Partida Rol por web

El mundo se había ido a la mierda y a vosotros os daba igual, al menos ahora. Todos habíais tenido una historia, un pasado y una vida, para algunos buena, para otros no tanto, y todos habíais dejado atrás trabajos, familias, amigos, aunque en algunos casos esa familia no había quedado atrás sino dentro, dentro de vuestros estómagos para ser exactos. La nueva vida tenía sus ventajas, no tener que trabajar, no tener que aguantar a los niños, no tener que soportar a la suegra, ventajas, muchas ventajas, aunque también tenía sus inconvenientes como que no había nada potable en la televisión y que la compañía no era muy variada.

Todos los días las mismas caras, un poco más o un poco menos podridas, pero las mismas caras, y siempre las mismas conversaciones, porque las cabezas ya no funcionaban tanto como antes. Una vida aburrida a excepción de los instantes en los que algún pardillo pensaba que era una grandísima idea asaltar un centro comercial. Esos días eran los mejores, los gritos de las presas, las carreras de un lado a otro tratando de escapar y luego el gusto de la carne, así, roja, vuelta y vuelta, pero si vuelta.... Esos días eran los mejores.

La mañana prometía ser tranquila, y os ibais paseando por vuestras zonas de la tienda tranquilamente cuando una de las cajeras, la Conchi, se llevó el micrófono a la boca. Esa era una buena señal. Toda la tienda se paralizó mientras la escuchaban, una sucesión de gruñidos, gañidos y ronroneos, sin sentido para los corredores, pero con todo el del mundo para vosotros.

- Ding, dong, ding. Se informa a los señores clientes que un autobús acaba de parar en el aparcamiento del centro. Son, a ver, 1...2.... muchos, son muchos, y tienen esos palos que hacen pum.... Hoy el cerebro está de oferta y hay dos por uno en pulmones, pero recuerden, no se los coman del todo, dejen un poquito para que los podamos conocer después....- Olisqueó ruidosamente en el micrófono antes de decir - Caaaaaaaarne...

Aquella era la señal que todos esperabais. Una nueva caza, un chuletón con patas directo a vuestro paladar. Os acercasteis a vuestros sitios favoritos para cazar, intentando imaginar por donde entrarían, cuanto correrían, si sabrían a pollo.... La caza había empezado, que comiencen los XXXII juegos de la carne.

Wanda…Vanda…Marga…Mery…Carla…-Grrarrlaaarrr, onndeee taaass, Vrraandraaaaa…

Nomacuerdo de su nombre. Mi noviaaa. ¿Qué es esooo? La Din Don… cuando la Din se escucha a todos se nos acumula la saliva y las babas en las putrefactas bocas, sentimos una excitación casi sexual.

-Zeeereeeevrooooo - no me gusta hacer lo que hace un zombiiii pero tengo que comeeeé. -Ambrreeee…cannneeee…bamoooosss.

Soy un lentorro. Para dar un paso el otro se lo piensa un rato. Despacitooo con mi toalla y mi patito voy a la plaaayaaaa despaacitoooo

-Aaamossss myyy frenndsss, zeeeereeevrooosss.

Con suerte mi novia viene en el bus. Mi chica. La salvaré. 

En el interior de lo que fue el centro médico, tan limpito y tan aséptico, un santuario donde, hace tiempo, doctores —y no tan doctores —prescribían, contrataban y vendían tratamientos, una montaña de carne en mal estado abrió sus pequeños ojos.   

La sala de espera era ahora mucho menos acogedora.  Rastros de sangre reseca cubrían techos, paredes y suelo.  Los sillones estaban llenos de agujeros de bala y las puertas mostraban los desesperados arañazos de todos los que habían intentado salir de allí.

—Kareeeeeen.  Kareeeeeeeeeeen.

Se incorporó medio rodando, medio cayendose. 

Din-Don, carne..... Pero pum pum, daño..... pero hambre, carne..... carne, carne.

—Karneeeeeeeeeee..

Avanzó unos tamboleantes metros hasta la farmacia, donde se ocultó en la rebotica.  Antes se ocultaba entre las conservas de pescado, pero sus presas se le escapaban continuamente.  Aquí venían heridos, con fiebre, desesperados y vulnerables.  Y solo había una puerta.

