paciencia.

Ted se puso en guardia, esperando a que un blanco apareciera. Y eso sucedió, aunque no de la forma que él había imaginado. El cadaver del soldado de Advent que había matado hacia unos instantes empezó a brillar con unas luces violetas, junto con el del civil que asesinó. ¡Y empezaron a moverse!

-Atención menas-uno-cinco, parece ser que tenemos otro sectoide cerca. Tengan cuidado porque está levantando cadaveres.

A Ted no le hacia falta que se lo dijeran dos veces. Y el primero de los zombies aquellos que se movió recibió un tiro en la cabeza. El otro también se movió, pero sus pasos eran bastante lentos.

— Todo esta yendo estupendamente —pensó Zadkiel, mientras se echaba el arma humeante al hombro de nuevo. Había mandado al primer alienígena a reunirse con su creador, si acaso lo tenían, aunque a Zadkiel siempre le había hecho gracia imaginarse a un Yavhé marciano—. Bueno, casi todo —reflexionó, al recordar que se había dejado el lanzallamas en casa. Los petas no sabían igual si los encendías con un simple mechero.

Consideró subir al contenedor con su compañero, pero decidió que era un loser que había fallado un disparo que habría acertado hasta un mono puesto de ácido y le dejó la posición elevada. Además, quería un poco de caña.

Se deslizó entre los contenedores con la gracia de un rinoceronte ninja borracho... y lo que contempló le arruinó la alegría. ¡Odiaba a los jodidos zombies más que los días de ayuno! Matar aliens estaba bien y todo eso, pero ¿matar cadáveres andantes? Era gastar munición era... como un trabajo.

—Vaya faena, colega —dijo, al cadáver tambaleante. Se refería a lo de estar muerto, en líneas generales. La vida tenía que ser aburrida si estabas muerto. Pero ahora que lo pensaba, si te mataban otra vez, seguro que no ibas al cielo dos veces. Oh, no, Yavhé era un tío muy temperamental y no le gustaban nada estas movidas.

Y disparó. El cadáver se licuó como carne picada barata. A Yavhé le gustaban estas movidas.

Zadkiel no tuvo problema alguno en eliminar al otro zombie que había levantado el sectoide. Tal y como él pensaba, no era más que un gasto de munición.

Por su parte, Hanne se había quedado un poco sola ante lo que pudiera venir por su lado. Que no fue otra cosa que un alien enorme, al menos dos metros, con una especie de fusil a juego con el tamaño.
La especialista estaba preparada y reaccionó a tiempo, pero sus movimientos fueron demasiado rápidos y fallaron el tiro. El alien no lo hizo.

El rayo laser del arma del enemigo impactó contra Hanne, y su armadura era como si no existiera. Sintió la quemazón en el torso y el dolor casi le hace gritar.

-Atención menas-uno-cinco. Aunque son un poco más pequeños que los mutones que conociamos, parecen igual de peligrosos. Si no más. Ese arma hace daño, y parece tener una especie de hoja afilada al final. Como nuestras antiguas bayonetas.

La carrera para rescatar al civil había dejado tocada a Hanne, así que, cuando apareció el mutón se precipitó al disparar y falló el tiro.

— Drittsekk! — Le insultó en su idioma natal cuando recibió el disparo del láser, contra el cual su armadura la había protegido tanto como un simple bikini. Pero no era la primera vez que había sido alcanzada en combate, por lo que Hanne se repuso en un momento y se llevó el arma al hombro.

Había visto a estos aliens en más de una ocasión y sabía que eran más duros que un sectoide normal, así que decidió poner su arma en full auto para empezar a escupir plomo como si no hubiera mañana. Pero el maldito bicho se movía más rápido de lo que esperaba y sólo consiguió llenar de agujeros el contenedor que tenía detrás.

