Partida Rol por web

Hannah escuchó a Alex, y parpadeó, perpleja. Luego, se detuvo de lanzar piedras, componiendo una expresión de extrañeza cuando MJ reveló más detalles de las intenciones del grupo. Pero ahora no nos lo dicen en la vida. Pensó. Luego Sabine subió la oferta, colgantes y canciones, y amenazó con eso de los partidos. ¿Tan malo era lo de las jugadas?

Se apartó un poquito de unos y otros. Los Kirby no cedían y Martha ya tenía su amuleto -Lo que yo me llevé fue una cajita de música, estoy casi segura, bueno, no del todo -cuchicheó a su prima. Se apartó dos pasos más cuando Alex pilló el tablón, en plan de usar la fuerza bruta. A Hannah le dio un poco la risa, que se tapó con la mano en la boca, eso era un farol, si Alex es un trozo de pan.

Pero porsi, no se quedó cerca. Tenía en sus manos varias piedras para lanzar al lago, y sopesó la idea de descalabrar a Martha, pero qué va, eso le daba mal rollo, no era su estilo la violencia, y que tampoco conseguirían nada. Veía complicado obtener la información de esa forma, y bueno, como por ahora sus amigos no necesitaban de ella, continuó jugando arrojando proyectiles en el agua, que se había empezado a entusiasmar.

-¡Toma ya! ¡Casi hasta la otra orilla! A ver si superas eso, Billy...-murmuró a media voz. -Prueba tú, Debbie, va. Sabes, ¿quién llegaría antes al otro lado del lago nadando? Yo creo que te gano, jajaja.

Sabine miró a los mellizos malvados algo decepcionada. El plan fusión no parecía haber funcionado mucho, ni tampoco los planes por separado. ¿Y qué podía ofrecerles ella? Como mucho podía enseñarles a hacer nudos, se sabía algunos chulísimos. El as de guía doble con doble cuerda y el llano alpino. ¡Hasta le habían dado una insignia por sus nudos ese mismo año! Pero tenía la intuición de que a esos dos hermanos horribles no debía interesarles demasiado aprender cosas útiles para la supervivencia y la vida. 

Abrió mucho los ojos al ver el palo que cogía Alex y lo serio que se ponía. Glup. Menos mal que lo conocía muy bien y sabía que en el fondo era bueno (aunque fuese un pesado con el fútbol), porque viéndolo así daba muchísimo miedo. Después de eso, decidió no ofrecerles los nudos, en lugar de eso intentó poner cara de malota y se colocó al lado de Alex, mirándolos mal, como si estuviera a punto de atropellarlos con la bici.

A Elodie se le descompuso la cara cuando las cosas comenzaron a irse de control. Primero, que Martha ya tenía su colgante y ella había metido la pata. Segundo, cuando cada cual tomó su plan de acción haciendo que ninguno en si mismo tuviera mucho fundamento. 

Lo que no esperó fue al arranque violento de Alex. Se lo imaginaba más de MJ. Cuando la tabla se quebró, Elodie dio un bote en el sitio y miró un poco pasmada a su amigo. Si había sentido miedo ella, esperaba que el efecto se viera también reflejado en los Kirby, que no lo conocían de nada y no sabían de lo que sería realmente capaz. 

Miró a los hermanos y luego a Sabine, que se unía a la amenaza verbal y no verbal... Ella no tenía esas agallas. Tampoco tenía el encanto suficiente para convencerles de nada, ni músculo para romper cosas. Pero tenía buenos argumentos... casi siempre.

- Sin contar con vuestra reputación si se empieza a rumorear por el pueblo que el laboratorio de vuestro padre secuestra niños para a saber qué... - comenzó a decir muy seria y muy digna-  Solo tengo que visitar a mi abuela un domingo, dejar caer la bomba, y que ella vaya con el chisme al bingo. Y ya tenéis pocos amigos de por si, siempre estáis solos, metiéndoos con la gente. Esto sería la guinda. 

