Partida Rol por web

Una idiota, eso me sentí cuando caigo en la cuenta de que aquí no tenemos libros como tal. ¡Pergaminos! ¡Pero claro! Y de ahí el palmface manifiesto que termino por hacer. No obstante camino por entre los pasillos y cuando queremos acordar nos adentramos en aquel mágico lugar. Lleno de conocimiento, secretos que seguro se han perdido en los aurores de otros tiempos y hoy están intactos delante de mis narices. 

Claramente no encontramos nada, pero para mí es como ser un pirata y tienes un cobre muy rico delante de tus ojos. Quieres hurgar, hacer un conteo de ganancias y llevarte todo. Así que mientras tenemos la puerta de un Despacho que como tal, debe ser el nuevo punto de interés, yo me entretengo con el saber secreto que se esconde aquí entre polvillo, aroma a humedad y tinta. 

- ¿Será el Despacho de Merlin? - pregunto mientras leo por encima los pergaminos al abrirlos. - Denme unos minutos aquí, no lo puedo evitar. - confieso como si fuera una mujer adicta a los helados y tiene una nevera llena de ellos, atacará con ganas. - No quiero que te lastimen, oye... Cuando termine todo esto. ¿Te invito una cerveza en mi piso, quieres? - pregunto a Alejandro. Daba a entender de que iba todo esto y al caer en la cuenta de que está Oscar también, me pongo roja. - Y un día nos juntamos los cuatro, así nos reímos de nuestra época como exploradores medievales. - bromeo y sigo buscando, quiero llevarme algo. 

Libros. Venga. Y todo son pergaminos. Hay que ser pavos. Miro por aquí, miro por allá. En latín que no entiendo ni papa. -Yo recuerdo que hay libros en esta época...o no, ¿fue más adelante en la historia? No se. Debemos estar en el quinientos y pico, por lo del imperio romano...-más bien hablo para mí que para mis amigos-. No hay libros. Vete a saber de qué se habla realmente como libro. 

¿Pero qué coño tiene ese "libro"? ¿Profecías? ¿Sortilegios? -Oye...¿y si es un libro que traía Sara? No se...-Es entonces que me encuentro con la propuesta de Helena. Me quedo perplejo. Me ha dejado con el culo torcido, así tan de pronto. La primera vez en mi vida que me quedo cortado con una tía. Claro que no es una mujer cualquiera. Es la Mujer. Cruzo miradas con ella - Sí, dalo por hecho, una birra. O dos.  

Dejo que mi amiga siga a lo suyo mientras Óscar y yo examinamos la otra puerta. Miro a los ojos a Óscar con la pregunta en los míos , "¿has visto? No entiendo nada. ¿Es lo que creo que es?" 

-Bueno, ¿puedes abrirla o la derribamos a cabezazos? O con la punta de la polla. -Será que no. Que está reforzada. Le doy un empujoncito, no sea que esté sin cerrar con llave. Jaja.

Cuando entramos en aquel paraíso de anticuario lo primero que me viene a la mente es la que se puede liar ahí si se provoca un incendio. Por instinto profesional miro las paredes, en busca de unos extintores que claramente no van a existir en este sitio. Luego me acuerdo de un fulano que vino al teatro a hacer un monólogo de un monje o no sé qué, que traía un montón de papelajos  viejísimos que había sacado del archivo de su pueblo. La mitad de los actores están tarados de la cabeza y ese no era menos. Vaya chapas nos metía en cuanto nos despistábamos. Va, Óscar, céntrate. El libro de Morgana. 

—Dijo que era un libro de medicina, así que a lo mejor tiene dibujos sobre plantas o cómo hacer potingues o algo así —lo aporto mientras me agacho para rebuscar otra vez en la mochila.

Vale, las ganzúas deben estar en el teatro, o en casa en el taller, o vete a saber. Lo mismo me las dejé en los otros pantalones del curro y ahora están dando vueltas en la lavadora.  Si las ganzúas no... la leatherman seguro que está ahí. 

Mientras hurgo entre un montón de mierdas inútiles no se me escapa la invitación que le hace Helena a Alex. Abro los ojos con sorpresa e intercambio una mirada cómplice en silencio con mi amigo. ¿Eso ha sido lo que creo que ha sido? Alzo las cejas mirándolo y me río por lo bajo. Y entonces encuentro algo. 

—¡Aquí está! —Saco la mano con la herramienta, triunfal, y de inmediato bajo un poco la voz—. La he encontrado. A ver, déjame que intente abrirla.

Y me pongo a hurgar en la cerradura con uno de los artilugios de la multiusos. Si es que no sé vivir sin ella, es como una extensión de mi mano.

