Partida Rol por web

—Ese malvado brujo sigue por aquí, en alguna parte —advierto a mis amigos, con el escudo preparado por si acaso se reaparece de repente—, puedo sentirle observándonos.

Me preocupa que tengamos tanta prisa por llegar hasta arriba que dejemos a un enemigo peligroso a nuestras espaldas. Si decide escapar, tanto mejor para todos, pero si decide atacarnos por la retaguardia nos encontraremos entre el yunque y el martillo.

Y dejar atrás a Thorwyn forzando cerraduras tampoco es que me entusiasme. Temo por su seguridad si le dejamos solo.

Miro a los demás, dividida entre quedarme junto a mi amigo enano o correr a rescatar a Jiłhazhí.

- Si ese bastardo sigue por aquí, no podemos dejarle escapar. - Se comunicó con sus compañeros de manera furtiva a través del conjuro del thiewar. - Bloqueado puertas y ventanas. Voy a intentar algo...

- ¡Oh Gilean, permite que detecte el aura de los objetos mágicos que porta mi enemigo! - Murmuró el sacerdote confiado en que si era un brujo con quién estaban tratando, portaría consigo algún que otro y objeto mágico.

Enfocó entonces el efecto del conjuro hacia el lugar donde Lluvia estaba mirando, las escaleras y comenzó a avanzar hacia ellas sin perder la concentración.

Enrielle se detuvo cerca de las escaleras, alarmada por los susurros de sus compañeros. No le hacía ni maldita gracia que hubiera un tipo por ahí paseándose, entre ellos. Su arco buscaba cualquier sombra que no debiera estar allí, pero no veía nada.

—Yo escucho que alguien intenta subir sin hacer ruido. No aquí. No sé cuántas plantas tendrá esta torre, pero diría que es muy arriba del torreón, quizás la última planta. — sus ojos se movían de un lado a otro de la sala. No escuchaba a nadie acercarse a ella, así que el mirón debía permanecer con los demás.

Regresó sobre sus pasos.

— Tinta. ¿No hay tinta en esos escritorios? Tiradla al suelo y veremos sus pisadas. ¡Eh, tú! ¡Más te vale que aparezcas ya y no nos hagas perder más el tiempo! — amenazó — ¡Te vamos a encontrar igualmente!

Lowen exhaló aire, impaciente. No quería demorarse un tiempo excesivo buscando a aquel tipo, que, por otro lado, estaba claro que no tenía a Jilhazí.*

- Dejémoslo. - dijo, con una inusitada autoridad en la voz - Gilyasí está en las plantas de arriba, ese brujo pestilente no podía llevarlo consigo. Y si sabe lo que le conviene, se quedará quieto en una esquina.

No obstante, viendo la obstinación de sus compañeros en buscarlo, echó mano de aquel extraño saco mágico que había encontrado en la ciénaga, sacando de su interior un amplio saco de dormir, que agarró con la mano izquierda y comenzó a batir a su alrededor, mientras se movía por las zonas en las que lo había visto por última vez. Si lo agarraba o lo escuchaba moverse, le trincharía sin piedad.

Decididos a encontrar al invisible fanático antes de continuar con el rescate de vuestro dragoncito, os ponéis todos manos a la obra como mejor se os ocurre.

Enrielle comienza a rebuscar en un baúl cercano y no para de revolver en su interior entre plumas y rollos de pergamino en blanco hasta hacerse con un puñado de pequeños tinteros. A continuación, regresa junto a sus compañeros y se queda muy quiera a la espera de que cualquien sonido revele la presencia de su presa.

Por su parte, Thorwyn se pone a forcejear con el cofre para tratar de abrirlo y atraer así la ira del cultista pero, aunque el arcanista enano es realmente bueno con sus herramientas, la cerradura del arcón es todavía mejor. Varios intentos fallidos sucesivos solo consiguen frustrarlo.

Kylian pide la guía de su dios para descubrir la presencia de auras mágicas y Lluvia Estelar no duda en copiar su inteligente idea apelando a los espíritus de sus antepasados. Ambos se coordinan para no barrer la misma área de la biblioteca y ambos se emocionan al percibir las primeras auras mágicas en su línea de visión. Sin embargo, a medida que se concentran para concretar el número y ubicación exacta de las mismas, no tardan en darse cuenta de que la mayor parte de ellas corresponden a los objetos mágicos que portan sus compañeros. Les lleva un rato localizar una que se encuentra entre Lowenherz y Enrielle pero que no pertenece a ninguna de ellos.