Quieta, ssshhh.... Carne venir...  ñam ñam pum pum.... ssshhh hambre... venir carne.... yo comer.   Shhhhh.

Se dejó caer en el suelo, junto a la puerta y se hizo la muerta.  Se le daba de maravilla

Aquel mini capitán América de Hacendado, luchaba contra unas puertas abatibles desde hacía rato. Gracias a su constancia había conseguido pasar, pero algo detuvo su lento avance, algo no andaba bien.

Miró hacia atrás con torpeza.

—Mooooommm. —Se quejó al darse cuenta de su problema.

Estaba atorado por culpa de su indestructible escudo de corcho y por mucho que tiraba seguía sin poder salir de aquella trampa.

La llamada por la megafonía. Eso era justo el impulso que necesitaba. Carne rica y sabrosa.

Esta vez el tirón fue suficiente para liberarse. Aunque la mitad del escudo se rompió en el proceso.

Antes hubiera llorado por eso, pero ahora solo lloraba por cosas importantes, como cuando era el último en llegar a un corredor y solo podía roer sus huesos. Eso sí, era triste.

Con un leve balanceo espero en el pasillo atento a las novedades. Mientras emitía una serie de gruñidos y quejidos que bien podrían ser una canción.

Queremos comer comer comer

Queremos comer comer comer

Sangre coagulada

Revuelta en ensalada

Vomito caliente

Que sea de un pariente

Y allí estaba el pobre Zaspa más bien aburrido, ya llevaba más de doscientos capítulos la puta serie de los cojones y allí no pasaba nada. La sección de electrónica era muy chula, había varias enormes pantallas que emitían series y que por lo visto, debido a las complicaciones, nadie atendía. A Zaspa le gustaba especialmente un monitor enorme, en el que no paraba de reproducirse en bucle un corto DVD, era algo de publicidad acerca de las maravillas de tener un enorme televisor en el salón. Pero esto escapaba a la comprensión de Zaspa, que allí sentado en un cómodo sofá, había visto el mismo anuncio de unos 3 minutos de duración un número inmenso de veces. Y el seguía esperando a ver por donde continuaba aquella serie. 

Así que el anuncio de Conchi, le pillo francamente aburrido, aquella serie era una puta mierda, si pillaba a los hijo putas que habían hecho aquella porquería, se los comía vivos. Y eso era lo que de repente comenzó a sentir, un hambre salvaje, no recordaba la última vez que había comido. Que mierda de vida que llevaba, mierda de programas de televisión y nada de comida. Pero aquello tenía que cambiar, y rápido, iba a comer hasta reventar. Estaba tan emocionado con el anuncio, por fin traían comida, que no atinaba a levantarse de aquel mullido y sucio sofá. Y tan solo acertaba a decir lo contento que estaba y el mucho hambre que tenía.-Zaaaspaaa, zaspa? Zaaaspaaaaaaa, ni zapa zaspando. ZAAASPAAA.-

¿Qué coño pasaba, le habían pegado al sofá? Cabrones, hijo putas, querían toda la comida para ellos. Pero no, se tendrían que joder que Zaspa iba a conseguir su parte, y se iba a poner a reventar. 

Sentada estaba en el banco, apoyada en la mesa del McDonald's, mirando fijamente el enorme cristal que tenía enfrente. No recordaba mucho de mi vida, pero me fascinaba mi cara, mi pelo, mi cuerpo... ¡Era una diosa putrefacta! Tenía un largo pelo azabache que se iba cayendo a pasos agigantados. Tenía que agenciarme uno nuevo, quizá uno rubio, que me quedaba genial.

La Conchi hizo sonar su aflautada voz por la megafonía, indicándonos que un autobús se acercaba al centro comercial.

-"Porrrr finnnnn. Necessssiiitooooo un peloooo nuevoooo." Dije intentando vocabulizar algo.

Ya no podía cantar, ni bailar como antaño. Ahora solo podía moverme con un lento y rítmico movimiento parecido al breakdance. Por eso estaba sentada en el McDonald's, ya que estaba justo en la entrada y vería pasar a la comida por delante. Al ser muy lenta, me daría tiempo a taponar la salida y comerme al que se quedara rezagado. O alguno se acercaría hasta mi para ver si quedaba algo de su comida en ese sitio. Miré a ver si tenía bien puestos los taconazos de aguja y me preparé para la fiesta.

