Partida Rol por web

Con Jane caída, que era la líder natural del grupo, Hanne tomó la iniciativa para coordinar a sus compañeros.

— Ted, avanza rápido, seguramente encontremos más cabrones de Advent ahí delante. Zadkiel, cuando Ted tome posiciones, corre a por esos dos civiles. Eres el único que puede llegar. Crearé un campo de protección con Muninn para cubrirte junto a ellos y luego intentaré flanquear a los enemigos.

— Roger — respondió Ted para avanzar después su posición y cubrir así con su rifle la zona. No vio nada al girar por el contenedor pero escuchó ruidos que delataban la presencia enemiga. Tenía que estar atento, la vida de los civiles dependía de ello.

Contra todo pronóstico, Zadkiel siguió diligentemente las instrucciones de Hanne, saliendo de su cobertura tras el contendor y acercándose a los civiles. En las palabras de Hanne le parecía oír la voz de Dios, y no era él quien iba negarse a esa revelación catalizada por las drogas. Las tomaba precisamente para eso.

—Vosotros, ¡ya habéis oído a Dios! Largando de aquí. Escuchad su palabra, y poneos a salvo, ¡pues aquellos que no defienden su propia vida son para él seres despreciables que merecen morir! —se quedó pensativo un instante, cavilando—. ¡Ya sé que parece una paradoja, pero así es la voluntad de Yavhé! Y, si sois bichos asquerosos de esos, revelaos de una vez y dad la cara. Tanto tamaño y fuerza bruta para andarse camuflando como vulgares camaleones. ¡Otra paradoja! Ofendeis al Señor —finalizó, haciendo aspavientos con el brazo en la dirección más segura para los supuestos rehenes.

Zadkiel avanzó sin miedo a salvar a los civiles a pesar de que sabía que habían tropas de Advent. No era una apuesta dificil, y en cuanto llegó hasta ellos pudo ver un grupo de tres troopers con un oficial detrás de ellos.
Un disparo más tarde sólo quedaban dos troopers, un oficial y una masa de sangre.

El oficial dijo algo entonces en ese idioma suyo tan extaño y los dos aliens abrieron fuego contra el grandullón de XCom más rápido y con más precisión de lo que creía posible. A pesar de la protección que le blindaba el gremlin de Hanne, sus disparos impactaron y atravesaron la armadura protectora que llevaba, pero aunque dolía mucho sabía que no era mortal. Si no recibía más, claro.

Escuchó la refriega de disparos y avanzó buscando una mejor posición. Vio a dos soldados y escuchó la voz de alguien que daba órdenes. No vio de quien se trataba pero intuyó que era un oficial. Ted apuntó a uno de los soldados. Era un disparo sencillo para él.

Uno menos.

Le habían dado dos veces y había salido indemne, cosa que tampoco le sorprendía teniendo a Yavhé de su parte. Era tan solo el curso natural de los acontecimientos. A fin de cuentas, ¿qué podía esperarse de unos aliens que necesitaban para funcionar un oficial por cada tres soldados para mantener la disciplina? En comparación con aquello tipos, Zadkiel era el perfecto subalterno: siempre dispuesto a llevar a cabo las órdenes encomendadas de forma rápida y eficaz. Y sin el uso de sustancias psicotrópicas.

Zadkiel no soportaba a los oficiales, así que, en cierto modo, sentía compasión por aquellos tipos que le habían disparado. Los comprendía, en el fondo. Los perdonaba. E iba a poner solución a sus problemas inmediatos, Señor mediante, porque la experiencia le decía que los soldados rasos se volvían mucho más razonables cuando no había oficiales de por medio. Apretó el gatillo a fondo y descargó un infierno sobre sus enemigos. Porque él era compasivo, pero Yavhé no.

Ted eliminó a otro de los troopers en un tiro limpio como los que solía hacer. Mientras que Zadkiel trataba de eliminar a loq ue él consideraba la amenaza principal, que era el oficial de Advent.
No obstante algo de razón tenía al tratar de hacerlo, ya que aunque la lluvia de balas lo echó hacia atrás casi tumbandolo, el alien aguantó en pie sin caer.
De hecho estaba bastante molesto con el granadero de XCom, y lo miraba con bastante furia.

Hanne adelantó posiciones, pasando a toda velocidad junto a Zad y el escudo de Muninn, aprovechando para disparar al oficial que estaba más atrás. El disparo no fue especialmente efectivo dada la armadura del miembro de Advent, pero con suerte servía para dejarle aturdido un rato.

Hanne llegó tratando de salvar la situación, y lo logró a medias al disparar también al oficial de Advent y dejarlo aturdido.

Por un momento el alien parecía que se iba a quedar en el sitio, pero al parecer los ancianos velaban por él y logró quitarse el atontamiento que tenía.
Después de eso gritó algo en su idioma y sacó una granada para acto seguido lanzarla donde estaban Hanne, su gremlin y Zadkiel.

La especialista logró saltar a cubierto antes de que le estallase, pero el granadero no se dió cuenta y le explotó en las narices. Afortunadamente para él era bastante duro, por lo que sólo lo dejó atontado.

Los soldados de XCom se habían salvado por los pelos, pero todavía no estaba la cosa completamente resuelta.

El oficial de Advent seguía dando ordendes. Por lo que el trooper que quedaba se movió para apartarse de la línea de tiro e ir a por Ted. El soldado alien no se lo pensó dos veces y se movió hasta tener visión del francotirador y disparó su arma. Apostado como estaba, el de Tenesse logró evitar la mayoría del impacto quedando aturdido.

