Partida Rol por web

-Aprietas demasiado, Debbie. –miró a su prima. –No tengas miedo, que vas conmigo.-pintó una sonrisa en su cara traviesa y ahora fue ella la que presionó las manos de su prima.

Hannah no estaba inquieta por el paseo en el subteráneo, fuese por la seguridad en sí misma, la confianza que le daban sus amigas, o incluso por esa despreocupación o inconsciencia más que valentía. Observaba cada rincón, cada sección por donde pasaban, con sus grandes ojos curiosos, a ver si encontraba un ratoncito, una cucaracha.

O una serpiente.

-¿Tu crees que aquí habrá culebras? -cuchicheó.

La nueva sección de túnel daba mal rollo, apestaba un poco, y esas habitaciones de hospital le recordaban cuando ingresaron a su abuelo materno en la clínica. Con todo, parece que siguieron avanzando, y no dudó por un segundo en echar un vistazo por las ventanas redondas de las habitaciones con luz.

¿Y si la suerte les sonreía y estaba en una de ellas su amiga? Incluso en las que estaban a oscuras podría haber alguien…Si es que no era una sección abandonada.

Los Kirby habían dicho la verdad. Aquel era "el laboratorio". Un lugar donde sin duda alguna el gobierno experimentaba con gente. ¿Sería la CIA? ¿Otra agencia con otras siglas? Era muy raro, porque el señor que había capturado a Em era negro y llevaba traje y él sólo había visto de negro con traje a MLK en la tele. 

Las chicas comenzaron a mirar, él pensó en adelantarse un poco para vigilar el fondo del pasillo, por si venía alguien.

—Id comprobando. 

Avanzó sin miedo. Después de todo, luego era el que más corría. 

No pasaron muchos minutos allí abajo hasta que descolgué la camisa que llevaba a la cintura y me la puse. No se me había pasado por la cabeza que el frío pudiera ser un motivo para traer cosas aquí abajo, pero me alegré de haberla traído aunque fuera por otros motivos.

― Este lugar da escalofríos ―comenté al aire, cruzándome de brazos mientras seguía al resto.

Vi que las chicas se quitaban los zapatos, extrañada. Ya solo con la humedad del ambiente era una experiencia no muy agradable caminar por ahí abajo, no me quería ni imaginar lo que sería hacerlo con los pies mojados. Puaj. Seguí al grupo quedándome atrás, atenta a lo que pudiera venirnos por la espalda. Parecía que Sabine había logrado orientarse y la seguimos hasta un pasillo mejor iluminado, pero con la misma mala pinta. El olor también cambió, aunque no me era del todo incómodo; cosas a las que una se acostumbra al vivir en una gasolinera.

Hannah fue la primera en empezar a echar vistazos a puertas siniestras. La alcancé de un par de zancadas y la agarré del brazo, conociéndola.

― Es mejor que vayamos todos juntos, o al menos en pequeños grupos. No sabemos lo que nos podemos encontrar detrás de una de estas puertas, y los señores de negro no parecían tan fáciles de convencer como un oso.

Estaba tensa, pero le sonreí para quitarle hierro al asunto. Debbie parecía no separarse de Hannah, así que decidí unirme a ellas en la investigación de las puertas. Alex se adelantó para cubrir la entrada del pasillo y por un momento quise detenerle también, pero a quién íbamos a engañar; si alguien del grupo estaba preparado para eso, era él.

A Elodie le temblaron un poco las piernas cuando se detuvo en seco a contemplar la nueva panorámica. Había leído demasiado, pero era la primera vez que tenía delante un sitio semejante. Desde que supieron del laboratorio, se lo había imaginado de mil formas distintas, pero de la imaginación a la realidad a una abismo sobrecogedor. Principalmente, por la revelación de que todo había sido verdad. 

Tragó saliba y miró a sus amigos. Verlos dispuestos a avanzar le dio un poco de aplomo. En las puertas a oscuras seguramente no había nadie, pero en las iluminadas y abiertas seguramente si. Primero debían cerciorarse de que podían pasar por el pasillo sin ser visto.

