Partida Rol por web

 Era algo complicado leer el mapa durante la noche, almenos sin acercarse al fuego, aún así un vistazo general bastaba para darse cuenta de que debían de haber avanzado mucho más de lo que podrían haberlo hecho por su propia cuenta y riesgo. Los planes de Dreren estaban en constante movimiento, en este caso habían ido a mejor, habían ganado más de medio día...pero no era suficiente.

 Aunque trataba de mostrarse afable en su interior, enjaulado bajo llave, se escondía un Dreren ansioso por obtener resultados.

 - Espero que Wish te esté haciendo buena compañía. - sopesó con cierta suspicacia mientras su sonrisa se convertía en una curva de soslayo y alzaba una de sus cejas.

 Después de su intromisión en el espacio de Lynn, lejos de disculparse, se interesó por la "hermana".

 - Pareces entretenida.

 ¿Has comido algo? ¿Estás cómoda? - Era un leve atisbo de la culpabilidad de Dreren oculta tras su seguridad y confianza, la confianza de que él solo podía protegerlos a todos, guiarlos y mantenerlos bajo una cohesión propia de un grupo.

 Su pregunta podía ser como las de Gabrielle, sinceras, preocupadas...o podían ser pragmáticas, podían ser sólo preguntar sobre el estado de una herramienta...¿Veía a Lynn como un fin o como un medio?

 No se revelaba.

 - No quería molestarte pero...

 Wish asomaría entonces, pero se ahorraría los comentarios, la ranita estaba feliz junto a Lynn, recibía atenciones, conversación y podía descansar de la sesuda compañía de Dreren. El mago esperaba que su familiar estuviese preparado y dispuesto en todo momento para responder a sus cuestiones, atender a sus deseos...le trataba bien, con confianza y también con preocupación, pero era más firme, sólido...más...rocoso. Lynn se parecía más al fluir del agua o al agua estancada...quizás por eso Wish se encontraba tan agusto con ella.

 Dreren le dedicó una mirada a Wish y no terminó con sus palabras...sólo quería saber si Wish era una molestia para su descanso, venía a recogerla, aunque no era necesario si ella no tenía inconveniente.

Sin sentido, aquello no podía estar ocurriendo. Ese muchacho no se merecía estar aterrorizado en la otra vida. Pero era incapaz de encontrarle un significado a sus palabras. Allí no había nada, o al menos no veía nada que pudiera sumir a alguien en tal estado de terror. ¿Qué "criaturas" podían atemorizar  a un muerto?.

- Estoy justo delante tuyo, ¿quien te busca? les cortaré el cuello si se atreven a aparecer. -

—Pero está a medio camino entre el Velo y nuestro mundo ¿no? —objetó Gabby, obstinada—. Quiero decir, del mismo modo que yo lo vi en la Torre del Círculo, quizá podamos buscarle aquí...

A Gabby se le quebró la voz.

—Astucia yo... creo que le fallé a ese chico. Creo que está muerto por mi culpa —los ojos de Gabrielle se arrasaron de lágrimas y le temblaban los labios—. Pude haberle avisado del demonio que lo rondaba y no lo hice. Estoy segura que los templarios lo mataron porque sucumbió a él en su Angustia.

El sollozo se abrió camino y Gabby se tapó la cara con las manos, para que Astucia no la viera llorar.

—Es injusto. Es una traición injusta y cruel —gimoteó.

—Eso parece... —contestó Astucia a la pregunta inicial sobre los dos mundos—. Un alma deambulando en el Mundo Material.

No obstante, cuando te echaste a llorar y te tapaste el rostro, Astucia guardó silencio. No te quedó muy claro el motivo porque no podías verlo, tal vez no sabía cómo reaccionar, tal vez simplemente seguía pensando, tal vez tenía otro concepto de tristeza distinto al tuyo... podrían ser mil cosas.

Tras varios segundos, las manos del espíritu cogieron las tuyas y las separaron como quien abre un ventanuco en un gesto que más bien parecía buscar una cara a la que hablar. Porque de hecho se asomó y todo. El tacto de Astucia resultaba extraño; no sabrías decir si era del todo sólido o no. Te recordaba a cuando los rayos del sol se cuelan por la ventana e inciden sobre ti calentándote la piel: no son sólidos pero de alguna forma sientes su contacto.

