Partida Rol por web

¡Más ratas! Esto empezaba a ser inaceptable. ¡Una negligencia! ¿Cómo era posible que una plaga así hubiera colonizado en la avanzada sin hacer nada por evitarl? Alguien iba a tener que pagar por ello y ese despreocupado e idiota del jefe de la avanzada tenía todas las papeletas.

Y Kroggar no tendría que haber perdido el tiempo en pensar todo aquello, porque cuando se quiso dar cuenta sus compañeros ya estaban en acción.

Cuando se quiso dar cuenta Toril ya tenía aquella maraña asquerosa de ratas asquerosas frente a él. La opción de cerrar la puerta y dejarlas allí no se veía también ahora que Borzos estaba dentro, así que casi sin darse cuenta, Toril intentaba sacudir a diestro y siniestro sus dos hachas delante de sus narices con la esperanza de atizarle a algo.

Un torbellino de hachazos hizo acto de presencia cuando Toril se dispuso a blandir sus dos hachas asestando dos golpes certeros a los enjambres, los cuales se llevaron varios miembros del grupo con ellos. Tras esto uno de ellos quedó notoriamente reducido, sin embargo, aquellos super organismos aún tenían guerra que dar.

Al ver que aquella amalgama de ratas no dejaba de agitarse, cómo si apenas pudiera mermarla siguió girando sus hachas como un molino arrebatado por el asco que le daban, lo único que quería es ninguna llegara a tocarle, toda aquella cosa parecía una enfermedad con patas y ojos brillantes.

Antes de daros cuenta Toril decide hacer un sabroso tartar de rata alrededor de Borzos, provocando que no quede absolutamente nada de los enjambres con sus dos últimos ataques. El combate ha concluido, pero poco a poco se empieza a desvelar la malsana fauna que habita en el sótano de la construcción.

Parece que no percibís ningún sonido en las salas contiguas, probablemente el resto de animales si es que existen no hayan percibido los últimos golpes debido a las gruesas paredes que os separan.

—Acérrcate Borrzos—dijo el enano llamando a su compañero—. Hay que currarr esas herridas. Sólo el Padrrenano sabe que tenían esas rratas en los dientes.

El sacerdote agachó la cabeza, tomó con sus manos el medallón de su abuela y rezó una oración al señor de las hachas. Sus manos se imbuyeron de una energía luminosa y tocó con ellas a Borzos. Poco después el enano estaba curado.

Borzos asintió y cerró los ojos, a la espera de la curación. Luego, cuando los abrió, aún rebosaban de ira y furia bárbara.

-Gracias. Y, ahora, vamos a eviscerar a esas ratas! Aunque sea a mordiscos!

Toril se quedó tan ancho al ver que por fin había podido descargar un poco de su arte con aquellas dos pequeñas hachas, ligeras como halcones. Mortales. siguió a Borzos, solo esperaba que aquel sótano no fuera muy grande porque con esa cantidad de ratas aquello podía resultar tedioso, llegó hasta la puerta en la que se había parado Borzos y la abrió dando un paso en su interior.

Al abrir la puerta os encontráis una habitación vacía de ratas, pero llena de cajas y repisas, con dos grandes barriles en el centro.

Parecía que era el antiguo almacén del puesto, y que probablemente hubieran desplazado todo lo que pudieran de lo que allí había a los pisos superiores para poder subsistir el tiempo necesario a hacer frente a aquél problema, hasta que vosotros habéis llegado. El moho, las telarañas y un detritus hace acto de presencia, probablemente este último debido a los restos que las ratas van dejando aquí y allá.

Borzos, que aún esta preso por la furia, olfatea y examina violentamente, de manera animal, durante un rato (asalto) hasta volverse y dirigirse de nuevo a la sala de entrada.

Entro en la habitación maloliente y a no encontrar nada a la vista me pongo en alerta.

Kroggar entró en último lugar a la sala y la inspeccionó como buenamente pudo. Pero sus hermanos ya ocupaban el suficiente espacio como para dificultar cualquier tipo de búsqueda. El enano al no ver nada se dio media vuelta para salir de la habitación.

Los dos barriles estaban hasta arriba de alimañas, que pululaban en su interior resguardadas de las inclemencias del subsuelo exterior, confinadas con su propio calor corporal. Se removían de manera discreta y arañaban ligeramente la pared interna de los barriles.

Una simple sala vacía, con el moho, el detritus y las telarañas propias de esa zona de la construcción. Hay varios estantes y dos enormes barriles en el centro de la sala.

Entoneces, ¿alguien tenía una antorcha para prender esos barriles sin tener que abrirlos?, no parece sensato dejar lo que quiera que esté royendo ahí dentro con vida.

Suena a ratas, definitivamente montones de ratas ahi metidas- digo con gesto de asco.

—Ya estamos con las antorrchas—refunfuñó Kroggar.

Entonces su rostro se iluminó y comenzó a reirse.

—No os lo vais a crreerr. Cuando abandoné la Grran Brrecha tuve que comprrar prrovisiones y equipamiento. Y un maldito gnomo me obligó a comprrarr un... "kit", así lo llamaba el muy imbécil, con antorrchas—el enano imitó la voz del gnomo—. Es un paquete cerrrado señorr. Con antorrchas o nada. En fin, vamos a darrle utilidad a estas cosas.

Borzo tapó el barril hasta que Kroggar tuvo la antorcha preparada. Entonces lo abrió para que el enano abrasara a esas cosas apestosas.

-Buen trabajo, hermano!