Entretanto, Lowen se ha dedicado a deambular de acá para allá azotando el aire con un saco de dormir con la esperanza de golpear accidentalmente al desaparecido adorador del Único. Como era de esperar, no lo ha conseguido, pero sí lo ha obligado a moverse y eso le permite a Enrielle localizarle. Arrojando los frasquitos de tinta contra el suelo allí donde cree oír al fanático y donde Kylian y Lluvia le confirman, los hace estallar en mil pedazos formando un oscuro charco en el suelo. Un charco del que comienzan alejarse algunas pisadas.

¡Y ahí estaban las huellas! Ese condenado cultista había estado esperando todo el rato, observando paciente desde un rincon mientras lo revolvían todo, y con Lowen sacudiendo aquel enorme saco en el aire por todo el lugar, tarea que llevaba a cabo con tanta fuerza y rabia que los violentos golpes de aire alborotaban más aún su ya enmarañado cabello. No le cabía duda de que el brujo ese debía ser un depravado de algún tipo, o estar tan asustado que era incapaz de salir huyendo.

—¡Eh, ahí está el tarado! — exclamó señalando las huellas a sus compañeros — Creías que no te encontraríamos, ¿eh?

Antes de que al tipejo le diera por soltar algún relámpago, Enrielle levantó el arco, dispuesta a terminar de una vez con la tontería saturando la zona con una lluvia de flechas.

Tardo un buen rato en localizar al furtivo brujo gracias a la ayuda de los espíritus de mi pueblo, pero jamás hubiera logrado dar con él de no ser por la brillante idea de Kylian de recurrir a ellos.

Los espíritus de los muertos sienten una enorme atracción por la magia. Una atracción voraz que les impele a alimentarse de ella y que a duras penas continen por amor a mí. Si no me amasen, sé que al invocarlos consumirían nuestra propia magia hasta dejarnos secos. Hasta ahora se han contenido, pero por primera vez les concedo lo que quieren pues siento que tengo sobre ellos el control suficiente para impedir que se desboquen.

—Veis ante vosotros muchos manantiales de fresca magia pero solo debéis beber de uno de ellos. Uno que favorece el engaño y la traición. Uno que oculta a nuestro enemigo de nuestros ojos, pero no de los vuestros. Bebed, bebed de este manantial hasta extinguirlo.

Kylian, tras localizar al brujo, cargó sin pensarlo demasiado. La carrera fue rápida y directa y el golpe fuerte y a la cabeza del enemigo, sin embargo, en el último momento, golpeó al aire. 

- ¡Maldición! - Exclamó al sentir sus planes frustrados. - ¡A por él! - Ánimo a sus compañeros.

Enrielle no necesita más que un par de huellas parciales dibujadas con tinta en el suelo para aprestar su arco y disparar una andanada de flechas hacia el lugar donde anticipa que debe encontrarse su presa. Dos de los proyectiles cortan el aire y se clavan en la estantería situada frente a la exploradora, dañando uno de los libros. Pero el tercero se desvanece sin más, acompañado de un lastimero gemido de dolor, lo que evidencia que ha dado en el blanco.

Un segundo, comienza a extinguirse el hechizo de invisibilidad que lo oculta, consumido por los espíritus convocados por Lluvia Estelar. Los fugaces parpadeos os permiten a todos verle durante una fracción de segundo y Kylian se lanza contra él convencido de poder rematarle de un bastonazo. Por desgracia, el fanático vuelve a recuperar el control de su magia y a desaparecer de tal forma que el golpe de Kylian se estrella contra el suelo sin conseguir alcanzarle.

Su voz, declamando un nuevo sortilegio, resuena directamente junto al oído derecho del clérigo de Gilean. Antes de que tenga ocasión de terminar de recitarlo, Kylian lo ha identificado, ha girando bruscamente hacia el sonido y blandido su bastón como un bate en un movimiento ascendente. El arma de madera choca contra algo sólido y se escucha un crujido de huesos, seguido de un cuerpo al caer.

El combate parece que ha terminado aquí abajo aunque el fanático todavía sigue siendo invisible y, sin sus huellas, no sabéis exactamente dónde ha quedado tendido a menos que os pongáis a tantear por la zona.

Kylian apretó los puños tras lograr el bateo sobre la cabezota del brujo. Notó como le golpeaba con fuerza y éste caía al suelo desplomado. Había logrado evitar además un conjuro que les hubiera dejado chamuscados a todos y esa fue una doble victoria. 

