Partida Rol por web

La situación se había complicado, no paraban de salir Kobolds y Borzos se había abalanzado hacia ellos, estos bárbaros eran imprevisible, atacar y retroceder decía, Toril se reía mientras recordaba las palabras de su compañero. De todos modos, ya empezaba a conocerse así que todo entraba dentro de lo previsto.

Ahora la idea era intentar dividir la atención de sus enemigos y seguir haciendo daño, de nada serviría exponerse a su ataque sin sentido, Toril se desplazo hacia aun lado, manteniendo la distancia con los Kobolds y disparando a los enemigos más cercanos a Borzos para liberarle del asedio.

Aquel parecía un buen momento para poner a prueba algo que había mantenido en secreto a sus compañeros, el tiempo en la naturaleza le había enseñado algunos trucos especiales, apuntó y disparó, sintiendo la fuerza de la naturaleza transmitirse desde su brazo a la ballesta, junto al virote surgieron varias espinas afiladas directas hacia su objetivo y hacia el kobold que estaba a su lado.

Un silbido en el eco de la cueva fue acompañado de un gruñido apagado de las criaturas que recibieron el daño del conjuro de Toril. El número de espinas que salieron disparadas contra el kobold fue suficiente para acabar con su vida. La nube de dardos, era de un tamaño mayor a la criatura impactada, lo que provocó que los restos de esa nube golpearan al kobold que tenía al lado con menor efecto en esta ocasión.

Habíais movido ficha, y os encontrabais inmiscuidos en mitad de una refriega, en la que los enemigos dracónicos empezaban a ser conscientes de la situación y reaccionaron.

Un enjambre de pedradas, puñaladas mal intencionadas y gruñidos fue lo que siguió al cauce de los acontecimientos, centrándose los ataques en el bárbaro y el clérigo, muy posiblemente por estar más a tiro y por poseer uno de los dos el favor de los dioses.

Los daños para ambos fueron más que notorios, y la sangre empezaba a recorrer vuestros rostros, sangre que no era de kobold, si no la propia vuestra. La cosa empezaba a ponerse seria, estabais en su territorio y erais testigos de las habladurías que se contaban de esa clase de criaturas.

Empezasteis a sentir que los niveles de adrenalina subían en vosotros debido a la situación de emergencia que estaba sucediendo.

Habían recibido una buena somanta de palos. Eran muchos kobolds y era inevitable. Lo primero en lo que pensó Kroggar fue en curarse, pero después recapacitó. Ya habría tiempo después para sanaciones. El enano se lanzó sobre el kobold que estaba más avanzado, decapitándole por el camino.

—¡Rrepite la maniobrra contra esos!—le indicó a Toril mientras se retiraba—¡Borrzos atrrás!

Borzos escuchó, le propinó un rodillazo al kobold que tenía delante, dejándolo hecho papilla. Entonces, libre de amenazas, se retiró para dejar a toril usar su conjuro.

Kroggar avanzó entre los cadáveres avanzando con una buena ofensiva como defensa. Sus dos golpes cercioraron la cabeza del kobold abriendo un paso enorme en la cobertura de su compañero explorador. Los enanos comenzaban con una estrategia para ganar una ventaja que hacía unos instantes habían perdido reagrupándose.

Siguiendo con esta intención, el bárbaro asestó un enorme rodillazo al kobold que tenía en frente de él, dejándolo fura de combate. De esta manera inició una retirada justo detrás de Kroggar, bajando momentáneamente la guardia y siendo aprovechada por uno de los kobolds. Borzos fue más rápido que él y consiguió esquivarlo facilidad.

La estrategia parecía funcionar y ahora tenía un tiro limpio, con un poco de suerte y las bendiciones de Kroggar, podía tener su momento de gloria acabando con aquella escoria de un disparo certero.

Se adelanto cinco pies para tener el tiro perfecto y disparó, concentrándose en su nueva magia y acompañado de nuevo su tiro con aquella lluvia de espinas, después volvió a retroceder para quedar a cubierto, no quería que una piedra de honda diera al traste con su concentración.

El certero disparo de Toril acabó por completo con el último reducto del grupo de kobolds. Una lluvia de espinas que acompañaban a la flecha lanzada desde su ballesta fue lo último que se vio de estos quedando sepultados.

