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[DM] Huir de la Abadía de Puente Galeon.

Huir de la Abadía de Puente Galeon. (Azul)

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18/10/2020, 22:56
Narrador

La etapa en la Abadía de Puente Galeon:

Tras casi tres años de búsqueda, Bertrand recibió el perdón del Patriarca de la Iglesia de Mitra. Tras agotar hasta la última vía y la última pista que podían hacer que diera con el resto de reliquias encontradas hasta el momento Harlak Burroms decretó en su lecho de muerte que Bertrand Dotter debía regresar a Ristlat. La dedicación y el esfuerzo que había dedicado, sin haber reportado queja alguna, valieron para que Harlak admitiera su error y revocara su condena.

Ya de regreso en Ristalt, lo primero que hizo fue ir a ver los tres objetos que había hallado tiempo atrás en la cueva del valle. Los tres se encontraban expuestos en el Templo de Mitra de Ristlat, a la espera de encontrarles un lugar mejor donde ser protegidos. Bertrand se marcó entonces un propósito. No fue otro que los objetos sagrados fueran devueltos a la Abadía.

Tras mucha lucha y casi ocho meses después de su regreso a Ristlat, la nueva Matriarca de la iglesia de Mitra, Ordsa Frecon, aceptó a regañadientes que los objetos fueran devueltos al a la Abadía de Puente Galeon y que Bertrand Dotter se convirtiera en el nuevo Abad del santuario, a cargo de una decena de monjes que se encargarían de custodiar las reliquias y de administrar los gastos de la Abadía, llevar a cabo los oficios diarios, atender los viajeros y peregrinos y de la explotación en general de aquel enclave religioso.

Tardaron sólo nueve meses en tener a punto el antiguo edificio de la abadía, adecentar los jardines y reconstruir el hospedaje que fue derribado cerca de un año y medio atrás tras un huracán que asoló la zona. Una vez se puso en marcha la actividad de aquel lugar de peregrinaje, no tardaron en comenzar a llegar peregrinos y viajeros y Bertrand tuvo que ocuparse de encontrar personal para administrar el hospedaje y guardias para garantizar la seguridad de los objetos sagrados y los monjes.

Pese a que los gastos iniciales fueron muy elevados, no se tardó en comenzar a generar beneficio, el cual íntegramente se rembolsaba la iglesia de Mitra, tras descontar los gastos que generaba la Abadía, así como una pequeña paga que quedaba para los monjes, el propio Bertrand y otra partida que se dedicaba al mantenimiento y mejora de las instalaciones.

Bertrand se sentía orgulloso de todo lo que había conseguido y por aquel entonces, salvo en sueños húmedos en sus solitarias noches el valle de Galeon, había olvidado casi por completo a su amada. No obstante, el destino le tenía reservada una sorpresa. Tan solo dos meses después de que el Abadía de Puente Galeon abriera de nuevo sus puertas, recibió una inesperada visita.

Fue Tobard Thiem, su segundo al frente de la Abadía y el encargado de las cuentas y el inventario, quien fue enseguida a buscar a Bertrand para que acudiera de inmediato ante los recién llegados. Para sorpresa de Bertrand, unos rostros conocidos habían acudido a Puente Galeon para apreciar lo que el hombre que logró el exorcismo de su hija, había erigido en la cima de aquella montaña.

La familia Casmaxadel al completo había peregrinado hasta la Abadía, con Umsaralen Carsio a la cabeza, junto a su esposa, así como su hija Lachard y su marido el barón Tisef Oderlof. Tras un grato reencuentro, acudieron a los oficios del mediodía que a punto estaban de empezar y una vez finalizados, Bertrand invitó a comer a sus invitados, acudiendo también a dicha comida su segundo, el señor Thiem.

Durante aquella comida se hablaron de muchos asuntos, siendo los temas estrella, el exorcismo de Lachard, los viajes en busca de las reliquias de Bertrand, la administración de aquel lugar de peregrinaje, así como los nuevos intereses comerciales de la familia Casmaxadel y las rutas marítimas.

Tisef le desveló a Bertrand que había sido él quien más había insistido en realizar aquel viaje de fe, pues su esposa le había hablado mucho de él y de cómo le ayudó durante el exorcismo y después de éste. Quería conocer a quien había hecho posible su feliz matrimonio y a quien había librado de las garras del maligno a su ferviente esposa.