— ¡Me repliego! — dijo por el comunicador mientras abandonaba una cobertura que de poco le valía ya para correr en dirección a la casa. Le fastidiaba tener que alejarse de la zona oeste donde seguramente había al menos otro civil, pero quedarse ahí dadas las circunstancias no parecía demasiado seguro.

El contacto con el enemigo ya se había iniciado. Más que el contacto el intercambio de disparos, del cual XCom llevaba ventaja.

No obstante había más aliens y más civiles por la zona. Y eso se notó cuando al oeste se escuchó un disparo y un grito. Alguien más había caido.

A pesar de las bajas civiles los agentes de XCom no podían darse por vencidos. Y menos cuando había enemigos cerca a los que poder eliminar.

El Mutón era duro, pero el Sectoide poseía poderes especiales que lo hacían si cabe más peligroso. ¿Cual sería la mejor opción? Sin duda ninguna era bueno, habría que elegir la menos mala.

La opción menos mala era exterminar a todos los putos aliens. Así lo pensaba Jane Kelly. A sus compañeros les estaba atacando un mutón, pero el sectoide... el sectoide podía meterse en su cabeza y hacer que les matara a todos. ¡Tenía que exterminar al puto sectoide! Ella no mataría a sus compañeros. 

Avanzó hasta el muro más cercano, le protegería de los disparos de lo que hubiera más al norte y apuntó al Alien con su Benelli. 

—¡Un regalo de parte de la Tierra, cabrón! —gritó y presionó el gatillo, con las postas reventando la asquerosa carne blancuzca de la criatura, hecha de las peores pesadillas. 

Explotar a los aliens era la parte más divertida de su trabajo. Esperaba que el resto acabara con el mutón. Seguro que sí. 

Jane siguió haciendo lo que mejor se le daba. Que era matar aliens. En este caso otro sectoide, el cual no pudo hacer nada contra el disparo a corta distancia de su escopeta.

No obstante, aquello no fue lo unico que notó. Ya que aparte de ver a otro civil dentro de la casa, también escuchó ruidos algo más al norte.

Siempre había pensado que aquella muchacha, Jane, se tomaba las cosas demasiado a pecho, siempre tenía demasiada prisa, y al final se quedaba sola en medio del enemigo y, si no los exterminaba a todos porque Yavhé estuviera con ella ese día, o lo que fuera, había que acabar salvándola el culo.

Zadkiel no tenía nada contra tener que salvarla el culo. Lo de tener prisa... eso era otra historia.

Renunciando a seguir el ritmo a Jane, y viendo que Hanne (los confundía a menudo, sobre todo cuando estaba colocado, es decir, prácticamente siempre) estaba en problemas, Zadkiel renunció a dedicar un par de minutos a buscar algo que inhalar y se puso en marcha. Fuera lo que fuese, no creía que estuviese a su altura, a fin de cuentas, Jehová le amaba.

—¡Eh tú! —le gritó al mutón, con cierto deje mosqueado— ¡Dios te ama! —dijo, al tiempo que apretaba el gatillo un poco más fuerte de lo que la situación lo requería.

Y debía de ser verdad, porque las balas pasaron alrededor de aquel mastuerzo dejándole indemne. Parecía claro que tendría que haber dedicado esos minutos a inhalar algo.

Zadkiel escuchó la llamada de ayuda de Hanne, y dejó a Jane que se las arreglara sola para ayudar a la especialista. Que además era la que curaba en caso de que hirieran a alguien.

Descargó una lluvia de balas de su ametralladora pesada contra el Mutón. Pero aunque impactaron algunas, y además su arma era efectiva contra la armadura del alien, no le hicieron nada. En verdad aquel bicho era duro.

Déjamelo a mí Ted se giró y apuntó al Mutón. Aquella era la única forma en la que le gustaba ver a aquellos bichos. Cuando estaban en su punto de mira. ¡Ja! Calculó la velocidad del aire, la caída de la bala a aquella distancia y luego apretó el gatillo. La bala salió, surcó el aire, cumplió todas las previsiones que Ted había hecho sobre su trayectoria y ¡ZAS! ¡IMPACTO! Vio la figura del Mutón retorcerse del dolor. No estaba muerto pero estaba jodido.

