Partida Rol por web

No podía negarse a sí mismo que aquellas palabras le tranquilizaban y aunque quizá hubiera debido guardar una sana reticencia, lo cierto era que Hontza le caía bien y confiaba en la sinceridad de lo dicho.

-Sí, la vengaremos -dijo tras conseguir devolver los ojos a sus órbitas. Aquel movimiento de cuello le había flipado-. Oye, tú de tortícolis no debes de sufrir -señaló para luego echarse a reír. Efectivamente, Pérez era una rata risueña. Una vez dejó de reír, se acercó al búho para cuchichearle sin que el cuervo le escuchara-. No sé, quizá le impongamos un poco. Aunque la verdad es que me da un poquito de mal rollo. Tan negro, callado y con ese nombre. Tiene un algo de espectro. Pero supongo que son prejuicios por alimentarse de carroña y con un compañero no deberían de existir. Pérez, compórtate -se ordenó a sí mismo-. Tal vez deberíamos hacer algo para que se integre más.

Ingresar a la casa provoco muchos sentimientos encontrados a Raven, la verdad es que tenía buena memoria y hasta hace poco había sido una parada habitual de el. Sin embargo, a partir de hoy eso ya no se repetiría pues la bruja estaba muerta, y como decían los otros dos, ella necesitaba venganza. 

- Es mejor viajar de noche, en la noche no me podrán ver apropiadamente - Digo mirando la curiosa escena, nunca imagine que vería al cazador transportando a su presa y que la presa se deje llevar voluntariamente, pero esta vez son ocasiones especiales.

Ya teníamos transporte para el roedor, y ahora teníamos un propósito, el resto de si lo podemos llevar a cabo o no, se verá durante el camino. 

- Si nos escabullimos en la noche al nido de los humanos, entonces puede que estén durmiendo. 

La tarde transcurrió con el hermético y silencioso Raven mirando como Hontza practicaba su vuelo con Pérez en la cesta, los animales estaban listos, al menos lo mas listo que unos animales del bosque estarían alguna vez para semejante empresa. Pasaron las horas y pronto el sol comenzó a ocultarse en las montañas mas allá del bosque, en donde ni un animal del bosque había observado, en un lugar imaginario e inalcanzable. Llego la hora de comenzar el asalto. 

Solo habían dos caminos a seguir, el primero es llevar a cabo un "asalto directo" e ir por el camino, los que les tomaría mas o menos media hora para llegar a la aldea humana, o cruzar el bosque de manera segura, pero les tomaría un par de horas y quizás un poco mas para ir esquivando las ramas de los densos arboles que crecen en el lugar. El cuervo se paro en una rama que la bruja había puesto en el exterior de su hogar para que reposen las aves que la visitaban y miro al sol que cada vez se veía menos. Para el parecía una de las muchas joyas que había robado durante su vida y ocultaba en su nido. 

- ¡Es hora de partir! - Anuncio. 

Esta noche se decidiría el destino de los tres animales con una venganza entre manos... plumas...patas, lo que sea. 

El sol se ponía y con ello la oscuridad aumentaba, haciendo que la partida estuviera cada vez próxima. Pérez sintió un cosquilleo en su estómago, fruto de los nervios y de la incertidumbre por lo que estaba por llegar. 

-Uffff -pausa-, uffffff -el sonido de cómo tomaba aire y lo dejaba escapar llenó el espacio circundante-. Intento relajarme -declaró a los demás. Cuando ya creyó estar listo y preparado, se subió al cubo de un salto y asomando la cabecita, miró a la rapaz y al carroñero-. Pues ya diréis, que en esto mandáis vosotros que sois los que voláis. Hay que decidir.  O camino corto con ciertos riesgos o camino largo con menos riesgos. Porque de que habrán riesgos, no tengo duda alguna.  

La rata me hacía reír con sus ocurrencias y aún giré más el cuello para que viera que precisamente no iba a tener esos problemas. 

