Partida Rol por web

Lowen se había dormido inquieto, atormentado por los ardores de su cuerpo (tan cercano al de Lluvia, y a la vez tan lejano) y por las palabras que Thorwyn, con sus prodigios arcanos, les había transmitido. Cuando oyó el portazo y el chillido de Gilyasí, se levantó como un resorte, buscando a tientas la empuñadura de su espada, siempre cercana, y también alguna vela con la que alumbrarse.* Entonces escuchó una voz femenina. Cuando al fin logró dar con una fuente de luz, alumbró brevemente la estancia, identificando el rostro de una mujer humana. Esta comenzó a hablar, y Lowen la escuchó con atención. Parecía que sabía bastante acerca de su misión, y también cosas acerca del destino de la caravana... y de sus amigos.

- Estamos solos. - confirmó Lowen, hablando en susurros - Sin duda nos interesa conocer todas esas cosas que mencionas. ¿Podemos saber tu nombre? Te vi en la caravana, pero nunca hemos hablado. - y añadió - Yo soy Lowenherz. - omitió su título de caballero, aunque aquella mujer parecía saberlo todo - Lowen para los amigos.

El solámnico miró hacia la puerta, que parecía cerrada. Trató de escuchar algo más, quizá algún ruido del exterior. Aquella mujer parecía insinuar que sus amigos les habían traicionado. ¿Thorwyn quizá? Lo dudaba, el enano parecía vinculado a Briand, y sus sospechas sobre los sectarios confirmaban su lealtad. Kylian, en cambio... había actuado de un modo excesivo, interpretando un papel hasta sus últimas consecuencias. No sería el primer agente que cambiaba de bando en el proceso.

- ¿Qué es lo que necesitas de nosotros? - era evidente que aquella mujer querría algo a cambio de aquellas informaciones que nos ofrecía. De otro modo, ya las habría revelado.

El Susurro de la Ciénaga era el lugar clave de todo aquel entramado delictivo, Guiler Abrena era el enlace y la ubicación de la fortaleza secreta de los Caballeros de Neraka de los páramos de Nordmaar el punto que quedaba todavía pendiente. La carga, no obstante, ya habían averiguado cómo la hacían desaparecer y en un terreno como aquel sin duda incluso su grupo de héroes sería capaz de seguir sus rastros. al fin y al cabo necesitarían de un carro y sus pesadas huellas serían fáciles de percibir.

Eso siempre que, claro está, pudieran averiguar hasta dónde conducía el túnel secreto de la habitación "segura" de la posada, para lo cual habría que irrumpir en dicha habitación (la única con cerrojo) y localizar el acceso secreto, seguir el túnel y comenzar la persecución... y eso sin ser descubiertos en el intento, porque de ser así les echarían los perros y acudiría presto el tal Goggar, un semi-ogro que seguro era bien capaz de ponerles un aprieto. Y suponiendo que se rindieran sin daños mayores, todavía podrían acusarles de intento de robo...

Pero los problemas de uno en uno, ahora debían abordar el asunto del supuesto deceso de Lowen.

─Está decidido, entonces, avanzaremos hacia el norte, ellos nos seguirán... y vuestros hombres que les sigan, digamos con 1 ó 2 horas de diferencia. No creo que sea muy difícil seguir el rastro de un carro en este entorno. Atacaríamos todos a medianoche. ¿Le parece bien, señor Abrena?

—A mí me parece una idea magnífica esa de dejar que sea ese bastardo quien venga a nosotros por voluntad propia —asegura Valev, mirando con admiración al clérigo y asintiendo aprobadoramente.

—¿Y si no nos sigue? —interviene Tres Ombligos, mucho menos convencido.

—Pues entonces entonces será que no es el espía que creemos y podremos olvidarnos de él, ¿no?

—Los detalles son cosa vuestra —comenta el alférez Guiler Abrena, poniéndose en pie y encaminándose hacia la salida del dormitorio—. Cómo os ocupéis de ese traidor me trae sin cuidado.

