Partida Rol por web

Volver a pisar el pasillo, incrementó la carga de adrenalina. Ayudó a ello los pasos veloces que escucharon acercarse a ellos. Elodie recordó que tenía un martillo en la mochila y se disponia a sacarlo, metiendo las llaves en su lugar, cuando resultó ser solo Debbie. Aunque Debbie sin Hannah.

- Debbie, ¿qué pasa? ¿donde esta Hannah? - interrogó, tratando de hablar lo mas quedamente posible.- Tenemos que irnos, ya. 

A Elodie no le extrañaba que Hannah hubiera podido irse sola y dejar a su prima atrás. Es lo que acababa de hacer con el resto del grupo. Al menos era mejor penar eso que pensar que le había pasado algo malo.

Al ver llegar a Debbie tan asustada, Sabine se alteró también y dio un paso hacia ella.

—¿Debbie? —Asintió a las preguntas de Elodie—. Eso. ¿Y Hannah? ¿Qué ha pasado? 

¿Habría visto a los adultos del laboratorio? Esos daban bastante miedo. Aunque había algo que daba mucho más. ¿Habría visto uno de esos monstruos rojos del bosque? Ay, ay. Sabine solo esperaba que Hannah no se hubiera puesto a darles chuches o alguna locura de esas suyas si había sido así.

Al encontrarse a los demás Debbie apretó los talones fuerte contra el suelo para frenar de inmediato. La inercia y el cansancio hicieron que se doblara para descansar las manos en las rodillas mientras tomaba aire algo que la hizo sentir como un cartoon. 

Echamos a correr por el pasillo. Esta vez mi vista iba saltando de una compañera a otra, verificando que nadie se metía por el pasillo que no tocaba, mientras no dejaba de pensar que, en cuanto me encontrase con Hannah, la iba a hacer subir la escalerilla a collejas por haberse separado. Con Debbie no tenía tanta confianza, y seguro que la pequeña ninja la había arrastrado a su mundo de chupi y por eso habían desaparecido las dos.

Sonidos de pasos llenaron el pasillo y corrí para ponerme delante de todas. Teniendo a Alex con la caja, la siguiente del grupo más preparada para dar golpes era yo. Había que mantener seguro el cerebro de Elodie y las habilidades de Sabine. Pero por suerte lo que apareció por el pasillo fue nada más y nada menos que una aterrada Debbie. Suspiré aliviada mientras las chicas se adelantaban a hablar con ella. Se me puso la piel de gallina al escucharla y se me amontonaron los insultos en la boca, pero me los callé todos al notar como mi nueva amiga se desplomó hacia mí. La agarré como pude y la abracé fuerte, intentando reconfortarla. No se me daba muy bien.

― No te preocupes. Ya estas a salvo. Y sacaremos a Hannah también. Tenemos la caja ―le sonreí.

Miré a las chicas, cabeceando en dirección a la caja. Igual era el momento de abrirla y ver qué contenía.

—Eso es. Tenemos la caja —respondió Alex a Debbie, que estaba siendo tranquilizada por MJ. 

Algo pasaba con Hannah. Y un diablo. ¿Cómo enfrentarse al diablo?

—Vamos con cuidado hacia la salida. Ve probando las llaves, Elodie, puede que necesitemos lo que haya dentro, o tirarle la caja al diablo. 

Hannah parecía estar en peligro. ¿Por qué se habría ido? Ahora todos tenían una misión. Sabine vigilar, Alex llevar la caja ofreciéndola a Elodie, MJ llevar a Debbie y Elodie probar las llaves.

Los ojos de Sabine se abrieron como platos al entender —o eso creía— lo que Hannah había hecho. Se puso en marcha con los demás, pero ahora caminaba mucho más angustiada, porque si el bicho le hacía algo a su amiga estaría sola y Hannah no tenía rayos de fuego como Em, por mucho que se creyese invencible.