- Es cómodo para muchas cosas. - Para qué negarlo. 

Observé al cuervo, que verdaderamente estaba demasiado silencioso y a mí eso tampoco me gustaba demasiado. No me gustaría pensar que podría estar tramando algo. 

- Igual es tímido. - Tuve que decir. 

El plan de atacarlos mientras dormían me parecía un plan impecable, aunque aún teníamos que ver eso de cómo íbamos a matar a un humano, porque yo quitando animalejos pequeños no era daba a hacer matanzas. 

- Si vamos a viajar de noche yo voto por el camino directo y cuando tengamos que parar nos apartamos del camino. ¿Qué pensáis? 

-Por mí perfecto -dijo Pérez-. Como he dicho, vosotros llevais el timón en esta parte del viaje y yo solo soy un peso muerto que espera poder ayudar cuando ya tenga las patas en el suelo. Así que lo que decidáis estará bien. ¿Nos ponemos en marcha? 

No miró al cuervo. No esperaba que respondiera. Como mucho asentiría o negaría o se limitaría a seguir a Hontza en el camino que ella decidiera.

- Hay ocasiones que hay que arriesgarse, estoy de acuerdo con tomar el camino corto, cuanto antes terminemos con este asunto mejor para todos. 

Replico a los otros familiares de la bruja, es momento de comenzar con esto, por lo que vuelo de una rama de un árbol cercano a otra, es tiempo de que los animales visiten a los humanos. 

- ¡Vamos!

Ruta por el camino corto.

Hay ocasiones en las que se debe dividir para conquistar, en otras simplemente cargar de frente en un todo y nada, por lo que en el momento en que emprendieron el viaje el trió de animales no dudaron en tomar la ruta mas corta y directa, escoger el camino de piedras que los humanos habían construido en algún momento antes de su nacimiento, rocas que no eran muy frecuentadas al menos no por la bruja, debido a que ella solía visitar el bosque o permanecer en su casa, en toda vuestra vida nunca la habían visto marchar por este camino hacia donde otros de su especie habitaban. 

La ruta era simple. Pocos árboles rodeaban el camino, faltaban rocas en algunos lugares y otros estaban cubiertos por hierba, pero era fácil seguir el camino, pues era una linea recta durante tramos y otros curvaba levemente. Podría incluso decirse que hasta el momento parecía un paseo, todo muy simple hasta que comenzó a escucharse el sonido del río mas adelante...

Afortunadamente para ustedes no era temporada de lluvias, pues cuando llovía era tan intenso que el río crecía, y crecía demasiado, incontables animales habían muerto en aquellas traicioneras aguas, siendo arrastrados hacia lo desconocido por el furioso cauce. Sin embargo, no era época de lluvias, y por lo tanto el flujo de agua no estaba en todo su esplendor... todo seria muy bueno... pero...

- ¡Maldita sea! ¡Seras hija de puta! - Exclama la voz furiosa de un humano, al costado del puente para cruzar ven una gran fuente de luz, un par de humanos y varios perros están detenidos allí. 

- ¡No pienso volver a esa maldita aldea! - Exclama una humana que le acompaña - ¡Están todos locos! Todo era muy raro allí... no... ¡No pienso ni acercar un pie mas en esa dirección!

- ¿Y que propones? ¡La próxima aldea esta a días de distancia! 

- ¡PUES SERÁ MEJOR QUE COMENCEMOS A CAMINAR!

Aparentemente estaban discutiendo y aun no los escuchaban en absoluto, no se percataban de ustedes. O al menos así sería debido al manto de la noche... pero no, la vida no es tan amable. Uno de los perros, comenzó a mover su nariz de un lado a otro y a gruñir, pronto todos los perros estaban en alerta y ladrando, lo que interrumpió. 

- ¡Comida, comida! - Rugían los perros con su limitado intelecto (guau guau escuchaban los humanos). 

Ambos se pusieron de pie rápidamente, dejando de lado sus disputas, tomando sus varillas que escupen fuego, es decir sus rifles mientras miran en todas direcciones tratando de encontrarles. 

