Partida Rol por web

- ¡Joder! ¿Se os ha ido la pinza? - preguntó Edward al ver pasar al soldado alemán - ¿Cuantos nazis quedan? - cuestionó a la vez que preparaba el bate por si algún enemigo asomaba la cabeza.

Tenían que continuar ya estaban dentro del castillo y, aunque heridos, todavía estaban todos.

- Le ponemos un parche al grandullón y seguimos - dijo casi ordenando.

Mientras el humo de la granada se disipaba, Kurt y Fleur se arrastraron por aquel estrecho agujero llego al otro lado de milagro, con varias heridas en el cuerpo de las que tardarían en recuperarse y sin apenas tiempo antes de que los nazis volvieran a disparar errando el disparo. Al otro lado del muro pudieron escuchar de nuevo las voces de los alemanes que maldecían y corrían por el agua, incluso uno de ellos se agachó a ver si veía algo al otro lado para disparar. Pero ninguno se atrevió a entrar sabiendo qué era lo que estaba esperando dentro. Así que simplemente se retiraron y se marcharon corriendo de aquellas cloacas, seguramente a dar la alarma a los soldados que se encontraban ya dentro del castillo.

A su vez, los golpes en las puertas de madera de aquellas celdas seguían sonando una y otra vez, fuertes y angustiosos. Hasta que una voz cansada se mezcló con el sonido del aporreo, que resonaba por toda la habitación.

- Hilfe!, L'aide!, ¡Ayuda! - pronunció aquella voz en varios idiomas, antes de comenzar a toser.

La voz venía de una de las celdas, pues aunque eran de una gruesa madera estas tenían una pequeña ventana con barrotes en el centro desde donde se podía ver el interior de aquellos pequeños cubículos. Al acercaros podíais ver un rostro demacrado, donde los huesos se marcaban en sus pómulos y en su barbilla, con una barba larga y descuidada al igual que su cabello. El hedor que venía de dentro no era mejor que el que habían tenido que soportar en las cloacas y los escuálidos dedos del hombre se aferraban a los barrotes de aquella pequeña abertura con la poca fuerza que le quedaban.

- La capilla... debéis ir a la capilla y detenerlos - continuó hablando en inglés aunque poseía acento polaco en sus palabras - Los monstruos nazis arrastran allí a nuestros amigos, a nuestra familia y ninguno de ellos ha regresado con vida.

De momento no parecía haber enemigos en los alrededores, aunque ya se habían alertado de vuestra presencia y pronto se pondrían en marcha para recorrer todo el castillo en vuestra búsqueda. Pero puede que tuvierais algo de tiempo para intentar curar vuestras heridas y reponeros después del asalto de los nazis. El tiempo corría en vuestra contra.

El británico esperó hasta que los chapoteos se alejaron lo suficiente como para casi ni oírse, momento en el cual sabía que los nazis se habían ido a dar una vuelta para dar la alarma al castillo entero. Edward sabía que era cuestión de minutos el tener a todo el castillo en alerta y en tener que gastar cartuchos sin tener tan siquiera un respiro.

Una voz tras una de las puertas de las celdas llamó la atención del grupo.

- ¿A la capilla, eh? - dijo -. Pues vamos.

El asalto comenzaba movidito. Edward no había tenido necesidad, hasta el momento, de gastar ni una sola bala, pero a partir del momento de acceder al castillo la cosa cambiaba, devolvió su bate al lugar donde descansaba en su mochila y lo cambió en sus manos por la winchester.

- Señor, ¿el plano? - preguntó al sargento recordándole el mapa que le había dado el contacto del equipo antes de separarse - ¿Dónde está la capilla? - dijo sin pensárselo y comenzando a avanzar hacia la única salida que parecía haber ahí.

La llegada a las cloacas había sido una absoluta locura, pero habíamos conseguido escapar de momento del ataque nazi. Sin embargo, esta calma duraría poco porque estaba seguro de que en breve tendríamos muchos más soldados alemanes esperándonos.

De acuerdo, vamos a ver...- digo mientras saco el plano -. Estamos aquí ahora mismo, y la capilla está siguiendo por este camino- comento mientras paseo un dedo por el plano-. Así que si todos estamos listos, podemos continuar hacia la capilla. Y atentos, podrían emboscarnos en cualquier momento...

Sabía que la aparente calma que gozábamos en esos instantes sólo era un tregua antes del desastre final ya que los nazis, incapaces de pasar por el agujero, se alejaban ahora para dar la voz de alarma. Eso sólo podía implicar que en el interior del castillo tendrían que andar con mil ojos pues las emboscadas iban a ser muchas. Los alemanes conocían aquel lugar y nosotros no.