La familia Casmaxadel pasó una semana en la Abadía dejando importantes beneficios en el hospedaje y haciendo una cuantiosa donación que sirvió posteriormente para construir el campanario del templo. Durante su estada en Puente Galeon, la relación entre Bertrand y Lachard no fue más allá de la más pura de las cordialidades. De hecho, fue Tisef quien más tiempo pasó con Bertrand fascinado por sus historias y demostrando una férrea fe en Mitra.

Lo cierto fue que Tisef y Bertrand fraguaron durante aquella semana una gran amistad y el joven Oderlof, creyó haber encontrado en Bertrand un consejero y un amigo fiel. A partir de aquel entonces, muchas fueron las cartas que tanto el señor Casmaxadel como Tisef enviaron a Puente Galeon en busca de consejo espiritual y muchos los donativos que llegaban tras sus éxitos mercantiles.

Sin embargo, todo cambió de nuevo cuando el remitente de una de las cartas procedentes de Último Hogar, no fue ni Tisef Oderlof, ni Umsaralen Carsio Casmaxadel, sino su fogosa hija Lachard. El contenido de dicha carta hizo que los cimientos de aquel nuevo Bertrand se tambalearan y que se desmoronada todo lo que había construido tras sus viajes en busca de las reliquias. Lachard Casmaxadel, una mujer casada le acababa de confesar sus más íntimos secretos. Seguía amándole y deseándole como el primer día en que se enamoró de él y quería verle.

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18/10/2020, 22:56
Murciélago

Un fuerte golpe en la ventana te sacó de un duermevela visitado por los sueños húmedos con Lachard, más frecuentes desde la visita de los Casmaxadel a la Abadía. Te levantaste de la cama aún adormilado y excitado a partes iguales, y te apresuraste a encender la vela que siempre tenías a mano en la mesilla de tu austera celda. Agarraste el portavelas y te dirigiste a la ventana. El cristal estaba manchado de sangre, y en el alféizar había un murciélago.

El animal estaba despatarrado y malherido; sus heridas parecían más antiguas que el trompazo que acababa de darse contra el vidrio. Sus alas se movían espasmódicamente, y su pecho bajaba y subía con rapidez. Colgando alrededor del cuello había un pequeño cilíndrico metálico como los que les ponían a las palomas mensajeras. Era la primera vez que veías un murciélago desempeñando esas funciones, pero parecía que eso era exactamente lo que tenías delante.

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01/11/2020, 13:37
Bertrand Dotter (Azul)

Bertrand se despertó tras un ruido. ¿Quién osaba a despertarlo sin avisarle antes? Se levantó, un poco de malhumor. Para colmo, tenía aquella erección que le daba pinchazos. Necesitaba descargar y, nuevamente, había dormido sólo en aquella cama de matrimonio. Caminó hacia la ventana, pues bien había visto que esta estaba manchada de sangre. Seguramente, algún pajarillo se había estrellado contra sus preciosos cristales. Bufó. Más tarde llamaría al personal de limpieza para que los limpiaran.

Sin embargo, fue en ese preciso momento, tras asomarse al cristal de muy malas formas, cuando sus ojos captaron un animalillo intentando sobrevivir a la muerte. Bertrand abrió la ventana y cogió al murciélago. Tenía un aspecto horrendo, pero tampoco quería que muriese allí mismo. Aunque... tal vez le podía ahorrar la agonía. Bufó de nuevo. Que él tuviera que hacer todo el trabajo sucio para la madre Naturaleza no le hacía ni la menor gracia.

Bufó de nuevo. ¿Acaso no había comentado que se había levantado de mal humor? En primer lugar, cogió aquel mensaje que le asfixiaba por completo al animal y luego, lo miró, rezó porque Dios lo tuviera en su gloria y le retorció el cuello. Sin más miramientos, lo tiró por la ventana. Seguramente, algún todo poderoso hambriento lo echaría a la cazuela. 

Leyó el mensaje y la erección que antes se le había bajado por el estropicio que debió de cometer, empezó a darle señales de vida nuevamente. 

-Mierda. -Pensó para sí. 

 

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01/11/2020, 13:59
Narrador

Aquel pobre animal cayó por la ventana hasta aterrizar en el suelo del patio interior de la Abadía. Bertrand no vio como aquella alimaña chocaba contra el suelo, pues estaba ya demasiado oscuro, pero sin duda alguno de los monjes lo encontría al amanecer cuando fuera hacia la capilla para los rezos matinales. 

