Partida Rol por web

Nadie os preguntó.

Todo fue muy rápido, tras la reunión en la Sala del Trono os encomendaron una misión: ir a las Cuevas de Gargantatroll y conseguir La Corona de Dragón de Durge Aplastagusanos.

¿Dónde estaban las Cuevas? ¿Cómo era la corona? ¿Tendríais recompensa? Nadie os explicó nada.

POTOPOM!

Detrás vuestro las puertas del poblado se cerraron, estando vosotros fuera. Dos guardias orcos apostados os señalaban y comentaban algo gracioso al parecer. También estaba ahí Lameculos Omagi que os lanzó una piedra envuelta en un pergamino.

La piedra impacto en Lodo Cabezablanda y cayó al suelo. Era un mapa dibujado por el Cartógrafo Oficial del Clan:

Mongui lanzó un graznido cuando la piedra voló y golpeó a Lodo. ¡No acababan de salir y ya estaban siendo atacados! Mirando de forma frenética a su alrededor, Mongui finalmente miró al suelo.  Había una piedra. Había un precioso papel con un bonito dibujo. ¡No era un ataque! Era un regalo. Con los ojos brillando por la emoción cogió el papel y lo acercó mucho a los ojos, se pasó la lengua por los labios, como si tuviese hambre y estuviese ante un rico asado de rata y haciendo un gurruño se lo metió a la boca.

 —¡Mfongfi! grrrfmmpf iihh— dijo con la boca llena levantando los brazos en señal de victoria. Mongui comenzó a masticar pero entonces puso mala cara y escupió el trozo de papel, que cayó al suelo cubierto de babas. ¡¡Sabía fatal!! A saber que había tocado el cartógrafo antes de usar aquel papelajo. 

Al fin una misión en condiciones pensaba mientras se frotaba las manos sonriendo e iba caminando. Escuchó el portazo que dieron las puertas y se paró en seco - ¿Pero dónde cómo vamos a conseguir esa Corona? ¿A dónde tenemos que ir? - se giró viendo a los dos guardias - ¿Qué os parece tan gracioso? Así no se trata a un Mano Negra, Bane estará muy disgustado con vosotros como sigáis as... - de pronto, escuchó un golpe seco y miró al que ahora era uno de sus acompañantes para aquella importante misión.

Lejos de preguntar si se encontraba bien, se comenzó a acercar hacia la piedra que había caído, justo antes de cogerla, el pequeño kobold se le adelantó, cogiendo con su boca el trozo de papel que acompañaba a la piedra. Grang abrió muchísimo la boca - ¡Oye, oye! ¡Que esto no se come! - cuando el kobold escupió el papel, rápidamente el hobgoblin lo cogió con cierto asco. Con los dedos índices y gordos de ambas manos, fue abriendo con cuidado y una vez abierto, sacudió el papel.

Cuando parecía que ya no tenía tantas babas, lo cogió con más firmeza y comenzó a ver el mapa - Esto y nuestra fe en Bane, nos ayudará a encontrar la Corona... Antes de partir, debo deciros que, desde mi experiencia, todos los grupos han fracasado su marcha y, ¿sabéis por qué? Porque no tenían toda la fe que hay que tener en Bane. Si todos asumimos que es nuestro señor y confiamos en él, nuestra misión... ¡será todo un éxito! - expuso - ¡Por la gloria de Bane!

Era lo que había esperado Palocorto toda su vida, una oportunidad para demostrar su fuerza. Después de tanto tiempo teniendo que aguantar el bullying de los otros osgos por su baja estatura, ahora era el momento de enseñarles que estaban equivocados al menospreciarlo. 

Panza vio como el pequeño Kobold regurgitaba el trozo de pergamino, que escupió al suelo. Tomó el pedazo de papel empastado cuando sus compañeros le dieron la oportunidad y comenzó a analizarlo. -Aja... Ajá... Ya veo. - dijo pasando luego el mapa de mano. 

Se alejo dos pasos del grupo dandoles la espalda, pero luego en un rápido movimiento giró 180 grados sobre su eje. Creo que no sé leer mapas. Pero tengo un plan que no puede fallar. 

Se acercó un paso hacia sus compañeros, sacando en el mismo movimiento un hacha. - Entramos, agarramos la Corona y salimos. 

El plan era sencillo, no podía fallar. Sin pensarlo mucho más sacó el segundo hacha, la cual tomó con su otra mano y comenzó a recorrer el único camino posible. Hacia adelante.

A Lodo siempre le pegan, y no sabe por qué: se toca el chichón, que no es muy grande.

- ¿Qué es una Corona? ¿Y por qué tenemos que ir a buscarla? - preguntó a sus compañeros. 