—A ver si entiendo bien tu propuesta, Thorwyn —insiste Tres Ombligos con más curiosidad que ideas preconcebidas—, por asegurarme. Propones que viajemos mañana con las tres carretas hacia el pantano y acampemos allí, asumiendo que el espía y su furcia se unirán a nuestra caravana. Y que durante la noche, sir Abrena irrumpa en nuestro campamento con refuerzos y los sorprendamos entre todos mientras duermen. ¿Lo estoy comprendiendo correctamente?

─No, no, no ─negó el enano también con las manos a Tres Ombligos─. Lo que digo es que el amigo ─indicó mediante gestos a Kylian─ y yo nos vamos con la carreta mañana por la mañana, con los cofres vacíos (pero eso ellos no lo saben). Vosotros ya no tenéis que estar en la posada o bien quedaros un rato de más, descansando. Ellos tendrán que decidir si os siguen a vosotros o a nosotros, pero yo creo que esperarán el premio gordo: la carreta con los bienes que transportábais. Así que nos seguirán. Luego tú ─señaló con la mano a Tres Ombligos─ y tu cuadrilla o como se diga, al cabo de 1 ó 2 horas, les seguís a ellos sin que os vean. Vamos en carro, así que no os costará seguir el rastro. Por la noche, cuando acampemos todos, su fuego será fácil de encontrar. Entonces, cuando sea medianoche, tomáis posiciones y les atacamos todos. Quedará hecho un puercoespín en un momento, sin oportunidad de nada.

Era un buen plan, por la noche era muy difícil que unos simples humanos descubrieran a un grupo de furtivos moviéndose silenciosamente en la oscuridad y, además, siendo sólo 2 los del grupo a matar, como máximo habría uno de ellos despiertos. Si a eso se le unía la superioridad numérica de los nerakanos, aquello sonaba a trabajo fácil (aunque tal vez algo farragoso).

La gracia del caso era que era igualmente difícil para un humano el percatarse de que su plan de emboscada nocturna se había torcido. Con un poco de habilidad por parte de los supuestos emboscados, los emboscadores se podían encontrar emboscados a su vez. Además, no esperarían ni a Kylian ni a Thorwyn como enemigos y, para rematarlo todo, el theiwar veía mucho más lejos que un humano en la noche. No sabrían de dónde les llovían las flechas y los conjuros.

Frunció el ceño ante el brillo de la vela y se bajó la capucha de su gastada capa azul oscuro para dejar ver bien su rostro. Podía ser la primera vez que hacía el gesto en varios días.

Sin dejar de observar a ambos se aseguró que la puerta estuviera bien cerrada. Al menos todo lo bien que se podía cerrar una puerta desvencijada como aquella.

— Enrielle. Ya lo sé. — dijo secamente, alzando la barbilla. Podía referirse a que conocía sus nombres o que por supuesto que les interesaba la información. O ambas. — Os necesito a vosotros, al igual que me necesitáis vosotros a mí, para descubrir el lugar donde se dirigen nuestros enemigos y detenerlos. Pero eso no es todo. — clavó sus vivos ojos verdes en Lowenherz — Estás en peligro, caballero. Han ordenado a vuestros amigos pasaros a cuchillo sin llamar la atención. Te creen miembro de La Legión, aunque no seas tú exactamente ese miembro. — se dio unos golpecitos en el pecho, señalándose a sí misma.

—Pero... hemos venido en tres carros —a juzgar por sus caras de desconcierto, está claro que vuestros interlocutores no son tan inteligentes como el arcanista enano—. ¿Por qué iban a seguiros a vosotros con un carro, en lugar de a nosotros que llevaríamos los otros dos?

—Además, no es a vosotros a quienes están espiando, sino a nosotros, ¿no? —interviene Valev—. Si ven que tomamos caminos diferentes, pensarán que nuestro acuerdo ha terminado, no que os estáis llevando nuestras cosas. Vamos, es lo que creería yo al menos...

—Si vamos juntos nos seguirán y después podremos caer sobre ellos mientras duermen. Esa parte de tu plan sí que tiene todo el sentido para mí —abunda Tres Ombligos—. Hasta ahora no hemos intentado matarles y no tienen razones para creer que vayamos a hacerlo después de dos semanas de viajar con nosotros.

