Partida Rol por web

Mongui iba muy feliz sobre los hombros de Panzo, moviendo los brazos y agitando su bastón al ritmo de los pasos. Además de no tener que andar, desde aquel punto podía ver todo. Lo único malo era lo mal que olía el pobre. Mongui podía ser un kobold, pero era una kobold muy limpia. Mantenía una estricta rutina de revolcarse en el barro antes de dormir, sacudiéndoselo todo al día siguiente. Pero el viaje parecía que se iba a complicar.

—¿Kyu?

Al oír a grandullón, Mongui ladeó la cabeza. No comprendía porque hablaba de buscar la corona y cuando se refirió a ella empezó a señalar frenéticamente la cabeza de Drang, que aún portaba la que había hecho ella. Entendía que iban a dar un paseo, pero no tenían por qué perder el tiempo buscando algo que ya tenían. Con cuidado, se bajó de su "caballo" para ver que era lo que les había hecho parar. Al parecer, eran unos cuantos "alces". Aquellos animales estaban muy ricos, y el kobold sabía como cazarlos, aunque normalmente sus presas acababan quemados o derretidos y no se aprovechaba gran cantidad de carne. Eso sí. No había que cocinarla.

Mientras examinaba el terreno descubrió con no eran alces. Era algo que hablaba. ¿Serían amigos? Lo mejor sería acercarse despacito a ver que eran y que querían.

Lodo no entiende los nervios de sus compañeros, puesto que hay un camino que seguir y, por tanto, el camino llevará a algún lado. 

El hobglobin le alcanza y le muestra, a gritos y de muy malas maneras, el trozo de papel que le había golpeado: parece ser que sí quiso hablar con Drang.

- ¡Qué suerte! El papel se ha hecho amigo tuyo: así podremos saber qué nos quiere decir. 

Siguiendo el camino se encuentran con elfos: su primera intención es matarlos y robarles la comida pero Drang da órdenes de quedarse callado.

Y Drang es el que manda.

Y Lodo piensa en ricas viandas para saciar su hambre. 

El pequeño Kobold hizo una señal de que quería bajarse y el buen Panza le facilitó la tarea, al tiempo que escuchaba las órdenes y leía la situación. 

Era hora de buscar la cena, hoy se cenaría carne de elfo malvado. Nunca la había probado, pero el estómago estaba vacío y un trozo de carne era un trozo de carne. 

Despacio y con cuidado de no hacer ruido con su cota de malla, sacó nuevamente sus hachas y tomó posición para el asalto que se avecinaba. 

Os acercasteis sigilosamente... bueno no todos pero por suerte los fuertes SHHSHSHSHSHSHS de algunos de vuestros compañeros consiguieron tapar el ruido que hacíais el resto con vuestras armaduras o andares pesados. Seguramente pareceríais un enjambre de abejas que se acercaban.

Llegasteis hasta el claro del bosque de donde provenían aquellas desagradables voces y os asomasteis.. para ver horrorizados que eran una pareja de temibles... ¡¡Elfos Fashionistas!! Junto a ellos había un centauro algo desconcertado.

Estaba hablando de manera histérica y extraña, por lo que parecía que nadie se había percatado de vosotros.

La elfa iba vestida (?) con un extraño atuendo que parecía un aguacate verde. Tenía rasgos finos y ojos rasgados, sendos mechones de pelo caían por delante de la apertura de donde salía su cara. Los brazos se le intuían debajo de aquella extraña vestimenta pues parecía moverlos frenéticamente mientras hablaba aunque tenía poco margen para aquello. Vestía una especie de pantalón pegado a su piel de color frambuesa.

— ... se acerca el Solsticio de Primavera y — hablaba al centauro y puso cara de desagrado en su siguiente frase — no pensarás ir así? Es tan de los Reinos Olvidados de Ediciones Pasadas lo que llevas puesto ugh... típico de centauros de barrio.

Miró ahora a su compañero que añadió algo mas.