- Lluvia, no estaría de más alguna sanación sobre nuestro campeón. - Le indicó a la chamán señalando cons cabeza a Lowen. - Debemos estar al cien por cien antes de subir más. 

No perdería el tiempo mientras Lluvia se encargaba de las curaciones. Enseguida se agachó donde creía que había acabado el cuerpo de su enemigo y comenzó a tantear a ciegas hasta dar con él. Antes había localizado un aura mágica en él y quería hacerse con el objeto que portaba consigo. Podía resulta que dicho objeto fuera útil en el siguiente nivel del torreón. Sus dones divinos, por desgracia, estaban prácticamente agotados. 

- ¡Oh Gilean, indícame dónde se haya la fuente arcana en este cuerpo! - Imploró. 

Todo sucedió muy rápido, tanto que Lowen no alcanzó a reaccionar. El parpadeo del cultista, el impacto seco del bastón de Kylian, y el golpe sordo contra el suelo. Este último fue la confirmación de que la amenaza estaba neutralizada, al menos por el momento. Sin hacer caso de las intenciones de Kylian, el solámnico instó a sus compañeros a continuar.

- ¡Vamos! - exclamó - Hemos perdido demasiado tiempo con ese infeliz. Ya veremos qué ha quedado de él más tarde.

Hizo una seña con el brazo, al tiempo que guardaba el saco y embrazaba de nuevo el escudo, presto a continuar su ascenso por las escaleras.

- Démonos prisa.

Sin pensarlo ni considerar amenazas adicionales, Lowen se lanzó escaleras arriba.

En apenas un momento, el flechazo y el certero revés de Kylian habían zanjado el asunto. El cuerpo cayó como un saco, a juzgar por el ruido, con toda seguridad descalabrado. No podía negar que a pesar de su aspecto enclenque el clérigo golpeaba duro.

Lo vio palpando por el suelo, buscando ávidamente los objetos que portase el invisible para arrancárselos de su cadáver aún caliente. Hizo una mueca de disgusto, negando con la cabeza, y se dio media vuelta para acompañar a Lowen por las escaleras.

— Sí, deprisa. No hay tiempo que perder, ya deben haber llegado arriba del todo.

Apenas empezó a subir aguzó el oído por encima de los ruidos de sus amigos y de su propia respiración, aunque con el tiempo que habían perdido, quien fuera el que hubiese escuchado subiendo con sigilo ya debía haber llegado arriba.

Una vez que la amenaza que acechaba aquí abajo ha sido neutralizada, coincido totalmente con Lowenherz y Enrielle en que nada es más importante que acudir al rescate de Jiłhazhí

Todos estamos malheridos y, aunque es verdad que Lowen presenta las heridas más graves, está también más cerca de las escaleras que yo y no consigo darle alcance. Así que sigo con paso vivo a los que me preceden, por si acaso pudiera ayudarles de algún modo con mis cada vez más exiguas energías.

- ¡Oh, maldición! - Exclamó Kylian algo disgustado y esperaba que a tiempo de interrumpir su efecto antes de que Gilean le concediera su gracia. 

No iba a dejarlos solos. No se las apañaban demasiado bien sin él y no permitiría que se dejasen matar sin haber cumplido con el cometido que Gilean les había atribuido. 

- ¡Que prisas! - Se quejó. - ¡Esperadme, voy!

Os agrupáis nuevamente y encamináis vuestros pasos hacia las escaleras que llevan a los niveles superiores del torreón. No tardáis en dejar atrás la biblioteca de la planta baja y en llegar hasta el primer piso.

Enrielle es la primera en hacerlo y en descubrir que aquí arriba la oscuridad es casi total, salvo por la luz que se cuela a través del estrecho ventanal en la pared situada frente a vosotros.

Lo primero que os llama la atención al llegar a esta planta es la estatua de un draconiano con sus facciones congeladas en una mueca de sorpresa. Al mirar a vuestro alrededor, descubrís que os encontráis en lo que parece ser una especie de hall distribuidor, con media docena de puertas que conducen quién sabe a dónde y un nuevo tramo de escaleras que llevan al nivel más elevado de la torre.

En esta planta todo parece estar en calma, aunque quizá haya enemigos acechando tras cada puerta. Arriba, en cambio, la exploradora escucha ruido como de dos pequeños animales correteando de acá para allá, persiguiéndose.