A él nunca nadie le pregunta, simplemente le dan órdenes y Lodo las cumple. Por tanto, sigue el único camino posible, es decir, hacia adelante.

- Vamos, compañeros: va a ser una buena excursión. 

Allí estaba el tan calentito y tratando de recordar que era lo que tenía que hacer cuando llegaron dos orcos cabrones y malnacidos y le llevaron en volandas ante el puñetero jefe del clan. Y aunque Babo ansiaba sobre todo la oportunidad de conseguir fama y riquezas, tan solo como medio para conquistar a las más bellas bebitas del clan, algunas de las cuales ahora no le hacían mucho caso, a pesar de sus esfuerzos. Aquello no tenía muy buena pinta, menudo grupo que habían reunido, y casi sin más detalles, y hasta con un par de tortas y empujones, a tomar por culo, a la puta calle.

Allí, viendo el percal, no entendió muy bien como el había podido ir a parar allí, tal vez había muchas quejas de robos a compañeros, totalmente infundadas, por supuesto, y esto al final le había puesto en la maldita lista negra. Pero se iban a enterar, esta era una oportunidad única para hacerse rico y famoso. Le entraron temblores, y no eran de frio no, eran de pensar en todas las churris que tendría cuando llegase con la corona, unas preciosas cicatrices y mucho oro y cosas bonitas.

-Bueno, pues habrá que buscar donde cojones están esas cuevas de Gargantatroll, y trincar la corona.-

Lo peor iba a ser tener que aguantar la plomiza chapa de Drang, ese tipo era muy cansino. Y sino encontraban las cuevas ni la corona, pero si mucho oro y riquezas, pues tampoco estaría mal, el lo que quería era muchas chicas, todas las que podría cuidar y mimar. O alguna mas. 

Aquel pergamino babeado por un kóbold era la clave para emprender vuestra marcha, pero como todos los legendarios mapas del tesoro primero había que descifrarlo, encontrar su significado.

Lo mirasteis, le disteis la vuelta varias veces. ¡Jajaja! Parecía una carota muy fea de un tipo que le salía pelo por las orejas, aunque si lo girabais hacia el otro lado parecía un sofisticado carromato goblin de transporte de cadáveres y fruta.

Panza comenzó a mirar a su alrededor, para ver si algo de lo que veía tenía semejanza alguna con lo representado en el del trozo de papel babeado. 

Pero nada parecía tener sentido, aún así, en su rostro guardaba la expresión de quién sabe lo que está haciendo. Inspirar seguridad a sus aliados ante todo. Esto era crucial. 

No le eran indistintas las historias de algún Goblin que, por ineficaz y molesto, terminó siendo la cena de un hambriento grupo de orcos que horas antes habían sido sus compañeros.

Mientras sus compañeros examinaban el mapa, Mongui desapareció unos segundos. Había intentado comprender lo que hacían allí y finalmente lo habían conseguido. Después de unos minutos, volvió a aparecer con una corona hecha de ramitas, hojas y lo que ella creía que eran bonitas flores pero en realidad eran cardos. 

—¡Tadaaaaaaa!— Mongui se la puso en la cabeza y, a pesar de los pinchazos, hizo un gesto alegre antes de quitársela y acercársela a Drang. Sin duda, Drang era el líder. Hablaba mucho y eso era lo que hacían los líderes. Además, no entendía nada de lo que decía. Y eso era algo que también pasaba con los líderes... bueno, y con casi cualquiera. El caso era que habían encontrado una corona. La misión estaba completada. Cierto es que había oído algo de un dragón, pero no todas las misiones que incluían dragones te encontrabas finalmente con uno. 

Mientras lanzaba pequeños rugidos y graznidos extraños explicando que podían volver a casa, pues ya tenían la corona, Mongui se volvió a fijar en el dibujo y comenzó a hacer muchos gestos señalando al cielo. La pequeña mano se posó en el dibujo de la parte izquierda y señaló al cielo. Claramente era la Luna. O había que ir a la luna o seguir a la luna en el cielo. O hubiesen tenido que seguirla si no fuese porque Mongui ya había encontrado la corona, como se esforzó en explicarles.

—Mongui grrr mfffa groarr ruuuurrrrr

Después de pasarle el mapa a los demás para que le dieran un vistazo, se quedó algo pensativo pero no por mucho rato. Tenía que decir algo pronto para ponerlos a todos en marcha, eso era lo que hacían los líderes. Dejó que aquel osgo mirara un rato más el mapa y luego volvió a cogerlo él.

Mientras lo examinaba, el kobold volvía de a saber dónde con una especie de corona, la cual se colocó alegremente. Drang lo miró con cierto gesto de incomprensión aunque por dentro se sentía algo molesto. Luego, la pequeña criatura le cedió la corona que había hecho. Aquel gesto lo enterneció. Cogió la corona y se la colocó con cuidado, puesto que había visto que tenía algunas espinas Así podrán distinguirme como líder. 

