Partida Rol por web

Gabby parpadeó. ¿Acaso no quería hablar del tema delante de Sion?

—Claro.

La maga bisoña dejó la escudilla a un lado y aceptó la mano que le tendían para levantarse.

—Te debo una por ahorrarme el conejo chamuscado que pensé que iba a tocar esta noche.

Nolan te susurró aquello y luego hizo una especie de saludo marcial imitado antes de dirigirse a la carreta donde recoger algo de heno para los caballos.

Nolan caminó hasta llegar a la carreta. Notabas que, en efecto, hacía frío lejos de la hoguera. El orlesiano se introdujo en el interior del vehículo y tras varios segundos salió con un saco mediano en cada mano, te dio uno y pudiste comprobar que en el interior había una mezcla de heno y avena.

—Dale al que prefieras—dijo—. Después del paso de la horda, a la hierba apenas le ha dado tiempo a volver a brotar... Y no me extraña; la corrupción de los engendros tenebrosos es tan ponzoñosa que hasta los cuervos enferman.

Los dos caballos estaban atados en un arbusto cercano y comprobaste que, más que pacer, trataban de localizar los pocos brotes verdes que había por el suelo, pues el resto era tierra. Los animales relincharon suavemente en cuanto vieron que os acercábais y levantaron las orejas: O te habían reconocido o habían olido la comida.

Nolan se acercó al caballo que rápidamente encontró el camino de acceso al saco y se puso a masticar en su interior. Mientras le daba de comer, el orlesiano volvió a mirar al lago.

—¿Llegaste a hablar con ella antes en la carreta?—preguntó de pronto, solo que ahora parecía bastante más serio que antes, incluso algo preocupado—. Si te... si fue algo hosca te pido perdón en su nombre. No siempre ha sido así.

Gabby le dio de comer a la yegua, cubriéndole de caricias.

—Estaba cansada y nerviosa —le quitó importancia—. Cualquiera reaccionaría así. Yo desde luego no se lo voy a tomar en cuenta.

—Si sólo fuera eso... —suspiró Nolan sin dejar de mirar hacia el lago, como si temiera en cualquier momento que Balaena fuera a empujar a Dreren al agua o algo así.

El caballo lo empujó a él con la cabeza y tuvo que devolver su atención al saco para que no se le cayera.

—Ya se lo he dicho a Sion, pero como tú le has salvado la vida pues no quería que pensaras que es una desagradecida—dijo—. En otras circunstancias te aseguro que estaría riéndose de lo ocurrido a estas alturas...

Negó con la cabeza y dejó el saco en el suelo con lo que la cabeza del caballo también bajó, persiguiéndolo.

—En cuanto a lo que me preguntaste antes pues... está bien, físicamente al menos. No es de las que les gusta quedarse en cama convalecientes. La verdad es que es un milagro; casi parece que el Hacedor te hubiera puesto justo ahí en el instante preciso.

Se sacudió las manos y entonces pareció pensar en algo.

—Y hablando de eso, ¿soy demasiado curioso si pregunto qué os ha sacado del Círculo?—dijo. Entonces levantó ambos brazos como si le apuntasen con un arco para recalcar:—. Si no es indiscrección.

—Estamos buscando a una amiga de Dreren —dijo con cautela Gabby, repitiendo lo que había dicho el mago en voz alta a los guardas—. Una mujer pelirroja, que nos precede en el camino. ¿No la habréis visto, verdad?

—¿Una amiga de Dreren?—Nolan levantó las cejas—. Pues ya puede ser el avatar de Andraste porque menuda comitiva han enviado a por ella.

Rió un poco sin ganas y sacudió la cabeza cuando le preguntaste.

—Bueno, nosotros venimos de Gondwan. Es un pueblo costero al norte del Lago Calenhad—explicó—. No sé a donde habrá ido esa chica pero al menos hacia allí no; recordaría a una maga de haberla visto porque allí sólo hay mercaderes y refugiados volviendo de las Marcas Libres.

- Confio en mis compañeros para que eso no ocurra.

 Respondió Dreren a sus tensas palabras, calmado, era dificil perturbarlo...más para una persona que no tuviese el cabello pelirrojo. No la miró, sino que observó la superficie del agua, calmada e inspiró en silencio.

 - Pero tienes razón, en verdad no sé nada. - Admitió con humildad en un tono tan suave que no podría tomarse como un engaño o una provocación. Que aquellas palabras saliesen de labios de Dreren le sorprendió incluso a él mismo...no podía sino ser honesto con aquellos que era evidente habían perdido más que él en la Ruina.

 Pero lo que Dreren podía perder ya se había esfumado de sus dedos hace mucho tiempo.

 - Aunque no me desagradaría escuchar lo que otros tengan que enseñarme. - Asintió, mostrandose servil. - Es una noche apropiada para observar el cielo, pero también para comer algo y charlar entre amigos ante la calidez de un buen fuego. Sólo quería que no lo olvidaras.

