Partida Rol por web

El hombre que había abierto la puerta cuando los presentes llegaron por primera vez, volvió a bajar las escaleras. Sin media palabra fue a atender nuevamente, unos golpes habían sonado. 

-¿Sí? -preguntó.

-El Cochero de la pensión, traigo a otra persona!! Abra que me congelo!!

El mayordomo entornó la puerta y vió que, al lado del cochero, había un joven que cargaba un bolso de cuero y una guitarra a su espalda.

-Debería consultar con la señorita Zhiara.

-Mire -dice el cochero, Michells lo ha mandado aquí. -Parece que... los lobos...

Se hace un intercambio de gestos. Unos minutos después el mayordomo abre la puerta y el joven pasa.

-Por favor, acomódose en este salón hasta que la joven Zhiara baje.

Entonces Alejandro nota una estancia amplia. Hay un fuego crepitando en la chimenera, unos sillones alrededor de una mesa baja y dos de ellos están acompañados por damas. Hay un hombre mirando un cuadro enorme en la pared, y otro está sentado. El mayordomo cierra la puerta y le pregunta al grupo.

-¿Falta uno de vosotros? ¿Puedo inquirir donde se encuentra? La mansión es muy grande y temo que se pierda.

Susanna se había parado para ver el cuadro. Por ahora sólo le llamaba la atención era mirada de ojos azules. Unos ojos inteligentes, parecía un hombre decidido y, a decir por el tamaño del cuadro, era un tipo importante en esta casa. El cuadro sigue ahí, mirándola. Pero la joven se voltea cuando llega el nuevo.

Aunque sigue con la tentación de mirar más el cuadro.

Quizás haya más que simplemente una pintura.

Respecto a Raymond, está tardando demasiado, pero no sabe si ser directa con la pregunta del mayordomo.

De la primera de las puertas sale la joven gitana. Se sorprende de ver a Raymond aquí.

-¿Tanto he tardado?

Lo mira, inquisitivamente.

-¿O algo ha sucedido? De no ser nada importante le ruego que volvamos abajo, hay algo que debo contaros a todos los presentes y me urge ser rápida, dentro de lo posible.

La joven sostiene una Biblia antigua en su mano y ahora lleva un largo crucifijo alrededor de su cuello. También tiene un frasquito con otras cosas, en un estuche semiabierto.

-¿Vamos?

Dubito al ir a responder la cuestión del mayordomo, en parte por inseguridad (porque no me molestaba que Raymond fuera castigado por otra persona que no fuera yo; no puedo ir detrás de cada niño insolente toda la vida) como porque quería seguir examinando el cuadro de Van Helsing. Empezaba a sentir demasiada curiosidad; ¿quién sería ese doctor?

-Bueno...creo que quería ir a buscar a la señorita Zhiara...-respondo de forma vaga, dirigiendo después mi mirada al recién llegado e inclinándome.-Buenas noches, señor.

Y me vuelvo al cuadro, y aunque me aparto para alejarme, lo hago sin apartar la mirada de los ojos. Quizá sea una paranoia, pero siento como si esos ojos pudieran seguirme a todas partes.

Buenas noches mi señora - dije con educación - y buenas noches a todos. Disculpen que les invada su espacio pero la noche ya andaba con el hocico abierto y los colmillos afilados a punto de clavarse en mi cuello - sonrío

Voy a uno de los asientos y me siento. Pongo la guitarra a un lado y pongo el bolso sobre mis piernas mientras me siento. Saco un mazo de cartas del bolso de cuero y dejo caer suavemente el bolso a mis piesy empiezo a barajar y picar el mao con una de las manos, mientras hablo con los presentes - emmm... ¿les apetece una partida de cartas? las cosas andan como muy quietas justo ahora

- Buenas noches señor - digo desde la ventana, dándome la vuelta tras la llegada de nuestro nuevo compañero.

Al verle me llama la atención su físico, pero más aún sus buenos modales - Alguno debería estar aquí para aprender a comportarse

- ¿Es usted músico? - pregunto con una amplia sonrisa al ver su guitarra. La pregunta era bastante obvia, pero era la mejor manera a mi entender de sacar el tema.

Sonrío.

- ¿Qué? ¿Ya has acabado con lo tuyo? ¿Ahora rezar? -Entorno los ojos. No sé yo, eh, si me convence éso de hacerlo con ella si después hay que rezar. Jamás he creído en Dios y jamás creeré. La miro de arriba abajo una vez más, pero ahora sin ningún ápice de deseo para con ella. "Bah". Histerium sexualum faltum eternum o lo que sea. Me encojo de hombros y bajo de nuevo al salón silbando una melodía sin sentido. Hay un tío, un tío que no había visto antes-. Eh, ¿tú quién eres?