—Aunque si tuviéramos refuerzos sería más fácil —apunta Valev, no tan confiado como su compañero—. ¿Quizá algunos draconianos que llegaran con sir Abrena a media noche?

─Porque no os siguen a vosotros, sino a vuestro botín ─"memo" pensó para sí, pero no lo dijo, por no enfurecer a alguien tan irascible como Tres Ombligos─ De alguna manera deben haber sabido de dónde sacásteis la mercancía ─"robada", pensó esta vez el enano, aunque esta vez no lo dijo no por evitar un rifi-rafe, sino por no ensuciar la conversación─ y os encontraron a vosotros. El resto era seguiros, pero lo que realmente hacen es seguir el carro. Si las posesiones van en nuestro carro y lo saben, porque las vieron cuando volcó vuestro carro, por si tenían alguna duda... ¿o acaso no fue precisamente el Lowenherz ese el que os quiso "ayudar" a recoger las cosas? ¿Eh? Pues eso, que si se ve en la necesidad de elegir entre esperaros a vosotros y perder el carro con el cargamento que estaban siguiendo desde el principio o seguir el carro, ¿qué crees que escogerán? Igual hasta nos piden para acompañarnos, ahora que no estaréis vosotros, eso sería irónico, confiar en nosotros... ¿Verdad, sacerdote? Bueno, yo creo que yendo en dos grupos diferentes, uno delante y otro detrás, aumentamos las posibilidades de acabar con la parejita sin dificultad, pero a mi no me han dado entrenamiento como oficial de ningún ejército. Que decida el señor Abrena.

La idea de volver a compartir trayecto con Tres Ombligos le repugnaba a Thorwyn: aquel hombre era despreciable, una alimaña en la que no se podía confiar salvo en que haría cualquier cosa por beneficiarse a sí mismo. Ese hombre no tenía honor ni su alma salvación. Además, si viajaban con ellos se limitarían las posibilidades de la emboscada a los nerakanos, lo que, teniendo en cuenta su número, no resultaba nada reconfortante, aún con unos cuantos segundos sorpresa. Las cosas se precipitarían demasiado rápido y el enano no querría estar junto a esa bazofia humana cuando dirigieran los cuchillos hacia él...

- Maese Runavieja, entiendo que desea involucrarse en el planteamiento del plan, pero creo que nos estamos complicado demasiado. - Intervino Kylian. 

Lo cierto era que entendía lo que el enano pretendía, dejar un tiempo suficiente como para preparar bien la emboscada contra los nerakianos, pero eso a los nerakianos no les iba a cuadrar nunca. ¿Por qué separarse del en dos grupos cuando podían ir todos juntos? Dividir era a priori perder fuerza en contra de los espías que tenían que eliminar y ninguna ventaja aparente. 

- Si son espías nos seguirán. - Concluyó. - Dará igual que vengan con nosotros directamente, en la misma caravana o cómo lo hicieron en el último tramo, a distancia. Si quieren saber dónde vamos, nos van a seguir y es más, si no nos siguen, posiblemente quiera decir que les juzgamos mal. - Expuso. - Cuando estemos los suficientemente lejos... - Golpeó con fuerza su puño contra la palma de su mano y acto seguido iluminó si rostro con una sonrisa maliciosa. - ¿Lo tenemos claro?

La repentina llamita que se enciende a mi lado me obliga a achicar los ojos para acostumbrarme a la luz. Tardo unos segundos hasta que mi vista se acostumbra y unos segundos más hasta que mi cerebro es capaz de procesar lo que está sucediendo.

Una chica paliducha ha entrado en nuestra habitación, parece asustada y no la reconozco hasta que oigo a Lowen decir que la ha visto en la caravana. ¿Es la muchacha del halcón? No estoy segura, podría ser, pero con esta luz...

—Jiłhazhí, ven con mamá —llamo al nervioso dragoncito. No es para menos, a juzgar por su chillido, ha debido de llevarse un buen pisotón el pobrecillo—. Todo está bien, vamos a escuchar lo que tiene que decir nuestra invitada. Ven que vea dónde te han hecho daño.

En cuanto se acerca, acaricio su leonina cabeza y devuelvo mi atención a la intrusa.