En el grupo reinaba cierto silencio aunque de vez en cuando escuchaba algún ruidito proveniente del kobold. Lentamente y con sumo cuidado dejó el mapa en el suelo, bien extendido. Juntó sus palmas de las manos y se las acercó a su boca, en un gesto de rezo. Cerró sus ojos e inspiró lentamente. Pasados unos segundos, abrió extendió sus brazos de golpe, miró hacia el cielo y con voz clara habló - ¡Oh todopoderoso Bane! Le habla su más sentido siervo, Drang. La fe depositada en ti es fuerte - o al menos eso espero - por eso te pido que nos mande una señal para encontrar la cueva. Este mapa es un tanto... - no es que no sepamos interpretarlo... - la cartografía es... Bueno, puedes verlo tú mismo... deja bastante que desear... Por eso te pido una señal con estos rezos... - volvió a juntar sus manos delante de su boca esperando su señal mientras rezaba. Sentía que podría conseguir algo de utilidad, hasta el momento, su gran señor no lo había abandonado por su gran fe.

Lodo le había atacado aquel trozo de papel, asi que supuso que si lo amenazaba con matarle, el papel hablaría y le diría aquello que tuviera que decirle: al fin al cabo, Lodo está acostumbrado a que le hablen de esa manera.

- Dime, maldito ser, ¿qué quieres decirme? Si no hablas, morirás. - le dijo Lodo, amenazando al papel. 

Aquello a Babo le parecía el dibujo de un perro con muchas cicatrices, que había sido masticado y ensalivado por un kobol. Pero como había unas ciertas dudas, de si sería un mapa, lo cogió, le dio vueltas para un lado y para otro, del derecho y del revés, y trato de hacerse una idea de lo que podía querer representar aquello, sin pensar en que se tratará de un pobre perrito apaleado. 

-No se, a ver así, dándole la vuelta. O al otro lado, no se, no termino de verlo claro. Pobre perro, menuda paliza que le han dado, pa haberlo matao.-

Mongui no se explicó demasiado bien pero le dio la primera clave para interpretar el mapa, eso de ahí abajo no era una extraña invención de repostería de los asquerosos elfos, era la Luna! 

Tras este descubrimiento, Drang que se había puesto la corona, tomó el mapa en la orientación adecuada y se quedó mirando e implorando a su querido Dios Bane para una señal. Una de las zarzas de espino de la corona provocó una pequeña herida en el hobgoblin que goteó sobre un punto del mapa: LA SEÑAL! No podía ser de otra manera.

Finalmente Babo tomó el mapa y después de tantas vueltas se mareó un poco, pero su visión borrosa ahora le hizo entender que una de las partes que estaba mas dibujada, en uno de los laterales, solo podía ser algo malo, así que trataríais de esquivarlo.

Con todo ello, empezasteis pues vuestro camino hacia las Cuevas de Gargantratroll, descendiendo de aquellas montañas heladas e inhóspitas hacia El Valle.

Mongui abría camino... o lo intentaba, ya que cada pocos metros se detenía a mirar entre unos arbustos o a levantar unas rocas para ver que había debajo. En una ocasión encontró un nido de escarabajos, lo que hizo que durante un rato largo caminase tranquilo mientras el resto podía oír un poco agradable crunch crunch. Por desgracia para el kobold, los parajes helados no eran lo suyo y cuando la nieve empezó a acumularse en el camino, comenzó a quejarse de cuando en cuando en su extraño idioma, que no era más que un rutar sordo y continuo. En uno de sus desvíos para investigar, la pequeña kobold acabó de nieve hasta el cuello al pisar el hueco de una raiz, lo que le hizo empezar a lanzar rugidos agudos y desesperados, tratando de llamar la atención de sus compañeros mientras intentaba salir a saltitos.

Panza vio como su pequeño compañero desaparecía en la blancuzca nieve al dar un paso en falso, y ante el pedido desesperado del Kobold, el osgo muy amigablemente lo sacó de aquel pozo y lo alzo sobre su cabeza poniendolo en la posición comunmente llamada "a cococho". Espero unos segundos para ver si su pequeño amigo estaba cómodo allí arriba. Y luego pasó disimuladamente por al lado del orco, solo para comparar si con la altura extra, que le proporcionaba el Kobold, eran más altos que el gigante. 

