Partida Rol por web

Pérez se había agazapado en el fondo del cubo, con esa vana esperanza de que quien no ve no siente y como si por el hecho de no ver él, ya no existiera un buitre en las cercanías. Pero al voz de Hontza y su propuesta hicieron que sintiera un escalofrío recorriéndole de parte a parte y se le erizaran todos los pelos del lomo. Se incorporó y sobre dos patas, asomó la cabeza, la mirada furibunda.

-No soy un bocadillo y menos el ratoncillo que te vas a comer -dijo casi a gritos-. Y sí, los humanos son maravillosos. Matan por matar. Y como te vean, serás el siguiente en caer. ¿O crees que preferirán a una rata en vez de a un señor buitre, con ese porte y majestuosidad que tienes? -dijo zalamero. Un carroñero no podía tener la autoestima muy alta, pasándose como se pasaba la vida comiendo lo que ya nadie quería-. Mírate. Esbelto, con un plumaje negro y brillante, esa cabeza erguida, la mirada penetrante. Un cazador no se lo pensaría dos veces -rubricó-. Y yo que tú miraría detrás de ti. Quizá vienen ya a por ti. Lo mejor sería escapar -dijo con apremio. Esperó a que se volviera, para mirar a Hontza y guiñarle un ojo. Tenía un plan. Si aquel saco de plumas no les dejaba pasar y les amenazaba una vez más, le lanzaría su hechizo para que su pico permaneciera abierto durante un buen rato. Fijo que de ese modo, dejaría de prestarles atención y podrían huir.

El buitre parecía cada vez más molesto a medida que ustedes lo encaraban, definitivamente no era tan inteligente, pero lo que le faltaba de inteligencia le sobraba en crueldad.

- Me comeré a esa ratita de dos bocados para que sufra y luego te comeré a ti, las de tu clase tienen mal sabor y son tiezos, pero me dará satisfacción escuchar como sufren. 

El enorme pajaro abrió sus alas de manera amenazante listo para emprender el vuelo en contra de ustedes, poco a poco pueden notar que aquellas luces se ven unos cuantos metros más cerca. 

- ¡No temo a ni un humano, nadie se atrevería a cazarme a mi! 

Pérez me había destrozado el plan en un momento. Yo que le iba a dar su cena para que ambos pudiéramos salir de allí... Lo que parecía mentira es que se hubiera puesto así de nervioso cuando ya le había dicho que no me lo iba a comer, lo que incluía que no iba a decir que se lo comieran. Deberían saber que la palabra de un búho no se rompe. 

- Gracias Pérez. Ahora sí que estamos jodidos. - Dije pensando en que la única escapatoria ahora era volar hacia donde estaban aquellas luces y que bueno, tuviéramos suerte, muuucha suerte. - Hubiera podido conjurarle la cena. 

No había tiempo para más explicaciones así que era momento de salir de allí echando leches. 

Pérez miró perplejo al búho. ¿Conjurarle la cena? ¿Era capaz de aquello? Parpadeó asombrado y sus bigotillos vibraron con lo que se diría era alegría pese al rapapolvo de la rapaz nocturna. Ya se vería si estaban jodidos o no. Hacían un buen equipo. Pero la plumas tendría que reconocer que si él no sabía nada de su poder, todo lo oído desde el fondo del cubo era como para hacer que el rabo se le hubiera caído del miedo.

Pero lo bueno de todo aquello era que Hontza, en principio, no necesitaba cazar ni matar a ningún ser vivo porque a través de la magia podía alimentarse. Y eso lo hacía bueno. Y respetable.

-Tú tranquila que entre los dos nos encargamos de este esperpento -le dijo casi en un susurro y al ver cómo desplegaba las alas para salir de allí zingando-. Tú dale caña a esas alas, que él nunca será tan rápido como tú. Necesita corrientes de aire para elevarse y ya haré yo que le cueste.

Pérez se mantuvo alerta, su cabeza asomada por el borde del cubo, la mirada fija en el carroñero. En cuanto se moviera para darles persecución y comenzara a volar en pos suya, le echaría sobre sus alas su hechizo de cerrar. Quería ver cómo volaba con las alas pegadas a su cuerpo.