Pérez no veía gran cosa en mitad de la noche, pero disfrutaba de su viaje, aferrado con sus patitas delanteras al borde del cubo y dejando que el viento acariciara el pelaje de su cabeza y agitara sus bigotes y vibrisas. Alcanzó a ver parte del sombrío camino cuyo perfil seguían, recto unas veces, curvo otras. Escuchó el sonido del río y se dijo que no parecía que fueran a tener un viaje sobresaltado, cuando todo cambió. 

Los gritos de los humanos llegaron altos y claros hasta ellos. Frunció el hocico ante los insultos, los chillidos y las recriminaciones, tan propios de los dos patas por lo que había oído decir a la bruja y que era una de las razones por las que había decidido vivir en mitad del bosque. Giró la cabeza para observarlos. Vio entonces el puente y la luz, pero estaban lo suficientemente lejos como para no preocuparle en exceso. Bastaría con desviarse un poco en el vuelo para dejarlos atrás rápidamente. Y aunque nadie negaría que la idea de Pérez era buena, los perros comenzaron a ladrar. Alguno de ellos, sin duda un privilegiado en cuanto a sus sentidos, alcanzó a captar su rastro en el viento. Podrían ladrar cuanto quisieran que mientras estuvieran fuera del alcance de la luz, no les verían.

No quiso decir nada, ni comentar jugada alguna para que Hontza no se viera distraída y decidiera lo que quería hacer. Él ya había dejado claro que mientras fuera un polizón de cubo, no decidiría nada.

La verdad era que no esperaba encontrarme tan pronto con humanos, pero debería haberme imaginado que seguro que los veíamos enseguida porque siempre estaban por todas partes, nunca para nada bueno. 

- ¡Mierda! 

Los humanos eran tan tontos que no se habían dado cuenta de que estábamos allí, pero llevaban perros y esos animales eran tan estúpidos como para lamerles los pies a sus dueños. 

- ¡Jodidos chuchos! 

Lo más sencillo hubiera sido haber pasado volando como si ellos no estuvieran, pero ahora iban a estar alerta e iba a tener que alejarme para que no vieran la enorme sombra que debíamos ser, sobretodo el cubo y yo, que era un poco más grande y corpulenta que el cuervo. 

- ¡Odio a los perros! 

No dije nada en alto para no hacer nada de ruido, aunque seguro que esas malditas "ratas gigantes", bueno, ahora tendría que llamarlas de otra manera para no ofender a Pérez, tenían demasiado buen olfato y podrían darnos algo de guerra.

La segunda opción era coger a la rata entre mis garras, soltar el cubo y que se pelearan con él si nos pillaban, pero luego sería un coñazo eso del transporte, así que mejor la opción de intentar pasar desapercibidos. 

Un breve encuentro de sus miradas bastó para que Pérez supiera perfectamente qué es lo que el búho iba a hacer. Aquello que mejor sabía hacer. Desenvolverse en la oscuridad sin sacar ruido alguno, una sombra en el bosque, la muerte que acecha. Así que la rata hizo aquello que debía para ayudarla. No sacar ruido alguno, ni moverse en el interior del cubo, ni lanzar un chillido de susto porque Hontza cabrioleara en el aire y él se viera zarandeado. 

Cogió aire y se tumbó en el fondo del cubo, extendiendo las cuatro patitas hasta tocar las paredes de madera del mismo, una posición poco cómoda pero que impediría que fuera de un lado a otro, sacando ruido. 

Los perros confundidos comenzaron a ladrar en todas direcciones, quizás porque milagrosamente soplo el viento cubriendo vuestro rastro o porque no podían ver bien en la oscuridad como los humanos, fuese como fuese parecía que habían logrado escapar del rastro de los cazadores. 

O eso creían, pues Raven choco con un palo y delato su posición. 