El otro elfo, que vestía una extraña corona de flores transparentes de la que caían unas feas joyas que conectaban con un artefacto que mantenía su boca abierta permanentemente. Su torso estaba tapado por una piel de un caniche gigante de pelo muy liso y suava. Lo finalizaba con unos pantalones transparentes y una endeble coquilla entre sus piernas.

— ...uuuuhhgh — soltó un gritito agudo — noshotrosh te poemos accesorizar a la últimha moa — le costaba realmente pronunciar las palabras. — Tienesh musho potenshial, sohlo nehesitas un cambioh radical.. como las estrehllas.

El centauro los miraba con una mezcla de temor y confusión. Trataba de vocalizar algo pero le interrumpían todo el rato.

— Pe..pero... yo es que.... no se si... — balbuceaba mientras parecía amedrentarse por los envites de los malvados elfos fashionistas. Sus orejas picudas se movían en todas direcciones como captando vuestro movimiento pero parecía incapaz de concentrarse en ello.

Tenía que tocarlos.

Era un imperativo, tanto brillo, tanto glamour, esa corona, esa coquilla, esa mujer fruta. ¡Tenía que verlo de cerca! No podía esperar más. Si hasta había un señor a cuestas de otro, tal y como le habían llevado a ella. Solo que ella no se había metido por el culo la cabeza del bueno de Panza Palocorto.

_​​​​​​¡Mongui grour grooor! ¡Mongui grour grooor!

Antes de que sus compañeros pudiesen impedírselo, la kobold corrió agitando el bastón hacia el grupo de fashion victims lo que ella creía que era un gesto completamente amistoso. Aunque en realidad a vistas de cualquiera era un kobold lanzando rugidos mientras agitaba un arma que brillaba.

Por desgracia, Mongui tropezó y lanzó un Firebolt accidental contra la chica fruta.

Un rayo flamígero salió despedido del bastón de la kóbold e impactó contra el -100% inflamable- vestido de la elfa que empezó a arder como si fuera una pira llena de brea.

— Oh no que horror! Mi maquillajeeeeaaaaghhggh — gritó antes de caer fulminada por aquel conjuro de fuego que la convirtió en un trozo de carbón en cuestión de segundos.

El centauro alzó ambas patas delanteras por la descarga que llegó de sopetón y sacó de uno de sus costados una gran lanza para defenderse.

El elfo del artefacto bucal extraño desenvainó dos espadas llenas de purpurina rosa preparado para defenderse.

Después de llegar lo más cerca que pudo sin hacer ruidos, se quedó en su posición viendo a aquellos elfos fashionistas. Los miró de arriba abajo, abajo arriba y de un lado a otro. Mirara por donde lo mirara, ante sus ojos estaban los seres más horribles del universo. Quería atacarlos, debían atacarlos. Justo cuando iba a dar la orden del ataque, el pequeño kobold se le adelantó rápido lanzando una bola de fuego de su bastón.

Abrió un poco los ojos sorprendido, pero sacudió la cabeza y dijo - Sabía que el tu fe en Bane era grande, tan grande que me ha permitido poder decirte que ataques a esa maldita elfa ¡estoy orgulloso de tí! - no podía permitir que el grupo viera que sus aliados estaban actuando sin una orden -ya que él se consideraba el líder. Vio como Mongui había derrotado a un solo elfo ella solita y sonrió ampliamente.

Se descubrió y se colocó delante de todos, asegurándose así que no le daría a ninguno. Tocándose su símbolo colgante sagrado, cerrando sus ojos y agachando un poco la cabeza hacia abajo, levantó su brazo derecho con la palma de su mano bien abierta, invocando una llama sagrada que lanzaría al elfo de la boca abierta - ¡Y esto va para ti, sucio y asqueroso elfo! Nosotros tenemos más clase que vosotros - y con la cabeza todavía hacia abajo, lanzó su hechizo.

