Partida Rol por web

Cuando te asomas sobre la verja donde estaba mirando Neil, ves las plumas de las que hablaba. Efectivamente se trata de una cáscara hueca. Como si los gusanos se hubieran comido toda la carne de su interior y hubieran dejado solo los huesos y algunas plumas ensangrentadas. Las otras gallinas dormían plácidamente en el resto de ponedoras del cerco que cerraba el gallinero.

Entonces, alertado por la señal de Angelica coges impulso y te levantas tres metros por encima del suelo cogiéndote al alféizar del primer piso de una de las ventanas. Des de allí colocas bien tus pies y te proyectas hasta el tejado de enfrente.

Normalmente después de un salto como ese, algunas tejas se romperían bajo tus pies o causarías un buen estruendo capaz de despertar a los vecinos; sin embargo tu innatural peso ingrávido evita el destrozo.

Cuando miras a tu alrededor des de el tejado, identificas algo extraño: ves claramente los edificios y las calles que conforman el pueblo, pero alrededor de éste se ha levantado una espesa niebla que lo oscurece todo. Des de aquí mirando al éste deberías ver el embarcadero o el mar y sin embargo todo está completamente negro.

Cuando te enfocas hacia donde señalaba Angélica, ves más de esa niebla oscura reptando por la calle.

Automáticamente te embarga una sensación de mareo, como si se te fuera la cabeza y tienes que hacer un esfuerzo para no perder el equilibrio* antes de que un intenso sonido resuene en tus oídos:

 Tampoco es que haga mucha falta que me inviten al gallinero, el olor de la sangre ya hace bastante por atraerme hacia el interior. La bestia de remueve en mi interior ante la inminencia de saborear la por otro lado insípida sangre animal. Aunque eso nunca lo reconoceré, soy mejor que eso.

 Me acerco hacia la entrada, utilizo mi habilidad innata para ajustar mi chakra a mi ambiente y armonizarme para no molestar a las gallinas.

 Entro dentro y recargo mi Chi.

De un salto te sitúas dentro del corral. Tanto la debilidad de las propias aves como el efecto sobrenatural que produce el silencio de la muerte, puedes clavar con facilidad tus caninos en su plumaje mientras duermen sin alertar a las demás.

Sientes el placer reparador de sorber su sangre y como sus pequeños corazones dejan de latir entre tus manos tras cada sorbo.

Cuando el último trago te baja por la garganta, de repente sientes esa familiar sensación de mareo y tus sentidos vuelven a embotarse para dejar resonar en tu cabeza con un eco prístino el siguiente sonido:

No te atreves a mirar directamente a lo que esconde la oscuridad al fondo de aquella calle cuando un mareo te hace sentir ligeramente embriagada. El tiempo parece ralentizarse nuevamente y oyes con una claridad cristalina el eco de de las gotas al caer:

La señal de alerta de Angelica produce un rápido despliegue de dones oscuros entre los miembros de la coterie.

Los ojos de Alex se tornan de un brillante rojo carmesí cuando se encara hacia el fondo del callejón, mientras Conrad toma impulso y se eleva tres metros sobre el suelo para agarrarse a una ventana y saltar de ahí al tejado de enfrente con otro empujón.

Neil desaparece tras la verja decidido a alimentarse.

El grupo de cainitas que parecía tranquilo hasta el momento rompió su formación ante lo que podía resultar una seria amenaza.  Conrad dio un salto sobrenatural para encaramarse a una ventana y llegar hasta uno de los tejados, desde allí tendría una perspectiva ventajosa de toda la calle y sus compañeros.

Conrad observo a su alrededor desde la cercanía donde podía vislumbrar el movimiento de sus compañeros hasta el fondo de la calle en busca de posibles amenazas o señales de vida.

Consigues mantener el equilibrio fácilmente, pero cuando vuelves a levantar la mirada tras oír el sonido de aquellas tres gotas fantasmagóricas, la niebla que reptaba al fondo de la calle ha desaparecido por completo.

No hay señales de vida en ninguna de las calles que se divisan des de tu posición.

Ves como Neil termina de ponerse las botas devorando las gallinas que quedaban vivas en el corral y tus otros dos compañeros siguen atónitos en medio de la calle.

La joven Tremere tiene que pararse en medio de la calle para no caerse. Presiona el entrecejo con los dedos. Vuelve a oír el extraño sonido de la gasolinera, más débil, tres veces ahora. Logra recomponerse y mira hacia un lado. Solo Alex, con unos ojos rojos que dan miedo, camina cerca de ella. Ve a Conrad sobre los tejados, haciendo uso de unas facultades extraordinarias. Eso le da cierta seguridad. No sabe dónde está Neil. Aprieta los puños, baja un poco la cabeza y mira hacia el frente. Decidida, se dirige con paso ligero hasta el final.