—¿Cómo podemos fiarnos de ti? ¿Cómo podemos saber que no eres tú a quien han enviado para asesinarnos mientras dormimos? —pregunto con suspicacia. Tengo la sensación de estar siendo injusta con ella, pero la verdad es que no he sido yo quien se ha colado en su cuarto mientras dormía, afirmando saberlo todo—. Vas a tener que explicarte mejor y contarnos qué ha pasado con nuestra amiga y cómo sabes que pretenden atentar contra Lowen. 

—¿Están siguiendo nuestro carro? —pregunta el cultista, cada vez más confundido con la argumentación de Thorwyn—. Entonces jamás os seguirán a vosotros cuando os alejéis con tu carreta. ¿O piensas llevarte nuestro carro y dejarnos a nosotros el tuyo?

—Nuestra mercancía viajaba en tres carros, si hubiéramos podido llevarlo todo en uno no hubiéramos tenido que contratarte —comenta Valev, igualmente desubicado—. ¿Cómo vais a conducir tres carros entre los dos y qué se supone que habéis hecho con nosotros? ¿Alguien se va a creer que os los hemos regalado voluntariamente y nos hemos marchado sin más, o que nos habéis matado para robarnos?

Con un bufido irritado, sir Guiler Abrena abandona el dormitorio, dejándoos con vuestras discusiones.

—Eso no tiene ningún sentido —sentencia Tres Ombligos, cuya limitada capacidad intelectual no le permite ser capaz de entender los complejos procesos mentales del maestro arcanista—. Haremos lo que dice maese Kylian, saldremos todos mañana hacia el pantano y cuando menos se lo esperen... ¡Zass! Puñalada en las tripas. No necesitamos más refuerzos, tenemos al mejor mago enano con nosotros. Ese sucio espía no tiene nada que hacer contra nosotros. Asunto arreglados, ahora todos a dormir que mañana nos espera un gran día.

Enrielle observó entonces el animal que había pisado al entrar y retrocedió lo poco que había podido avanzar. ¿Pero qué clase de gato grande era ese? Había tenido suerte de evitar el mordisco, porque aparentaba tener bastantes dientes en esa boca.

Luego contempló a la mujer que por la descripción debía ser Lluvia Estelar. Enrielle bufó con impaciencia, pero al parecer no tenía otro remedio que explicarlo todo con más detalle, con el riesgo que suponía si los escuchaban. Se asomó un segundo al pasillo para cerciorarse de que no había una oreja indiscreta pegada a la puerta y volvió a cerrar con cuidado.

— Está bien, está bien. Escuchad, porque sólo lo diré una vez. Vengo de Kalaman. La Legión de Acero me ha enviado desde allí para vigilaros y cubriros las espaldas para intervenir si las cosas se ponen feas. Oh, y creedme que se están poniendo muy feas. Por eso estoy aquí. — puso los brazos en jarras, muy dispuesta — Cuando cae la noche me muevo entre las sombras, observo y escucho. Por eso sé qué le ocurrió a vuestra amiga. Hace cinco noches vi cómo asesinaron a un mercader enano para robar sus joyas. Lamentablemente, Lady Briand les descubrió, y eso fue su sentencia. Luchó con valor, pero... — Enrielle negó con la cabeza. Apretó los puños con impotencia. — No pude hacer nada, me habrían matado a mí también. Pero... su muerte no fue en vano, porque me permitió descubrir quién es el líder de nuestros enemigos. Y precisamente he visto que hace un momento ha visitado a vuestros compañeros, ese clérigo y el enano. Le he seguido a hurtadillas y he escuchado lo que decían... ¡Como podrían estar escuchándonos ahora mismo! — lanzó una mirada acusadora a ambos, apretando los labios. Continuó, mirando a Lowenherz — Por eso sé que saben que hay infiltrado un espía, pero sospechan de tí, Lowenherz. Creen que eres tú y no yo ese espía, de modo que ese líder ha ordenado a Kylian y Thorwyn despacharte sin llamar la atención. Así que vine sin perder un segundo, para preveniros antes de que lo haga un cuchillo en vuestras gargantas.​​​​​

- ¡Decidido entonces! - Kylian dio palmada al aire. - Y ahora toca descansar. Mañana puede ser un gran día. 

