Partida Rol por web

Las ratas eran desorganizadas y torpes en la táctica militar. Hans dio otro paso al frente ganando terreno y asestó un fuerte golpe a la rata que tenía delante.  Habia que aprovechar la ocasión.

A pesar de que Vasile se recompuso de su error y Luis parecía más decidido que nunca a luchar contra el enemigo, la suerte de Ranald parecía que os esquivaba. Tan solo Edariel volvió a acertar con su lanza, esta vez en el brazo derecho de otra criatura con un corte profundo. Pero cuando parecía que el combate se prolongaría más de lo esperado, Hans aplastó la caja torácica de uno de los skavens lanzándolo hacia atrás varios metros. Sus compañeros comenzaron a retroceder, a pesar de la superioridad numérica.

La inutilidad de sus subordinados era patente además, olía como el miedo se apoderaba de los skavens inferiores. Con paso firme apartó a dos skavens que se interponían en su camino dirigiendo toda su furia hacia aquél que había menoscabado su poder. El humano con la cadena y la bola.

Su espada mitad machete fluyó en un arco descendente fácil de esquivar dejando un surco en el suelo, dejando ver que su fuerza es tan contundente como la de aquél humano.

ya notaba como iba recuperando el control de mi cuerpo, sin mas demora, ataco al skaven que se había creido tan listo para atacarme, "morios pardiez, malditas ratas de cloaca" les digo a una mientras le doy un estocazo en el pecho.

Hans aprovechó el fallo del jefe de las ratas para dar un paso lateral que le permitiera tener mas probabilidades de golpear. Sabía que no iba a ser tan sencillo como con las otras ratas apestosas así que atacó pero reservándose para un mas que posible contraataque -¡Al fin un rival a la altura! 

La frustración había sido demasiada, la angustia inconmensurable; tras perder un arma y luego otra solo quedó la oferta de Eldilor y la bravura de Hans pero con eso le bastó y le sobró para encontrar dentro de sí mismo las energías para asestar un golpe más sobre la rata que capitaneaba a las otras.

- ¡Por Sigmar! -aulló para llamar la atención del Dios sobre ellos, pues toda ayuda en aquel momento sería poca.

El elfo vio como las ratas retrocedían por el miedo, mas algo parecía hacerse paso entre ellas.

-Por la suerte de Vasile... que cosa mas fea- dijo al ver la rata enorme que estaba siendo enfrentada por dos de sus compañeros.

Tras esto, prosiguió a continuar atacando a las demás ratas, no podía perder tiempo.

Con un movimiento rápido, realizo una estocada contra una de las alimañas cercanas.

El combate se encarniza. Una rata cercana a los dos metros con un arma muy similar a los cuchillos de carnicero pero en grande comienza a blandir su arma contra Hans. Luis de Estalia atraviesa el pecho de una mientras el elfo arranca la oreja de otra con una precisa lanzada.

Entonces Hans grita, Vasile implora a Sigmar y amboas armas, mangual y espada impactan contra la enorme bestia medio rata medio hombre.
La bola del mangual clava sus pinchos atravesando el pelo, la piel y el cráneo del skaven hasta llegar, aplastando y esparciendo, los sesos de la criatura.
Vasile no se corta hundiendo la enjoyada empuñadura élfica hasta el pecho, atravesando el corazón, si es que esas criaturas lo tienen. 

El enorme cuerpo se desploma sin vida. Skavens, ratas humanoides que se comportan como si el mundo fuera una enorme madriguera y propagan plagas allí donde van. Pero no dejan de ser simples ratas y como tal, salen huyendo por los diferentes túneles que hay en la madriguera dejándoos completamente solos.

Solos...no. Un cobarde e hipócrita lamento se oye al lado vuestro.

-Mmhh..nnmhhh.- (Lamento cobarde e hipócrita)

- Escoria vil y deleznable ¿quién te fuera a llorar? -le gruñe el estirlandés al ver al posadero con vida.

Nadie tenía más derecho sobre la vida de aquella pobre excusa de persona que el padre de la víctima, mirando a sus compañeros y señalando con los nudillos a Hlüger les hizo saber cual era su postura ante aquella situación.

Adicionalmente, porque ya había visto lo inesperadamente escurridizo que Tegorff podía llegar a ser, Vasile se posicionó frente a una de las posibles escapatorias, bloqueándola con su orondo cuerpo.