 Además, quería que supieras que si hay algo que podamos hacer por ti o tus acompañantes, puedes decirnoslo.

 Después de bajar el mentón escondiendo bajo su capucha el color del lirio que casi reflejaba el brillo cristalino del agua, se dispuso a retirarse y dejarla tranquila, no obstante, esperaría unos segundos por si quería reprocharle algo. Sentía que podía soportar cualquier cosa que le achacase, era como con Terria, pero mucho más fácil...como si detrás hubiese una justificación que le estaba vedada, mirar hacia el pasado de Balaena era como contemplar la ciudad negra desde cualquier punto del velo.

Balaena emitió un bufido hosco ante tú solución para evitar que los engendros tenebrosos acabasen partiéndote en dos, luego mantuvo un ceñudo silencio mirando al lago. Te dejó hablar pero era difícil saber si te estaba escuchando o no. Curiosamente, cuando fuiste a irte, se volvió a regañadientes.

—Espera—dijo con una expresión que era la incongruente mezcla de la exasperación y la duda—. ¿Cómo puedes decir que viviste todo desde la comodidad del Círculo y hacer cómo si supieras lo que... ? ¡No estuviste en Denerim ni en Ostagar!

Apretó los labios en una fina linea y volvió a escrutarte con la mirada. Finalmente la duda pareció ganarle a la exasperación y se convirtió en remordimiento. Bajó ligeramente la mirada.

—Lo siento. Sólo viniste a preguntarme si... y yo...—dijo peinándose un mechó rubio hacia atrás—. Normalmente soy más amable pero...

Suspiró y se volvió a abrazar la espinilla con las manos.

—Me enteré de lo de las abominaciones. Los magos sufrieron mucho durante la Ruina y si estuviste en el Círculo tuviste que verlo de primera mano.

Hizo una pausa. Le costaba hablar de nuevo pero era curioso que sin embargo pareciera necesitarlo.

—Nosotros estuvimos en Ostagar, sobrevivimos al infierno—dijo—. ¿No... perdiste a nadie a manos de los engendros tenebrosos? ¿No quisiste salir y llevarte por delante a cuantos de ellos pudieras?

La última pregunta, más que parecer una simple pregunta indiscreta, parecía un intento por entenderte un poco mejor.

Eso quitaba una posibilidad del destino de la maga fugitiva, aunque claro, Irving ya había previsto aquello.

—Creo... que ha tenido una pérdida reciente, ¿es eso?

Nolan se mordió el labio inferior y desvió la vista a un lado con gesto pensativo ante la pregunta. Tras varios segundos, su expresión se relajó.

—Supongo... que después de todo esto es justo que lo sepas—dijo—. Pero procura no mencionarlo delante de ella.

Volvió a mirarte.

—Cuando salimos de Gondwan, éramos cuatro: Sion, Balaena, yo y un herrero llamado Vartan—explicó—. Lo conocí hace mucho tiempo... Bueno, eso es lo de menos. El caso es que llevo siendo su hombre de armas desde entonces. Estuvimos en Ostagar. Los tres. Era su padre y mi mejor amigo.

Los ojos castaños del orlesiano se ensombrecieron.

—Durante el camino a Lothering nos emboscó un grupo de Chillidos. Entre Sion y yo acabamos con todos, o eso creíamos—una fugaz expresión de frustración hija del fracaso cruzó por su cara—. Quedaba uno más escondido bajo tierra, atacó a Vartan a traición y...

Sacudió la cabeza como si no quisiera dar más detalles de lo que pasó después, o para apartar las imágenes evocadas de su cabeza, no estaba muy claro.

—Esos monstruos asustaron tanto a los caballos que uno coceó a Balaena cuando trataba de sujetarlos para que no salieran corriendo con la carreta, por eso fuimos al Círculo.

Volvió a mirar al lago donde Balaena y Dreren parecían estar hablando. O mejor dicho, Dreren parecía intentar estar hablando.

—Prometí al viejo que cuidaría de ella—suspiró como quien no tiene ni idea de cómo va a cumplir tal cosa. El apelativo te sonó a mote cariñoso entre dos camaradas—. Te aseguro que siempre ha sido una chica dulce con todo el mundo, conocidos y desconocidos. Pero la maldita Ruina le ha robado hasta la sonrisa.

Gabby dedicó una mirada piadosa en dirección a Balaena. Lo cierto es que se figuraba algo así.

—Siento mucho vuestra pérdida. Que el Hacedor lo tenga en su gloria —sus manos se enlazaron instintivamente en un gesto suplicante. Se le ocurrió algo y devolvió la mirada a Nolan—. ¿Ella cree en la Iglesia del Cantar? ¿Crees que le confortaría que rezara con ella un plegaria por su padre? Estudié los sacramentos antes de entrar al Círculo.