Los golpes en las puertas de madera confirmaron lo que ya sospechaba, habíamos llegado a los calabozos del castillo. En medio de nuestra misión era imposible ponernos a rescatar a todo el mundo, así que lo primero que deberíamos hacer era cumplir con lo encomendado, acabar con el mayor número de cabrones que pudiéramos y luego ya rescatar a los prisioneros. Fue precisamente uno de ellos el que nos dio la pista de a dónde teníamos que ir.

—Capilla —repetí, casi como si escupiera la palabra. Me coloqué junto al camarada Coleman y junto a nuestro jefecillo para observar el mapa también—. Si herridos encontrrarrse mejorr, sigamos.

Y seguí a Edward en dirección a la capilla con mi fusil preparado para disparar en cuanto notara cualquier movimiento que me resultara sospechoso.

A Kurt se le va nublando la vista... La cosa pintaba mal para el... El apoyo de Fleur para salir del atolladero de donde se había metido no era suficiente, ya que las heridas eran de gravedad, Fleud lo deja en una pared y le indica que lo intente vendar, ya que pareciera que se iba a desangrar ahí mismo...
Oigo a William trazar el plan y le afirmo con la cabeza... Parecer bueno...

Al ver el mapa no tardasteis más de unos segundos en localizar vuestra posición, pues estaba marcada la zona de las celdas dentro del reciento delimitado para los prisioneros. Cerca de allí se encontraba la capilla, pues estaría a una veintena de metros recorriendo pasillos con puertas a los lados. Podíais ver como el pasillo que teníais que recorrer os daba con más salas llenas de celdas iguales a la que os encontrabais, con una enfermería e incluso con las cocinas antes de alcanzar finalmente la capilla en un pequeño rellano. 

- Sí, la capilla... - volvió a pronunciar el preso entre toses lastimeras, escondiendo la cabeza en la oscuridad de su celda para hacerlo antes de mostrar de nuevo su rostro demacrado y comido por el hambre - Pero tened cuidado, los nazis siempre la vigilan, día y noche, tened cuidado... 

Sus manos se soltaron de aquellos barrotes metálicos y se cayó al suelo con un golpe, quedando aquella ventana vacía tan solo mostrando el interior de una oscura celda. Del resto los golpes parecían cesar a medida que se acostumbraban a vuestra presencia, o quizá se habían quedado sin fuerza. Pero cuando estos se acallaron pudisteis escuchar a lo lejos las voces de los nazis que hablaban entre sí y corrían por los pasillos. Todavía teníais algo de tiempo para reagruparos, pero pronto el tiempo se acabaría y os encontraríais de nuevo en una ratonera sin salida de la que poder escapar.

- Sie können nicht weit sein, schauen sie in alle räume. Wir können diese schmutzigen tatten nicht entdecken las... - se podía escuchar de fondo a uno de los soldados, aunque la voz casi os sonaba familiar.

A duras penas; pero, habíamos logrado salir por el agujero y dejar, por ahora, a los nazis atrás. Enfundé mi arma y me arrodillé en el suelo, acomodé la mochila y la deposité, sacando mis kits de reparación y las vendas. 

- Aprovechemos esta pequeña calma para sanarnos, hemos salido perjudicados del encuentro anterior. 

Había apoyado a Geiger contra la pared, indicándole que no se moviera ya que iba a vendarlo. Comprobé las heridas e intenté extraer algunos restos de metralla que se habían incrustado en su cuerpo. Había perdido bastante sangre y le costaba mantenerse consciente. En su estado, es realmente digno de admirar el hecho de que pudo arrastrarse por el agujero, muchos ya se habrían desmayado tras tanta pérdida de sangre. 

- Intenta no moverte, vous allez bien - giré mi rostro y miré a los demás - si alguien necesita asistencia médica que me lo diga. 

Edward estaba impaciente. Siempre estaba impaciente, el ritual que usaba para evitar sentirse demasiado ansioso era siempre el mismo, comprobaba el estado de su munición, que había cargado el arma, que las piezas estaban bien juntas.

En momentos como aquellos, en el fragor del combate, al inglés le encantaba ver los sesos o los miembros de sus enemigos desparramados a causa del efecto de su arma.

Pero era necesario esperar, si querían continuar de una pieza cuanto más tiempo mejor.

Me habían venido muy bien esos minutos de descanso pero, al mirar a mi alrededor y comprobar que los heridos parecían encontrarse mucho mejor, me levanté del suelo donde me había sentado con la espalda apoyada en la pared. No había cerrado los ojos ni nada por el estilo, simplemente mientras dejaba reposar mi cuerpo me había dedicado a revisar mi arma, algo fundamental pues sabía que, un mal mantenimiento o no haberla limpiado en condiciones, podría tener graves consecuencias.