Martha examinó a Alex mientras rompía el tablón. Sus ojos se abrieron ligeramente y fue imperceptible gracias a que llevaba sus gafas de sol puestas. Pues si aquel niño le daba miedo no era algo que fuera a mostrar. Tampoco pensaba que Alex pudiera con él y con su hermano, aunque había oído sobre lo que se hacían los jugadores de fútbol entre ellos en el campo, eran unos brutos.

-No creo que nos vayas a hacer nada, porque te quedarás todo el verano castigado sin salir, no irás a la feria del melocotón y mis padres se chivarán a los tuyos- dijo con la cabeza bien alta Martha, haciéndole ver que sus amenazas no eran para tanto.

Apagó su radiocasette y la cogió con las intenciones de irse de aquel lugar.

El chico parecía más turbado con las acciones de Alex. Sus ojos pasearon duditativos entre su hermana y el grupo de amigos. Por suerte para él, su hermana no dudo, por eso la admiraba. Martha siempre sabía qué decir y hacer en cada momento. Poco a poco la confianza volvió al joven y se paró al lado de su hermana.

Finalmente Billy se tuvo que reír con las palabras de Elodie, que hablaba de reputación y estupideces de secuestros de niños. Como si él y su hermana tuvieran que ver con nada, o como si les importara la gente que vivía en ese diminuto pueblo cuando fuera el mundo era tan grande.

-Si no ganamos nada, nos vamos. Nos da igual lo que nos digáis, niñatos- el mellizo se preparó para seguir a su hermana. -A ver si os pensáis que nos vamos a chivar de nada de nuestro padre porque vosotros lo digáis- repitió.

Chivarse de cosas de un adulto tendrían muchas consecuencias como para irse con las manos vacías... Muchas más si el adulto era su padre, con el poder de castigarles y quitarles las bicis y los juguetes. No merecía la pena.

Martha demostró que no tenía miedo, o lo escondió muy bien. Además, que tenía razón en lo que decía de la feria del melocotón y todo eso. 

Hannah lanzó otra piedra al lago, con la fuerza y habilidad que pudo concentrar en su pequeño cuerpo. Si ya le parecía super raro que les fuesen a dar esa información, ni ella lo haría de los suyos. Bueno, si no era muy importante, quizá sí. Total, qué más daba, la importancia de todo era relativa.

Con otra piedra en la mano, pensando en positivo, que ya encontrarían otra forma de dar con el laboratorio, e inquieta por lo que haría Alex, si se comería el farol o tiraría adelante con todo, cayó en la cuenta de algo que dijo Billy. Ensayó un nuevo lanzamiento al lago y le preguntó al chico mayor, mientras miraba como la piedra saltaba por el agua.

- ¿Y qué te gustaría ganar, Billy? A lo mejor podéis ganar algo, si se trata de eso. ¿Quieres que te haga un dibujo? ¿Quieres dinero? ¿Un beso? 

El suspiro de Alex y su lenguaje no verbal me hizo darme cuenta de que, quizás, había metido la pata. Igual hubiera estado bien hablar las cosas antes de lanzarnos a hablar con estos dos tontos del culo, pero no había marcha atrás. Me mantuve en silencio, sentada frente a Martha y mirándola desafiante. Mientras tanto, el caos se desataba en mi grupo de amigos; lo supe en el momento en el que el bueno de Alex se puso a hacer amenazas y romper tablones con las piernas.

― Toma ya ―solté de pura admiración.

Pero, por desgracia, nada impresionaba a Martha. Sí que vi a Billy titubear, pero el discurso de Elodie le dio risa, y le volvieron las ganas de ser un grano en el culo. En cuanto Martha se levantó, yo hice lo mismo, bloqueándole el paso.

― Ahí quieta, o tú y tu bonito radio casette acabáis en el agua con tu hermanito.

Volví a crujirme los nudillos. Tanto copiar repetidas veces en los castigos del cole me había proporcionado una linda carraca musical en ambas manos. Hannah empezó a ofrecer cosas y cuando propuso el beso, puse cara de asco.

― Puaj, Hannah, no te rebajes tanto ―aunque si hay que besar, ¿podría besar yo a Martha? ― Ya entramos en la casa y ya cogimos un premio de allí. ¿Qué más queréis de nosotros?