-Jijijijiji -una risita nerviosa y excitada escapó de entre sus incisivos.

El buitre se quedó de piedra cuando Hontza salió volando a toda velocidad, pero pronto se le pasó la estupefacción, logró recuperar la compostura y airado más que nunca comenzó a batir sus poderosas alas iniciando la persecución por el bosque.

- ¡Vayan despidiéndose de este mundo! - Grito envuelto en ira mientras les daba caza.

El asunto es: Al ser un ave más grande y al estar tan enojado comenzó a pisarles los talones bastante pronto, iba bufando y gruñendo, si fuese un perro o algo similar iría tirando espuma por la boca... Pero todo pasó muy rápido. En primer lugar Pérez lanzó su hechizo sobre el gran ave en un momento oportuno por lo que...

- ¿Eh? 

Exclamó aturdido el ave rapaz cuando se le cerraron las alas a la fuerza produciendo que cayera en picado a gran velocidad, era una escena grandiosa. No obstante no fue el fin, el cuerpo del buitre comenzó a brillar intensamente a medida que caía. 

- ¡No! ¿¡Que hacen!? ¡Det_{enganseeeeeee!}

La voz del ave se iba reduciendo y no de a poco, de pasar de tener una voz profunda y amenazante pronto parecía un canario... Y no sólo era su voz, su tamaño se reducía a medida que caía, poco antes de chocar con un helecho era más pequeño que Pérez. Antes de perderlo de vista pueden notar que unas siluetas se aproximan desde la oscuridad. 

Pronto a la velocidad que ha tomado Hontza llegarian a la aldea humana... 

La amenaza del buitre me puso nerviosa. No me gustaba estar en el lado de la presa y aquel ave era muchísimo más grande que yo. Al menos, parecía que Pérez tenía algún as en la manga para deshacernos del asqueroso buitre, por lo que yo me limité a volar lo más rápido que podía, tratando de que no nos cogiera. 

No podía ver lo que le pasaba el buitre pero pronto supe que ya no estábamos en peligro, al menos, no por el peligro de ser ambos engullidos por el desplumado ser. 

- ¿Qué le has hecho? - Mi voz sonaba jocosa. 

Me lo había perdido porque aunque pudiera girar mucho la cabeza no era plan de hacerlo mientras volaba o podíamos terminar formando parte del tronco de algún árbol y la verdad es que me había refugiado un poco en la maleza porque a "cielo abierto" hubiera sido una presa más sencilla para el buitre. 

Eso sí, ahora ya que habíamos pillado ritmo no me detuve, volando en dirección a la aldea. 

A medida que avanzan perdidos en la oscuridad de la noches, ocultos de los ojos curiosos el dueto de animales llego a su destino por fin... y era horrible, atroz, espeluznante. Había humanos por doquier, tirados en el piso, riendo a carcajadas, bebiendo de enormes cuencos, ¡Incluso había humanos en el cielo! ¡Si! ¡Había humanos volando de aquí por allá! Y al fondo de todos, estaba aquella persona odiada, sentado frente a todos mirando de mala gana la celebración. 

De hecho parecía afectado también por lo que sea que estuviesen bebiendo, ya que habían varios cuencos a sus pies, a su lado un viejo con enorme barba y un gran palo en su mano alzo los brazos para hacer que todos se callen. 

- ¡Esta noche honramos al valiente cazador por poner fin a la vida a esa bruja traidora! - Se escuchan ovaciones, la gente estaba feliz - ¡Hoy celebramos, pero mañana seguiremos estudiando, así que recuerden no sobrepasarse! 

Se escucha como algunos se quejan, pero en general el ambiente permanece festivo. 

- ¡Lancen los fuegos artificiales! 

Tras unos pocos segundos, ante asombro de ustedes, los humanos comenzaron a hacer que lluevan estrellas y exploten en el cielo con un gran rugido, sus pequeños corazones de animal laten fervientemente, no solo mataban animales, quemaban el bosque, sino que ahora también hacían que de el cielo caigan las estrellas. 