Asintió para sí a la idea de MJ de los grupo y espero a Sabine para seguir avanzando. Deberían comprobar que no había nadie, por lo que llegado el momento avanzó cautelosamente para acercar un poco la oreja en aquellas puertas con luz por si había signos de vida al otro lago, y a las que estaban abiertas, parapetada en la pared, antes de pasar por delante como si nada. 

Al oír el susurro de Hannah, Sabine se tuvo que morder la lengua otra vez para no empezar a hablar de culebras, víboras y serpientes, cómo distinguir a las venenosas de las inofensivas y todas las cosas interesantes que había aprendido en las excursiones de los scouts. Pero no podían correr el riesgo de ponerse a parlotear en ese momento, así que se las contó mentalmente a sí misma mientras avanzaban.

Las puertas esas eran inquietantes, todo el lugar lo era, parecía de película de miedo. Vio que Alex se adelantaba y que Hannah, Debbie y MJ se acercaban a las puertas, así que ella se pegó a Elodie para hacer esos grupos que había dicho su amiga. Alargó la mano para coger la de Elodie y apretó sus dedos fuerte. Daba mucho miedo, pero ella estaba muy decidida. Tenían que rescatar a Em.

Contuvo el aliento y se puso de puntillas para mirar por la ventanita de una de las puertas con luz, concentrada en no hacer nada de ruido. 

La chica aflojó un poco el agarrón del brazo de su prima e intentó tomar aire y calmarse inhalando esa seguridad de que Hannah estaba con ella. No quería hacerle daño y mucho menos perder su posado impasible ante los demás así que cuando MJ se acercó a tomar el otro brazo de Hannah, Debbie irguió la postura y guardó las manos dentro de las mangas de su jersey y asintió hacia su nueva amiga al tema de los grupos.

― ¿Culebras? ― satirizó haciéndose la interesante ― No, falta vegetación para eso― aclaró a su prima sin estar segura de que así fuera―.

― Si el padre de esos dos trabaja aquí, ¿Por qué parece abandonado? ― susurró tan flojito como pudo a las dos chicas.

Miró en las puertas que examinaban buscando algún distintivo que anunciara que guardaban las habitaciones o, al menos, si estaban numeradas o identificadas de alguna forma.

"Menudo laberinto del terror..."

No vieron a ningún adulto por la zona, ya fuera porque esa zona no estaba transitada o porque habían salido en estampida de allí. Desde luego todo había quedado como en mitad, con luces encendidas en algunas habitaciones. Hannah se aventuró a mirar en una de ellas y pudo ver una habitación acolchada y blanca pristina.

Si decidieron mirar en otra de las salas iluminadas, a través de las ventanas redondas de sus puertas, pudieron encontrar una estancia aún más escalofriante.

Y conforme avanzaron por el pasillo, la sangre se les heló del todo al encontrar rastros de sangre en el suelo. Al principio eran unas gotas pequeñas, hasta que llegaron a lo que parecía una marca de mano sanguinolenta. Alguien herido había apoyado su mano en tierra, para mantenerse de pie o levantarse.

Allí había ocurrido algo grave. Todo estaba vacío y la sangre no anunciaba nada bueno. 

—Que sitio más terrible —susurró Alex, cuando volvió a la altura de sus compañeras y las llevó a ver la sangre y la mano. Eso sí, el miedo todavía no había hecho acto de presencia. Era difícil tener miedo cuando habían visto anteriormente a los monstruos en en bosque y la cosa que habían mandado de vuelta. Eso SI daba miedo. 

—Todavía podemos mirar un poco más. Buscar algún rastro de Em. Tiene que haber alguno. 

¿Qué pasaba en Romeo? ¿Cómo había un laboratorio así debajo del pueblo? 

—Y si encontramos libros que te digan qué pasa aquí realmente... Elodie, tienes que leerlos y explicármelo. 

La curiosidad era demasiado grande. 