 Tras alimentarme y sacudir la cabeza por el sonido, observo mis alrededores.

 ¿Que pasa con las gallinas? ¿Estan abandonadas? Eso coincidiria con lo que ha dicho Angélica sobre que aquí no hay nadie.

Mientras el se dispuso a inspeccionar las zonas oscuras vio como sus compañeros se dispersaron. El siguió a lo suyo pero cuando miro hacia Angelica algo a lo lejos llamó su atención de manera macabra. Un ser humanoide pero con cuerpo vermiforme estaba parado, a lo lejos como si fuese un espantapajaros esperando a que ellos salieran volando al verlo. Cuando Alex miró mas atentamente se percató de que ese ser lo vigilaba. El muchacho estaba estupefacto oues ese monstruo no tenía rostro, en su lugar una maraña de cabellos asalvajados resaltaban unas cuencas que conducían al abismo mas profundo y oscuro. Sin apartar la vista de ese ser Alex se movió para alerta al resto pero entonces ocurrió de nuevo. EL sonido de una gota al caer sobre el agua, ese suave sonido chirrió en la cabeza del joven y esta vez estaba claro que no era por los efectos de ninguna droga. En el instante que el sonido paró esa figura ya no estaba.

-¡Dime que lo has visto!- Gritó aterrorizado a la muchacha.

La posición de Conrad le permite tener una amplia visión sobre la calle principal, pudo ver cómo Neil seguía en la zona de las gallinas pero sobretodo le llamó la atención Alex y Angélica los cuales miraban fijamente el final de la calle.

La tremere pareció avanzar decidida como si hubiera visto algo, Conrad avanzó a su vez entre los tejados por detrás de la posición de la chica cubriendo su espalda desde lo alto.

—¡Cálmate! —responde Angelica. Se acerca al muchacho y lo coge por los hombros. Los ojos de Alex siguen mostrando la Bestia interior en toda su furia—. Yo no puedo ver lo que tú ves, pero puedo sentirlo. Es la muerte. Nosotros somos vampiros. Estamos muertos y no la tememos —Angelica pone las manos en las mejillas de Alex, como si fuera su hermano—.

Al extraer los colmillos de la última de las aves del corral y levantas la mirada todavía con restos de sangre goteando en la barba, ves a tu alrededor un mundo completamente distinto al que esperabas. Sigues en el mismo patio trasero de esa casa en el pueblo de Galesville, pero los edificios están en un estado ruinoso y decadente; un ambiente de devastación cubre el suelo árido y escarchado donde unas raíces de oscuridad agarran y se clavan en los torsos de unos seres esqueléticos que se contorsionan hacia la superficie y de cuyas bocas abiertas sale un canto imposiblemente hermoso que hace revolverse de furia a tu bestia interior.

Te dejas llevar por tus instintos y los dedos enfurecidos horadan en la tierra, arrancan y cortan los zarcillos que unen a esas almas con el suelo. Sus cantos se convierten en llantos y gritos despavoridos cuando al desconectarse se desvanecen en el aire venenoso y viciado, desencajados de horror, para no regresar jamás.

Cuando por fin regresas en ti y el paisaje vuelve a la normalidad, te das cuenta que has hecho algo horrible.

 Un grito sale de mi garganta y me arrodillo en el suelo.

 -NOOOOOOOOO!!!!!

 Cubro mi cara con las manos y me balanceo adelante y atrás.

Angelica trata de calmar a Alex y ambos os dirigís hacia el fondo de la calle donde habéis sentido "algo"

Conrad os cubre las espaldas des de las alturas y justo cuando estáis a la vuelta de la esquina, un grito proveniente de Neil os hiela la sangre.

En el suelo sobre los adoquines de la calle frente a la Tremere y el Sangre Débil hay una especie de marca negra que solo alcanzan a distinguir ellos dos.

NO IR A HELLINGLY

Leen las letras escritas con lo que parece tiza negra o carbón. 

—Mira —Angelica señala a Alex una oscura inscripción sobre el suelo de la calle. Piensa. El mensaje cambia su perspectiva—.

Un grito rompe el silencio de la noche.

—¡Es Neil! ¡Vamos! —La vampira echa a correr hacia el lugar del que salió el grito—.

Angelica echa a correr de nuevo en dirección a Neil para encontrarlo con las manos cubriendo su cara y una barba todavía perlada de sangre y pegajosa.