Alex había amenazado. Nunca había pegado a nadie de verdad, pero ahora la vida de Em estaba en juego. ¡Y era su amiga y no la iba a dejar atras! Le daba igual acabar castigado todo el verano. 

—Si os doy las patadas que os merecéis seguro que acabo castigado... pero me da igual. Sois lo peor, molestáis a Elodie y nadie os para, superamos vuestro desafío y os da igual todo. Soltad donde está el laboratorio de vuestro padre para que podamos hablar con él o acabaréis con el tablón. 

Se acercaba a Billy, y vió que MJ colaboraba, la dejó amenazar a Martha. 

—Eso, amenaza con mandarla al agua. 

—Unas buenas tortas tú a esa y yo a este —tenía ganas de pegar al Kirby—. Pensarán que es una pelea... y diremos que protegíamos a Elodie de sus mierdas habituales. Eso lo han visto todos los profesores y lo han ignorado. Son tan mierdas como vosotros. 

Debbie se arrugó dentro del jersey imaginándose que éste era el caparazón de una tortuga. Aquella situación esta ganando un tono demasiado estadounidense. Abrió los ojos horrorizada mirando a unos y a otros y no pudo respirar hasta que su prima la distrajo con esa competición absurda del agua.

sonrió liberando la tensión del momento, tomó una de las piedras de la mano de su prima y la lanzó al agua. Luego negó con la cabeza. 

—¡Qué vas a ganar tu! —protestó ignorando el hecho de que odiaba nadar.

Aunque todo aquello pronto dejó de importar y cuando Hannah ofreció darle un beso a ese chico, Debbie empezó a entender la importancia del asunto. Agradeció que MJ expresara con palabras lo que ella también pensaba y asintió como loca dándole la razón. 

—Vamos a ver —agarró el brazo de su prima para hablar con ella ancladas a la tierra— ¿y si en lugar de fastidiarnos el verano unos a otros pegándonos como gamberros vamos directamente a hablar con su padre?

—Si lo que queréis es estar tranquis, yo puedo haceros los deberes. Pero nada de besos con Hannah —lanzó su oferta—.

Sabine se estaba devanando los sesos. No parecía que Alex les diese miedo, eran muy duros los mellizos malvados… o se lo hacían. Estaba claro que si querían sacarles la información iban a tener que negociar y convencerles… ¿pero qué podían ofrecerles a esos dos que no pudieran conseguir con las montañas de dinero de sus padres. Estaba pensando tan fuerte que en cualquier momento le iba a salir humo de la cabeza… ¡y entonces se le ocurrió algo que no podrían conseguir de ninguna otra forma!

—Si nos lo decís, seremos vuestros esclavos durante un día entero —ofreció, un poco a lo loco, la verdad, porque a lo mejor los otros no querían, pero una vez que lo había dicho no podía desdecirlo, así que cuadró los hombros y los miró, esperando su respuesta.

Elodie comprendió que la vía violenta no iba a llevar a buen puerto. Lo comprendió tarde, pero lo comprendió. Desde lo acontecido en el bosque estaba bastante bloqueada, descentrada. Millones de pensamientos habían cobrado vida en su cabeza y a veces se agolpaban y la saturaban. Necesitaba recabar más información, como si de una compulsión se tratase. También miraba todo con más sospecha de lo habitual, si cabe, y eso a veces no la dejaba estar muy enfocada en lo que hacía. 

Entonces Debbie y Sabine dieron en el clavo, o eso creía.

- Esperad, chicos. - dijo tanto para Alex y MJ, como para los Kirby, que se iban - Eso es - asintió a Sabina y Debbie-  ¿Qué es lo que más os fastidia hacer? ¿Tenéis tareas de verano del insti? Podemos hacerosla. Ir a por helado cuando os apetezca, chuches, o por una soda. En realidad no queremos ir a malas, sólo estamos un poco nerviosos todos. Podemos pasar el verano en paz, todos ganaríamos algo. 

Martha miró al grupo de niños. No estaba por ayudarles en nada, la opción era quedar castigada todo el verano si su padre se enteraba. Aquellos niños no entendían lo que conllevaba todo aunque quisieran decirles dónde podrían buscar a su amiga. Ella los había visto hacía no tanto llevándola en la bici, cuando iban al bosque.