—Ay, no. Ay, no. Hannah, idiota. —Miró a MJ y negó con la cabeza—. Que Hannah se ha ido por la trampilla, llevándose al monstruo detrás —le explicó—. ¡Se ha puesto de cebo para que podamos salir! —Miró a Debbie—. Es eso, ¿no? Tenemos que darnos prisa. Como la atrape y esté sola…

Hannah quería huir del monstruo y gritó para hacerle saber que no debía. La joven trató de escapar, pero cada movimiento que hacía para evadirse le causaba un terrible dolor y sufrimiento. Tuvo un fugaz pensamiento de que sus amigos no llegarían a tiempo, que no podría escapar de esta y que iba a pasar lo peor.

Pero de repente el pasillo se iluminó con una llamarada de fuego azul brillante y el monstruo la soltó y chilló molesto. Aquel fuego tan peculiar parecía dañar al ser, que chilló malherido y salió corriendo a esconderse, temeroso de lo que pudiera seguir.

Al levantar la vista y buscar la fuente de las llamas, se encontró con alguien que no esperaba. 

Los chicos corrieron a buscar a Hannah. Temieron que el monstruo la hubiera pillado al ofrecerse como cebo. Por sus cabezas no pasó la idea de que hubiera pasado lo peor, solo que su amiga habría salido por la trampilla con lo que fuera que había visto Debbie detrás.

Alex y MJ parecían partidarios de abrir la caja que el primero cargaba. Pero ni Sabine, ni Elodie hicieron por pararse a probar alguna llave. Solo querían tratar de llegar a su amiga lo antes posible. 

Corrieron tanto como pudieron, no importándoles si eran oídos o vistos en ese momento. Deshicieron el camino que les había llevado hasta Em y se encontraron con Hannah tirada en el suelo, ensangrentada.

A su lado a quien encontraron fue a alguien que no esperaban que les siguiera allí abajo: Martha. Los ojos de la melliza brillaban de un color azul neón que ya casi se estaba extinguiendo. Pero lo más interesante e inverosímil de todo era lo que se posaba en el hombro de la chica.

-Lo sé, yo también pensaba que podrían solos...- le comentó a la criatura que tenía sobre su hombro, en un tono quedo y confiado. 

Luego miró al grupo de amigos, como buscando a alguien.

-¿No habéis encontrado a Ember?- sus ojos se posaron sobre la caja roja. -Ah, eso me hacía falta- caminó con toda la confianza a coger la caja de las manos de Alex.

Lo primero que Sabine vio fue a Hannah en el suelo. Lo segundo la sangre que le heló el cuerpo al recordar al hombre de la otra sala. Pero enseguida se dio cuenta de que ahí estaba Martha, con un… con un… ¿Era eso un dragón? Hasta el brillo raro y chungo de sus ojos parecía menos raro teniendo un dragón en el hombro. 

—¿Pero qué…? 

Ni siquiera fue capaz de acabar esa frase, porque todo era demasiado y no sabía ni por dónde empezar a preguntar. Así que se centró en su amiga, deseando que no estuviera muerta,  «por favor, por favor». Se dejó caer de rodillas a su lado y la examinó buscando heridas, comprobando si estaba despierta y si respiraba. 

—Un dragón, tiene un dragón —murmuraba impresionada mientras tanto. Entonces cayó en algo y se lamentó—. Y Mike se lo está perdiendo.

Pero sus ojos se abrieron otra vez como platos cuando Martha se acercó a Alex para quitarle la caja.

—¡No se la des! —exclamó mirando a Alex.

No tenía ni idea de lo que había ahí dentro, pero si Em lo necesitaba no podían dárselo a la melliza malvada. Por mucho miedo que diesen ella y su dragón. 

Hannah no tenía muy claro lo sucedido. El dolor agudo del hombro pulsaba intensamente desde sus fibras nerviosas hasta el cerebro,  apagando sus pensamientos. El monstruo no estaba, había logrado rebasar su bloqueo en el pasillo y en la carrera tropezó o algo y la atrapó. Intentó liberarse y lo hizo cuando brilló esa luz azul eléctrico. 