Babo no tenia nada claro donde estaría aquella cueva, como tantas otras cosas. De hecho tan solo tenía claro que quería tener entre sus brazos a la mas hermosa de las goblins, pero tampoco sabía como lograrlo, más allá de hacerse rico y famoso. En esas estaba, cuando descubrió en sus bolsillos algo que hace un rato, habría jurado que no estaba. Pero si se trataba del pelador de patatas de Panza Palocorto. ¿Cómo habría llegado a su bolsillo? Seguro que se le había caído cuando se agacho a recoger al kobold. Y el no quería el principal instrumento de trabajo de su colega, su forma de ganarse la vida. Así que se acerco y le dijo:-Oye Panza, ten cuidado que mira lo que se te ha caído cuando te has agachado.- Y le tendió la mano con su pelador, el no era un ladrón, o al menos no de sus compañeros, aunque no sabía como había podido pasar aquello. 

A Lodo le gustaban dos cosas: la nieve y los caminos.

La nieve le gustaba porque podía tirarse encima de ella y jugar. Además, siempre encontraba algún roedor para adoptar, si no lo mataba al tirarse encima.

Y a Lodo le gustaban muchísimo, también, los caminos, porque tienen una ventaja: si los sigues, te llevan a algún sitio y, ahora mismo, ese sitio era mejor que lo que había dejado atrás.

Pero también había aprendido que los caminos estaban llenos de peligros, aunque no sabía muy bien por qué. Así que, Lodo iba atento mirando por el suelo, por si el camino le podía decir algo.

Y también estaban sus compañeros, pero ellos también seguirían el camino.

¡Anda! Lodo era el que abría el camino, era el más importante del grupo.

- ¿Cómo es la Corona que tenemos que traer? ¿Y dónde está, al final de este camino?

Tras varias horas de caminata, donde aprovechasteis para poner un poco en común todo lo observado y aprendido, empezasteis a dejar atrás los páramos helados para llegar a la parte algo mas cálida del Gran Valle. Siguiendo el mapa teníais que evitar la parte de los poblados y seguir cerca del bosque, tratando de atravesar aquel río traicionero en un lugar de poca profundidad y corrientes.

Decidisteis parar para comer en algún lugar del bosque, protegidos se miradas indeseables de humanos apestosos. Espera, ¿alguien había traído comida? Parece que no. Quizá hubiera algo de zampar en la Cueva...

Tras otra hora de camino al fin os internasteis en aquel bosque que os procuraba protección y seguisteis andando hacia la Gota de Sangre de Dran Aggou que señalaba la entrada de la Cueva de Gargantatroll.

... ¿?!!! ...

¿Qué era ese ruido? ¿Un pedo de Lodo? No, era algo mas desagradable, eran voces de esos terribles elfos. Venían de un claro muy cerca vuestro, seguramente estarían preparando alguno de sus malvados rituales. Al parecer no os habían oído porque seguramente no estaban escuchando.

- El maravilloso Bane nos ha dado una señal clara de dónde está la corona y cuál es el camino a seguir - dijo señalando la gota de sangre en el mapa. Estaba súper contento por aquella señal.

En el camino, el fiel seguidor de Bane iba observando todo a su alrededor. Vio que el kobold tenía un pequeño problema con la nieve, pero el osgo le ayudaba sin problema. Volvió a echarle un vistazo al mapa y cuando alzó la vista, se dio cuenta que el orco era el que abría camino - ¡Oye! Tenéis que seguirme a mí, que soy el que lleva el mapa - Y correteó hasta ponerse al lado del orco, o al menos, un par de pies más delante que él.

Después de horas de camino, a Drang le rugió un poco el estómago. No había cogido absolutamente nada de comida porque sabía que su Dios le pondría algo por el camino y era mejor llevar las manos libres para el tesoro - o los posibles tesoros - que cogerían posteriormente. 

Una vez se adentraron más en el bosque, el hobgoblin escuchó unas voces muy desagradables y paró al grupo en seco extendiendo sus manos. Miró por encima de su hombro y se llevó su dedo índice a sus labios, indicando que bajaran el tono de voz - Sh, ahí están esos estúpidos elfos. Procuremos no hacer ruido, enterémonos por qué están aquí... - abrió mucho los ojos - ¿Y si están aquí también por la corona? ¡No! ¡Esa corona es nuestra! - y se acercó un poco para escuchar qué es lo que estaban tramando allí.

A Babo ya no le quedaba ninguna duda de que aquel tipo era un inútil y un gran peligro para todo el grupo. A Drang lo habían mandado con nosotros para que nos maten a todos, porque nadie soporta a este pesado clérigo. Pues no va el tío y entra a lo loco a donde podrían estar un grupo de elfos.-Este tipo acabará con todos. Hay que joderse.-

Una vez perdido el factor sorpresa, tan solo quedaba tratar de ocultarse de aquellos elfos. Así que trató de desaparecer, antes de que estos le viesen.