Partida Rol por web

La joven se asusta al ver los colmillos de Milady y se lleva la mano al pecho, pero luego sonríe y vuelve con un subidón de adrenalina junto a sus amigas, más pendientes ahora de su teléfono móvil que de la verdadera estrella de carne y hueso.

Juliet y Milady se dirigen junto a sus invitados, dejando a Eve en la barra.

En otro rincón discreto, Eduard de pié mantiene una conversación con una misteriosa mujer.

Al acercaros a la mesa, una chica delgada de rasgos asiáticos y unos sugerentes labios rojos se levanta respetuosamente para saludaros. El chico rubio a su lado hace lo mismo.

 - Nos consta que han colaborado antes, así que la propuesta es para ambas.

Puntualiza la chica, con diligencia.

- Mi nombre es Linda Cho, y él es Eric Anderson. Representamos al sistema circulatorio.

- Buenas noches.

Saluda con una sonrisa encantadora el apuesto varón.

- Queremos hospedar una subasta en la Succubus Night que se va a celebrar dentro de unas semanas. Necesitamos a una entendida en arte que sepa gestionar todo tipo de eventos y personalidades.- dice mirando a Juliet- y alguien que conduzca el show.- añade en una clara referencia a Milady.

Te das cuenta que tu expresión de decepción no ha pasado desapercibida cuando una chica de unos veinte años a la que habías puesto una cerveza hace un rato te comenta des de la barra.

- Es un poco dura contigo, no?

La chica esta sola y aunque trata de ocultarlo con un cuello alto, te has percatado que a la altura de la clavícula esconde un moratón. 

La cara de de Eduard no pudo evitar pasar por diversos matices, disgusto, ira, y finalmente, la cara de seriedad otra vez. No podía parecerme de lo más estúpida la situacion y posición que tomaba la Camarilla, sobre todo después de los siglos que llevaba luchando contra el Sabbat. Eran los desvaríos de un animal a punto de morir. Noté por sus palabras el odio silencioso de alguien que ha sufrido por las luchas del Sabbat, alguien que, no habría dicho nada sin un pago por adelantado, pero que este tema era demasiado importante para dejarlo pasar. La miré con seriedad tras escuchar sus palabras, y sobre todo, su pregunta. Sin tapujos le dije;

-Seré franco. Si tienes un objetivo en cualquier lugar, o en esa lista, dámelo y lo eliminaré. No estoy dispuesto a permitir que los despojos de la Camarilla se junten con el Sabbat, solo para que estos malditos los diablericen y se hagan mas fuertes, y vuelvan a tomar el control de esta ciudad como en antaño. El Sabbat también es un animal rabioso, y ahora que esta muriendo es cuando su lucha será mas silenciosa y brutal que nunca, lo que posiblemente, nos ponga en peligro a todos. -Dije, mirándola, esperando saber sus verdaderas intenciones respecto al tema.

Al oir de donde procedían, Juliet súbitamente adquirió bastante interés en aquella conversación. Esta podría ser una oportunidad de oro para dar a conocer su local y aumentar su red de artistas (así como compartir con todos una velada en la que el arte es el verdadero protagonista).

-Soy toda oidos-dijo Juliet acercandose más a la barra, no fuera a ser que hubieran personas fisgonas que se enterasen de que se estaba discutiendo allí.-¿De qué clase de subasta estaríamos hablando?

El sentimiento de lástima que había sentido segundos atrás por el joven se convirtió en… ¿interés? No, no podía seguir por ese camino, tenía que dejar de pensar en él. Antes de entrar a trabajar Eve se había asegurado de beber su ración de sangre para evitar cualquier tipo de tentación, sin embargo, aquella noche parecía que su instinto empezaba a apoderarse de ella lentamente.

Mientras Eve trataba de sacarse esa idea de la cabeza, una chica de pelo verde le habló.

–Bueno, ya sabes, gajes del oficio –respondió con una pequeña sonrisa–. Realmente es muy buena jefa, pero hoy está algo estresada. ¿Te pongo otra?

La marca del cuello de esa chica llamó la atención de Eve, un golpe en esa zona no era algo muy común. Parecía como si alguien la hubiese agarrado con mucha fuerza. –Por cierto, no quiero parecer entrometida, pero esa marca… ¿puedo preguntar cómo te lo hiciste?

Eve no pudo evitar volver a sentir la garganta seca.