—¿Por qué piensas que fue el demonio quien lo mató, que se sometió a la Angustia o que algo hubiese cambiado si le hubieses dicho eso?—preguntó sin malicia. De hecho parecían preguntas sinceras—. Das por sentadas muchas cosas.

También eras consciente de que el aura del espíritu parecía más fuerte en el Velo, llorabas porque Fritz había muerto pero la desesperanza no lograba envolverte y hundirte hasta el fondo. Era como si algo echara la susodicha sensación a empellones hacia atrás cada vez que lo intentaba.

—Cuando los magos se someten a la Angustia, a veces se enfrentan a un demonio. Lo que inclina la balanza es la fuerza de su volutad, que lo sepan o no es indiferente porque deberán hacerlo sí o sí—añadió el espíritu soltándote y sentándose a lo fakir en el aire. Entonces ladeó la cabeza y preguntó:—. ¿A ti te parecía que ese chico estaba preparado para pasar la Angustia?

—¡Shh! no, no hables tan alto. ¡Te oirán!—Ben chistó en voz baja y luego miro a ambos lados como quién comprueba que nadie se acerca—. No podrás con ellos, nadie puede con ellos... ¡Debemos huir!

Se volvió a encoger. Podías ver que, pese a que te tenía delante de las narices, Bennard no te localizaba.

—No sé exactamente qué son, pero hieden a maldad, su proximidad me eriza el vello, me provoca escalofríos y me congela la sangre. Sé que me están buscando... ¡Pero no sé por qué! Hacedor, ni si quiera sé cómo he llegado aquí.

El muchacho se llevó las manos a la cabeza agarrando dos puñados del corto cabello.

—Yo estaba con vosotros en... en alguna parte—masculló confuso—. ¡¿Por qué me dejasteis solo?! ¿Dónde están todos?

Lynn andaba curioseando una pequeña pieza de piedra de no más de tres centímetros, plana y redonda. Al escuchar tu voz, levantó la mirada y viste un fugaz atisbo de alegría desfilar por sus ojos.

—Tú nunca molestas—contestó con una sonrisita, luego señaló a un lado—. ¿Quieres? Te han guardado tu parte y está muy rico.

Seguiste la dirección su dedo y viste un cuenco de madera humeante y una cuchara de cuerno de venado que alguien había colocado junto a tu petate. Olía bien y al acercarte descubriste que era un guiso consistente en patatas troceadas, pedacitos de lacón y alguna verdura flotando.

—Perdona, tenía que revisar esos tatuajes y se me ha ido el espíritu al Velo—añadió Lynn dejando a un lado la pequeña piedrecita. En ese momento viste que tenía un símbolo grabado y reconociste finalmente lo que era: Una runa—. Es que Gabby me ha estado hablando del tema antes y cree que tengo... cómo dijo... ¡Ah! Un "talento natural para el encantamiento". Aún me cuesta creerlo.

Un somnoliento Wish asomó del hombro de la clériga y te miró pero no parecía tener intención de moverse a menos que lo reclamaras.

- Escapamos de la Ruina tras el desastre en Ostagar, no tomamos las sendas principales porque estarían colapsadas, así que estuvimos casi todo el tiempo cruzando el campo a marchas forzadas mientras la horda nos pisaba los talones.

Matamos unos pocos exploradores adelantados a medida que nos acercábamos al norte, pero nos encontramos con bandidos en las tierras altas exigiendo peaje, que no pagamos. Hubo una discusión, un combate muy sangriento y allí te mataron.

Les dimos muerte a todos, a los pocos supervivientes los dejamos a la justicia, enterramos tu cuerpo a los pies de una arboleda. Cualquiera se hubiera cambiado por ti, pero no pudimos. Fue solo un instante, un arma furtiva, la sangre manando y luego la violencia sin sentido, toda la humanidad perdida en escasos segundos.