Elodie supuso que, tal y como habían quedado las cosas, allí  había habido gente y en algún momento se habían ido. No pensó nada raro, en principio. Quizá porque la tensión no le permitía divagar aquí y ahora. Pero barajó que se podrían haber tomado una pausa, de la misma forma que en el instituto estaba la hora del almuerzo o la comida. Quizá solo era eso, que se habían ido a comer. Eso les daría una bocanada de suerte porque entonces habría más vía libre para...

La visión de la sangre la hizo pararse en seco y tragar saliva. El pico de tensión se manifestó como un calambrazo le recorriera la columna hasta erizarle los pelos de la nuca. Apretó, inconsciente, aun más la mano de Sabine. A esas alturas, la cabeza ya le iba a mil por hora, al son de su corazón, deliberando opciones más apocalipticas. Sintió por momento ganas de salir corriendo de alli. 

¿Qué habría pasado alli? ¿Em estaría bien? Paró de pensar un momento, cuando escuchó su nombre en boca de Alex, al cual contestó con un asentimiento nervioso. Luego se fijó si el rastro de sangre continuaba o se quedaba alli.

- Si... si hay un rastro, quizá podríamos seguirlo - susurró al grupo, tragando de nuevo saliva. Pero primero, retrocedió un poco a las habitaciones que habian chequeado antes, por si alli ya había algo de sangre y lo habian pasado por alto. 

Los ojos de Sabine se abrieron como platos al ver el interior de una de las salas. Tenía las paredes almohadilladas. ¡Como en los manicomios! No tenía ni idea de por qué en esos sitios se acolchaban las paredes, solo sabía que aquello le dejaba mal cuerpo. 

Cuando empezaron a encontrarse la sangre, la scout se puso pálida. Tenía ganas de darse la vuelta y volver por donde habían venido, pero no, no podían hacer eso. ¿Y si le había pasado algo a Em? ¡Tenían que ayudarla! Respondió al apretón de Elodie y avanzó muy pegadita a ella. 

—Hay que encontrarla, esto da muy mal rollo —murmuró bajito para no hacer demasiado ruido—. ¿Qué creéis que hacen aquí?

Y revisó de nuevo las habitaciones con Elodie, porque no pensaba separarse de ella ni un segundo.

Hannah se encogió de hombros a la pregunta de su prima -Es un sitio grande, supongo, quizá aquí vienen poco. Digo yo.

Miró a la habitación acolchada, daño, también en la otra que parecía un quirófano de las pelis. Hubiese querido entrar, pero estaba cerrada, o eso parecía. Quiso colarse en otra de las abiertas, pero quizás la mano de MJ en su brazo se lo impidió. A lo mejor podemos llevarnos algo, como en la casa Jenkins , pensó. Sin embargo, se conformó con echar un vistazo, los diversos grupitos avanzaban, despacio y con cautela.

-Las mates sí son terribles. -señaló al comentario de Alex- Y la física y química -auténtica tortura. 

Encontraron sangre. Las huellas de una mano ensangrentada. La cosa empezaba a ser delicada. ¿Sería de Em? Su amiga no presentaba heridas cuando la encontraron. ¿Habría más gente aquí? 

-Si no hay fuego, ni nada quemado, por aquí no está Emily -se le ocurrió decir. Continuaron poco a poco, miró a través de otra ventanita.

-Experimentos, Sabine. Es lo que se hace en los laboratorios, ¿no? Como en el insti. Pero con personas. ¿Con niños? Respondió, mientras sus ojos buscaban a través del cristal. 

Sintió una punzada de miedo.

Me encogí de hombros ante la pregunta de Debbie. Aunque hubiera estado más tiempo que ella involucrada en todo esto, había muchísimas cosas que se me escapaban. Echamos un vistazo a las habitaciones y la primera me dio un poco igual, pero la segunda me dio escalofríos. Aunque no debería, había visto más de una peli para mayores de dieciocho con mis hermanos, de esas de tripas y sangre, y no podía parar de recrear esas escenas en mi cabeza al ver la sala como de hospital. Me dieron ganas de potar.

La cosa no mejoró con el descubrimiento de la sangre. Me apoyé en Debbie, como haciendo ver que la reconfortaba, pero la que necesitaba apoyo era yo: se me había revuelto el estómago. Quizás por estas cosas las películas tienen una edad mínima para verlas.