— ¿Prisas? — bufó Enrielle cuando Kylian llegó arriba — Pues claro que tenemos prisa. Se han llevado a Jilhazhí, por si no te habías dado cuenta, como para ponernos a rebuscar baratijas invisibles.

Con movimientos expeditivos se colgó el arco a la espalda y extrajo de la mochila su antorcha siempreardiente. Luego se arrodilló a los pies del draconiano de piedra, ceñuda, en busca de barro, sangre, mugre u otros restos recientes que hubiera traído con sus pasos.

Era obvio que nadie había tallado la estatua de un draconiano cualquiera con cara de idiota para colocarla allí en medio, y la exploradora tenía muy claro que el secuestrador del pequeño dragón había sido un draconiano. Sí resultaba ser aquél, los dioses sabían qué había ocurrido y dónde estaba el pequeño Jilhazhí.

La visión del draconiano sobresaltó a Lowen, pero el caballero pronto se dio cuenta de que este estaba completamente petrificado, lo que indicaba que la muerte debía haberle sorprendido en aquella posición. Qué había acabado con él era un misterio. ¿Tal vez el propio Jilhazí? Al escuchar el correteo, Sir Lowenherz se detuvo, mirando en derredor. Allí había poca luz, y solo Thorwyn se apañaría si esta terminaba de desaparecer por completo. Así pues, el caballero dio unos pasos hasta terminar de subir la escalera, envainando la espada y echando mano del saco mágico una vez más.

- Aquí hay antorchas. Tal vez deberíamos coger algunas, para tener luz. Siempre podemos arrojarlas si lo necesitamos.

Después, desembrazó el escudo y lo colgó a su espalda, sacando el pesado espadón que le había arrebatado al grotesco draconiano de la planta baja, agarrándolo con una mano y apoyándolo en su hombro tras haber encendido la primera antorcha.

- Hacía tiempo que no veíamos fanáticos de Zeboim. - reflexionó Lowen - Pero la última de estos a la que vimos escapó viva, y con un huevo de dragón, que probablemente haya eclosionado ya. Es conveniente tenerlo en cuenta.

Quizá aquello explicase el correteo que escuchaban.

Mientras Enrielle examina con detalle la estatua del draconiano y Lowenherz sacude bocabajo su bolsa mágica para proveernos de antorchas a todos, yo me acerco a la puerta más cercana.

Una vez allí, pego mi oído a ella y, si no escucho nada, trato de abrirla para descubrir qué hay al otro lado.

No sé si Jiłhazhí estará al otro lado, pero lo que es seguro es que no estamos pasando desapercibidos así que no hay ninguna razón para no gritar:

—¡Tranquilo, pequeñín, mamá ya está aquí! ¡Vamos a buscarte, aguanta!

- ¿Está allí? - Le preguntó Kylian a Lluvia al ver que le hablaba a una puerta. - ¿A que se esperamos? - Azuzó al grupo ignorando las reprimendas de Enrielle por haber sido él momentos atrás, quien estaba retrasando al grupo. 

Kylian agarró una de las antorchas facilitadas por el loco caballero solámnico y se dispuso a abrir la puerta que la chamán estaba indicando. Era la hora de la verdad, la hora de recuperar al pequeño dragón. De no ser por su secuestro de Jilhazhí se podía decir que aquel improvisado y temerario asalto, estaba saliendo a pedir de boca.

Al estudiar con mayor detalle la estatua a la luz de su propia antorcha encantada, Enrielle se da cuenta de que tiene algunas escamas fundidas como si el escultor se hubiera aburrido de tallarlas una a una. Y también presenta tres cuchilladas profundas en el vientre y una flecha alojada en su pétreo cuerpo.

Mientras tanto, Lluvia Estelar y Thorwyn se han aproximado a las dos puertas que flanquean el hall. Cada uno pega el oído a su respectiva plancha de madera y, tras no escuchar más que el silencio al otro lado, la abren para comprobar que detrás de cada una hay una habitación vacía sin más mobiliario que una sencilla cama de madera y un arcón.

Por su parte, Lowen da media vuelta a su saco encantado y deja caer sobre el suelo una pequeña fogata encendida compuesta por unas cuantas antorchas. Él coge una y el clérigo de Gilean otra, mientras el resto continúan ardiendo alegremente y ennegreciendo el entarimado de madera.

Kylian pasa a la habitación apartando a la dubitativa mística que-shu y registra el baúl con la esperanza de encontrar atrapado en su interior al pequeño dragón latonado, pero allí dentro no hay más que mantas y algunas mudas de su último ocupante.