Ehm sí, soy músico; Alejandro Mastropiero a su servicios - me levanto, tomo su mano y hago una reverencia, momento en el cual beso el dorso de su mano al inclinarme - Y usted debe ser una de las mejores compañías que se puede esperar en estas tierras ¿cierto?, bueno, tanto usted como la señorita de cabellos rubios - haciendo alusión a Susanna - han sido de lo mas amables conmigo sin conocerme

Tomo el mazo de cartas y lo pongo en el bolsillo de mi camisa, miro al hombre que pregunta por mi nombre y le sonrío - Alejandro Mastropiero, y usted debe ser el que, se supone, el que faltaba en la habitación ¿no? - traté de no reirme de su cara, la cual me resultaba particularmente graciosa - No debería perderse así de su grupo, mire que cuando pasa eso terminamos perdiéndonos a nosotros mismos...

Me dirigí de nuevo a la señorita de cabellos negros - Ya que sabe mi nombre... mmm... ¿me diría el suyo? - sonreí - Aunque discúlpeme si en algun momento no lo recuerdo; es que esta joven mente a veces tiende a divagar en las lagunas de la memoria y termina por no recordar las cosas interesantes...

- Darma Shorempet a sus servicios señor - era agradable ver que aún quedaban caballeros por ahí fuera ya que viendo a Raymond se me había olvidado ya.

- ¿Sería mucho pedir que el señor Mastropiero nos amenizara con alguna pieza?

No hay problema señorita - Saque del estuche una guitarra española hermosa, totalmente negra.

Afiné sus cuerdas, toqué un par de acordes para probar y sonreí - Bueno, esto es una pieza que me ha girado en la cabeza las últimas semanas... espero les guste - y empecé a tocar y cantar

Me senté en uno de los sofás libres y escuché con atención, qué maravilla de música y que voz más privilegiada. Cuando acabó su actuación no pude más que aplaudir y alabarlo por la actuación realizada.

A pesar de no ser músico profesional, aprecio la música en estado puro y disfruto sin decir ni una sola palabra de todas y cada una de las notas que comienzan a surcar el aire entre el crepitar del fuego. Siento la enorme tentación de sacar el violín del estuche e improvisar un acompañamiento, pero me detengo dejando que el recién llegado disfrute de su momento.

Al finalizar emito un sonoro aplauso. -Buenas noches señor Mastropiero, soy el doctor Knightley- Exclamo estrechándole la mano -Permítame alagar su habilidad con la guitarra, realmente he disfrutado con sus acordes. Yo toco el violín pero no a un nivel como el suyo por supuesto, aunque estoy convencido que en algún momento podríamos tocar alguna pieza clásica juntos para amenizar la velada, si las criaturas del averno nos lo permiten...- Mi mano se posa instintivamente sobre las vendas que envuelven mi cuello.

Al ver la calurosa aceptación de mi canción sonrío y pongo la guitarra a un lado - sí... esteee... muchas gracias. Me gusta cantar

un hombre toca mi hombro y me dice para tocar juntos algun dia - claro, no hay problema. Yo siempre estoy mas que dispuesto a tocar una buena canción siempre que la gente lo disfrute... y sin preocuparme por criaturas de la noche jajaja

Me acomodo y los miro a todos - solo conozco el nombre de la señorita darma - la miro y sonrío pero luego me dirijo a los demas - pero parecen ustedes un buen grupo... ¿Se pueden saber sus nombres?

-Permitidme el interrumpiros.

Dice Zhiara, corriendo un sillón y poniéndose de frente al grupo. Muestra sus objetos: lleva una Biblia de buen tamaño y un crucifijo, plateado, que adorna su cuello.

-Señor Raymond, tú también siéntate y escucha. Me temo que nadie se salva de esta lección, eso si queréis vivir para contarlo.

Zhiara se aparta la capucha y todos vuelven a ver esos hermosos ojos violeta, que ahora se posan en cada uno de los presentes, estudiándolo.

-Bien. Géorge tiene el primer síntoma de vampirismo, señor Alejandro, os diré para que todos sepáis que este joven ha sido mordido por una de las vampiresas más fuertes, una de las consortes de aquel que mora en el Castillo. Lo han conocido por muchos nombres: Vlad, el Dracul, el Empalador; fue una vez un héroe en Transilvania pero ahora es un condenado. Y, en esta noche, la mujer que ha mordido al joven -Zhiara señala el cuello del médico -volverá en una segunda visita. Si es mordido tres veces, no hay esperanza para su alma. De modo que necesitaré de vuestra ayuda esta noche, y os entrenaré en la tarea, hasta que mi tío retorne de su viaje.

La gitana ahora mira el cuadro de la pared: el titulado "Van Helsing".