En fin. Llego el momento final de la velada, es hora de encargarse de aquella peste, la batalla final. Entre ustedes y el hombre que es vuestro objetivo hay algunos metros de distancia, aproximadamente unos cincuenta. El problema, es que esta lleno de otros humanos por doquier, y aparentemente son humanos que pueden lanzar rayos y fuego de sus manos como hacían algunos que parecía que luchaban entre si. Afortunadamente para ustedes es al aire libre, hay un par de árboles que pueden servir como refugio si ocurre algo, o para avanzar con cierta cautela... aunque por otro lado, hasta que no tomen acción real, no deberían porque sospechar de ustedes. Atrás del cazador hay unas cuantas mesas y un horno de barro enorme del cual sacan alimentos que distribuyen entre la población...

- ¡Maestro! - Exclamo un humano que salio del bosque seguido por una hembra y otro que parecía ser de su edad - ¡He atrapado uno! - Tenía en sus manos tomado de las patas ahora el mini buitre. 

El hombre que había hablado y había hecho llover estrellas mira al pájaro con mala cara. 

- No servirá para mucho, tiradlo al fuego a ver si se transforma en algo mas útil. 

Y así el Karma encontró rápidamente a un buitre rabioso. Que comience la batalla final. 

- Música exageradamente épica pero fuera de lugar para un enfrentamiento final -

-No gran cosa -reconoció Pérez-. Mientras volaba y batía alas, le lancé un hechizo de cerrar con lo que sus alas se plegaron y cayó en picado. Lo extraño ha sido que conforme descendía, ha ido menguando, haciéndose más pequeño hasta tener poco más que el tamaño de un gorrión. No sé, pero debe haber algún tipo de magia flotando por ahí. Además, conforme nos alejábamos vi que algo se acercaba al punto donde cayó ese asqueroso -remató,mientras Hontza volaba en dirección al poblado. 

Y finalmente llegaron. 

Lo que vio Pérez no le gustó nada, pero guardó un prudente silencio. Lo último que tenían que hacer era dejarse llevar por el miedo y revelar su existencia y su presencia en aquel lugar maldito. No tenía experiencia con humanos. Era una rata de bosque, y la única humana que había conocido era la bruja y era un ser maravilloso. Lo que allí veía era a humanos tirados en el suelo, arrastrándose como serpientes y ruidosos como jabalís cuando hozaban en la tierra buscando trufas. Alcanzó a ver a alguno de ellos volando y la consciencia de que la magia era algo presente no hizo sino confirmarse. 

Desde la protección del cubo y mientras Hontza planeaba por los cielos, refugiados en la oscuridad de la noche, alcanzó a ver y escuchar a un extraño humano, con la cara cubierta de pelo y sujeto a una vara, que parecía ser quien mandaba allí. Gracias a él pudo por fin poner cara al asesino de la bruja y no pudo dejar de sentir un escalofrío. 

-Es horrorosamente feo -pensó al tiempo que el fuego de la venganza justiciera prendía en su interior. Pero poco tiempo tuvo para entretenerse en contemplarle. Lo que vio hizo que tirara de una de las plumas del pecho de Hontza, reclamando su atención y señalándole el destino de aquel buitre ahora transformado en pajarillo. 

Tras ello, le susurró.

-¿Qué hacemos?

Pérez me contó lo que había hecho y me hizo reír, pues la verdad es que pude imaginarme al buitre cayendo a plomo y eso era estupendo. 

- ¡Bien hecho! - Yo había optado por empezar con una opción más pacífica, pero a esas alturas, había sido una magnífica idea. 

En cuanto llegamos la escena era aterradora, más que nada porque allí había muchísimos humanos y lo peor, humanos volando de aquí para allá. 

- ¡¿Qué narices es esto?! - Protesté al ver el panorama que teníamos. 

El cazador que había matado a la bruja estaba allí. Cómo se las habría arreglado para hacer con esa cada de empanado que tenía era todo un misterio. 

Observaba como el buitre terminaba en la hoguera cuando Pérez tiró de mis plumas. 

- Pues así de primeras no se me ocurre nada. - Bueno sí, meterlo en aquel horno y no dejarlo salir, pero como no podía hacerlo, pues tendríamos que pensar otra cosa. - Lo mejor será que busquemos un lugar seguro en el que observar hasta que encontremos la forma de deshacernos de él. ¿Te parece?