― Puede que la tengan dormida ―murmuré como respuesta a Hannah―, pero no descartaría que la hubieran tenido aquí. Pero todo parece muy… Abandonado.

Asentí a la propuesta de Elodie. El instinto me decía que no era buena idea seguir un rastro de sangre, que apestaba a peligro, pero teníamos que encontrar a Em y sacarla de ahí.

La sangre no parecía llevar días precisamente en el suelo. No necesitaron mucho tiempo para dar con el dueño de aquel charco. Unos metros mas adelante, caminando por el pasillo con precaución y doblando lo que parecía una esquina, vieron un cuerpo de un adulto con bata tumbado en el suelo.

Había mucha más sangre alrededor de él y el adulto no se movía, tampoco parecía respirar a ojos de Sabine. Solo podían verlo de espaldas pero era suficiente como para tener semanas y meses de pesadillas al respecto. Porque al adulto parecía que se lo había comido un perro grande, o algo así. Tenía mordiscos que pudieran ver desde su posición.

Caminar por ese pasillo implicaba ver más de cerca aquel cuerpo, adentrarse en la boca del lobo y dar con su amiga si es que estaba aún allí. El sitio seguía permaneciendo silencioso, demasiado silencioso. Estaban aún decidiendo qué hacer, si avanzar o no, cuando oyeron unos golpes metálicos a su espalda.

Asomando del techo y bajando como podía de los conductos de ventilación, asomaba Em. De un salto llegó al suelo, de forma cuasi silenciosa. Iba descalza para no ser oída al caminar, algo que en su momento les pareció raro, ahora tenía todo el sentido. Abrió ligeramente los ojos al ver a todos.

-Tenéis que iros...- dijo mirando alrededor con cierta desconfianza.

Sabine contuvo el aliento en seco cuando se encontraron con el cuerpo en el suelo. Sus ojos se abrieron con horror y un grito empezó a formarse en su garganta con tanta fuerza que tuvo que taparse la boca y girar la cara para no mirar. El corazón le latía a toda velocidad, mucho más fuerte que durante la carrera en bici, lo notaba en las sienes y en el pecho, retumbando como un tambor. Con la otra mano apretaba la mano de Elodie, muy muy fuerte. Jadeó con angustia y se obligó a sí misma a volver a mirar, despacio, solo para comprobar si el hombre respiraba… pero no lo hacía. 

Un chillido se ahogó en la palma de su mano cuando escuchó los sonidos a su espalda. Se dio la vuelta muy rápido, temiendo ya que uno de esos monstruos que habían visto en el bosque los iba a atacar ahí mismo. Pero era Em. Solo Em. Y un hondo alivio deshizo el nudo de su pecho y le hizo lagrimear los ojos. Soltó a Elodie para ir corriendo hacia la chiquilla que acababa de saltar del techo y la abrazó muy fuerte. 

—Hemos venido a buscarte —dijo al soltarla, hablando bajito, aún acongojada—. Nos tenemos que ir todos, tú también. No te vamos a dejar aquí sola. Hemos entrado por una salida secreta del bosque, podemos salir por ahí. 

A medida que avanzaba, el olor metálico de la sangre fue empapando su olfato hasta descender hasta su estómago, revolviendolo. Encontrar al dueño de aquella carnicería no mejoró la sensación de mareo, que amenazó con hacerla vomitar allí mismo en el pasillo. Se llevó una mano a la boca, como acto reflejo, como si aquello fuera a contener un apocalipsis de vertidos estomacales.

Cada visión un nuevo trauma, los mordiscos, un cadaver ante sus ojos... La nausea se acrecentaba y las palabras desaparecian en su garganta, volviéndola muda por el horror. 

Solo una cosa evitó que echara el contenido del almuerzo sobre el suelo: los golpes metálicos. Que además, le cortaron la respiración por un instante. Cuando se percató de que era Em, tardó unos segundos en asimilar su presencia. Estaba pálida, aun bastante aturullada y temblando como un flan. Cuando Sabine soltó su mano, se sintió un poco indefensa.