- ¡Por allí! - Exclama el cazador enfadado cargando su arma a la velocidad de un rayo, entonces disparo - ¡Malditos chinches morid! 

El escopetazo rugió por el bosque, y lo prosiguió un silencio de ultratumba, por unos instantes parecía como si todo fuese envuelto en ruido blanco, pero no fue así, pues su compañera disparo en una dirección cercana, algo tenía muy alterados y asustados a esos hombres, lo suficiente como para que se pusieran en guardia de esa manera. 

- ¡No dejes que te atrapen! - Grito lo mujer desesperada. 

- ¡Comida comida comida! (guau guau guau) - Los perros seguían jodiendo. 

Por su parte ni uno de ustedes había recibido daño, al menos no de momento, pero las balas si habían pasado cerca. Cubiertos por el velo de la noche, aún permanecían ocultos, aunque los humanos estaban al tanto de vuestra presencia. 

- ¡Ustedes sigan! - Exclama Raven mientras comienza a emitir un brillo verdoso algo fantasmal, se estaba preparando para usar su hechizo otorgado por la bruja. 

Mientras ambos humanos le apuntaban con sus escopetas el hechizo fue terminado y un grito espectral irrumpe el ruido de la noche, este no parecía provenir de ni un lado y a la vez de todos lados, algo extraño, pero magia es magia y no se puede cuestionar, no es como que ustedes entiendan como funciona. 

¿El resultado? Terror, caos, confusión. Algunos perros salieron corriendo al bosque mientras otros, ladraban y gruñían, uno incluso salto y le mordió el culo al hombre, el cual soltó un gemido de dolor y callo rodando al río con un gran salpicon de agua, la mujer por su parte soltó su arma y se perdió en la espesura. 

De momento parece que estaban a salvo...

Pérez, anclado al fondo del cubo y quieto como una rata disecada, no fue consciente de lo que ocurría fuera, algo normal habida cuenta de que no veía nada y que tan solo podía guiarse por lo que oía. Del lenguaje humano no entendía nada y del canino... Como que daba igual porque los perros solo pensaban en una cosa. La comida.

Pero algo sí vislumbró. El refulgir de un hechizo y consciente de que Hontza no había sido solo quedaba una opción, el cuervo, quien además les había instado a seguir. Desde el fondo del cubo, miró al búho.

-¿Qué hacemos? ¿Seguimos adelante y le dejamos atrás? ¿O le esperamos?

Aquellos humanos decían y hacían cosas muy raras. A mí me parecía que se habían encontrado con algo que los había asustado en algún lugar del bosque y aunque dijeron eso de "chinches" me parecía un animal muy insignificante como para asustar tanto a nadie. 

- ¡Estos humanos están locos! 

El cuervo comenzó a brillar de una manera extraña y nos quedo tanto a Pérez como a mí que iba a usar el conjuro que le había proporcionado la bruja. 

- Ala, ¡Qué pasada! - Desde luego eso era mucho más molón que el hechizo que me había otorgado a mí. 

En cuanto nos dijo que fuéramos avanzando nosotros asentí, pues si estaba haciendo aquello era para que pudiéramos continuar. 

- Ten cuidado. 

Pérez parecía dudar si dejarlo atrás o no. 

- Nunca se le estropea a nadie su momento de quedar como un héroe. 

Así, en cuanto sentí el caos a mi alrededor, volé lo más rápido que pude para salir de allí. 

La noche aun era joven, daba la impresión de que acababan de partir (y así era) y ya habían perdido a un compañero, por lo que cruzan el río con rapidez, sobrevolando el puente que poco mas adelante estaba roto, pueden darse cuenta fácilmente que al parecer un árbol había caído llevándose consigo parte de la estructura. A medida que se alejan escuchan un par mas de disparos y luego un silencio de ultratumba. 

El camino se extiende por delante de ustedes, a medida que lo cruzan pueden notar que se pone en mejor estado, estaba mejor mantenido y la maleza ya no crecía tanto a sus costados, de hecho varios árboles estaban podados y bien tratados... lo que suponía menos lugares en los que ocultarse, que era precisamente lo que necesitarían si aparecen mas humanos chiflados con sus palos de fuego. 