-En ese caso, podríamos ocultarnos entre aquellos árboles. Y observarlo desde allí. Tendríamos que descubrir alguna forma de hacer que toda esta gentuza se fuera o cayera dormida o... La verdad es que no sé qué podemos hacer. Ahí está el asesino, pero todos los demás no son mucho mejores -dijo Pérez-. Pero si ya eliminar a uno nos va a costar, como para pensar en quitarnos de encima a toda esta chusma.

Afortunadamente para ustedes la chusma parecía demasiado influenciada por el alcohol como para tomarle importancia a dos simples animales, además aunque hubiesen luces los humanos no ven tanto mas allá de estas en la oscuridad, por ende pudieron llegar a salvo hasta el refugio de un árbol mientras pueden idear una estrategia. La observación es clave en estos momentos tal y como había indicado Hontza, haciendo lucir su excelente inteligencia. 

Desde vuestro refugio en la cima del árbol pueden notar que los árboles van en hilera hasta cerca de vuestro objetivo, y que las personas se organizan en diversas mesas al centro del patio, el cazador se encuentra frente a todos junto al anciano que había hablado antes observando desde una silla y bebiendo despreocupadamente. Atrás de estos hay una serie de hornos en donde recientemente habían lanzado al pajarraco de mal agüero que había deseado comeros. 

La gente parece distraída y de humor alegre, de una u otra manera el ambiente parece algo tenso eso si, como si ese ambiente de felicidad fuese falso, algo da una vibra muy extraña. 

Me quedé un rato observando todo aquello, pero era como estar viendo la decadencia en forma de humanos. De lo que allí había no se salvaba ni uno, aunque imaginaba que en alguna parte habría alguna excepción que confirmara la regla, pues nuestra bruja era buena y era humana. 

- ¡Mmm! 

Aquel ruidito indicaba que no tenía nada claro cómo actuar ahora, pues si el buitre, que estaba acostumbrado a las matanzas había terminado horneado, no quería ni imaginar lo que podían hacernos a nosotros. 

Esos hornos me mosqueaban un poco y sólo se me ocurría una forma de probar algo, pero era un suicidio y me veía reducida a cenizas. 

- Hay algo raro en esos hornos. ¿Le echamos el cubo lleno de agua a ver qué pasa? 

Claro que para eso iba a tener que volar hasta allí en medio. 

- Si eso sale mal... Sólo vas a quedar tú, compañero. 

-No nos precipitemos, Hontza. Y ni se te ocurra morirte y dejarme solo o te mato. Solo soy una rata, no Superratón. Poco podría hacer yo -sentenció muy serio Pérez-. ¿Y por qué en vez de hacer experimentos no nos acercamos a los hornos para echarles un vistazo? Si vamos por detrás no creo que nadie llegue a fijarse en nosotros. Desde aquí no alcanzo a ver demasiado y me gustaría saber si esos hornos tienen puerta. Además, tu plan tiene dos fallos. Uno, habría que ir a por agua y pesa bastante más que yo y no sé si podrías con tanto peso por fuerte que seas. Y dos, me tendrías que dejar aquí lo cual es muy chungo.

Forzó un tanto la mirada.

-¿Aquello no son bodegas? Quizá haya alcohol en ellas. Esa sí sería mejor idea. Arrojar una botella de licor al horno. ¿Cómo lo ves?

Abrí el pico de manera que casi que estaba diciendo que morirme no me apetecía demasiado y bueno, la perspectiva de acabal calcinado no me hacía demasiada ilusión. 

Definitivamente no me apetecía una mierda acabar como el buitre. 

- Venga, vale. Tampoco hace falta de que me convenzas de que no me muera. 

Asentí cuando dijo lo de la botella, pero para eso íbamos a tener que dejarnos ver igual. 

- De todas maneras, como alguien nos vea podemos acabar desplumados. - Bueno yo, el puede que desbigotado. - Vamos a por alcohol entonces. 

Aprovechando el velo de la noche, se desplazaron entre las sombras para llegar rápidamente a la bodega... en donde... 