¿Y esa era Martha? Su visión era turbia debido a las lágrimas que le nacían de puro dolor. Un dolor que desapareció durante unos instantes al escuchar a Sabine.
-¿Estáis bien? Tenéis que correr hacia la trampilla antes de que regrese.

Lo había conseguido. Apartó a la criatura de sus amigos -¿Y Debbie? -preguntó, mientras intentaba ponerse en pie, con carotas de malestar y a la vez de alegría.

-¡Jolín, cómo duele! Cuánta sangre, ¿no? Heridas de aventuras, jaja. 

Tenían que encontrar a Hannah. Debbie había venido a avisarles. Y saber qué había en la caja. Pero nada les podría haber preparado para la loca de Martha... con los ojos azul eléctrico y un dragón. ¡Un dragón!

Alex tenía la boca abierta. Sabine se agachó a... a ver a Hannah, que estaba llena de sangre. 

Y la chica venía a coger la caja...

Las palabras de Sabine le despertaron de su estupor y apartó la caja de la chica. 

—Ni de coña te doy esto, abusona. ¿Qué le has hecho a Hannah?

Se apartó de ella. Protegería la caja como si fuera el balón de su equipo. 

Seguí corriendo a los demás sin soltar a Debbie, con el corazón en un puño. Y entonces nos encontramos a Hannah tirada en el suelo, ensangrentada, y por un momento el martilleo en el pecho paró por completo. El mismo tiempo se paró durante lo que pareció una eternidad. Lo que tardé en apartar la vista y encontrar aquella estampa, con Martha con super poderes y un dragón al hombro. No entendía nada.

― Hannah… ¿Martha? ¿Qué coj…?

Pero Hannah se levantó y le dieron por culo a Martha y sus brillantes ojos y su lagarto azul.

― Menos mal ―murmuré en voz baja, para acto seguido empezar a gritar demasiado fuerte―. ¿ESTÁS LOCA? ¿QUÉ HACES QUEDÁNDOTE SOLA AQUÍ ABAJO, SABIENDO QUE HAY BICHOS Y MUERTOS Y COSAS TERRIBLES? Me dan ganas de matarte yo, pero a patadas en el culo, maldita cabeza hueca.

Y ahora que ya estaba un poquitín más tranquila, la visión de Martha y aquella cosa en su hombro volvieron a mi cabeza. Alex ya se estaba enfrentando a ella, protegiendo la caja. Me quité la camisa y la tiré cerca de Sabine y Hannah, por si necesitaban tela para tapar la herida de la ninja, y me situé junto a Alex con los puños alzados, lista para atacar.

― Qué harta estoy de esta maldita familia ―escupí, mirando fijamente a Martha.

Alex y MJ le habían pedido probar a abrir la caja, pero el manojo era bien grande y eso les llevaría un rato. Tampoco es una tarea que pudiera hacer mientras corría, así que dio prioridad a la huída. Trató de correr todo lo que daban sus piernas y sus pulmones, hasta que se toparon con Hannah y... una extraña Martha.

Pese a su extraña apariencia y la criatura que portaba en el hombro, el foco de atención estuvo en un primer momento en Hannah, dándose cuenta que había  sufrido una herida parecida a la de ella, al menos a priori. Elodie confió en el buen saber de Sabine y dejó que ella la atendiera. Luego trató de acallar a MJ, que empezó a gritar en un tono demasiado elevado, incluso tratando de ponerle una mano en la boca para queno siguiera gritando. No sabía si aquello podria atraer a más cosas.

Finalmente su atención se desvió al segundo frente abierto.