Escuchó pasos de botas, luego vio una silueta. Era un soldado de Advent que avanzaba hacía su posición. Se movía rápido y con decisión. Demasiado rápido y demasiada decisión. Sus sospechas se confirmaban. No podía verlo pero estaba seguro de que un oficial se escondía tras el contenedor. Se escondía como una cucaracha y enviaba a sus esbirros para hacer el trabajo sucio. 

El soldado disparó a Ted y acertó pero solo era un rasguño.

—¡Ja!— rió el de Tenesse. Ahora era su fucking turno y él no fallaría.

Ted seguía añadiendo muescas a su contador personal. Otro tiro, otro soldado muerto. Ya sólo quedaba el oficial, pero los de XCom sabían que eran duros de pelar. El anterior les costó y además logró matar a su compañera.

¿Podrían acabar con él antes de que otro de los suyos cayera?

Con aquella explosión tan cercana, Zadkiel decidió que tenía que tomarse las cosas con más calma. Hasta donde sabía, aquí el granadero era él, y le molestaba especialmente que un oficial precisamente se tomase esas libertades. Sin embargo, la explosión le había dejado algo desorientado (o, más probablemente, el conjunto de sustancias que circulaban por su cuerpo en este momento), así que se puso a cubierto como pudo: debería ajustar cuentas más tarde.

Aturdido como estaba por la explosión, Zadkiel trató de alejarse lo que pudo del oficial de Advent. Pero este no le iba a dejar espacar tan fácilmente.

Avanzó confiado y disparó al grandote de XCom, la cobertura le salvo de algo peor que un aturdimiento. Mascullando en aquel idioma extraño, se fijó que al otro lado estaba otro de los soldados. Así que aprovechó que no le estaba mirando y le pegó otro tiro. La armadura de Ted aguantó, pero volvía a estar aturdido. Necesitaba recuperarse.

Hanne se apartó a un lado, saltando fuera del radio de explosión de la granada. Viendo el equipo que llevaba el oficial, salió corriendo hacia el otro lado del edificio para flanquearle y disparar desde la puerta. No tenía mucha munición y, a pesar de su entrenamiento, no destacaba tanto en combate como cualquiera de sus compañeros, así que puso el fusil de asalto en modo de disparo único y apuntó lo mejor que pudo.

La carrera le hizo fallar el tiro, pero no era eso lo que más le importaba. Al llegar junto al contenedor, escuchó voces detrás, de varios civiles que parecían haberse reunido. Siguió avanzando hasta colocarse junto a ellos, sabiendo que era posible que alguno de ellos se transformase en la criatura enorme que ya les había atacado antes.

— ¡Largaos de aquí! Corred hacia el sureste, hay una nave esperando para evacuar. ¡En esa dirección! - dijo señalando el camino, que pasaba directamente al Sur del oficial.

Hanne salió corriendo a salvar a los civiles que había escuchado, o por lo menos esperaba que fueran civiles, y por el camino disparó al oficial de Advent.
El disparó falló, obviamente. Pero al menos pudo alcanzar a los de los miembros de la resistencia de la zona para que salieran de allí. Aunque todavía quedaban algunos.

Había abandonado a sus dos compañeros a su suerte. ¿Si morían podría vivir con aquello?

-Menas-uno-cinco. Ya sólo quedan cuatro civiles. Buen trabajo.

La situación estaba casi en su máximo apogeo, todos podían sentir la tensión en el ambiente. Sobretodo Zadkiel al que se le estaban pasando los efectos del porro debido a toda la adrenalina que tenía bombeando por su cuerpo.

Ahora sólo faltaba poder hacer algo con ella.

A Zadkiel empezaba a pasársele el efecto de las drogas, y eso le hacía sentirse molesto. No era de extrañar, en los últimos instantes había estado demasiado ocupado disparando y, sobre todo, siendo disparado, como para darle un tiento de tanto en tanto, siquiera. Quizá lo que más odiaba de su profesión, después de los oficiales, era el estrés que le generaba, aunque ambas cosas solían ir relacionadas.

Necesitaba una calada, y la necesitaba ya, pero no podía darla con tranquilidad mientras le siguiesen disparando. Así no había quien la disfrutara, quien la saboreara, quien se concentrase en esa sensación que le acercaba a la divinidad. Aquel demonio, que le alejaba del Señor, debía morir de forma dolorosa y lo antes posible. Aquella sensación de tranquilidad, simpatía y sosiego que le caracterizaba cuando estaba fumado, empezaba a disiparse y a ser sustituida por un ardor feroz y vengativo, una faceta de él que solía permanecer adormecida, oculta, apenas conocida por sus compañeros, hija del trauma, la pérdida y la desesperación.

Zadkiel arrojó el porro al suelo y lo aplastó con sus botas tachonadas. Ya encendería otro para, quizá, cuando aquel cabrón estuviera muerto. O quizá necesitase algo más fuerte. Quizá bailase sobre la tumba de sus enemigos borracho de sangre, pensó, mientras la MG42 repicaba en sus oídos aún ensordecidos por la granada.

Zadkiel en esta ocasión logró superar el dolor, el aturdimiento, y la abstinencia para poder descargar su ira contra el oficial de Advent. Este no pudo hacer nada para evitar la lluvia de balas y cayó a suelo agujereado y sangrando un líquido naranja que era su sangre.

Parecía que ya estaba todo y podían relajarse e irse a casa, pero fue en ese momento cuando Hanne vio como uno de los civiles que tenía cerca se convertía en otra de esas cosas enormes y con garras. No ahuguraba nada bueno para ella estar tan cerca.

-Menas-uno-cinco según nuestros informes es el último alien que queda, acaben con él y podremos irnos a casa.