-Nos haréis las tareas durante una semana... Cortar el césped, sacar la basura, todo eso os tocará a vosotros- dijo Martha, cediendo ante las palabras de Elodie.

La esclavitud de los niños como decía Sabine haría que tuvieran que pasar demasiado tiempo con ellos. Demasiado del que los mellizos quisieran, sobre todo si pensaban colarse en el laboratorio. 

-Si aceptáis, os llevamos donde es... Pero nosotros no os dijimos nada, si os chiváis no habrá piedra en todo Romeo bajo la que os podáis esconder...- advirtió y amenazó, señalando a todos con un dedo.

-Vamos a casa a dejar esto- señaló el radiocasette. -Si tenéis que coger algo para donde iremos es el momento. Es un sitio peligroso y si os pasa algo es vuestro problema- añadió Billy a las palabras de su hermana. El laboratorio era un sitio donde los mellizos no iban nunca, era el trabajo de su padre y no les incumbía. Se meterían en líos si alguien les veía cerca de la zona.

-Nos vemos en media hora en el parque frente a la biblioteca, si no os rajáis antes- hizo un gesto a su hermana y ambos se fueron. 

Era el momento de llenar sus mochilas con todo lo necesario, si es que no lo llevaban ya. También de hablar entre ellos sobre cómo proceder ante lo desconocido, entrar en un laboratorio secreto no sería fácil y habría seguridad seguramente.

Alex estaba más que dispuesto a cumplir su amenaza. Si había alguien en el mundo que merecía una tunda, aquellos eran los petardos de los Kirby. Pero Elodie tuvo una idea de las suyas que realmente era lo que había dicho Sabine. Ser sus esclavos y hacer las tareas. Aunque Alex estaba seguro que muchas las pedían por fastidiar. Seguro que ellos no tenían que cortar el césped. 

—No vamos a chivarnos. No te preocupes. Trato —se escupió en la mano y la tendió hacía Billy. Asi hacían cosas los hombres. 

Quedarían en el parque. ¿Qué podía llevar a la misión? Sólo se le ocurría el equipo viejo que tenía en el granero. Y un balón. Sí, le valdría de armadura para si se colaban y había que placar a alguien. Y el balón podía servir para distraer. 

Lo metí en una gran bolsa de deporte, podría ser necesario. 

-Si a eso es a lo que vamos, a hablar con su padre para que deje en paz a Em, o Emily, y que nuestra amiga se venga a vivir a casa como en la última semana. -susurró Hannah a su prima. Algo así.

Lanzó otra piedra al lago. Y puso cara de incomprensión por eso de rebajarse y del puaj de MJ. No era para tanto. Se había besado una vez con Andrew, en primaria, y bueno, que ella recordase no fue nada del otro mundo. De todas formas, ni dibujo ni beso. 

Esclavitud. Rodó los ojos, luego la loca soy yo. Se encogió de hombros cuando resultó que los hermanos del mal aceptaron. ¿De verdad? A ver si los engañaban para quitárselos de encima. -Jo. Billy es más tonto que una zapatilla, jajaja. -Desde luego ella no pensaba cumplir el trato, por un lado, se le olvidaría y por otro, si alguien se lo recordaba, ella era especialista en escaquearse.

Rebuscó en su mochila, llevaba suficiente para la aventura: agua, galletas, ositos, chicles, lápices, cuaderno, goma de borrar, linterna. -Estoy en contra de la violencia y de la esclavitud. Paz y amor. -declaró mientras recolocaba las cosas en la mochila y se subía a su bici. Lo dijo sin enfado, seriedad ni en plan reivindicativo, sino como siempre, como si dijera que tenía chuches y si alguien quería. 

-Si vas a ir a casa a por algo te acompaño si quieres, Debbie.

Sabine se contuvo la sonrisa hasta que los mellizos malvados les dieron la espalda y en ese momento hizo un gesto de triunfo silencioso con el brazo. Por fin iban a poder rescatar a Em del más malvado de los Kirby, lo cual era mucho decir conociendo a sus hijos. 