La Conchi podía tener muchas cosas malas, por ejemplo lo que le gustaba criticar a las otras zombies, que si no se cuida el pelo, que si tiene más mierda en las uñas que en el palo de un gallinero, vamos, que la tipa era un bicho, pero lo que no se podía negar es que sabía movilizar a la gente. Eso si que era una influencer y lo demás tonterías.

Los zombies del aparcamiento empezaron a moverse en dirección al autobús torpemente, salivando y anticipándose al festín, pero esos bistecs sabían defenderse los jodios. De las puertas de atrás del autobús salieron dos bistecs que darían de comer al menos a 20 zombies, armados con un par de palos con hilos de pinchos, que empezaron a batear cabezas como si estuvieran en la MLB. No parecía muy juicioso salir a ayudarles, y mucho menos cuando salieron dos mujeres armadas con palos de los que hacen pum pum y rata tata, y empezaron a reventar cabezas como quien pincha globos.

Habrían caído como.... muchos, cuando el resto de zombies del aparcamiento hicieron lo que mejor se les daba, hacerse los muertos, y dejaron que los hombres avanzaran hacia el centro comercial. Había uno que parecía precocinado por lo negro de su piel, y otro grandote con los pelos largos y cara de pocos amigos. Cada uno entró por una de la entrada, el de color llevando un cuchillo grande y el pelos largos un palo con hilos de hierro. Parecían unos salvajes, porque sonreían después de apachurrar a sus amigos, y es que los corredores eran eso, salvajes, salvajes que sabían demasiado bien.

Su presencia dentro del centro comercial despertó a muchos de sus compañeros, cada uno buscando, a su manera, la manera de comer. Karen decidió tirarse en la farmacia como si estuviera muerta del todo, Nomacuerdo buscaba una novia que podía ser cualquiera y se llamaba, algo que tenía letras, estaba casi seguro, Mom pujaba por liberarse de una puertas abatibles y zaspa intentaba liberarse de un sofá secuestrador. La que más claro lo tenía era Cher, que además de comer quería unas extensiones, y justo a su derecha, en la puerta más cercana un tipo de larga melena azabache se la ofrecía casi casi regalada, si no fuera por la mala leche que tenía y el poco respeto que parecía tener por las artistas. Los tacones estaban en su sitio, solo hacía falta que alguno de los bistecs fuera fan de las hamburguesas para clavarle el diente.

Parecía que solo eran dos, pero un ruido llamó su atención a Kareeeeeen y Moooom, un ruido que hasta los zombies reconocían: Cristales rotos.

Un tipo alto, musculado, guapo, seguramente con tres buenas piernas y altamente comestible apareció enfrente mía. Pero lo mejor era el pelazo que portaba. ¡Una buena melena para la Reina de Saba! O mejor dicho, para la Reina del MacDonald's. El jaleo que se escuchaba afuera era ensordecedor, entre los gruñidos de mis colegas, los disparos y los cristales rotos. ¡Espera! ¿Cristales rotos? Al parecer, aparte de este cacho carne, otros cacho carnes estaban entrando en el comedor por otros lados, no respetando los accesos de entrada. Bueno, yo me centraría en este, que era el que tenía más cerca y tenía un buen pelazo. Solo esperaba que ninguna golfa hambrienta me lo arrebatara, que había mucha puta envidiosa por los alrededores. Me quedé quieta, como solo un muerto puede hacerlo, y observé a ver qué hacía la comida con patas. Los tacones estaban en su sitio, y mi vestido de Channel también, aunque bastante hecho jirones, qué le iba a hacer. ¡Pero antes muerta que sencilla! Esperaría a ver qué hacía mi comida, mientras salivaba imperceptiblemente...

-Gruñir y avanzaarrr, avanzaaarrr y gruuuñirrr.

Avanzar, poquito a poco, voy casi arrastrando las deportivas nike nuevecitas. Es lo bueno de quedarse calentito en un super, que tienes de todo. Y gratis. Gatos. A veces te comes un gato, lo destripas, mordisqueas sus orejillas puntiagudas, chupas sus zarpas.