Fuera como fuera, abriste el pequeño estuche metálico y extrajiste un pequeño manuscrito. Enseguida reconociste la letra.

Conciso y directo a lo que deseaba: justo como la recordabas. Apenas te dio tiempo a terminar de leer el mensaje cuando escuchaste el sonido de unas botas martillear a toda velocidad por las escaleras que conducían a tus aposentos.

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01/11/2020, 14:17
Bertrand Dotter (Azul)

-Mierda. -Pensó. 

Tras leer el pequeño manuscrito, Bertrand lo guardó tan rápido como oyó unos pasos que se aproximaban. Se colocó, aún sin vestir y en paños menores, detrás de la puerta con su arma. Esperaba que no fuera ningún enemigo, de ser así... acabaría con él.

Notas de juego

¡Se cargó al murciélago! Shit.

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01/11/2020, 14:39
Tyris

La puerta no fue golpeada con violencia, sino que se abrió, de sopetón. En el otro lado del umbral había un par de generosos pechos que subían y bajaban rítmicamente. Aquel par de senos estaban detrás de una armadura, y pertenecían a una de las guardias de vuestra pequeña congregación. Tyris era su nombre, y habías oído decir de ella que era una mujer hermosa y voluntariosa. Pero al parecer lo de llamar a la puerta antes de entrar como una tromba en las dependencias personales del abad no iba con ella. 

La mujer tenía un antorcha humeante en una mano y la espada desenvainaba en la otra. Jadeaba por haber subido las escaleras a toda velocidad con la armadura puesta.

—¡Señor abad! —te llamó en cuanto pudo recuperar el resuello—. ¿Estáis bien? ¡He visto un monstruo estrellarse contra vuestra ventana!

Notas de juego

Si... Lo de matar al bicho puede haber sido un contratiempo XD.

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01/11/2020, 17:23
Bertrand Dotter (Azul)

-¡...! POR DIOS, TYRIS QUE SUSTO ME HABÉIS DADO. -El abad suspiró y dejó el arma en su sitio. Reparó en los senos de la paladina y acto seguido apartó los ojos avergonzado. Rápidamente volvió a sus pensamientos aquella carta. Estoy bien, no os preocupéis. ¿Qué habéis hecho con... ''eso''? 

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01/11/2020, 18:15
Tyris

- ¿Con eso? - Preguntó la joven. - Se estrelló contra su ventana, ¿no? ¿Visteis lo que era? ¿Pudo entrar en vuestros aposentos? - Tyris parecía ansiosa por obtener respuestas y sin duda saldría a la caza del "monstruo", si Bertrand le daba una pista de dónde podría estar.

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03/11/2020, 13:15
Bertrand Dotter (Azul)

El abad carraspeó. 

-¿Acaso no habéis visto al animal caer muerto? Pues yo mismo lo he matado. Estaba agonizando. Podéis entrar, sí, pero me encuentro indispuesto. -Movió la cabeza en forma de negación, desviando su mirada a la pequeña erección que ya se iba caminando. Pues quería señalarle que estaba en paños menores. 

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03/11/2020, 13:20
Tyris

Tyris penetró en las estancias del Abad y revisó la habitación de cabo a rabo. Nunca mejor dicho, pues tras examinar la ventana y hallar rastros de sangre, miró de forma general y acabó en las vestiduras del buen Bertrand, detectando una extraña protuberancia a la altura de la entrepierna. 

Yo... ¿Ésto...? - Se puso colorada. Era una joven inocente, pero no tanto. - Creo que será mejor que os deje a solas. - Comentó con la mirada gacha. - Si me necesitais sólo tenéis que llamarme... - Comentó.

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03/11/2020, 13:33
Bertrand Dotter (Azul)

El abad se señaló y movió la cabeza.

¿Puede irme el día a peor? -pensó para sí cerrando la puerta tras la mujer meto en todo. 

Tras ello, se aseó y se consiguió vestir, luego, salió de sus aposentos. 

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03/11/2020, 13:37
Narrador

Seguía siendo completamente de noche. La Abadía estaba en aparente calma y nada se movía en el pasillo ni en el patio interior que se veía desde el mismo. Salvo una sola cosa. Tyris estaba allí, apostada junto a la puerta del Abad y al verle salir dio un respingo asustada. 

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03/11/2020, 13:38
Tyris

- ¡Mi buen Abad! - Exclamó sorprendida al verle. - ¿Qué sucede? ¿Algún problema? - Desenfundó su arma. - ¿Es ese murciélago otra vez?