- ¡No! - dijo al unisono, cuando se percató de las intenciones de Martha, a la que no podía dejar de mirar. Así como a su critura. El brillo azul de sus ojos estaba casi extinto, pero lo había visto. - ¿Que sois? - la señalo a ella y al bicho del hombro - ¿También demonios? - interrogó, guardando distancia ¿había estado ella estado detras de todo? ¿había herido a Hannah?

Debbie, con la única misión de mantener el aliento, corría asistida por MJ creyendo que nada más en el mundo podría mover sus pies; hasta que vio a Hannah tirada en el suelo. Y con sangre.

Su corazón sintió más pavor en ese momento que segundos antes frente a frente con el diablo y en vez de quedarse helada esta vez la sangre bombeó con fuerza y corrió al lado de su prima. Las pupilas corrían histéricas por sus ojos sin saber muy bien donde pararse, de hecho, ni llegó a notar que Sabine estaba socorriendo a la rubia y cuando ésta se levantó, las emociones de Debbie fluyeron en un río de lágrimas.

Se levantó recogiendo los mocos en la manga del jersey antes de que nadie lo viera y entonces se percató del entorno extraño y azulado. 

― ¿Tu... la has salvado? ― preguntó a la chica màgica asumiendo que si no había diablo y Hannah estaba bien. Esa chica  se habría cargado al monstruo.

Hannah tenía una herida bastante fea en la espalda, peor que la que había conseguido Elodie en su momento. La prima de Debbie se había retorcido tanto tratando de escapar que había empeorado la herida. Sabine podía notar que solamente si daba algunos puntos a su espalda, esta dejaría de sangrar como lo hacía. Seguramente le costaría subir aquellas escaleras que llevaban a la trampilla.

El resto de chicos desconfiaban de Martha, no sabían si ella había dañado a su amiga. No iban a darle la caja roja de Em y mucho menos dejar que se acercara por si selas jugaba. Bueno, Debbie sí sabía que eso no era posible, pues ella vio al monstruo.

Martha que iba a coger la caja roja, dejó su mano en el aire sin ir más lejos y tuvo que reírse por las insinuaciones de dañar a Hannah. El brillo azul de sus ojos se esfumaron y también lo hizo el dragón, todo se fue como en un PUF pero sin hacer ni el menor ruido.

-Realmente sois tontos, os he sobrevalorado... Vuestra amiguita iba a ser comida por un demonio- hizo un gesto señalando a su espalda y el mordisco que tenía, abierto y sangrante. -Necesito la caja, dádmela ahora mismo.

Esperó, con la mano tendida, a que se la dieran voluntariamente. No pensaba dar todas las razones por las que estaba ahí, esos niños no entendían muchas cosas.

Cierta tensión se palpaba entre Martha pidiendo aquella caja y el resto de niños. No parecía que ninguna de las dos partes fuera a ceder, además estaba el hermano de Martha. ¿Dónde se encontraba el otro Kirby? ¿Por qué había bajado finalmente? ¿Era todo una trampa?

-¡Martha!- gritó una voz alegre a sus espaldas, una conocida y que habían dejado hacía no tanto. Em llegó corriendo y abrazó a la melliza, muy contenta de vera al parecer. -¡Has venido! Tenemos que irnos, no van a tardar en venir para acá- apremió a todos y miro a sus nuevos amigos, saludándoles con la mano.

Martha señaló la trampilla e hizo un gesto para que salieran por ella. Em encabezó la marcha, como si ya hubiera usado esa salida antes y supiera exactamente qué hacer.

Debbie sonrió agradecida a la respuesta indirecta y mejorable de la chica mayor. Sus modales no eran los mejores pero a ella la habían juzgado tantas veces por lo mismo que no quiso darle importancia. A la fin, Hannah estaba medio-bien gracias a ella. 

— Gracias por ahuyentar al demonio.

Dicho lo cual cedió su hombro a la ninja lesionada para ayudarla a terminar de deshacer el camino. 

—Dijiste que eras más rápida —le susurró su queja que claramente expresaba lo muy feliz que estaba de que fuera un susto.