Partida Rol por web

Realmente era acertado considerar a los kender una plaga. Por suerte, a parte de robar todas las pertenencias importantes de forma compulsiva y aleatoria, solían ser inofensivos. Aunque no tenía ganas de volver a negociar la adquisición del mismo libro por segunda vez así que procuraría apartarse de aquella peste de orejas picudas. Y por suerte la salvaje era más simpática, novedosa y exótica que él.

- Cada minuto que pasa los forajidos se alejan más si cabe. Y con cada paso los presos tienen más posibilidades de acabar como sacrificio a Zeboim. Será mejor que nos demos prisa. Ethani, si sabes por donde fueron y quieres volver a ver a tu marido con vida, será mejor que nos guíes cuanto antes.

Dijo mientras empezaba a hojear el libro, para clasificar su conocimiento y tratar de datar sus páginas. Portando el cayado en la otra mano dispuesto a partir de inmediato.

—Sí, será mejor que nos pongamos en marcha ya —respondo tras la sugerencia de Kylian—. Ya nos llevan un día de ventaja, pero al menos si llevan un carro lleno de prisioneros no deberían de ir demasiado rápido. Podremos pillarlos si no nos demoramos más.

El encuentro con la kender podría ser toda una suerte si gracias a su ayuda conseguíamos encontrar a los prisioneros y recuperar lo robado de Belleria. Además, el escudero de Sir Brannthor también podría estar entre ellos. Ojalá sea así, pienso al recordar la misión que el caballero me había encomendado.

Tras unos segundos miro a mis compañeros, esperando por un último gesto del grupo para emprender la marcha y comenzar la persecución.

La kender podía resultar una gran incorporación al grupo. Al fin y al cabo el punto de vista de una de esas criaturas podía ser tremendamente diferente del resto de razas sentientes. Y aunque no tuviera razón, disponer de otra visión podía ser muy útil. Además, apostaría cualquier cosa a que Ethani, una vez forzada a utilizar esa vara jupak suya, debía ser una tiradora mortíferamente precisa. Nunca estaba de más disponer de otra persona disparando antes de llegar al cuerpo a cuerpo.

Sin nada más significativo que añadir, el silvanesti simplemente asintió y abrió la marcha, siguiendo las rodadas del carro. Como bien decían sus compañeros, no podían demorarse más si querían atrapar a los saqueadores.

- Muy bien. Andando. - Animó la Noble volviendo a encarar la marcha, y aflojando un poco. Lo importante, era mantenerse unidos y avanzar. Y no tenían más tiempo que perder.

Usarían a la kender, siempre y cuando le fuese más útil que un problema con el que cargar. 

Silenciosa durante la mayor parte de la marcha, más concentrada y alerta si bien sus ojos no eran necesariamente los más entrenados del grupo, la noble dama iba al frente mientras seguían las indicaciones de los batidores del grupo y su nueva... Adquisición, si se podía decir.

No obstante, su mano finalmente se alzó en una señal de alto, junto con sus pasos que finalmente se detuvieron.

- Cuidado. Es posible que nos encontremos frente a un punto de emboscada. O una de sus madrigueras. - Emitió en un tono controlado sin quitar su vista del frente, en particular, lo que parecía ser aquella entrada a una reducida caverna. Existían dos posibilidades, si lo pasaban por alto correrían el riesgo de ser tomados por detrás más tarde en territorio desconocido, o habían llegado hasta uno de los puntos donde los saqueadores podían estar guardando parte de su botín. De ninguna manera, podían permitirse ignorarlo.

- Glinthalas ¿Quieres ir a espiar? - Sugirió, mientras ella comenzaba a amarrarse el escudo con cuidado y sutileza sobre su antebrazo izquierdo. Tal y como había expresado era el más capaz para ello. Al resto tocaría aguardar, mas preparándose para lo peor y reaccionar con velocidad.

No tardamos en ponernos en marcha y en seguir el rastro que Glinthanas y Briand habían encontrado el día anterior. Por suerte el tiempo había sido benevolente y el rastro seguía fácilmente visible en gran parte del trayecto. Y cuando las huellas de los asaltantes, los mensajes dejados por el prometido de Ethani conseguían colocarnos rápidamente otra vez en la dirección correcta.

Va a resultar toda una suerte el habernos encontrado con ella, pienso con esperanza al tomar el encuentro como un buen designio. Durante el viaje la kender se había mostado tranquila, sin alterar en absoluto la tranquilidad del grupo, tan solo charlando animadamente con Lluvia de cualquier cosa que se le cruzase por la cabeza.