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03/11/2020, 14:08
Bertrand Dotter (Azul)

-No, no... Sólo tenía sed. Descansad. Voy a ir a la cocina a por un vaso de agua.

En un grito me va a matar.

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03/11/2020, 14:33
Narrador

Bertrand descendió en silencio y ya por fin sin su bata de dormir con la que Tyris le había visto puesta, en dirección a las cocinas. 

Todo estaba a oscuras y en silencio, como debía ser durante la noche. No vio a monje o guarida alguno en ningún pasillo, o en los jardines del patio interior. Estaba contento de poder beber agua fresca sin contratiempos. 

Bertrand recordó entonces el licor de cereza que se fabricaba en la misma Abadía y del que era custodio de gran cantidad de la producción. Tenía una botella debajo de la almohada y necesitaba un trago. No entendía ahora que le había llevado a las cocinas para saborear la insipada agua, teniendo aquel delicioso licor en sus estancias. Pero ya estaba allí, así que abrió la puerta de las cocinas.

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03/11/2020, 14:58
Clotis

Una silbido pasó por el lado derecho de Bertrand a la altura de la cabeza y rozándole una oreja. Acto seguido se estrelló contra la puerta de la cocina haciendo que estallara una nube de astillas. Siguiendo la trayectoria que había trazado el cuchillo de cocina en su mortal vuelo, descubrió a Clotis vigilante, insome, en su cocina. La jefa de cocina estaba en pie, junto a una silla y con el brazo extendido hacia él. Sin duda había sido la autora del atentado contra su vida.

¿Qué demontres hace aquí el abad? - Preguntó con su atronadora voz. - ¡A ver si se cree el señor abad que está en la fonda del sopapo!

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03/11/2020, 17:32
Bertrand Dotter (Azul)

-Cálmese mujer -dijo en tono tranquilizador, pues a Clotis, quien se caracterizaba por tener un temple bastante temido,, no había quien la calmase-, sólo he bajado a por algo de agua. Dígame, ¿y los demás guardias? ¿Dónde están? Así mismo, sin miramientos, fue hacia la despensa y cogió una fruta.

 

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03/11/2020, 21:55
Clotis

Los ojos de aquella mujer se clavaron con furia asesina sobre Bertrand. Una vena de su cuello de marcó y los dientes rechinaron con ira. Clotis agarró un cuchillo cebollero y comenzó a respirar de forma profunda mientras trataba de calmarse y sus nudillos se ponían blancos de la fuerza que hacía al agarrar la empuñadura del cuchillo. 

Y es que quien conociera a aquella horrible mujer, sabía que consideraba su cocina un templo y a ella misma al cancerbero que guardaba su entrada de toda persona ajena al lugar. Pocos eran los que se habían atrevido a entrar en las cocinas de Clotis y se contaban con los dedos de la mano los que habían entrado sin autorización y habían regresado.

De hecho, en los últimos tres años, ya habían pasado por las cocinas siete ayudantes de cocina y nueve pinches y cuatro de ellos con los pies por delante tras sufrir terribles accidentes domésticos. Lo que nadie entendía era porque esa demente seguía trabajando allí. 

Deje es manzana ahora mismo. - Le ordenó al Abad. El tono de su voz daba escalofríos y helaba el alma. - O aténgase a las consecuencias... - Con un movimiento lateral hizo crujir su cuello. - Ya he tenido más paciencia de la habitual, dado que es usted el Abad, pero no siga tentando a la suerte. 

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04/11/2020, 09:04
Bertrand Dotter (Azul)

-Eh, eh, guarde el arma o llamo a Trys para que la expulse de la abadía y no vuelve a pisarla NUNCA. Si quiere su manzana, aquí la tenéis, pero sepa que le he dado un bocado. -Entonces gritó a pleno pulmón: ¡¡¡TRYYYYSSSSSS!!! 

Bert dejó la manzana en su sitio tal y como le había pedido, eso sí, tenía un bocado notable, puesto que se la había llevado a la boca.

-No le vendría mal un descanso.

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04/11/2020, 11:26
Clotis

- ¡Con que esas tenemos! - Gritó aquella mujer demente.

Entonces dio un tajo al aire y alzó el cuchillo comenzando a acercarse rápidamente hacia el buen abad. Sus intenciones eran claras y evidentes. Matar.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Iniciativa 24

Tira tú iniciativa y si sacas más de 24 puedes actuar antes.