- ¡Eeeh hay que llevar mas queso! ¡Y alcohol! - Dice un tipo bastante mareado, entra en la bodega y al cabo de unos dos minutos sale con unas botellas en un canasto y un pan de queso completo bajo la axila (sip 0 higiene), luego cierra con llaves la bodega y se va tambaleando mientras ríe y los otros lo aclaman. 

Al menos no hay moros en la costa... pero la puerta está cerrada con llave. Si tan solo hubiese una rata mágica capaz de abrir cerraduras por el lugar... o alguien que sepa hacer explotar las puertas con fuego y rabia también serviría. 

Pérez sentía que una poderosa voz le llamaba, arrastrándole cual Hamelin cualquiera.

-Snif, snif, snif -olisqueaba, los bigotillos vibrando a mil por hora-. Eso es un Brie o mi abuela era un topo -dijo sintiendo que sus patitas se movían con la intención de seguir aquel pan de queso con aromas de sobaco rancio. Pero un postrer esfuerzo de voluntad, le sirvió para sacudir la cabeza y centrarse en lo que debía-. Dios, qué hambre -señaló recordando que llevaban todo el día en canción y sin probar bocado-. Al menos, se han largado. Y creo que es hora de actuar -miró a un lado y a otro, negando con la cabeza-. Si lanzo el conjuro voy a brillar como una puñetera luciérnaga borracha y todavía alguno de estos zumbados se acerca a ver qué pasa. Mejor sigo en el cubo y me tapas con una de tus alas.

Cuando Hontza así lo hizo, Pérez se concentró y lanzó el hechizo que la amable bruja, cuya muerte querían vengar, le había enseñado. Confiaba en que fuera lo suficientemente poderoso como para vencer las llaves de aquella cerradura.

Pérez usa alohomora y es muy efectivo.

Utilizando al máximo sus capacidades cerebrales, Pérez logra solucionar dos problema a la vez, el primero fue abrir la puerta que se encontraba cerrada y también  evito que una gran cantidad de luz se desprendiera como para llamar la atención al permanecer adentro de la cubeta. Gracias al brillo causado por los fuegos artificiales en el cielo, ni se noto brillo salir de la cubeta y por lo tanto nadie noto su presencia al usar el hechizo otorgado por la bruja. 

El interior de la bodega era pequeño, pero parecía el paraíso perdido que Pérez siempre soñó con encontrar, por supuesto, eso si descontamos la visión infernal de los animales muertos faenados que colgaban del techo, que seguramente estaban conservando con sal para tener reservas para el invierno. Obviando eso, habían muchas conservas de frutas selladas, queso y por supuesto, por lo que habían venido, alcohol, y quedaba en gran cantidad como para lograr vuestro cometido...

Pérez se acodó en una gran rueda de queso y miró alrededor, mientras arrancaba un trozo y lo mordisqueaba con elegancia. 

-Vaya, después de ver esto, uno hasta podría decidir quedarse a vivir aquí. No entiendo a los humanos. Son capaces de hacer cosas maravillosas como el queso pero luego son destructivos y malos. No, no los entiendo -dijo, negando con la cabeza a un tiempo-. Pero bueno, no es tiempo para la filosofía. Tenemos que sacar eso de aquí -dijo señalando algunas de las botellas-. ¿Qué propones, Hontza?

Había podido escuchar hasta el sonido de la baba de roedor cayendo al suelo cuando apareció el enorme queso en escena, pero me contuve para no echarme a reír. Además, yo también me di cuenta de que tenía hambre, pero tendría que esperar hasta después de todo este jaleo para "prepararme la cena". 

Sí, necesitaría un poco de intimidad porque pensaba conjurar el ratón más gordo que pudiera y me lo tragaría enterito, hasta que su cola aún se retorciera entre mi pico. 

- Pues no creo que pueda llevar más de una de esas botellas a la vez. Quizás en el cubo dos, que serían más cómodas de transportar. Sería cuestión de que probáramos a ver. 

Intenté coger una de aquellas botellas entre mis garras y meterla en el cubo. 

Las dos botellas caben a la perfección en el cubo sin mucho problema, si Pérez ayudase desde el interior incluso podría ser fácil arrojarlas al horno. Pero el gran problema a superar, es ver si Hontza podría con ese peso o no...