Uy. Que me despisto. Eso, de todo, gratis. Eso mola. Estar así muerto entero y medio vivo, y apestar como un contenedor a tope de basura orgánica en verano. Eso es un asco. Te vas acostumbrando, más o menos.

-Vrannndraaa.

Ahí vamos. ¿Dónde están los colegas? 

-Kannneeeee.

Me hago un poco de pis mientras me muevo a level uno de revoluciones. Sí, pis, no mucho, son cosas que descubres cuando eres un pellejudo podrido. Caca, a veces. Menos mal que aquí hay ropa interior de sobra. Y pantalones. 

Hum. Ya los huelo. 

-Kannneeee… rico ricoooo.

Despatarrada en el suelo, Kareeen era la versión apenas humana y apenas viva de uno de esos insectos que esperaban a que un incauto se metiera en su trampa boca.  

criss crass daño...¿carne? 

Pero con el paso de los años, se habían ido merendando a los incautos y los corredores que quedaban eran tipos durísimos, que parecían salidos de una película de acción. 

Criss crass... daño daño

El ruido de cristales sonaba a plan, esas cosas que hacían tanto daño y la dejaban con hambre. Unos entraban por delante, un cebo para los más hambrientos.  Otros entraban por detrás y se cargaban a los Z como patitos de feria.  

Poe supuesto, la cabeza de Kareeeeeen no daba para tanto. La situación simplemente le recordaba a otras en las que carne poquita y pum pum, muchito.

Se incorporó, como pudo.  Había aprendido un truco buenísimo que más de una vez le había llenado el estómago. Carnee, carneee, pum pum, shhhh

Esperó a que el corredor más proximo pasara la línea de cajas para salir tras él, con los brazos extendidos y gritando.

—Karneeeeee

No estaba pasando un buen día, aquella mierda de serie le había fastidiado más de lo que quería reconocer, no daban más que puta mierda en la televisión. Había que joderse, cada vez iban las cosas a peor, menudo futuro que les esperaba. Pero no era solo eso, no, cuando por fin llega la comida, el puñetero sofá resulta que se ha fusionado con sus pantalones. Allí se quedo pegado, que ni para adelante no para atrás. Con lo guapos que eran aquellos pantalones, allí mismo se fueron a tomar por culo, menudos desgarrones, estaban para tirar. Y tendría que hacerse con unos nuevos, pero eso tendría que esperar, que la comida no era cosa de dejar desatendida. 

Andaba levantándose del suelo, hasta donde había ido tras dejar la mitad de sus pantalones en el puto sofá. Cuando se fijo en que algo muy grande, con mucho pelo y más mala hostia había entrado por la puerta que tenía justo al fondo. ¡Joder esa bestia me desloma! Y no es que fuese un tonto integral, listo no era desde luego, pero aquel monstruo era capaz de acabar con la mitad de la cuadrilla. La madre que lo pario, pero que cojones comía aquella criatura. Así estaban sus cuatro neuronas atareadas, cuando escucho el ruido de cristales rotos, eso seguro que también era comida, y con un poco de suerte, menos peligrosa que el bárbaro que había visto entrar.

No tuvo que pensar mucho, si un rato, para ponerse a cuatro patas, buscar una mesita para levantarse, e ir como pudo con sus medio pantalones, hacia el pasillo por el que había visto al capi, a ver si entre los dos se hacían con una presa sencilla, antes de que aquel cabrón melenudo les matará a todos.

Aquel tipo enorme sin duda sabía lo que se hacía, se las había arreglado para entrar, pero daba igual, al final se convertiría en la cena y quizá en un nuevo amigo para Mooonnn.

El pequeño podrido se movió con lentitud. Su cuerpo iba chocando con la pared, dejando una marca roja a su paso. Buscaba el origen de ese sonido esperando que fuera comida.

Cuando se trataba de hincar el diente a un corredor podía ser muy rápido, aunque ahora era mejor acercase despacio hasta aquella esquina donde se cruzaban los pasillos.

Aquello era una cuestión de sigilo.  Por lo que tuvo que hacer un esfuerzo para no soltar ningún gruñido, quejido o similar. La recompensa por su esfuerzo ya casi podía saborearla.