Tras la quedada para cervezas y el momento algo tenso, Helena se pone a rebuscar entre las estanterías buscando algún rollo de pergamino que pueda interesarle.

Óscar rebusca y encuentra la leatherman. Se pone aintentar  abrir la puerta.

Clin clin, clin, clin.

Alejandro mientras, espera impaciente.

Clin clin, clin, clin.

Helena consigue un par de rollos de pergamino que le parecen interesantes y se los guarda.

Clin clin, clin, cloonn.

Finalmente la leatherman se introduce en la cerradura y gira. Óscar empujar la puerta y esta se abre produciendo un gran chirrido. Hace falta engrasar, no cabe duda.

Entráis en el despacho que está ilumnado muy tenuemente por algunos candiles muy bien colocados. El despacho está lleno de rollos de pergamino. A los pies del escritorio podéis ver una papelera que podría estar en cualquiera de las oficinas en las que habéis trabajado, también huele a vainilla. Es un olor muy bueno, como producido por un ambientador. En vuestra búsqueda del libro de Morgana encontráis cosas de vuestra época, pocas, pero las hay, algún boli, brújula... pero tampoco encontráis mucho pues os centráis en encontrar el libro de Morgana.

Miráis y rebuscáis. Pasan varios minutos y empezáis a poneros nerviosos pues no aparece nada hasta que Helena encuentra en un libro como los que conocéis vosotros y os lo enseña. "Los caballeros de la mesa cuadrada" reza la portada del libro, la paleontóloga lo abre y su instinto no ha fallado, lo abre y dentro, escondido, hay un rollo de pergamino. Helena lo saca y lo desenrrosca un poco y podéis ver, como sospechábais que hay muchos dibujos de plantas. No entendéis nada al intentar leerlo. Pero Helena sí y está convencida de que es lo que buscábais.

Es un momento para celebrarlo...  o no, porque escucháis pasos en la biblioteca.

Me encuentro en mi paraíso cultural, tanta información en mis manos que podría cansarme de escribir libros y lograr dar un vuelco histórico a todo lo que es comunmente conocido. Sería muy fuerte, claro e inevitable. Así que guardo los pergaminos que me interesan, mis amigos hablan mientras Óscar intenta abrir esa puerta con lo que tiene en la mano. - Pergaminos, y si, que sean dos o las que quieras Ale. -​​​​​​ respondo decidida, es que luego de todo esto, que más da el avanzar en este pantano que tengo con Alejandro. Y quizás hasta funcione o no. 

- Bueno ya tengo lo mío y... - dejo de hablar cuando mi amigo logra abrir la puerta y la alegría se refleja en mi rostro.- Ya eres un experto ladrón medieval, un pícaro. - bromeo a Óscar mientras nos adentramos en aquel Despacho. Rápidamente comienzo a buscar entre todo lo que hay y al encontrar el libro, los llamo para que veamos juntos. - Esto debe ser de Sara. Además hay varias cosas de nuestra época... Veamos. - digo al abrir el libro y al descubrir que hay dentro, mis ojos se iluminan. Estoy segura de que es lo que buscamos. 

- Es esto. ¡Lo tenemos! - comento mientras escucho unos pasos, estamos en problemas. Así que busco un lugar donde escondernos o pensar en una estrategia. ¿Cuál puede ser? 

La puerta era recia y bien cerrada. Pero después de un rato trasteando, Óscar logró abrirnos paso hacia esa cámara oculta- Si te quedas sin trabajo, ya sabes -bromeé secundando a mi amiga, y de esa manera me libraba de parte de la presión acumulada. Me fijé también en que Helena aprovechaba para pedir prestado en la biblioteca, preguntándome si eso no podría causar una "distorsión" en el tiempo. No dije nada aparte de un -Vale. Yo llevo para picar alguna cosa.- No se qué le sucede a Helena pero me mola. Y no me la como a besos aquí mismo porque tenemos una misión que cumplir y una amiga a la que salvar.

Está de puta madre que encontremos lo que buscamos... -¿La mesa cuadrada? ¿Qué coño...? esto es la peli...-Pero joder, el resto, de nuestra época...Ese Merlín...Deben de ser las cosas de Sara y Merlín seguro que no es tonto. Pero la papelera, a ver, que Sara no la ha traído. Me pillo el boli y la brújula. -Pues nos largamos, venga.

O no. La puerta abierta, sin tiempo...Busco alguna cosa contundente, cojo la papelera, un puto golpe con esto te deja tonto un rato. -Va, ocultaos, va- cuchicheo. Yo mismo me escondo detrás de la puerta. Preparado.

—¡Toooma! 