Estaba decidido y su coartada intacta. Al menos a su parecer, estaba totalmente integrado dentro de la orden de los nerakianos. El principal problema era lo que pasara después del encuentro con los nerakianos en el pantano, regresar sin uno solo de los secuaces de Abrena podía resultar sospechoso, aunque para eso tenían que regresar, lo cual no estaba tan claro, pues sus adversarios no eran mancos. 

Kylian se puso en pie y se dirigió a su cama. La verdad es que estaba cansado. Muchos días de viaje y pocas comodidades tenían la culpa. Por fin podrían dormir en un lecho cómodo o eso esperaba, pues el aspecto general de Robban no era precisamente lujoso. 

- Esperemos que todo salga bien... - Se dijo a si mismo. - Eso espero...

Lowen escuchaba la conversación con un gesto grave en el rostro, asimilando las palabras de aquella Enrielle. La mujer parecía saber de su misión allí, lo que reforzaba la idea de que pudiese ser quien realmente decía ser. Por otro lado, sus avisos acerca de una posible traición de Kylian y Thorwyn le llenaban de inquietud. ¿De verdad su antiguo amigo, y el enano de confianza de Briand, actuarían contra ellos? La situación era más grave de lo que pensaba.

- Si sospechan de mi, estamos todos en peligro. - dijo Lowen a Lluvia, refiriéndose también a Gilyasí - Por otro lado, no tengo claro que Kylian y Thorwyn vayan a actuar contra nosotros. Pero si realmente se han rendido a esa secta...

Las implicaciones eran enormes. Kylian y Thorwyn conocían la verdadera naturaleza de lo que parecía ser una simple y exótica mascota. Si se unían a los nerakanos, no tardarían en desvelar el secreto a sus nuevos aliados. Esto amenazaba algo más que la misión que les había llevado hasta allí.

Miró a Enrielle:

- Nuestros aliados actuaban para intentar infiltrarse en el grupo al que seguimos. Si les has oído hablar de acuchillarnos, tal vez sea solo una actuación más. - o tal vez no, se dijo a sí mismo, mientras recordaba la extraña expresión en el rostro de Kylian días atrás - ¿Sabes cuál es el plan concreto que han trazado para nuestro supuesto asesinato? ¿Y quién es ese líder? ¿Es el tal tres ombligos, o es otro?

Conocer al líder de aquel grupúsculo no era el objetivo de su misión, pero toda información era valiosa. Por otro lado, sentía que no estaban seguros en aquella habitación, y que lo mejor era empezar a moverse cuanto antes.

La confirmación de que Briand está muerta es un mazazo para mí y probablemente más todavía para Jiłhazhí. No me sorprende, por supuesto, pero disipa cualquier atisbo de esperanza que pudiera conversar de que se hubiera marchado sin más. Insistía con tanta vehemencia a todo el mundo que regresaran a Kalaman que pensé que tal vez ella misma...

—Supongo que no tienes pruebas de lo que dices —comento estúpidamente. ¿Qué pruebas iba a tener?

Ojalá nos hubiera ayudado a encontrar el cadáver de Briand cuando la estuvimos buscando tras su desaparición. Ahí sí que nos hubiera resultado de utilidad esta información, claro que... Si hubiéramos sabido lo que sabemos ahora, probablemente hubiéramos matado a todos los cultistas antes de que nos condujeran hasta aquí.

Lanzo un profundo suspiro mientras acaricio a nuestro conmocionado dragoncito.

—Gracias, Enrielle. Por venir a avisarnos, no tenías por qué hacerlo y te has arriesgado. Gracias, de verdad. Si quieres pasar aquí la noche... —le señalo la litera libre que queda en nuestra habitación—. Si alguien te ha visto entrar, con nosotros estarás más segura que ahí fuera. Y nosotros contigo. Mejor aquí, que solo tiene una entrada que podemos defender, que fuera, donde podemos ser fácilmente rodeados.

Enrielle negó con la cabeza.