Eso es lo que te pasa cuando te las ves con Ted Chaney, cabrón 

Zadkiel llenó la zona de balas y no hizo nada. Ted en cambio disparó una sola vez y le voló la cabeza al mutón.

Eran ese tipo de disparos los que hacian que el francotirador tuviera ese caracter. Pero claro, tampoco se podía negar la realidad de lo bueno que era.

-Bien hecho menas-uno-cinco. Ese mutón era un hueso duro de roer. Esperemos que no hayan más.

Por el norte, cerca de Jane, había más aliens. por no hablar de los disparos que habían escuchado por el oeste.

Hanne escuchó cómo Wa y Ted disparaban al mutón antes de que me persiguiera al interior de la casa.

— Gracias, chicos — dijo por el comunicador. — Jane, te cubro.

Salió por el lado norte de la casa par tomar posiciones junto a un contenedor. Intentó no hacer mucho ruido en avanzar, pero, si bien su compañera se movía como un fantasma, ella no estaba tan acostumbrada a hacerlo con todo el peso a la espalda, así que cualquier enemigo atento podría localizarla sin demasiada dificultad.

Pese a todo, se puso en guardia para disparar al primero que se le pusiera delante.

Dos alien más cayeron gracias al buen hacer de los soldados de XCom, pero quedaban más por los disparos que escuchaban por la zona oeste.

A pesar de que Advent estaba muy atento, los humanos tenían recursos y lograron resguardarse. Yen esta ocasión no se escuchó ningún grito.

Aquello les conseguía algo más de tiempo para poder salvar a más civiles. Sólo tenían que darse prisa.

En esta ocasión, el haberse alejado tanto de sus compañeros le jugó una mala pasada a Jane. Vio a varios soldados de Advent y algunos le dispararon. Afortunadamente su agilidad le permitió evitar uno de los disparos, y que el otro tan solo le rozase.
Aún así no lo tenía muy bien contra tantos ella sola, aunque Hanne estaba cerca suyo.

El muy tonto del mutón se había dejado distraer por la finta balística de Zadkiel y el aprovechado de Ted lo había rematado, lo cual frustraba los planes de Zadkiel de tumbarlo en un combate singular cuerpo a cuerpo o un duelo de porros. Yavhé era sin duda un dios vengativo. El resto de sus compañeros parecían haber echado a correr, aunque la situación no lo requería para nada, y Zadkiel no se veía con ánimo para seguirlos. Correr era para estimulantes o alucinógenos, hacerlo cuando estabas bajo la influencia de sustancias depresoras o relajantes era un coñazo... así que, para tener una buena razón para no hacerlo, Zadkiel aprovechó el momento de calma para encender un canuto y saborearlo*. Por supuesto que existían alternativas sintéticas más fáciles de administrar, y las llevaba encima, pero a su juicio, nada sustituía a lo natural.

Cuando lo importante estaba resuelto, Zadkiel apoyó el trocoloco** en un enganche especialmente diseñado de su MG42, acercó el ojo al visor, recordó que el que había que cerrar era el que no se alineaba con la mira y esperó.

Tras encenderse un peta, Zadkiel se movió con parsimonia y se colocó en guaria a la espera de que los aliens vinieran a él. Era más cómodo que el tener que ir a por ellos él mismo.

Hanne vió cómo disparan a Jane, que parece no tener ningún daño serio. Calculando la posición de sus oponentes por los disparos, avanzó rápidamente hasta ver a uno de ellos y abrió fuego con su rifle. Claramente no era su día, pues el disparo no alcanzó al Trooper de Advent.

Maldiciendo, retrocedió de nuevo para buscar cobertura detrás del contendor.