En otra vida a Cher se le hubieran caído las bragas, pero en aquella, lo único que se le caía era la baba, de hambre. Aquel mulo tatuado tenía unos jamones que ríete tú de los de campofrio, y, sobre todo, un pelazo pantene con el que volvería a deslumbrar a todo el centro comercial, como en los buenos tiempos. Los tacones de aguja estaban en su sitio, el vestido dejaba ver las partes mejor conservadas de sus carnes y ahora todo estaba en que la mula fuera una apasionada de la comida rápida, pero no, en lugar de dejarse atraer por el magnetismo animal de Cher se fue a la linea de cajas, abrió una mochila y empezó a meter cosas a dentro mientras miraba a un lado y otro, completamente en guardia, esperando que en cualquier momento alguien quisiera hacer un aperitivo con él. La verdad es que habiendo tantas cosas distintas en el centro comercial el tipo parecía contentarse con pilas y chocolate.... y ese tipo de comida se iba directa a las lorzas. Si había suerte iría al McDonalds, pero siempre había el riesgo que la mula se fuera a por la sacarina, para compensar.

Nomacuerdo daba vueltas por la sección de ropa de mujer intentando buscar a su novia, o un gato, o una rata, que no había que ser delicado y a rata regalada no se le miraba el diente. La novia, Baranda, Burundi...algo con letras, no se acordaba, pero seguiría buscando porque le tenía que decir algo, pero no sabía que, algo importante, algo tipo te has dejado la plancha encendida o ponte une rebequita por la noche que refresca. Pasó por delante suya una mujer, bueno, lo que quedaba, y se lo quedó mirando. ¿Sería su Miranda? pero no, no era, Miranda tenía dos piernas, y esta solo tenía una y media, así que no podía ser. Mirando en dirección de Milena vio un perfecto escondite, un perchero alto petado de abrigos de bisón donde se podría esconder, justo al lado del pasillo de al lado de la tienda de lechugas podridas, solo tenía que moverse un poco y estaría en una trampa perfecta y lejos de las miradas furtivas, porque el bistec de color negro se había metido en la tienda de delicatessen para saquear el whisky. Eso daba como para relamerse, el humano al whisky era una exquisitez.

Kareeeeeen vio una oportunidad de comer ahora que el grandullón se estaba poniendo las pilas. Se levantó trabajosamente, muy trabajosamente, porque mover sus carnes morenas no era moco de pavo y enfiló a la espalda del hawaiano. La miró y siguió llenando la bolsa, confiado que a la velocidad a la que se movía Kareeeeen le daba tiempo de hacer una paella antes de que llegara, y podía ser lenta, pero a la que le pegara se haría la muerta y cuando pasaran cerca le pegaría un bocao en un tobillo al que fuera, rollo chihuahua cabreado, y cuando Kareeen mordía, mordía de verdad.

Zaspa finalmente se liberó del sofá y de la puta serie de mierda y enfiló en dirección a los cristales. De camino vio a una mula llena de carne, pero esa mula parecía estar más enfadada que Kareeeen a dieta, así que decidió que ya si acaso que empezara otro y él ya se uniría para el segundo plato. Siguió a Moooom, que había perdido la mitad de su escudo y enfilaba el pasadizo en completo silencio anticipando un banquete.

Al doblar la esquina se encontró de cara, a unos 10 metros, una mujer vestida de militar. La mujer vio a Mooom y le dijo

- No chico, no vengas para acá, déjame que coja unas semillas y me voy por la ventana... no vengas, no hagas que te tenga que reventar el cerebro.

Llevaba una pistola al cinto y en las manos un cuchillo muy grande, no como los de la sección de menaje, que en comparación eran de juguete.

Todos veían carne, y por el ruido que parecía venir de fuera no era la única que vendría.... Era su día de suerte, un all you can eat servido en bandeja

-Vanndraaaa… Grrruuuaffff… Vrannnd… arghg… Veeeerroooo…- No doy con el nombre, ya lo recordaré. Ahora toca concentrarse en la kannne de los pim pum zasca zasca. 

Yo antes de antes era un pim pum panoli. Así me fue. Así me va 

-Kannneeee…

¿Andestá la Din Don? Esa sí que conoce trucos. Menuda pájara, no pasas hambre a su lado. De ningún tipo. Ya mentendéis. Que a los podridos nos va el rollo también y tenemos necesidades humanas. 