— No sé cuál es su plan concreto. No escuché más que la voz del líder, pero dudo que lo intenten siquiera esta noche. Les ha ordenado asesinarte sin llamar la atención, así que, a no ser que sean unos estúpidos esperarán el momento adecuado. Al menos a mí no me parecen idiotas.

"¿Tres Ombligos? No he escuchado tal nombre en ningún momento, pero tampoco ningún otro. Es un tipo apuesto, con una perilla y ojos claros. Un tipo silencioso. Lo he estudiado. Observa disimuladamente a todos a su alrededor, dejando que otros hablen y parezcan más importantes que él. Pero estoy segura de que es el que dirige a todos estos miserables traicioneros."

Ante la petición de pruebas de Lluvia Estelar, la pálida y pequeña exploradora levantó una ceja y puso de nuevo los brazos en jarras alzando el mentón. Infló el pecho lo que pudo, arrancando unos crujidos a la armadura de cuero que llevaba bajo la capa. Sonó como si tensara la cuerda de un arco. Como el que llevaba a la espalda.

Sin embargo, relajó su actitud cuando la mujer le agradeció sinceramente haber acudido. Movió la mano en el aire, quitando importancia.

— Gracias, aunque no estoy segura de qué puede ser lo mejor. Soy muy silenciosa y creo que nadie me ha visto entrar. Pero tras el chillido de vuestro... gato, — dijo mirando de nuevo al animal. Era realmente gordo y grande para ser un gato — ya no estoy segura. Me quedaré aquí unas horas y saldré antes del amanecer. No deben vernos juntos de momento o me descubrirán a mí también. Por ahora creo que estoy libre de sospecha, y eso puede jugar a nuestro favor.

—No es ningún gato, es Jiłhazhí —replico, con una sonrisa amorosa dirigida al pequeño felino al que rasco detrás de las orejas—. Es muy listo y muy cariñoso. Aunque puede ser muy fiero si siente que sus seres queridos están en peligro. Con él y contigo yo creo que estaremos seguros aquí esta noche si esos fanáticos no pretenden llamar la atención. ¿Qué te parece a ti, Lowen?

Lo cierto es que ahora me alegro de haber subido mi equipo de combate a la habitación, temiendo que tal vez tendría que utilizarlo en una posada regentada por un semiogro. Solo lamento haber dejado mis antorchas en la jaula y sospecho que la pequeña vela a medio consumir que tenemos en la mesita de noche no durará demasiado.

Bajo su titilante luz, me visto y me enfundo sobre la ropa el camisote de mallas nuevo que Lowenherz me regaló hace poco. Dirijo a mis compañeros una mirada de disculpa por el ruidoso tintineo y, a continuación, me arrodillo en el suelo para sacar mi lanza corta de debajo de la cama.

—Thorwyn puede ver en la oscuridad, pero nosotros no. No digo que vaya a atacarnos, pero sería prudente asegurarnos de poder ver a nuestros enemigos en caso de que vengan, ¿no creéis?

Impongo mis oscuras manos sobre la punta de mi lanza.

—Oh, gran hermano Jóhonaa’éí —invoco al espíritu del sol—, te suplico que derrames tu luz sobre mi arma para que podamos ver venir a los traicioneros enemigos que vengan a nosotros al amparo de la oscuridad.

Comienzo a cantar bajito, sumiéndome en un trance letárgico del que tardo unos cuantos segundos en regresar. Parpadeo algo aturdida mientras miro a mi alrededor, ahora iluminado por la resplandeciente punta de lanza.

—Puedo cubrirla con un paño si os molesta su luz —sugiero a mis compañeros con tono de disculpa, dándome cuenta de que tal vez su brillo les impida conciliar el sueño ahora.

Thorwyn todavía tardó un buen rato en ir a informar de la conspiración a sus verdaderos compañeros. Básicamente lo suficiente para asegurarse de que sus compañeros de habitación estaban profundamente dormidos. De esa manera podía salir a hurtadillas de la misma sin arriesgarse a que le descubrieran, aunque bien podía alegar las ganas de aliviar de vientre, que a diferencia de las aguas menores no era correcto hacerlo en un orinal y esperar a la mañana siguiente para deshacerse del producto...