Cada uno de los que sobrevivimos intentamos volver a empezar nuestras vidas, o lo que queda de ellas... no se explicarlo, ni creo desear saberlo. Pero ya no caminas con nosotros, te fuiste a donde descansan los justos, donde moran todos los que se han ido. Estás muerto valiente amigo. Caíste en combate, como un soldado y hombre libre.

Todo lo que puedo hacer por ti es devolver tu memoria a sus legítimos padres, no puedo cambiar el pasado. -

—Pues no lo parecía —dijo Gabby, pero dudó un momento—. Por otro lado Irving es tan sabio... siempre ha estado un paso por delante de todos nosotros. No lo mandaría a la Angustia si no pensara que estaba preparado para ello. Supongo que él también se puede equivocar, porque ¿qué otros motivos habría para que muriera un aprendiz en el Círculo? Es uno de los sitios más seguros de Ferelden. 

—Muy astuta.

El espíritu sonrió de nuevo de oreja a oreja con aquella expresión pícara tan característica suya. Nunca sabías decir si te recordaba a alguien que está tramando una trastada o a alguien que espera a que ésta ocurra por sí sola

Aunque bueno, también cabía la posibilidad simplemente que encontrase irónica aquella afirmación viniendo de si mismo y le hiciera gracia.

—¿Qué me das si logro demostrarte que das muchas cosas por sentado?—dijo entonces tamborileando los dedos sobre la barbilla—. Veamos... sigue en esa linea de pensamientos. ¿No puedes ir andando a la Torre del Círculo? No, no puedes. Ahora yo pregunto: ¿Ir andando es la única forma de llegar o saber lo que pasa allí?

Levantó las dos cejas como quien espera la respuesta y miró a su alrededor. Aunque siempre se las apañaba para no caer en la frivolidad, por lo visto le gustaba hacer que le dieras a la cabeza cuando te encontrabas con algo que en algún aspecto te superaba.

Pero a fin de cuentas... ¿qué otra cosa cabría esperar? Era un Espíritu de la Astucia.

Gabby no era la persona más fuerte, ni la más rápida. Pero saltaba de pensamiento en pensamiento en un chasquido de dedos.

—¿Crees que se ha ahogado tratando de escaparse? —le respondió a Astucia, saltándose un par de frases de la conversación.

Astucia bajó sólo una ceja, la otra la dejó enarcada.

—No. Te estoy preguntando si hay alguna otra manera de que tú puedas ir a la Torre o saber lo que pasa en ella que no sea volver andando por el camino—dijo. Luego rió entre dientes ante lo paradójico de lo que iba a decir—. ¿Por qué lo preguntas? ¿Esto es un duelo de responder a incógnitas con otras incógnitas?

Gabby no pudo evitar esbozar una sonrisilla tonta.

—¿Y si lo fuera? —preguntó a su vez, antes de ponerse a pensar—. No se me ocurre nada, no conozco ningún conjuro para comunicarme con alguien en el Circulo. Sin embargo tú... tú sí que podrías ¿verdad?

Era evidente que la maga tenía una idea muy concreta en la cabeza de cómo podía hacerlo. Pero por supuesto, no iba a ponérselo a Astucia tan fácil.

Astucia rió.

—Si piensas ganarme en agudeza a mí, te va a doler la cabeza—dijo señalándote con una teatral y desafiante sonrisa divertida—. ¡Pero me gusta esa actitud!

Dejó caer el brazo y puso ambos en jarras.

—Sabes perfectamente la forma, ¿verdad? Sólo hacía falta que te acordases de que lo sabías, ¿o que quisieras acordarte de que lo sabías?—agregó la última frase como jocoso aporte al duelo de preguntas encadenadas, pero enseguida volvió a mirar a su alrededor. Al parecer habías hecho diana con tu respuesta—. Gabrielle, estás en el Velo y el Velo está en todas partes. ¿Quién dijo que hacían falta conjuros?

Se rascó entonces una mejilla con teatral gesto pensativo.

—Aunque todavía no me has dicho qué me das si logro demostrarte que das muchas cosas por sentado...

Él tampoco parecía dispuesto a poner las cosas fáciles, o al menos aparentemente, o al menos aparentando que aparentemente... bueno. A saber.