El elfo se giró desconcertado al ver estallar en llamas a su amiga del alma.

Nunca me había gustado ese vestido, pensó horrorizado viendo como se convertía en ceniza de aguacate. 

Por desgracia para él no le dio tiempo a esquivar aquel haz de luz que salio disparado del hobgoblin rojizo que se abalanzaba sobre él.

— Ghhh!! Que horror no te pegha nada tu piel roha con ese atuendoh — masculló mientras recibía aquel castigo de Bane.

A pesar del ruido que algunos habían hecho, los malignos elfos no les escucharon. Cuando llego hasta donde podía ver a aquellos terribles enemigos, la sangre casi se le helo, y eso que no hacía frío.

-¡Pero que hostias!-

La elfa era una cosa aterradora, algo verde sin manos, terrible, los pies podridos. Una cosa difícil de soportar, algo terrorífico. Pero su compañero, eso ya fue demasiado, casi se caga allí mismo. Aquellas flores trasparentes, aquella ropa absurda. Pero ¿qué hostias tenía en la boca? Aquello le recordó a los terribles cuentos de elfos del saco, que le contaba su abuelita cuando era pequeño. Joder, como para no tener miedo de aquellos monstruos. 

Mongui ya le había dado pal pelo a la elfa, Drang atacó al monstruo pero no caía.

Logró reponerse de tan terrible visión, y con su arco le disparó a aquel joputa, ladrón de tierras y come niños. Con la intención de acabar con tamaña amenaza. Al tipo raro del caballo, o algo así, parecía que le estaban atacando aquellos elfos del demonio, así que se centro en tratar de acabar con el mal.

Pero la terrible impresión que le había ocasionado la visión de aquel demonio, le hizo temblar las manos y fallo el tiro.

Ante visión de la elfa en llamas, la kobold inclinó la cabeza emitiendo un gorgoteo extrañado. ¿Dónde estaba la chica fruta? Cuando se giró vio al extraño elfo. Parecía herido y se acercó a mirar mejor. Fue entonces cuando se fijo en la coquilla metálica. Brillaba. Era demasiado atrayente por lo que sin ningún tipo de maldad se acercó a tocarla. Parecía que aquel era el día que se le escapaba magia cómo a un niño o perro pequeño se le escaparía el pis al emocionarse y nada más tocar el trozo de metal que cubría las partes pudentas élficas un fuerte chispazo salido de sus manos.

Lodo se acercó con sigilo, teniendo en cuenta su tamaño y su manifiesta torpeza, y vio aquellos tres seres, a cual más raro.

Pero no dio tiempo a mucha visión, porque la elfa ardió enseguida y el elfo parecía malherido.

Y Lodo, como si un volcán entrase en erupción, atacó con su hacha al elfo, con intención de acabar con él.

El asalto estaba siendo fulminante. Parecía que sus compañeros se habían encargado de los elfos contundentemente, y Panza centró su atención en el centauro. Al lado de Panza esa criatura mitad hombre y mitad caballo era gigante, pero Panza estaba aquí para demostrar su valía, y que mejor que medirse contra este enemigo que lo superaba ampliamente en tamaño? 

Levantó sus hachas en el aire, y con mucho coraje fue corriendo directo al centauro presionando con rápidos ataques, uno tras otro con cada una de sus manos.

En cuestión de segundos todo saltó por los aires y el caos se apoderó de aquel pequeño claro del bosque. Los dos elfos fashionistas mordieron el polvo en seguida. Su cuerpos quedaron en el suelo, uno completamente quemado que aún estaba combustiendo y el otro acribillado de flechas y cortes de vuestros filos por todos lados.

El centauro dio media vuelta y salió corriendo horrorizado no sin antes exclamar a los cuatro vientos:

— Por el Caminante de los Bosques juro que buscaré venganza! — dicho esto huyó bosque a través dando saltitos con sus calentadores color fucsia. Este suceso llevaría a un buen gancho para una misión de nivel 1 de unos nuevos personajes, pero eso será otra historia que ahora no contaremos.