Pero no podíamos perder más tiempo, teníamos que continuar si no queríamos que los alemanes nos cazasen en aquel lugar como a conejos en su madriguera. Teníamos que cumplir la misión y, sobre todo, matar a todos los malditos cabrones nazis que pudiéramos por el camino.

—Nosotrros deberríamos seguirr —dije, sin mirar a nadie en concreto, aunque no debería ser yo la que animara al resto a continuar ya que para eso estaba nuestro jefe, pero estaba ansiosa por continuar y terminar de una vez por todas con aquella misión y, a poder ser, finalizarla con éxito.

Venga, caballeros, ya nos hemos recuperado. ¿A qué estamos esperando? Vamos a la capilla y recordad: disparad a todo lo que se mueva.

Kurt agradece la cura a Fleur... merjjci... bon ami... Creer decir así... Se levanta renqueante apoyándose en la culata de la MG utilizandola como muleta improvisada para incorporarse... ahhggg... Ese ultima kampf haber hecho daño a Kurt... Kurt ser soldado fuerte... Kurt aguantar... Kurt se atusa el traje antes de cuadrarse medianamente lo que podía delante de William... Soldado Kurt estarrr listo...

Las voces de los nazis sonaban cada vez más cerca, además de sus pasos acelerados corriendo por las habitaciones próximas en vuestra búsqueda. Sabían que aquellas cloacas de las que habíais salido no andaban lejos de allí y daros caza era su máxima prioridad. Cuando quisisteis empezar a moveros después de haber sido vendados, ya casi los teníais encima. Tanto que podíais escucharles con claridad. Así también escuchar como abrían varias puertas a un par de habitaciones de distancia y empezaban a disparar sus MP40, con un sonido que rebotaba por las paredes creando un eco ensordecedor. 

- Sie können nicht weit sein, finden sie sofort verdammt - pronunció aquella voz que ya habíais escuchado antes en las cloacas, la voz del oficial de las SS que os había estado persiguiendo desde vuestra llegada - Schließe die kapelle, betrete sie nicht!

Tras sus órdenes pasaron varios soldados por delante de vuestra puerta aunque no entraron en vuestra habitación. Por el mapa que llevaba el sargento sabíais que se dirigían a donde el preso os había indicado, a la capilla. Aquello parecía haber despejado un poco la zona... pero entonces, un fuerte golpe hizo temblar el suelo de aquella mazmorra. Un sonido metálico, como un barril cayendo al suelo y después, volvió a sonar, una vez y otra vez, cada vez más cerca de vosotros.

El sonido procedía del pasillo que iba hacia la capilla y parecía que lo que produjera ese ruido se interponía en vuestro camino. Os sonaba familiar aunque no sabíais de qué se trataba, como una locomotora antes de empezar a moverse, una respiración entrecortada como la que producía respirar bajo una máscara de gas, además de una tenue luz roja que empezaba a iluminar las paredes del pasillo. 

Fuera lo que fuera, se estaba acercando.

Habíamos perdido demasiado tiempo y ahora volvíamos a tener a los nazis encima, no tardarían demasiado en dar con nosotros ya que estaban registrando habitación por habitación, y lo peor de todo era que se dirigían al mismo punto que nosotros. Дерьмо, estábamos atrapados en una ratonera y si no nos movíamos deprisa nuestra misión acabaría antes de que llegáramos a hacer casi nada.

Aguanté la respiración mientras escuchaba a los soldados acercarse a nuestra puerta y, para mi sorpresa, pasar de largo. Aquello no era normal, sobre todo después de haber oído cómo, cada vez que se abría una puerta, los disparos acribillaban lo que hubiera detrás de ella, ¿qué estarían tramando? ¿Por qué no habían abierto precisamente donde nos encontrábamos?

La respuesta a mis preguntas llegó en forma de sonido metálico, luces rojas y respiraciones tras máscaras de gas. ¡Gas! Eso debía ser lo que pretendían, gasear todo el lugar. Teníamos que salir de allí cuanto antes y, si había que abrirse camino a tiros no sería yo la última que se apuntara a la fiesta.

—Hay que moverrse. No poderr estarr aquí si no querrerr morrirr —dije en tono apremiante mientras sujetaba mi fusil preparada para salir de aquella estancia a tiro limpio—. No haberr escapatorria, tenerr que salirr  disparando.

- ¡Mierda! - exclamó entre dientes el soldado inglés.

Máscaras de gas, tendrían que salir a derribar a quien quisiera gasearles. La francotiradora tenía razón pero Edward ni tan siquiera quiso dar su opinión al respecto.

- Preparaos - dijo a la vez que se aproximaba a la puerta y la abría para observar lo que había fuera.

Tenía la Winchester preparada para disparar, dejó que la puerta se abriera por inercia y esperó a ver alguien en la puerta antes de abrir fuego.