Pronto llegarían a la aldea de los humanos, eso se los dicta vuestros instintos. 

Pero...

Poco mas adelante sobresalía entre todos los otros arboles uno oscurecido, calcinado, era mas alto que los otros y le quedaban pocas ramas, era mas que obvio que estaba muerto, pero ese no era el problema, sobre sus ramas reposaba una enorme ave, un buitre negro como el alma del cazador que extermino a la bruja, el cual los veía fijamente. 

- ¿No es demasiado tarde para que un ave... como tu y un bocadillo anden dando la vuelta? - Exclama el animal tomando vuelo y rodeando a Hontza impidiendo su paso - Diganme, ¿Que planean hacer en el nido de los dos patas? Quizás pueda dejarte pasar si dejas el bocadillo aquí... para hacerme compañía. 

Conseguimos salir de allí sin que se dieran cuenta, claro que a costa de dejar atrás al cuervo. Esperaba que estuviera bien y hubiera podido huir de aquella chusma humana y sus chuchos malolientes. 

La aldea de los humanos no estaba demasiado lejos, así que pronto llegaríamos a nuestro destino, aunque claro, en cuanto vi aquel árbol pelado ya me di cuenta de que algo había. 

- ¡Uff! ¿Un buitre? Huelo los problemas desde aquí. - Dije no demasiado alto, simplemente para que pudiera escucharme Pérez desde el cubo. 

El hecho de que aquel animal supiera lo que había en el cubo sin que la rata asomara sus bigotes me dejó un poco sorprendida, pero bueno, aquel era el bosque de la bruja y todos habíamos visto cosas que nadie alcanzaba a comprender. 

- Un humano se ha llevado a uno de nuestros vecinos e íbamos a recuperarlo. - Era mejor que este "desplumao" no se enterara de nada. No me fiaba de los buitres "ni un pico". 

Claro que entonces dijo lo de dejarle a la rata y tuve una idea. 

- ¿Si te dejo un bocadito contigo nos dejas pasar?

Esperaba que Pérez no se pusiera nervioso al escucharme al decir aquello, aunque luego pensé que si se ponía nervioso haría la historia más creíble. Sólo quería que el buitre aceptara. 

- ¿Un humano? - Escuchan una profunda y seca "risa de buitre" - Los humanos son criaturas maravillosas, matan por matar y lo que no quieren comerse me lo como yo ¿Porque debería dejarlos pasar?

Tras unos instantes y la propuesta el buitre mira con atención el cubo que sujeta Hontza con atención renovada y malicia, es fácil saber que piensa en ello.

- Habla y sin trucos, o tu también serás parte de mi cena. 

No muy lejos de ustedes, pueden notar que algo centellea en el bosque, pequeños resplandores, no pueden escuchar ni un sonido en especial pero definitivamente hay algo cerca, aunque parece que el buitre no lo ha notado aún pues están a su espalda y esta demasiado concentrado en la cubeta como para darse cuenta. 

Desde luego no estaba nada conforme con eso de que los humanos eran criaturas maravillosas. A mí me parecía que habría que ayudarlos a extinguirse porque siempre que aparecían por el bosque algunos de los animales acababan muertos, presos... incluso los torturaban por diversión. 

- Humanos... ¡Puag! 

Ya le había hablado sin trucos, pero para mí que este buitre era corto de sesera. De todas maneras, estos animalejos eran unos sicópatas y seguro que la amenaza de que me cenaba a mí también no era vana. 

- Pues lo que te he dicho. Te cambio el pase hacia esa zona por un ratoncillo. 

Esperaba que de esta manera entendiera la propuesta, porque claramente había visto algo por el rabillo del ojo y no quería quedarme a comprobar qué era, sólo quería largarme. 

- Así no tendrás que cazar y tendrás tu cena.