El combate había terminado antes de empezar y os habíais alzado con la victoria. Rebuscasteis entre sus cadáveres para ver que se había podido salvar. Por suerte unos pasos mas allá habían dejado una extraña mochila de mano donde llevaban sus cosas de valor: 30 monedas de oro, un perfume que olía terrible y hacía llorar vuestros ojos, un kit de maquillaje y dos botes de purpurina.

Revisando el mapa ya harbáis andando una parte del camino, por lo que calculasteis que tendríais que acampar al raso una noche para llegar a la mañana siguiente.

- ¿Perdón? ¿Que buscarás venganza? ¡¡Pero si te hemos salvado de lo que supone una clara amenaza!! ¡Esos malditos elfos son el mal para todo el mundo! - dijo indignado ante la respuesta de aquel centauro - Claramente, esos elfos del demonio lo han desviado del verdadero camino, ¡le han comido la cabeza! - se señalaba la cabeza - Lo hemos salvado... ¡y así nos lo agradece! - suspiró exasperado.

Luego se dirigió a su grupo y les dedicó unas palabras de ánimo - Muy bien hecho chicos. Aunque ese centauro ha tenido una respuesta un tanto errónea, hemos hecho un gran trabajo - les sonrió, enseñándole demasiado los dientes. Si su sonrisa tuviésemos que compararla con una imagen real, sería con la de un perro cuando le gruñe a una persona desconocida. En vistas de otro, podía parecer que estaba enfadado, pero no era así. Se sentía orgulloso de lo que habían hecho.

Cogió el botín - Tocamos a seis monedas de oro cada uno. El perfume este es horrendo, pero a lo mejor puede servirnos en la cueva, por si nos acecha algún mal... Este olor espanta a cualquiera - dijo mientras guardaba el perfume en lo más profundo de la mochila y repartía las seis monedas a cada uno de los presentes. Del kit de maquillaje y de los botes de purpurina no cogió nada, así que los dejó donde estaba, por si había alguien que quisiera cogerlos - Venga continuemos el camino y busquemos un sitio para acampar.

Lodo no entendía las amenazas del centauro, porque había visto que estaba en peligro y, al acabar con aquellos extraños elfos, no corría peligro su vida.

No hizo el menor caso al botín, porque Lodo no tenía interés en las cosas materiales, que le parecían sumamente aburridas. No obstante, como las vacas miran al tren, cogió las monedas y se las guardó, porque siempre podrían venir bien para aderezar un caldo.

- ¿Alguien sabe cómo hacer una acampada, un fuego y ...? - Lodo se quedó pensando porque enumerar tantas cosas le resultaba un suplicio - Bueno, ya sabéis ... Un lugar seguro para seguir vivos.

Y siguió a Drang, como el ternero recién nacido sigue a su madre.

- Señor Drang, igual si hablamos con el camino, él nos dice qué hay que hacer ...

Cuando los dos grandullones terminaron de revisar el botín y repartían las monedas. Mongui se acercó a olfatear el maquillaje y la purpurina. Esta última le hizo soltar un Woooo de admiración muy fuerte antes de guardarse los dos botes.

Fue entonces cuando loro preguntó que cómo iba a hacer una hoguera. Mongui, señaló entonces el cuerpo ardiente de la elfa.

-Tadaaaaa 

Ya tenía una hoguera. Ahora la cuestión de echar cosas de encima para que no se apagase.

La hoguera estaba iniciada y efectivamente añadiendo unos cuantos troncos teníais suficiente para pasar la noche, incluso el otro elfo y su cantidad de abalorios extraños haría una buena pira si lo echabais en el fuego.

No era mala hora para empezar el campamento donde pasaríais la noche, mañana iba a ser el día mas importante de vuestras vidas: conseguiríais la Corona de Dragón y seriáis los héroes del poblado.