Me pongo en pie de nuevo y me inclino como para recibir los aplausos de un público imaginario. Eso para los que dicen que lo de la magia no me sirve para nada. Toma esa.

Ya dentro echo un ojo por ahí y al ver las cosas fuera de época alzo las cejas. Qué turbio el Merlín ese. Viajando al pasado para hacerse pasar por mago. Aunque, la verdad, bien mirado tenía su punto. Esta gente fliparía con el truco de cartas más simple. Voy mirando aquí y allá, hasta que Helena encuentra lo que buscamos y me acerco, abriendo la mochila.

—Nos llevamos solo el pergamino y dentro del libro metemos otro cualquiera. Así damos el cambiazo y no es tanto canteo. 

El ruido me sobresalta y ante la idea de escondernos, cojo a Helena de la mano y voy hacia la mesa. 

—Vamos, debajo.

En las pelis funciona siempre, es el escondite perfecto en cualquier despacho. Aún así, me dejo la leatherman en la otra mano, tiene una navajilla, que no es nada del otro mundo, pero para defendernos en caso extremo puede servir.

Los pasos se acercan. No veis nada porque estáis escondidos pero podéis oir perfectamente que los pasos se detienen y  la sorpresa de alguien que ve la puerta de aquel pequeño despacho abierta. 

- Eso no debería estar abierto.. escucháis la voz de un hombre.

Tras una breve duda, los pasos se vuelven a acercar. Y se acercan más, y más... se paran.

- ¿Merlín? - pregunta la misma voz. ¿Maestro?

No hay nada por respuesta y entonces comienza a andar de nuevo y entra en el despacho. Podéis ver como atraviesa la puerta. Es el muchacho que antes habíais visto descargando los libros. Todavía no os ha visto... pero no queda nada para que vea a Alejandro y a Helena escondidos malamente debajo de la mesa... ¡Si casi no entran los dos ahí!

Me dejo arrastrar por el tirón de Óscar para terminar bajo la mesa e intento hacerme pequeña, aunque claro somos muchos para tan estrecha superficie. Al mirar de costado, descubro que es el mismo que vimos en la entrada, quizás Alejandro puede empujarlo o darle un golpe cuando entre solo y quede dentro. Eso o que nos descubra. 

Aguardo silencio y abrazo mis piernas, tenemos algo valioso, estamos tan cerca, que es un problema. Un jodido problema. Así que observo la situación expectante, esperando que simplemente se vaya o Ale ataque. 

Me podía haber quedado quietecito. Aguantando la respiración. Pero el tipo vería a mis amigos sí o sí. Daría la voz de alarma.

Me parecía fácil arrinconarle, pedirle explicaciones, tortearle. Pero como tenía unas ganas terribles de soltarle una hostia a alguien, este chico se ganaba el premio mayor, la muñeca,  el osito y las palomitas.

No esperé un segundo más y le atizé con fuerza y rabia en la cabeza con la papelera.

El golpe de Alejandro es seco y preciso. Cae sobre la cabeza del muchacho como si mil demonios le ayudaran y automáticamente el chico se derrumba al suelo.

Muerto no está pues le oís respirar pero tardará unos minutos en levantarse del golpe certero que le ha dado Alejandro. El candil que llevaba para iluminar también cae al suelo con él desparamando el aceite por el despacho de Merlin.

Percibes un movimiento raro, un temblor donde están tus compañeros. Por un momento parecen desaparecer ante tus ojos. Como si entrasen en fase, como una interferencia en matrix, como una subida de energía en un holoproyector de los de las pelis de ciencia ficción.

intentas fijarte pero la verdad es que te cuesta un poco enfocarles. ¿Están desapareciendo?

Percibes un movimiento raro, un temblor donde están tus compañeros. Por un momento parecen desaparecer ante tus ojos. Como si entrasen en fase, como una interferencia en matrix, como una subida de energía en un holoproyector de los de las pelis de ciencia ficción.

intentas fijarte pero la verdad es que te cuesta un poco enfocarles. ¿Están desapareciendo?

Percibes un movimiento raro, un temblor donde están tus compañeros. Por un momento parecen desaparecer ante tus ojos. Como si entrasen en fase, como una interferencia en matrix, como una subida de energía en un holoproyector de los de las pelis de ciencia ficción.

intentas fijarte pero la verdad es que te cuesta un poco enfocarles. ¿Están desapareciendo?

Me acerqué al capullo bibliotecario. -Está frito. Pero vivo. No pasa nada. En un rato se recupera, que esta gente de la edad mediana son más fuertotes que nosotros. Registradle a ver si tiene algo interesante. Que yo vigilo mientras.