El silencio se hizo, el combate parecía que había acabado. Habíais recibido duros golpes durante aquél encuentro pero habíais salido victoriosos. Escuchasteis durante los siguientes segundos el propio sonido de vuestra respiración debido al esfuerzo y la adrenalina segregada durante la escaramuza, la cual no duró menos de un minuto. Pese a ello fue cuanto más intensa.

El silencio abrió paso poco a poco en vuestros oídos al sonido del caer del agua por aquella cascada subterránea que provenía de un manantial en el interior de la roca. Al rastrear con vuestros ojos por la zona, atisbasteis una tenue luz en la parte superior de la cueva. Algo más había allí que aquél grupo con el que os habíais enfrentado.

Borzos, sonriente, aunque un poco deslomado, aplaudió el tiro de Toril. 

-Demonios del abismo! Buen tiro, camarada! Los has mandado a todos al otro mundo! 

Una vez felicitado a su compañero, la furia se desvanecio y el ánimo de Borzos decayó, dejándolo bastante cansado.

-Dadme un segundo y seguimos par delante!

A Toril le preocupaba el estado de sus compañeros, —estáis malheridos, y no tenemos más que los hechizos curativos de Kroggar, si hay mucho más que enfrentar podrá ser peligroso. Podría adelantarme furtivamente y ver que es esa luz antes de poneos en peligro.

Kroggar estaba exultante

—Buen disparro Torril. Los medianos siemprre han sido mejorres tirradorres que luchadorres. Cada vez estoy más segurro de tu ascendencia—bromeó—. Adelántate, necesitamos saberr qué nos aguarrda. Si nos curramos, no habrrá más magia hasta mañana.

Borzos estaba herido, sí pero sabía que, con su furia, podía aguantar aún un poco más, así que se encogió de hombros y asintió a lo dicho por Kroggar.

Sus compañeros necesitaban de sus habilidades, la jugada de retirarse en el combate había salido bien esta vez, pero era arriesgada y los dos fornidos enanos habían sufrido bastantes heridas.

Toril se adelantó en solitario con todo el sigilo que podía y todos sus sentidos alerta, en cuanto tuviera una idea de la situación volvería para tratar un plan con sus compañeros.

Las bromas sobre su ascendencia le dolían menos, al fin y al cabo, eran enanos, las pullas formaban parte de su vida, ya tendría ocasión de devolvérsela. Ahora tenía que concentrarse. y por si acaso mantenía su ballesta cargada.

Toril se adelantó al grupo, comenzó a ascender por los escalones de piedra intentando ver qué narices era lo que brillaba en la planta superior de la cueva. A los pocos segundos le perdisteis de vista.

Pese a que vuestros ojos estaban adaptados a la más absoluta oscuridad, el juego de grises, sumada al sigilo del explorador hizo que se disipara entre las sombras rápidamente.

Avanzando de manera sinuosa entre las sombras, ascendiste por los escalones de piedra que llevaban a la planta superior. Desde allí no pudiste ver enemigos cercanos, ni tampoco nada fuera de lo común, así que te decidiste a adentrarte un poco más.

Los nervios en esta primera misión de “infiltración” estaban a flor de piel y decidiste echar un vistazo rápido para no arriesgar demasiado, intentando que no os descubrieran, y evitando un encuentro innecesario.

Entre la oscuridad que contrastaba fuertemente con una fuente de luz que cruzaba aquél río subterráneo distinguiste lo que parecía una hoguera, acompañada alrededor por otras fuentes de luz de diversos colores.

No sabías con certeza lo que estabas viendo, y debido al contraste fuerte de colores y sombras, apenas alcanzabas a vislumbrar lo que allí se estaba cociendo. Lo único que pudiste ver con total seguridad, fue una figura que parecía llevar alguna clase de túnica o capa que le cubría la cabeza. Era de un tamaño muy reducido, similar a un kobold, pero esta poseía dos alas, que contrastaban a contra luz con la escena.

Un último esfuerzo, tenía que confiar en sus capacidades y adelantarse un poco más para ver mejor, eso podría ser crucial dada la situación en la que estaban sus compañeros.

Entonces ocurrió el desastre, una roca se movió bajo sus pies provocando un peuqeño desprendimiento,lo cual alertaría de seguro a los kobolds, era el momento de salir corriendo de vuelta y avisar a sus compañeros.