Al pasar por delante de la puerta de la habitación compartida por Lowen y Lluvia, con todo el sigilo del que fue capaz, se asomó a mirar por rendijas o agujeros, ayudándose de su perfecta visión en la oscuridad de enano theiwar. No le resultaría muy complicado el lanzar el hechizo de Cuchichear mensaje e intentar despertar a la parejita, señalándoles y dejando que el hechizo hiciese penetrar sus susurros en sus dormidos oídos. Por desgracia no parecía funcionar a la velocidad que le hubiera gustado (¿acaso estaba algo ansioso? No tenía por qué, no era su propio cuello el que estaba en juego, pero aún así...) de manera que cogió una moneda, la menos valiosa que tenía y con cuidado y premeditación, tapando con su capa y tratando de ocultar el brillo subsiguiente de la mejor manera posible, le lanzó un hechizo de luz. Acto seguido introdujo la moneda por una rendija de la habitación y escampó de allí. El sortilegio para cuchichear mensajes ya estaba funcionando y seguiría haciéndolo mientras no se alejase demasiado. El de luz duraría un buen rato (como el de los cuchicheos, en realidad), pero la luminosidad, parecida a la de una antorcha, sin duda acabaría de despertar a los dormilones.

─Soy Thorwyn, esperad ─susurró el enano.

Como principio de conversación era un tanto molesto, pero Thorwyn debía posicionarse de tal manera que no molestase a ninguno de los inquilinos, en especial los nerakanos, claro, de manera que nadie pudiese saber qué era lo que estaba sucendiendo en realidad.

─Vale, creo que aquí irá bien. Los nerakanos, oh sorpresa, creen que Lowen es un infiltrado de la Legión de Acero y quieren acabar con él. Mañana por la mañana partiremos hacia el norte, hacia la zona pantanosa, para poder acabar con vosotros esa misma noche sin alertar a nadie y pudiéndose deshacer de vuestros cuerpos con impunidad. La posada sirve de tapadera para la mercancía saqueada por los nerakanos, cuando vienen sacan las mercancías que haya en los cofres de los nerakanos, guardados en la habitación segura, y a la mañana siguiente se van con los cofres vacíos, pero parece que no haya pasado nada. No quieren llamar la atención. Pero luego nos podemos encargar de eso, de momento os aviso. Intentaré que sigan mi plan y atacaros a medianoche, pero no puedo asegurarlo, así que estad preparados de todas formas. Kylian y yo cambiaremos de bando y trataremos de allanar el camino...

Dicho todo esto, mientras esperaba respuesta (que los señalados por el hechizo de cuchichear podían cuchichear de regreso), realmente alivió vejiga y vientre, por si alguien tenía duda.

No reparo en que alguien se ha acercado a nuestra puerta, ni siquiera cuando desliza una moneda por debajo de la puerta de nuestro dormitorio, pues la luz de mi lanza eclipsa el resplandor del pequeño disco de metal.

Por eso cuando escucho la inesperada voz de Thorwyn en la distancia me llevo un gran sobresalto. No debería sorprenderme, porque el ingenioso enano ha estado informándome regularmente de sus hallazgos, pero esta noche tengo los nervios a flor de piel y cualquier cosa me alarma.

Miro a mi alrededor tratando de averiguar si alguien más le ha oído o si han sido imaginaciones mías y levanto una mano pidiendo silencio a mis compañeros para poder entender lo que dice. Durante unos largos segundo no escucho nada y creo habérmelo inventado, pero entonces le oigo de nuevo.

—¡Qué alegría oírte! —exclamo en un susurro. Exclamar y susurrar a la vez no es nada fácil y si a eso le añadimos sonreír, es todo un logro—. Sabemos lo del intento de atentado y también que asesinaron a Briand, una amiga nos lo ha dicho. Pero no sabíamos lo del botín robado, buen trabajo los dos por haberlo descubierto, díselo a Kylian. Haremos lo que nos digáis, nos ocuparemos juntos de esos asesinos y después volveremos aquí a averiguar dónde transportan sus tesoros. Seguro que así descubrimos dónde tienen su campamento oculto.