Me salí con cierto cuidado, vigilando desde el umbral de la puerta, con la improvisada arma papelera. Menudo ostión que se ha llevado. Que los de Madrid no nos cortamos. Me giré hacia mis amigos -¿Qué, vamos, os movéis o...

¡La hostia! Pero qué coño...No me jodas...-No no no, que tenemos que liberar a Sara, tíos, ¡¡qué cojones pasa!! ¡No ha pasado tanto tiempo!

No se me ocurrió otra cosa que medio correr hacia ellos, esquivando al payaso tirado ahí, si puedo sin pisar el aceite. 

Una vez metidos en harina debajo de la mesa la verdad es que la idea parece menos buena. Es que el hueco es muy pequeño y casi no cabemos los dos. Creo que me asoma medio pie y como el fulano mire hacia abajo me va a pillar seguro. Pero vamos, que yo me quedo quieeeeto, quietísimo. Hasta que pataplaf. El tío al suelo. Pestañeo rápido, enfocando la vista, y salgo del escondite. 

—¿Qué coño? ¿Habéis notado algo? Joder. Creo que se nos acaba el tiempo, se acaba la batería del chisme o lo que sea. 

Miro al muchacho del suelo. Espero que no esté muerto, pero en este momento me preocupa más volver a los calabozos. 

—Vamos, tíos, tenemos que ir a por Sara. Vamos, vamos. 

Los apremio con la mano y estoy listo para salir de ahí cagando leches. Ni registrar ni nada, que esto me ha dado muy mal rollo.

Y la hostia que le pega Ale al pobre muchacho, hasta me ha dolido a mi y pienso si en otro aspecto, será igual de fuerte. Pero eso dura tan solo unos minutos porque algo comienzo a ver y me desespera. ¡Estamos desapareciendo! 

Lo bueno es que no soy la única que lo ve, así que asiento con la cabeza cuando mis amigos hablan. Esto tiene un tiempo de caducidad, pero claro pienso en el motivo que la loca de mi amiga ha tenido para hacerse semejante viaje con un tiempo de caducidad y lo peor, arrastrando a sus amigos en ello. Eso me preocupa, pero tampoco hay tiempo para pensar más. 

- Si lo veo, vamos. - apenas alcanzo a decir, pero es que salir precipitados no está bien. Estamos dentro de un castillo lleno de gente.- Vayamos paso a paso, no sabemos si hay alguien más. - digo a modo de advertencia. Avanzo un poco más y espió detrás de la puerta, si no hay nadie a la vista, movemos todos. 

El episodio disociativo desaparece tan pronto como apareció. Desconocéis el motivo pero dais por hecho que el viaje se acaba.

Aunque...bien podría ser fruto de la agresión al muchacho o por los pergaminos sustraídos. Puede que hayáis cambiado el pasado y eso afecte al presente.

Los problemas de uno en uno. Tenéis el dichoso códice y a vuestra amiga Sara muriéndose en un calabozo. La cosa no pinta nada bien. Por suerte Helena mantiene la cabeza fría y decide echar un vistazo al interior de la biblioteca por si pudiese haber compañía indeseable. No parece haber nadie más en la Biblioteca. en el exterior se escucha música y alboroto y es probable que los guardias estén en un estado de embriaguez importante intentando preñar a alguna campesina.

Salís de la biblioteca y os escondéis tras el carro, a la izquierda la puerta del Castillo, a la derecha la salida a la primera muralla y de frente los barracones con la entrada a los calabozos. Si hay en el castillo un sólo guardia no beodo y de mala hostia por no estar en la jodida fiesta, sin duda se encuentra allí.

Ya detrás del carro toca pensar un momento antes de ir a lo loco. 

—¿Cómo lo hacemos? Si hay algún guardia y no es de los del pescao... lo mismo nos quita el libro de Morgana. Podríamos entrar y pedir ayuda, decir que está pasando algo. O buscamos una campesina y le pagamos para que distraiga. ¿O qué? —Miro a Helena, que piensa con más calma que Alex y yo y espero a ver qué se le ocurre.

Me moví rápido, cubriendo espaldas y flancos de mis amigos. Esto se nos acaba. A saber si la hemos liado con el espacio tiempo Marty Mcfye , eh! Doc. Ya está hecho, a tomar viento. Corriendo para aquí, escondiéndonos allá. Paramos a cubierto del carro. Voy mirando a las entradas y puertas mientras Óscar comenta. Me lo pienso deprisa.

-Tíos. No estamos para perder tiempo. Ni para pensar mucho. Tiramos para los calabozos, si hay un guardia, Helena, le enseñas las tetas y yo le atizo. Me cago en dios. Venga.

Y si aceptan, o no, pues que vamos a por Sara.