-Affff

En un ratejo voy a escribir un libro. Pero no macuerdo describir. Un poco leer. Qué lata. Eso me enfurece y gruño un poco más alto. Pero sigo pálido, no me sonrojo por la ira ni la vergüenza. Toy rabioso que no encuentro a Vranndra o Margaaaa o Verooo o lo que sea.

Uf. Cansancio. Me pongo con dificultad un abrigo destos y mescondo. Toy rabiooosoooo, de un mordisco me llevo un brazo del negrote ese. Casi me da pena.

Hay que comer para vivir.

-Milennaaaa, ven akí, hescóndete y mayudas a piyar a ese abenturero moreno.

No estaba muy seguro pero le había parecido que a capi había comida que le había hablado, pero entre las distancias y lo perjudicados que tenía los sentidos, tal vez fueran imaginaciones. Aun así, apretó el paso para acercarse a aquella comida que aun no veía, pero que no sería como aquella bestia apaliza zombis que había visto entrar por la puerta.

-Zaspa, zaspa.- Ya voy capi, no te la comas tu solo.-

Y mientras avanzaba iba ya pensando en unos bocaditos de carne bien fresquita, con su sangre y todo. Y casi se cae al suelo, pero se repuso y limito al mínimo su imaginación, bastante tenía con caminar sin pegarse ningún porrazo. Aunque algo de babas le caían de su abierta boca, y hasta hacía como que masticaba, tal vez para recordar como se hacia eso de comer, que el pobre Zaspa llevaba una buena temporada in darle al diente. Y eso no podía ser, tenía que remediarlo cuanto antes.

Ladeo la cabeza ante el ruido que hacía la comida al fondo del pasillo, casi se diría que entendiera a la corredora, pero que va. Para él no era más que música para sus podridos y casi desgarrados oídos. Le encantaban esos ruidos que hacia la comida, pero más cuando gritaban eso si lo entendía y era lo que pretendía hacer que aquel trozo de carne gritara.

Cerrando su mandíbula una y otra vez, como si ya estuviera devorando, la miro a los ojos, para su instante después tirarse hacia ella.

¡¡Moooommm!! El grito emitido por Mooonnn anunciaba que los entrantes ya estaban sobre la mesa y no había que dejar que se juntara la comida.

—Cheeeeeeeee — había reconocido el borrón melenudo que era la diva zombi mientras se acercaba, algo rígida, al bistec musculado. 

Carneeee....  ñam ñam.... Cheeeeeee

Ya era tarde para que Kareeen entrase en la nasa, o para estudiar programación, pero algunas cuentas básicas sabía hacer:  Entre dos salían a más carne que entre veinte.  Y sola se iba a comer una mierda y hoy no le apetecía.

Se detuvo.  Algo olía mal y no era solamente ella.

Carnee ..yuyu...¿carne?

El corredor no corría, no gritaba, ni movía las manos.  Estaba ahí a lo suyo.  Odiaba que corriesen, pero más aún el pum pum. 

—¡¡Kareeeeeeen!! —gritó roncamente, con reverb, distorsionada. Pateó malintencionada una cesta de la compra en dirección del magro individuo y se lanzó a por él. 

La comida pasó de largo y se fue a la línea de cajas de enfrente del McDonald's. ¡Maldita comida vegana! Seguro que no le gustaban las hamburguesas de... CARNEEEEE. Pues yo me iba a hacer una con sus testículos de macho cabrío. ¡Y más al ver aparecer a la gorda de Kareeeeeen! Esa se comía a la comida con zapatos, mochila y escoba incluida. ¡Menudo buche tenía! No me iba a dejar sin mi nueva melenaza, así que empecé a levantarme. Adiós a la estratagema de esperar sentada en la mesa.

Me apoyé en la mesa e hice un esfuerzo enorme para levantarme y ponerme en pie. Cuando lo conseguí, llevé un pie hacia adelante, para empezar a andar. ¡Pero algo se rompió! La aguja del puto zapato se partió y me escoñé contra la mesa de al lado, haciendo algo de ruido. Bueno, ya conseguiría otro par nuevecito cuando diera un paseo por el centro comercial. El otro zapato ya no tenía aguja, así que pude andar nuevamente hacia adelante sin caerme. Un pasito, luego otro y así sucesivamente. Lo malo es que era muy lenta, comparada con otros colegas zombis. Supongo que sería por lo mucho que había bailado en mis tiempos prezombi, que me dejaron hecha polvo.