- Entiendo. Dudo que te dejen asesinar a un invitado en su fiesta tan fácilmente, pero esto no es asunto mío. 

La mujer menea la cabeza pensativa y vuelve a posar la vista en los bebedores casuales del bar. Entre las risas y los debates acalorados, Andrea suelta una insinuación de lo más perniciosa. 

- Qué pasaría si mi objetivo, el precio de ésta lista, fuera otro anarquista? 

te das cuenta que línea de visión de la Nosferatu ahora conecta con la mesa donde se encuentran tus compañeras hablando con otro par de individuos. 

No respondí a su comentario. No necesariamente mataría a alguien en la fiesta...solo necesitaba saber exactamente quienes eran del Sabbat, reunir información de ellos y comenzar la cacería después. Si se descuidaban o salían del lugar efectivamente podía ser mi oportunidad, pero por el momento, si tenía que tomar alguna decisión radical, la tomaría en el momento oportuno, ahora no. Cuando me hizo la pregunta sobre la lista, mire hacia la mesa, y le respondí sin tapujos;

-El bien justifica los medios. Dame lo que necesito y te daré lo que pidas. No tengo problemas en atacar cualquier otro objetivo mientras tenga la posibilidad de acabar con un objetivo mayor. -

Dije, con tranquilidad. Sabía muy bien cuales eran mis convicciones, y sabía que si tenía que matar uno como daño colateral para poder acabar con muchos, lo haría. Había que erradicar el Sabbat y sus prácticas de una vez por todas, y si tenía la oportunidad de darle el golpe de gracia en esta ciudad, lo haría.

Tu pregunta pilla a la chica por sorpresa, pero ésta en seguida improvisa un:

- Ésto? No es nada. Un pequeño accidente de coche, pero no me hice nada. No puedo decir lo mismo del coche! Jeje

Ríe nerviosa al mismo tiempo que se pone bien el cuello del jersei. 

- Pues mira, si que te voy a pedir otra ahora que lo dices. 

Se termina el fondo de la jarra y en sus ojos ves un brillo familiar. Una mirada que ya has visto antes. ¿A quién te recuerda esta mujer? 

Se le dieron la vuelta los ojos

- ¿Así que una presentadora eh? Bueno en realidad os puedo decir que no podíais haber tenido mejor suerte dando conmigo. No soy una presentadora, alguien que conduzca el show. QUERIDOS, YO SERÉ EL SHOW. Podéis estar seguros, os lo puedo prometer.

Personalidades, es una excelente oportunidad para engrandecer mi leyenda. Quizás avanzar en lo mío si todo sale como yo espero. Bueno hay que ser cauta Milady. Esperemos a ver cómo se desarrolla esto.

Mostró su mejor sonrisa y puso ojitos a ambos vampiros, como dando a enteder que tenían que contar con ella, que no podían elegir a otra. Que ella estaba predestinada a esto. La otra se le había adelantado y eso le molestaba, tenía que haber sido más rápida en contestar. Bueno, otra vez sería.

Linda sonríe complacida con la recepción de la malkavian. El elogio de la propuesta había sido suficiente para que se mostrara receptiva incluso antes de escuchar los detalles del contenido.

- Será un evento para coleccionistas de grumos, sommeliers de vitae.

Explica la mujer entonando la palabra en un perfecto acento francés.

- Como sabéis, nuestro círculo de aficionados se dedica a comerciar con resonancias de lo más singulares y variopintas. Precisamente tenemos una selección exclusiva que queremos presentar especialmente para la ocasión.

La mujer mira a su acompañante de reojo dejando entrever una sonrisa que Eric le corresponde.

- La asistencia de reputados Ventrue y Crepusculares está garantizada en éste tipo de acontecimientos, y de hecho algunos ya han mostrado su interés en el mismo. Vuestra colaboración sería el guiño perfecto a otros linajes de sangre para ejemplificar que el arte que cosechamos no conoce fronteras.

Juliet parecía interesada en lo que se le estaba proponiendo, y realmente pensaba que podía ser una buena oportunidad de negocio. Pero, ante todo, debía ser precavida, así que antes de que Milady pudiera aceptar el trato sin siquiera escuchar los detalles de lo lanzada que iba, Juliet se dirigió a Linda:

-Es ciertamente una propuesta interesante, señorita Cho. Pero, como podrá entender, debó mirar primero por mi negocio, y siempre me gusta probar lo que sirvo antes de ofrecerselo al público.-Juliet sonrió de manera amplia, como si quisiera hacer ver de que ese era su lugar, y que si iban a hacer algún negocio, sería bajo sus reglas.-¿No habría alguna posibilidad de que mi socia-señalando a Milady-y yo pudieramos prbar una muestra de esa vitae antes de subastarla? Solo para asegurarnos de que el producto es bueno.