Derek se mantuvo distante y silencioso desde que acamparan hasta largo rato después. El templario, sumido en sus propios pensamientos, no hacía otra cosa que mirar el fuego. Era como si en él leyera una historia de lo más interesante, algo que no podía esperar...

Al cabo de un rato, Derek despertó de su ensueño y miró a su alrededor. Se encaminó hacia Lynn perezosamente.

Nolan esbozó una sonrisa triste.

—Sí, es creyente—dijo en un tono que casi parecía añadir "o espero que siga siéndolo"—. Te lo agradezco, eres una buena mujer.

Suspiró pasándose una mano por la cara.

—Hacedor, qué follón. No tengo ni idea de qué diablos voy hacer ahora... bueno, de qué vamos a hacer ahora.

Guardó unos segundos de silencio antes de responderte.

—Creo que lo mejor será que no sepa que yo te he dicho nada o tal y como está ahora me va a matar—confesó—. Pero puedes intentar hablar con ella para ver si te lo cuenta por si misma, si lo consigues estoy seguro que te agradecerá que quieras rezar con ella.

Lynn estaba sentada sobre su saco de dormir (la hierba y la tierra mojadas por el rocío de la noche no parecían resultarle un lugar cómodo sobre el que sentarse) Se encontraba al parecer limpiando con la yema del dedo el colgante con su Símbolo Sagrado.

Cuando escuchó que te acercabas, lo volvió a meter por debajo del cuello de la túnica y te miró ladeando la cabeza con gesto interrogante.

Gabby se rascó la mejilla en un gesto pensativo.

—Me gusta pensar que cuando el Hacedor nos cierra una puerta, en algún lado nos abre una ventana. Quizá podríais empezar de cero, en otro lugar. Nosotros iremos en dirección a Denerim. ¿Por qué no nos acompañáis? En una ciudad grande es más fácil encontrar una nueva vida.

Nolan suspiró.

—Sí, Denerim es grande. Pero ya no es una ciudad, es un montón de escombros—dijo—. El montón de escombros más grande de todo Ferelden.

Se encogió de hombros.

—Ahora mismo no hay más que gente yendo de aquí para allá, andamios, madera y cascotes de piedra. Todo el Camino Imperial es una inmensa ruta de transporte de materiales de reconstrucción. La verdad es que nos dirigíamos allí a vender mercancía porque la guardia necesita estar preparada para que los rateros, los animales salvajes o los restos de la horda no entorpezcan esas tareas. Pero era Vartan quien mantenía el negocio. Yo no soy herrer...

Repentinamente, los ojos de Nolan se volvieron tan grandes como puños. Como si acabase de tener una revelación divina.

—¡Que la Ruina me lleve! ¡Pues claro!—exclamó de pronto—. ¡Eres un genio, muchacha!

Sonrió, más por ver a Nolan más animado que por el cumplido.

—¿Qué he dicho exactamente? —dijo con timidez. 

—Estáis buscando a esa maga, ¿cierto?—respondió el orlesiano con alegre expectación—. Podría estar en cualquier parte así que vais a necesitar viajar rápido, un campamento, y seguramente os topéis con montones de problemas: Ferelden está hecho un caos desde la Ruina.

La yegua relinchó suavemente; se había terminado el heno y ahora te cabeceaba en demanda de caricias.

—Podemos adherir nuestra caravana a vuestra ruta. No nos inmiscuiremos en vuestros asuntos pero viajaréis más deprisa que andando y vuestro campamento estará a salvo cada vez que lo abandonéis para ir a alguna parte. Mi especialidad es mantener a raya a cualquier alimaña y quiero devolveros el favor—añadió sonriendo—. Si no llega a ser por ti, yo no habría podido cumplir la promesa que le hice al viejo.

Señaló entonces a la laguna.

—Balaena es la hija del mejor herrero del reino. Sé que no lo parece pero lo aprendió todo de él—dijo—. No existía arma, armadura, bastón, anillo, túnica o lo que quieras imaginar que Vartan no supiera hacer o mejorar. Y ella también puede. Si el viaje se os pone difícil, nunca estaréis indefensos.

La verdad es que parecía que el Hacedor en persona le hubiese enviado una carta citándolo para ser su nuevo elegido. De como si una preocupación enorme se le hubiera quitado de encima al hallar una posible respuesta.

—Cuando todo esto termine creo que hablaré con el Caballero Comandante; el Círculo está más cerca de Gondwan que Denerim y nos sería mucho más sencillo establecernos como fuente de suministros para los templarios a partir de ahora. Si él no tiene inconveniente, claro. ¡Y para Risco Rojo! Que queda cerca.

—Claro que podéis venir con nostros —repitió Gabby—. Acompañadnos si gustáis mientras encontráis un nuevo lugar en el mundo. Pero de verdad, no me debéis nada. Ayudé con mucho gusto y sin esperar nada a cambio. Vuestra felicidad es mi felicidad.