Después de un breve, pero más que necesario descanso, retomamos la marcha. No nos podíamos permitir gastar demasiado tiempo o podríamos llegar a alejarnos demasiado de nuestra presa. Justo cuando el grupo comienza a tomar un buen ritmo de marcha, Briand divisa una cueva casi oculta hacia la que van unas cuantas huellas de goblins.

—Pero ve con cautela —añado tras la sugerencia de Briand al elfo—. Nosotros estaremos unos cuantos metros por detrás, en caso de que nos descubran.

Mientras discutimos el mejor plan de acción aseguro las bridas de Luna en el mejor lugar que pueda y me equipo con mi espada y mi escudo.

Tras las últimas experiencias, no podían adentrarse en el peligro desorganizados y por separado. Lo mejor era enviar al experto explorador y esperar a nuevas sobre la amenaza a la que se enfrentarían. Observó al kender de reojo, era posible que desvelara la posición de Gilthanas si decidía acompañarle, pero tenían fama de ser más sigilosos que los propios elfos.

- Si lo mejor será que Gilthanas se interne y valore la amenaza. Pero puede que si efectivamente son goblins, tengan en su posesión parte del tesoro de bellería. O que puedan darnos información si atrapamos a uno con vida.

La larga caminata durante todo el día se me hace breve en compañía de Ethani. Es una conversadora tan amena y disfruto tanto del aire libre que me siento rejuvenecer. Para mí esto es mucho mejor que el bullicio de una ciudad ruidosa e incluso que la feria de Belleria. Aquí fuera se respira paz y tranquilidad.

Mi leal Duna también parece apreciar la oportunidad de pastar a capricho allí donde encuentra algo que le resulte apetecible, en lugar del heno reseco que se ofrece en la mayoría de los establos que hemos visitado.

Estoy tan confiada en que mis amigos saben a dónde vamos que sencillamente de dejo llevar sin preocuparme de nada más. Si hay rastros que seguir, ellos los encontrarán; y, si hay amenazas al acecho, sé que no podrán escaparse de los agudos sentidos de Glinthalas.

Casi antes de que me dé cuenta estamos parando para disfrutar de un almuerzo tardío y no dudo en extender una lona en el suelo a modo de mantel y compartir mis provisiones con la simpática kender. Estoy más que segura de que ella es perfectamente capaz de conseguir su propia comida, pero entre mi gente es de buena educación ofrecer lo que tienes a aquellos que te prestan su ayuda.

Si no fuera por las prisas que indudablemente todos tenemos, me habría quedado disfrutando del agradable picnic mucho más tiempo e incluso me hubiera planteado montar mi tipi en este lugar para hacer noche. Sin embargo, el descanso es breve y no tardamos en ponernos nuevamente en camino.

De no ser por Briand seguramente hubiéramos pasado por alto la estrecha y discreta abertura que conduce al interior de la ladera y donde posiblemente se hayan ocultado los goblins. No dudo en felicitarla por su buen ojo y en disponerme a entrar cuando mis compañeros sugieren prudencia.

—Estoy segura de que tenéis razón, pero me preocupa que Glin entre solo. No sé me da muy bien eso de moverme silenciosamente pero si quieres que te acompañe solo tienes que pedírmelo...

─Sin duda, echaré un vistazo ─respondió el elfo a la noble humana.

Goblins. Aquellos malnacidos podían tener en aquel lugar una guarida, o tal vez un puesto de vigilancia. Si era un puesto de vigilancia y lo ignoraban, podían encontrarse con que, de una u otra manera, se pusieran en contacto con el resto del ejército o con algún grupo armado de las cercanías y verse en un aprieto. Sin embargo, si eran ellos los que sorprendían a los goblins el resultado podía ser muy diferente.

Otra cosa era el conseguir atrapar uno con vida. Glinthalas dudaba de su propia capacidad para atrapar y hacer rendir a uno de esos indeseables. Era mucho más probable que simplemente escapara o que simplemente muriera con una flecha. Dejar a uno de esos inconsciente pero con vida suponía emplear tácticas demasiado arriesgadas y, desde luego, no de arquero.

─Ethani, ¿vienes? ─susurró tentador a la kender.

Nada de órdenes a Ethani, pero las sugerencias podían ser bien recibidas y ella resultar una elogiable ayuda, como había siendo hasta ahora. Si topaban accidentalmente con algún goblin apreciaría mucho el tenerla a su lado.

─Los demás, estad preparados, si nos descubren trataremos de huir y los atraeremos hacia vosotros...

Mientras tus compañeros se quedan fuera al cuidado de Yonyo, Ethani y tú os adentráis en la cueva. Está oscura pero, aunque eso no es un problema para tu aguda vista élfica, sí lo es para la de tu acompañante kender. Antes de que te des muy bien cuenta de cómo lo ha hecho, Ethani ha encendido un cetro solar golpeándolo contra las paredes de la caverna.