Es estupendo tener noticias de Thorwyn, por un lado porque confirman lo que ya sabíamos y por otro porque nos revelan lo que ignorábamos todavía. Si los cultistas se van a ir de aquí sin su botín y sospechan de nosotros, ya no hay necesidad de fingir que somos quienes no somos y siento el impulso de acabar con ellos esta misma noche, aquí mismo, y obligar al semiogro a decirnos a dónde se llevan el dinero.

Pero confío en Kylian y en Thorwyn y si ellos tienen un plan mejor, estoy dispuesta a seguirlo. Aunque corramos el riesgo de perder la pista al tesoro si nos alejamos de la posada.

Enrielle observó atentamente el ritual de esa extraña mujer para crear luz mágica. Era impresionante, pero a su juicio, poco práctico.

Se acercó a una de las literas vacías y se descolgó la mochila para hurgar en su interior. Al manipularla, una tenue luz empezó a brotar de su interior.

— No me molesta, al contrario. Necesitamos luz, por si acaso. Llevo conmigo una antorcha siempreviva que, bueno, no necesita invocación alguna... Sólo se destapa y ya.

Se sentó en el catre y cruzó las piernas, observando bien al animalejo.

— No, definitivamente no es un gato. Más bien parece un...

​​​​​Entonces, los sutiles crujidos de unas tablas bajo el peso de unos pasos que se acercaban furtivamente y que se detuvieron junto a la puerta. Enrielle se irguió como accionada por un muelle, con el corazón helado y la mano en el puño de la espada.

Pero los pasos se alejaron al poco. Tal vez sólo habían sido las ganas de cagar de alguien. Pero si no... Todavía tenía el corazón acelerado cuando vio estupefacta a Lluvia Estelar hablando sola. La exploradora ladeó la cabeza, mirando sin comprender, afinando aún más su oído... Pero sin soltar el puño de la espada.

Lowen escuchó la voz de Thorwyn con un sobresalto. Lo que decía el enano se correspondía con lo que había contado Enrielle, quizá porque la mujer de la Legión había escuchado la misma conversación que habían tenido Kylian y Thorwyn con los sectarios. Parecía que sus amigos continuaban siéndolo, aunque, por otro lado, podía ser todo una trampa, y la emboscada caerles encima en otro momento.

Vio a Lluvia susurrar en respuesta a Thorwyn. Él no dijo nada: se sentía raro contestando al aire, y no estaba seguro de que el enano pudiese escucharle si lo hacía. Recibió las noticias en silencio, con el rostro grave. Después miró a Enrielle.

- Parece que nuestros amigos, en efecto, han planeado mi asesinato junto con los nerakanos. - dijo en susurros, rascándose barbilla - Mañana partirán de nuevo y esperarán el momento para emboscarnos, aparentemente a media noche. Eso será lo que suceda, si aún nos son leales.

Le dio algunos detalles más sobre lo que les había contado Thorwyn, para que estuviese al día.

Miró a Lluvia. Las dudas del solámnico se habían renovado con las palabras de Enrielle, a pesar de los esfuerzos de la que-shu por hacerle confiar. Su corazón estaba dividido, y no tenía claro qué hacer a continuación.

- Si la posada sirve de tapadera, eso quiere decir que el escondite de los nerakanos debe estar cerca de aquí. Pero el camino que nos mostrarán mañana no lleva a ninguna parte, solo a la muerte. A la nuestra, o a la de ellos. - hizo una pausa, reflexionando - Si nos alejamos de aquí siguiendo ese rastro durante un día entero, los sectarios podrían hacer el intercambio de mercancías. En el mejor de los casos, habremos acabado con varios nerakanos y perdido el rastro del tesoro robado, fracasando en nuestra misión.

No se molestó en mencionar el peor de los casos.

- Mañana partirán, lo que quiere decir que entregarán el tesoro esta noche a quienquiera que se lo vayan a entregar. Si no lo han hecho ya.

Se dirigió a la ventana, tratando de ver si ocurría algún movimiento en el exterior. No quería pedirle a Enrielle que se expusiese para averiguar algo más. Quizá Thorwyn tuviese más información y fuese un riesgo innecesario.