Atemos a este desgraciado vaya a ser que eche a correr otra vez y llevemosle arriba. A la superficie. No podemos tomarnos la justicia por nuestra mano  dijo Hans mientras limpiaba su mangual de los restos de sangre y sesos Este hombre debe ser debidamente juzgado. 

Tras la huida de las queridas alimañas, Eldillor procede a recoger su espada, envainarla luego de limpiarla cuidadosamente, así como su lanza.

Mientras hacia esto, escuchaba al viejo soldado lamentarse y evitaba mirar en dirección al al joven.

-Que los dioses encuentren cobijo para esa criatura- pensó, esperando que los dioses de los hombres puedan llevarla a buen camino y reposo.

Vasile aprieta los dientes durante un instante cuando Eldillor recoge su espada, el atisbo de una mala idea que se obliga a disipar en aras de mantener su honradez. Asintiendo se la tiende al elfo, más tarde le haría mención al hecho de que, con aquella espada, se había visto capaz de contribuir junto a Hans en la derrota de aquel gargantuesco monstruo y que si no hubiera sido por él no habría sido capaz.

- Lleva puestas mis esposas, Hans, además de la cuerda del propio Hlüger  -le comunicó a su compañero-; lo único que queda es no dejarle solo.

Las ratas había huido, pero habían dejado a su mascota aquí, a nuestra merced, "vente perro malnacido, voy a mandar a vuestra merced al lugar que les corresponde" le escupo en lo ultimo y con mi estoque, le pongo la espada, aunque las palabras de Hans "prefería matar a esta sucía rata ahora mismo, pero si vuestra merced quiere que se encargen, lo haremos, pero si se escapa, tendre la misma piedad que esos tales skaven con esa pobre dama y el cochero"

Todas las miradas convergen en el posadero, único culpable del mal que dormía dentro de una posada en Kemperbad.
Un ruido más allá llama vuestra atención. El viejo extiende sobre la plataforma de uno de los andamios de madera la capa de su conductor, encontrada entre los restos de las víctimas en la madriguera. Después, con mirada fría, casi perdida, recoje la cuerda que todavía tiene atada Tegorff a las muñecas y tira de él. 

A punta de espada veis como le hace recoger todos los trozos de su hija muerta. Incluso le obliga a abrir los estómagos de los skavens muertos para sacar aquellos restos que se hubieran comido. Solo se oyen los lamentos y vómitos de Tegorff al rebuscar y acarrear los restos hasta la plataforma.

Después el viejo ata al pobre y aterrorizado Tegorff de cuerpo entero a uno de los maderos del andamio y le tapa la boca con un trapo. Con una indescriptible mirada de odio, el viejo soldado de Nuln se detiene delante de Tegorff, mirándole a los ojos fijamente.

-Tú la mataste.- Le dice señalando los restos de su hija muerta, que yacen delante del posadero. -Ahora ella te matará a ti.-

Con ojos rotos por el dolor, el viejo Hlüger deja caer un candil de aceite sobre los restos de su hija, que prenden al instante. Pronto las llamas se propagan por toda la madriguera con sus instalaciones de madera, cuero y suciedad. Tegorff comienza a arder con los gritos acallados por el trapo en la boca. Hlüger ríe. Tímidamente al principio y descontroladamente, presa de la locura, al final.
Los maderos caen y la tierra comienza a soltarse. El humo hace que sea imposible respirar allí dentro, sin embargo, Hlüger sigue riendo mientras la madriguera se desploma a su alrededor. El humo y las llamas os hacen abandonar el lugar y al viejo soldado. Corréis velozmente por los túneles hasta llegar al alcantarillado, cuando la madriguera se derrumba por completo.

De vuelta en la posada, solo el olor a muerte y desagradables recuerdos os esperan. Como reconociendo vuestra llegada, un gallo anuncia el alba. Pronto la gente saldrá a la calle obligada por sus quehaceres. Ya es hora de abandonar ese lugar.

                                                                                        FIN

Al presenciar todo aquello y observar la muerte desdichada del viejo soldado, el elfo no dejo que en su rostro se reflejara dolor alguno, mas este sera siempre un recuerdo de lo dura y despiadada que puede llegar a ser la vida.

Sin mucho que decir, recogía sus pertenencias del botín y ya no sabia si tenia ganas de servir a esta ciudad como mercenario, claramente el botín le permitía vivir con cierta libertad por un tiempo, mas como el sabia... no escogió este camino por dinero.