La mujer asiente.

- Se que sois buenos amigos con la señorita Heavenpeace y por eso no te voy a pedir su cabeza, pero su falta de discreción es alarmante y su ego crece con cada noche que pasa. Temo que pueda llamar la atención de la Segunda Inquisición y que nos arrastre a todos con ella.

Andrea hace una pausa tratando de formular correctamente sus ideas.

- Como miembro de su coterie tienes una cercanía privilegiada para conocer sus movimientos e intenciones. Te pido que sobtees su ascenso y no permitas que la fama que le ha garantizado inmunidad en la sociedad mortal, le conceda también privilegios entre los caínitas.

Finalmente el trato llega a términos muy concretos.

- Promete mantenerla bajo control y la lista es tuya.

Una hoja de papel doblada entre los dedos huesudos de la Nosferatu se extiende discretamente entre ambos. Cogerla significaría aceptar el trato.

—Vaya, tuviste que pegarte un buen susto. ¿Sabes qué? A esta última invita la casa, pero no se lo digas a la jefa.  –dijo guiñándole un ojo.

De pronto Eve miró a la chica y sintió que ya la conocía. Y no de la forma en que conoces a un cliente habitual, era algo mucho más íntimo. Aquellos ojos… ¿Maxine?

Maxine fue la vecina de Eve durante muchos años. Eve nació en una pequeña urbanización a las afueras de la ciudad. Allí, la mayoría de las familias tenían hijos ya mayores, por lo que Eve no había conocido a muchos otros niños fuera de la escuela. Todas las tardes ella y Maxine se iban a jugar a los bosques que rodeaban la ciudad. Eran como uña y carne. Sin embargo, cuando cumplió 11 años, la madre de Maxine se puso muy enferma. En muy poco tiempo su condición fue a peor y la familia de Maxine abandonó el lugar.

Los padres de Eve le dijeron que la culpa había sido de la viruela. La madre no pudo vencer a la enfermedad y los recuerdos que había en aquella casa eran demasiado duros para la familia de Maxine. Las dos niñas, hasta entonces amigas inseparables, se tuvieron que despedir en una fría tarde de noviembre y nunca más se volvieron a ver.

—Por cierto, puedes llamarme Eve —añadió algo aturdida.

Hizo un gesto de desdén con la mano

- Producto, producto. Conmigo tienen el éxito garantizado. Puedo asegurárselo -levanta un dedo a modo de advertencia, por supuesto jamás daría la razón a su socia -no obstante hay que verlo para... digamos para que la experencia sea más completa para todos. Si lo conocemos antes, los éxitos vendrán antes.

- Por supuesto, precisamente por eso nos acompaña nuestro querido Eric esta noche.

La chica le cede la palabra a su compañero con un gesto.

-  Yo mismo soy una de las piezas que van a subastarse en el evento del Succubus Night. Los fondos que se recauden en la puja servirán a mi patrona: Fiorenza Savona, príncipe de México, para consolidar el dominio de la Camarilla en su ciudad.

El chico agarra una de las copas vacías y la lleva bajo la mesa.

- Con vuestro permiso.

No hace falta ver lo que está sucediendo debajo de la mesa, pues un aroma dulzón de repente llena vuestras fosas nasales. El olor de la sangre caliente recién derramada tentando vuestro instinto depredador.

- Aquí tiene.

Le ofrece una copa a Juliet y se dispone a realizar el mismo procedimiento con otra de las copas que le tiende a Milady.

Había que admitir que el chaval era físicamente apuesto, lo que llevó a suponer a Juliet que su sangre sería igual de suculenta que su portador. Cuando el chico bajó la copa para vertir aquel dulce líquido carmesí en la copa, Juliet no pudo evitar clavar ligeramente sus uñas en la barra de madera, lo que dejó una ligera marca.

El olor de aquel dulce néctar era tan embriagador que, si fuera humana, y se rigiera por sus reacciones, las pupilas se le habrían dilatado de forma significante y se habría relamido los labios.