Después de haber ofrecido su ayuda a Astucia desinteresadamente, cualquiera se habría ofendido porque le pidieran aún más. Sobre todo cuando era poco probable que sacara algún provecho propio de ayudar a Fritz. Pero Gabby no era cualquiera. No podía parar de dar, dar y volver a dar. Y quizá Astucia hablara figuradamente.

—Te daría lo que quieras por tu ayuda —respondió Gabby en cambio—. Dos cabezas piensan mejor que una.

—Cuidado con lo que ofreces...

Astucia agitó un índice como si estuviera negando con él. No te quedó claro si fue por hacerse el misterioso o porque había realmente un consejo oculto en aquella frase.

—En realidad no necesitas darme nada a cambio de que te ayude, Gabrielle. Soy un espíritu. Estoy aquí para ayudarte—dijo—. Quienes siempre piden algo a cambio son los demonios. Yo no te pediré nada, aceptaré lo que quieras darme.

¿Otro consejo escondido? ¿O simplemente había hablado de forma figurada tal y como habías supuesto? ¿O las dos cosas?

—Hay otro espíritu que debe conocer muy bien la Torre, imagino que sabes a quien me refiero—Astucia se rascó el cogote con una mano—. Te contaré algo en cuanto lo sepa. O mejor dicho, en cuanto la encuentre.

Pareció que ya estaba hecha la propuesta. Sin embargo, tras varios segundos de silencio, cambió de tema.

—Con respecto a lo que has dicho antes de que la Torre es un lugar seguro... —añadió inesperadamente—. No sé qué puede haberle pasado a ese chico pero la seguridad siempre es relativa.

Gabby metió la cabeza entre los hombros, como una niñita a la que le hubieran echado una regañina.

—Me gusta pensar que no sólo estás aquí para ayudarme, sino que podemos compartir y aprender juntos, el uno del otro —dijo la maga, proyectando el labio hacia delante—. ¿Por qué te pones tan ominoso, de repente? 

Astucia sonrió.

—¿No es lo que hacemos las entidades del otro mundo?—dijo dándose un golpecito con el pulgar en el pecho—. Hablar de forma críptica para que los pobres mortales os devanéis los sesos. Aunque yo al menos hago chistes ingeniosos en una de cada tres frases.

Gabby se rascó la mejilla.

—Creo que eso de hablar en enigmas también lo hago yo —suspiró— o eso piensan de mi mis amigos. ¿Pero por qué te ha dado ahora por hacerme esta advertencia? ¿Te preocupa algo?

—¿A mí? No—respondió el espíritu haciendo un despreocupado gesto de quien echa algo a un lado—. Es sólo mi forma favorita de volverte tarumba.

Soltó una risita y antes de que pudieras contestar (o averiguar hasta qué punto lo decía en serio y hasta qué punto era broma) se separó del suelo, dio una veloz vuelta entera a tu alrededor para agarrarte una mano en el proceso.

—¿Pero qué es eso de que "te gustaría" que pudiéramos compartir y aprender juntos?—añadió—. Nadie dijo que no se pudiera, ven.

Tiró de ti suavemente y en cuanto empezaste a seguirlo, te soltó. Por suerte volaba cerca del suelo y despacio para que pudieses hacerlo o de lo contrario estabas totalmente segura de que sería como tratar de perseguir al viento: Imposible.

Seguiste al espíritu por un paisaje cambiante, la sensación era asombrosa pues parecía que reflejase vagamente lo que pensabas al verlo. El entorno del campamento se convirtió pronto en una suave y ondulante pradera de hierba iluminada por el sol únicamente por el mero hecho de que te resultaba más agradable un entorno así. Aunque seguías sin saber dónde diablos estaba el sol pese a que hubiese claridad.

Cuando te diste cuenta de que te habías quedado mirando el paisaje mientras seguías a Astucia, al buscarlo viste que se había  posado de nuevo, acuclillado al lado de lo que parecía una roca de hermoso color azul luminiscente y curiosamente redonda, recubierta de pequeñas estalagmitas. Te recordaba a algún mineral en bruto, ¡pero era el aspecto de mineral en bruto más asombrosamente caprichoso que había visto nunca!