—Mucho mejor así, ¿verdad? Casi no podíamos apreciar la delicadeza de estas telarañas —comenta, acercándose a una particularmente grande y estudiando su intrincado diseño.

En efecto, lo primero que te llama la atención es la cantidad de telarañas que hay y en las peludas tarántulas que recorren sus gruesos hilos sin dar muestras de tener ningún interés en vosotros.

Arrepintiéndote de haber traído a tan despreocupada compañera, avanzas en solitario unos metros para alejarte de su luz pero no consigues llegar muy lejos. Al doblar la esquina te topas de bruces de con una monstruosa araña tan alta como tú mismo.

Aprovechando tu sorpresa inicial, la criatura te salta encima con voracidad pero, afortunadamente, sus colmillos se hunden en tu armadura de cuero sin lograr alcanzar tu carne y la pared que tienes detrás evita que seas derribado. Cuatro pares de ojos te observan fijamente mientras la desmesurada sabandija te mantiene acorralado.

En esta zona pedregosa escasean los árboles a los que atar vuestras tres mulas y os quedáis fuera cuidando de ellas mientras Glinthalas y Ethani se adentran en la cueva.

Está oscura pero desde el exterior no tardáis en poder ver lo que ocurre dentro cuando Ethani enciende un cetro solar golpeándolo contra las paredes de la caverna.

—Mucho mejor así, ¿verdad? Casi no podíamos apreciar la delicadeza de estas telarañas —comenta, acercándose a una particularmente grande y estudiando su intrincado diseño.

En efecto, lo primero que os llama la atención es la cantidad de telarañas que hay y en las peludas tarántulas que recorren sus gruesos hilos sin dar muestras de tener ningún interés en vosotros.

Arrepintiéndose de haber traído a tan despreocupada compañera, Glin avanza en solitario unos metros para alejarte de la luz pero no consigue llegar muy lejos. Al doblar la esquina se topa de bruces con algo.

Una monstruosa araña, tan alta como él mismo, aprovecha la sorpresa inicial para saltarle encima con voracidad y acorralarle contra la pared que tiene detrás.

La dama de Kalaman arqueó un poco su ceja izquierda al ver la iluminación formarse en su interior, por parte de la kender. No parecía ser la más discreta de las batidoras, era evidente. Comenzó a asomarse prudentemente a la entrada de la caverna, esperando que no la maten... Aunque irónicamente su fuente de luz le permitió ver otra fuente de peligro, quién estaba por tomar desprevenido al más prudente de los dos.

- Lo han visto... ¡Vamos! - Ordenó Briand en un tono no necesariamente fuerte mas audible para todos, mientras no vacilaba en encarar hacia el interior de la cueva al trote mientras desenvainaba el filo de su espada, camino a asistir al explorador.

Glinthanas se adentró al interior de la cueva seguido de Ethani, mientras el resto esperábamos en la entrada. Apenas podíamos ver nada desde nuestra posición, algo que no pareció gustarle demasiado a la kender, que decidió iluminar toda la estancia con un extraño utensilio. Cualquier oportunidad de investigar la cueva sin ser detectados se fue al garete, pues justo cuando el elfo se adentraba un poco más en la cueva una enorme araña salta hacia él.

Maldición, pienso apresurándome hacia el interior de la cueva. La última vez que uno de nosotros se enfrentó solo al peligro las cosas se torcieron demasiado, así que decidí correr en auxilio de Glinthanas.

Al parecer la cueva disponía de sus propios peligros ademas de las pisadas de los goblins. Se trataba de un nido de arañas gigantes, tendrían que haberlo sabido. Con un gesto preocupado Kylian asiente ante las órdenes de sus compañeros, al parecer de momento solo se enfrentaban a una de aquellas monstruosidades, pero tal vez había una camada entera de aquellas bestias. 

- ¡A la carga!

Tomando el palo con las dos manos, avanzó con paso decidido, tratando de recordar las lecciones tácticas del explorador y situándose un par de pasos por detrás de Lowen.

─¡Maldición, una araña gigante! ─exclamó el despistado pícaro elfo.

Una vez más había sido sorprendido. Aquella no era forma de hacer las cosas. Cualquier pícaro que se preciara de serlo avanzaría con los ojos bien abiertos y él, en cambio, parecía ir de paseo, distraído, cada vez que se avanzaba al grupo. Tal vez debiera dejar de hacerlo, aunque claro, eso expondría a otros tal vez peor preparados.

Por fortuna, pese a la falta de criterio en cuanto a discreción se refería, la kender había encendido una luz y eso había posibilitado que los humanos vieran lo que estaba sucediendo. El instinto de protección pudo a las instrucciones o sentido común y todo el grupo como si se tratara de un solo hombre se lanzó hacia su posición para tratar de parar a aquel monstruo.