Ella ya tenía todo lo que necesitaba en la mochila, el kit de scout al completo. Así que se fue al parque directa con la bici y, de todos modos, una vez allí abrió la mochila para asegurarse de que no le faltaba nada: cerillas a prueba de agua y pedernal, vela y linterna (sin pilas, de las que se encendían agitando), hilo y agujas, cuerda fina, anzuelo y sedal, alambre, brújula, lápiz y papel, cinta americana, multiherramienta tipo leatherman, botiquín de primeros auxilios, espejo, lupa y silbato, cantimplora, barritas energéticas y un paquete de chicles de fresa ácida. Cerró la mochila de nuevo con una sonrisa. Estaba todo. Lo que no estaba tan claro era que algo de aquello le fuese a servir en un laboratorio, pero eso era otro tema.

—No hace falta nada más para sobrevivir en cualquier entorno hostil —le empezó a contar a quien estuviera dispuesto a escucharla—. Bueno, me gustaría meter medicamentos más fuertes, los mayores los llevan, pero a mí no me los venden. Algún día. 

A Martha no pareció importarle un bledo mis amenazas, aunque tampoco avanzó en mi dirección. Eso me hizo sentir mucha rabia. ¿Por qué no hacía caso de mis amenazas, pero sí a la estúpida propuesta de Elodie? Menos mal que era la lista del grupo. Hacerle las tareas a los Kirby durante una semana implicaba pasar una semana pegada al enorme y feo culo de Martha Kirby. Y al de Billy. Puaj. Miré a Elodie, quejándome con la mirada, pero al menos parecía que había funcionado. Salvar a Em tenía que ser nuestra prioridad.

― Cada vez tengo más ganas de patearles el trasero ―murmuré enfadada en cuanto los Kirby se alejaron ―. A ver, ¿qué creéis que puede hacernos falta en ese sitio?

Pero no hacía falta nada más, porque Sabine era un almacén de supervivencia andante. Parecía que llevaba de todo, pero con solo una mochila llena tampoco haríamos demasiado. Intenté recordar mentalmente todo lo que llevaba la scout y me despedí del grupo, pedaleando de vuelta a la gasolinera. A ver qué podía coger.

No fue difícil robar una coca-cola de la nevera en un despiste de mi hermano Kevin. Y los mentos. También me agencié un desodorante en spray, después de pisparle el zippo a mi hermano y tener la brillante idea de que, si no teníamos a la niña antorcha, tal vez yo pudiera suplirla. Como en las pelis. También trasteé por casa y pillé una linterna a pilas que funcionase y tuviera pilas. El recuerdo de la horrible herida de Elodie me hizo atarme una camisa vieja a la cintura, por si necesitábamos tela. Y aunque intentaba recordar las indicaciones de Sabine, solo se me ocurrió pillar otra coca-cola. Pero para el viaje. Me la bebí casi de un trago e intenté encestar la lata en una papelera que había cerca. Cuando llegué al parque de vuelta con los demás, les enseñé lo que se me había ocurrido coger de casa.

― Yo creo que con esto y la mochila sin fondo de Sabine, tenemos, ¿no?

Ante la pregunta de su prima, Debbie, descolgó una de las cintas de su mochila para hacerla deslizar hacia el frente con juego de espalda y hombro. Abrió su mochila y se la enseñó con aire de sobrada. Dentro había: un bocadillo de manteca de cacahuete, su Kit primeros auxilios con tiritas, botellita alcohol, esparadrapo, gasas, pinzas, cartón de cerillas, aguja e hilo, una libreta y su bolígrafo especial de tres puntas, el Juego de cartas "Uno", unos calcetines de recambio y un neceser con un peine, clips y una diadema cuqui.

Sonrió mientras mostraba sus cosas y alzó las cenas remarcando un claro "Tu dirás si necesito ir a casa a por más cosas". Aunque de su actitud era fácil leer que no iba a aceptar sugerencias, Hannah podía saber perfectamente que haría lo que le dijera.

Al volver a ponerse la mochila, pedaleó hasta el parque y al ver la mochila de Sabine sintió una punzada en el corazón que no supo catalogar si era admiración, celos o algo entre medias.

― Ala...