Mi atención había vagado bastante entre el cuadro y la música del recién llegado, así que me cuesta un poco desengancharme de ambos para prestar atención a Zhiara, hasta que oigo algo sobre una vampiresa; eso había sido lo que había mordido al pobre George...no contentos con eso, volvería con la intención de...¿llevarse su alma? ¡Dios!

-Disculpe, Zhiara...¿qué clase de doctor es su tío?-pregunto, aún con la curiosidad que había despertado antes su mirada en mí.-Desde luego, estoy dispuesta a que me diga lo que tengo que hacer para proteger al doctor Knightley, pero...es curiosidad, si me la permite.

Las palabras de la gitana me dejan algo aturdida ¿Vampirismo? ¿Llevarse su alma? ¿Vlad? - ¿Qué debemos hacer? - dije sin estar muy convencida de porqué. ¿Qué podíamos hacer unos forasteros?

Caminaba por el fondo del salón, maldiciendo al recién llegado por hacerse el interesante y renegando por qué sé yo, por renegar. La de los ojos violetas me estaba empezando a dejar de gustar, odio las bíblias y me provocan alergia. ¿De qué sirve una bíblia en la guerra? De nada, sólo para que la bala la atraviese antes de que te toque a ti. Presto un poco más de atención ante la llamada de Zhiara, acercándome para poder escuchar mejor.

Lo que dice pierde interés en su primera parte, aunque cuando menciona que el aburrido de George está en peligro, me pongo completamente atento y con el arcabuz preparado, comenzando mi riguroso escrutinio del exterior a través de las ventanas. Cuando acabo, me acerco al grupo esbozando una tranquila sonrisa.

- ¿Habéis escuchado éso de "cada hombre tiene una bala para él"? No te preocupes, doctor, que como vengan a por usted, me los cargo -Le doy una palmada en el hombro, a modo de intento de consolar. No hay nadie, condenado o libre, que pueda resistir un tiro entre ceja y ceja. Ni cortándole la yugular. Vuelvo a comprobar el exterior-. ¿Está todo bien cerrado, Zhiara? ¿Ventanas, puertas, cualquier cosa de la casa que conduzca al exterior...?

Interesante eso de los vampiros - dije con cierto tono de sarcasmo y escepticismo - Aunque... ¿de verdad creen en eso? Es decir, ¿De verdad estan creyendo en los cuentos de seres nocturnos que beben sangre y son eternos? - aunque sonara algo triste yo había dejado de creer en ellos hace muchos muchos años: casi tantos como recordaba

Me levanté de donde estaba sentado y me acerqué un poco a la gitana - Cuando te refieres a esta gente unida a este problema... ¿Como esperas que escapen? ¿Quieres que terminen cazando al mismo Drácula para poder liberar al amigo? jajaja - dije a modo de chiste, aunque por dentro sentía cercana una oscura respuesta afirmativa...

La gitana sonríe al ver que, por lo menos, ha captado vuestro interés.

-Mi tío es un doctor de la sangre. Conoce el vampirismo por haberlo tratado de cara a cara al problema. Lo conoceréis mañana por la noche, vendrá aquí.

Luego sus ojos violeta se fijan en la otra muchacha y responde también su duda.

-Para evitar que la mujer se apodere del alma de Géorge hay que acabar con su vida. O con su no vida para ser más exactos. Lo cual no es fácil por ser la consorte del Conde.

Ni bien termina de decir ésto, aclara a Raymond.

-No tema, soldado. Las puertas de esta casa son inmunes a los vampiros, por si no lo habéis notado, fuera de la casa, en puertas y ventanas, y cerca del techo hay muchas ristras de ajos.

Zhiara tiende unos cuadernos a los presentes.

-Lección uno: los ajos los alejan, anotad.

En ese momento mira a Alejandro.

-No tome las palabras que digo ligeramente señor. Los cuentos de vampiro serán cuentos en otra parte del mundo, cosas para asustar a los niños pequeños... pero aquí son tan reales y peligrosos como las llamas de esta chimenea. Y respecto a cazar a Drácula, me temo que sería casi imposible. Por lo menos sin entrenamiento apropiado.

-Lección dos: los vampiros no se reflejan en los espejos, anotad por favor.

Bueno, yo siempre he sido la que ha dicho cosas del estilo "anota, por favor", por lo que me es algo extraño ser yo quien esta vez tome apuntes. Y no puedo evitar pensar que es algo fácil de recordar y por qué demonios tengo que anotarlo...

-Tal vez si hubiera visto lo mismo que hemos presenciado nosotros, señor Mastropiero, dejaría usted el sarcasmo de lado...-murmuro con una sonrisa torcida, sin alzar la mirada del cuaderno.-Dígame, Zhiara; mi crucifijo...-dejo la cuestión en el aire, tocando mi colgante con los dedos.