- Em...Em ¿qué, qué... qué pasa? ¿que ha... pasado? - su tono era nervioso y apenas le salía un hilo de voz. 

Debbie ojeó las habitaciones desde la lejanía y seguridad que le daba no cruzar las puertas. Ese sitio era tan espeluznante que ni siquiera tomó la oportunidad para fanfarronear sobre lo fáciles que eran las mates y la cosa todavía se puso peor cuando empezó a aparecer sangre ¡y todavía peor aún cuando esa sangre tomó forma de mano humana!

Abrió la boca para preguntar de nuevo todo lo que no entendía pero MJ se apoyó en ella y entendió en ese gesto una respuesta de ánimo. Fuera lo que fuera que había allí Crowe les iba a sacar a salvo. Tomó aire aliviada con ese pensamiento pero el oxigeno no había llegado ni a sus pulmones cuando la visión del adulo atacado por perros le pegó una patada tan fuerte en el estómago que necesitó separarse del grupo para vomitar a medio escondidas junto a la pared un poco de bilis y bocadillo.

"¿Por qué no llamamos a Papà?" se desesperó con los ojos humedecidos.

El ruido metálico hizo que retrocediera rápido buscando con su espalda la de MJ y con la mirada a Hannah para asegurarse que, por encima de todo, ella estaba bien. La suerte quiso que ese ruido fuera la chica de la que los demás hablaban.

—Eso. Larguémonos ya —apresuró para avivar el plan de Sabine—. Ya.

Otra vez. Más cuerpos. Más muerte. La realidad que los adultos no querían ver. En Romeo pasaban cosas y Elodie sabía más de ellas que cualquier otro. El señor Holliday y el resto de adultos entregaban personas al monstruo y allí había un misterio que sólo podían solucionar con Em. Por el rabillo del ojo vio a Debbie vomitando. "Claro, ella no vió los monstruos la otra vez, y seguro que no creyó a Hanna cuando se lo contó". 

Al escuchar el sonido, tuvo la reacción de proteger a sus amigas, avanzando a duras penas, con el balón de fútbol preparado, pero allí estaba Em, siendo abrazada por Sabine. 

La duda sobre lo ocurrido allí y las ganas de escapar lucharon en su mente y ganaron las segundas. Luego podrían preguntar más cosas a la callada niña.

—Sí, vámonos por donde hemos entrado, será fácil. Hemos venido a rescatarte, Em, y nos falta la parte... pues eso, del rescate. 

El lugar era de pesadilla y cuanto antes salieran, mejor. Sólo tenían que desandar lo andado. 

No parecía del todo abandonado, pensó Hannah al comentario de MJ. No, con esa sangre ensuciando el suelo y paredes. Pero ellos siguieron, se supone que estaban aquí para rescatar a Em, ¿no? Nada podría detenerlos, lo mismo que en el bosque.

Hannah siguió caminando algo distraída por esos pensamientos. Primero encontraron a Em, y buscaban...no recordaba el qué, fantasmas, espíritus, en la casa Jenkins. Luego se dedicaron a buscar a las familias perdidas en el bosque. Ahora, le tocaba a Emily. 

-Yo no se si somos exploradores, detectives. O... no se, investigadores de sucesos extraños, de los que le gustan a Elodie. -susurró, más para ella que para sus amigos. Se detuvo cuando vieron al cuerpo del hombre caído en el suelo, toda la sangre, los mordiscos, y a Debbie que le dio por vomitar. La ninja arrugó la nariz, quizá no debí traerla, no va a querer volver más de vacaciones a Romeo. Iba a consolarla cuando apareció Em después de los sonidos metálicos. Hannah no sabía a donde acudir, a su prima, a su amiga rescatada, o al pobre hombre mordido.

Sonrió a Em, -anda, te escondías ahí, que buen sitio -, y tras eso quedó mirando al hombre de la bata. Sintió un poco de pena. 

-A veces los experimentos se desmadran. Tiene mordiscos. Quizá sea mejor salir ya corriendo, ¿no?