Partida Rol por web

El ruido de las balas, escupidas por el tambor del siempre oportuno tejano Morris devuelven a Seward a la realidad. Se estaba enfrentando a algo que escapaba de sus habituales parámetros mentales y físicos, al fin y al cabo, era un hombre de ciencia.

Ante la pregunta de Quincey, Seward, bajó la mirada, tal vez compadecido por lo que antaño había sido ese ser y dijo:

-Sea pragmático, compañero sureño. No creo que saquemos nada en claro de dejarlo agonizando... 

No desea cargar en la conciencia de Morris ese acto, pero sabe que no pueden dejar un palmo de terreno al Conde y a sus viles lacayos...

- Tampoco creo que vayamos a sacar nada de información de ese tarado. Acabe con su sufrimiento - opino. No es que sea algo de lo que me sienta orgulloso, después de todo soy policía... Pero ese tipo tenía poco de humano. Y él mismo se ha buscado su destino.

Luego me giro hacia Kate para comprobar si está herida o si hay que llevarla con un médico.

- estoy bien, la verdad, no os preocupeis por mi esperé que terminásen con ese maníaco, y que pudiesen averiguar todo lo posible para terminar con la amenaza

Morris se aproxima al individuo y lo remata de un tiro en la cabeza.

- Mejor nos vamos antes de que llegue la policía. En este barrio alguien dará la alarma.

En la dilapidada vivienda hay ocho cajas de tierra de la tumba de Drácula. Hay signos también de que otrras personas han estado ahí.

una tirada de Infiltración/mecánica Dif 4 permitiría abrir el escritorio (o una tirada de Atletismo Dif 6).

Rebusco en los bolsillos del maníaco y recojo unas cuantas pruebas. Escabrosas, sí, pero pruebas que me ayudaran a cerrar algunos de los casos en los que este tipo haya estado involucrado.

Mientras le registro examino el forro de su chaqueta, y alzo la voz llamando la atención del resto.

-  Aquí hay una marca antigua de una lavandería. Puedo ir a preguntar para identificar quién era este tipo.

Quizá ya a estas alturas no ayude mucho. Quizá sí sirva de algo. Nunca lo sabremos hasta que no vaya a investigar.

- Querida - le digo a Kate. - Salvo que crea que podemos necesitar la daga para algo relacionado con Drácula, me gustaría llevármela como prueba del robo y asesinato del anticuario Winter-Stutton - comento pensativo. Eso, junto a los casos que pueda aclarar y cerrar con las pruebas encontradas en el cadáver del maníaco podrían ponerme de nuevo con buenos ojos ante mis superiores.

Y mientras le explico eso a Kate, voy al escritorio, saco una pequeña ganzúa de uno de mis bolsillos y trato de abrirlo a ver qué encontramos dentro.

Van Helsing saca de una cajita una serie de hostias consagradas y empieza a rezar una oración mientras las deposita en las cajas de tierra:

- Escucha y teme Satán, enemigo de la fe, azote del género humano, seductor de hombres, traidor de naciones...

Seward seguía sumido en sus pensamientos y debates internos. Aquel engendro de daga enjoyada, sometido ante el revólver de Morris, las cajas, el hedor... No presagiaban nada bueno. Cotford, acostumbrado a tratar con lo bajos fondos llevaba la batuta... Incluso Van Helsing se encomendaba a Nuestro Señor ante tal hercúlea labor... Seward tomó la ostia consagrada y permanecía vigilante ante cualquier nueva situación.

En el escritorio hay las escrituras de propiedad de varias casas en Mile End y Bermondsey, junto con un manojo de llaves. Hay también cartas dirigidas al extranjero que habría que estudiar con más calma (o con un gasto de Investigación).

Una vez terminados, dejáis la vivienda antes que venga la policía.

Tras abandonar la propiedad, Seward atendería en algún lugar de confianza, como sería, probablemente sus dependencias privadas del Sanatorio a Cotford, para sanar las heridas provocadas por su enfrentamiento con aquel degenerado ser en Picadilly.

La policía se da prisa archivando el caso como el de un vagabundo loco, no identificado, que se coló en casa del anticuario Winter-Stutton para robarle, lo asesinó y se quedó la daga. Tras lo cual se escondió en una casa vacía. Murió resistiéndose al arresto a manos del inspector Cotford, que había seguido su rastro.

La daga es requisada, aparentemente para dársela a los herederos de Winter-Stutton.