En cualquier caso, Glinthalas trató de separarse de la criatura dando una pirueta acrobática que le separó dos o tres metros, giró sobre sí mismo, encaró a la araña gigante, cargó y disparó con toda la fuerza que pudo. Era evidente que la araña le iba a seguir y que no se lo iba a poner fácil, pero el sentimiento era mutuo.

Glin escoge la compañía de Ethani a la mía y solo puedo aplaudir su decisión, pensando en que la pequeña kender le será más útil en la cueva que yo. Hasta el momento no he demostrado ser capaz de aportar mucho a este grupo, más allá de aliviar el dolor de sus heridas. No soy una guerrera tan formidable como Lowen o Briand, ni tengo la puntería de Glinthalas, ni sé tantas cosas como Kylian.

Así pues, espero pacientemente en el exterior de la cueva, con la lanza preparada por si tengo que intervenir.

El inesperado destello de luz en el interior me sobresalta, pero suspiro aliviada al descubrir que procede a Ethani. No entiendo muy bien cómo eso va a ayudar a que ambos pasen desapercibidos pero seguro que tiene sus razones. A fin de cuentas, ella está sobre el terreno y yo soy una mera espectadora.

Es entonces cuando reparo en la oscura figura que se abalanza sobre nuestro valiente guía elfo y escucho las indicaciones Kylian y Briand. Sin dudarlo, echo a correr en su auxilio.

La araña que tiene acorralado a Glinthalas, redobla sus esfuerzos por convertirlo en su cena. Pero sus mandíbulas se cierra en el aire con un sonoro chasquido cuando el ágil elfo consigue apartarse de ellas por milímetros y rueda ágilmente por el suelo alejándose de su atacante. La monstruosa sabandija logra morderle en una pierna en plena huida y Glin grita de dolor mientras se gatea por el suelo intentando ponerse fuera de su alcance.

Una segunda araña, tan grande como la primera, emerge entre las hebras de la telaraña que Ethani estaba estudiando, haciendo que la kender lance una exclamación de sorpresa. El monstruo, que la supera en tamaño, la derriba con facilidad y lanza una ponzoñosa dentellada a su estómago. Ethani queda tendida en el suelo, bocarriba aullando de dolor mientras intenta resistirse débil e inutilmente a la superioridad de su atacante.

Con la mirada puesta en la desesperada situación de Glin, Lowenherz apenas presta atención a las sombras que proyecta la luz de Ethani ahora que ha escapado de su mano y rueda por el suelo. El guerrero echa a correr ruidosamente en auxilio de su compañero, confiando en poder atraer sobre sí mismo la atención de la sobrealimentada araña.

Sin atreverse a apoyar mucho el peso de su cuerpo en su pierna herida, Glinthalas se incorpora rápidamente del suelo y dispara a bocajarro a su enemiga, aprovechando la oportuna irrupción de Lowen. Los brazos le flojean a la hora de tensar el arco debidamente pero aun así, la flecha impacta en el rostro de la criatura y ésta emite unos ruidos espantosos de dolor y rabia.

Briand y Kylian entran entonces en la caverna. A diferencia de Lowen, ellos sí han tenido ocasión de ver lo que le ha sucedido a la sorprendida Ethani y entran con sus armas preparadas. Lluvia, en cambio, no descubre la desesperada situación de su nueva amiga kender hasta que no entra en la cueva y escucha sus angustiosos forcejeos.

Una tercera araña, esta del tamaño de un perro grande, emerge también de la pequeña gruta lateral y corretea hacia la indefensa.

En cuanto descubro la angustiosa situación de Ethani, no dudo en actuar en su ayuda sabiendo que Glinthalas ya tiene toda la ayuda que necesita con el formidable Lowen a su lado.

Echando mano de mi lanza corta, arremeto contra la criatura que se cierne sobre mi pequeña amiga kender.

—¡Déjala en paz! ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño? —le increpo a la bestia, mientras hundo la afilada punta de acero en su cuerpo.

La desesperación me da fuerzas porque, para mi sorpresa, consigo dar en el blanco y atravesar su dura carne.

Corrí hasta el final de la cueva a la máxima velocidad que me permitieron mis piernas, hasta llegar a colocarme entre Glin y la araña que le había sorprendido. Pero esa no era la única araña que apareció de repente y de las telarañas que Ethani había inspeccionado con curiosidad surgieron dos arañas más, que derribaron con facilidad a la kender.

—Creo que puedo aguantar a esta araña un buen rato —les digo a mis compañeros—, encargaos de las otras. Intentaré que esta no os moleste.