-"Aaaagggg... teee voyyy a comerrr lossss huevosssss, cachocarneeee...." Le dije en idioma zombi.

Había pocas cosas que Moooooom recordara de su vida anterior pero una de ellas, sin duda adquirida después de millones de repeticiones, era que no se jugaba con la comida, y tampoco se hablaba, se comía y luego algo más, pero no debía ser importante porque ya se le había olvidado.

Enfiló el pasillo gritando Moooooooom en dirección a la corredora, que no parecía ser demasiado fuerte y que estaba seguro que tendría muy buen sabor. La mujer masculló un joder mientras preparaba su machete para hacerse cargo del pútrido superhéroe con una expresión mezcla de pesar y repulsión.

La mujer no esperaba que Mooooom fuera tan rápido, pero es que Mooooom lo era, siempre lo había sido, antes más, pero quien tuvo retuvo, y se abalanzó sobre la mujer castañeteando los dientes en un claro deseo de su intención. La mujer consiguió empujarle con un pie hacia atrás para evitar ser mordida, tirando al chico al suelo del empujón mientras intentaba descargar el peso del machete sobre Moooooom. La humana era rápida, pero Moooom se consiguió poner en pie y evitar el daño girando sobre él para volver a levantarse y encararse a la comida. La comida era mala, no se dejaba comer, eso estaba mal, se lo iba a decir a su madre, además, la comida le hablaba, y no era justo que si él no podía hablar con la comida la comida le hablara... la mujer masculló entre dientes

- Puto podrido, ¿Por qué no te estás quietecito y te mandaré al cielo con tu mamá?

Zaspa, zaspa. Mooooom sabía que le llegaban refuerzos, y su mamá le había enseñado que había que compartir, y entre los muslos y la pechuga de la corredora habría para que los dos comieran, y la comida sabía mejor entre amigos. Zaspa dobló el pasillo y al ver lo que se le venía encima la mujer gritó

- Jake, ayuda.... me están acorralando. - Se llevó la mano al cinto y sacó la pistola. Se había acabado el sigilo en el centro comercial

Jake estaba cerrando apresuradamente la mochila, después de aprovisionarse de las pilas y las barras de chocolate, mientras observaba nerviosamente en todas direcciones esperando que alguno de los moradores del Walmart fuera a por él. Tenía motivos para estar preocupado, Cher, la otrora lustrosa y atemporal diva  había puesto en marcha sus tacones para ir a por el musculado mulo, y Kareeeeeeeen, la mole de carne avariciosa también había fijado su punto de mira en él.

Cher podía estar preocupada, porque Kareeeeen era capaz de tragárselo con pelo y todo, y aquel pelazo tenía que ser suyo, a como diera lugar. Kareeeeen le lanzó una cesta con la suficiente puntería para darle al ladrón de pilas.

- Cojones - Fue lo único que pudo mascullar tras el impacto, pero una cesta de plástico no iba a ser suficiente para derribar a semejante Hércules de la mala follá, aunque le ganó algo de tiempo para acercarse y que no se escapara *. Ya estaba en frente, no podía escaparse, la única manera saltándole por encima, porque era más fácil saltarla que darle la vuelta, y Jake no parecía muy saltarín. La llamada de auxilio de Lucy fue respondida con un gruñido mientras se dirigía a Kaaaaaaren con ganas de no dejarse comer. El bate recubierto de alambre de espino silbó por el aire y golpeó en la cabeza de Kaaaaaaren sacándole un horrible crujido de huesos. Cualquier zombie normal hubiera caído, pero Kaaaaaren no era normal, así que apenas notó el golpe e intentó asestarle un bocado de los que se pegan a un árbol y te hacen una mesa camilla, pero el mulo lo esquivó desdeñoso.

La llamada de socorro de la mujer que estaba siendo acosada por Moooom hizo que le cambiara la expresión a Jake, mudando en una de modo de combate total. Sonrió con una sonrisa que no anunciaba nada buena y dijo

- Quitate de en medio Miss Dunkin' Donuts o pondré tu cabeza en órbita.