Partida Rol por web

Gabby tardó varios latidos de corazón en entender.

—Oh. Ah. ¿Esto era lo que querías enseñarme? —Gabby hundió los hombros—. Vaya, te he chafado la sorpresa ¿no? ¡Lo siento! Es que la vi antes de que fuéramos a la granja. Como había sido compañera de mi maestra estuve un rato hablando con ella. Buff, ¡si lo llego a saber no digo nada! He metido la pata.

-Pensé que tu maestra le habría hablado de ti, no que os habríais... Bueno, es igual -Derek sacudió la cabeza. Leliana le había dicho que no debía poner cara de funeral si quería que le hiciera el favor-. Supongo que no te cantó nada ni te contó ninguna historia, ¿no?

Derek le tendió la mano.

-Ven, acerquémonos.

—Eeeeh.... Noooo... —titubeó Gabby. Se le daba fatal mentir —. ¡Pero me gustaría!

Carraspeó y acompañó a su hermano junto a Leliana.

Leliana parecía haber terminado las funciones por aquél día. La bardo se encontraba despidiéndose de algunos de los niños que ya se marchaban a casa agarrados de las faldas de sus madres. Cuando os vió, primero parpadeó sorprendida y luego esbozó una sonrisa.

—¡Gabrielle!—saludó—. ¿Qué tal? ¿Sigues por aquí?

Os miró entonces alternativamente.

—Oh, y el caballero templario—añadió—. Derek eras, ¿verdad?

—¡Hola!

Gabby sonrió como una tonta cuando vio que Leliana ¡la poetisa más famosa de todo Ferelden! se acordaba de su nombre. No pudo reprimir el impulso de ir a darle dos besos y un abrazo, pero a medio camino camino se dio cuenta de que al fin y al cabo no tenían tanta confianza y deshizo el gesto en un barullo torpe.

—Derek es mi hermano, pero la gente dice que no nos parecemos en nada. Él se parece más a mamá, que era super guapa. Yo me parezco más a la abuela de mi padre —cotorreó sin control—. Lo cierto es que mi hermano me ha traído aquí para darme una sorpresa, pero me he ido de la lengua y se la he chafado ¡pobre!

—Ah... Gracias—Lynn tardó dos segundos en reaccionar. Al parecer no se había esperado que le salieras por ahí—. Ya estoy bien.

Como acto reflejo se miró su propia pierna: todavía tenía toda la pernera del pantalón manchada de sangre y se veía el pequeño roto en la tela allá donde había impactado la flecha. Cuando diste tu opinión sobre la magia, se limitó a asentir una única vez.

—Siempre he dicho que sólo los magos son capaces de hacer algo cuando ya nadie más puede hacer nada. A veces casi parecen milagros—confesó—. Tenemos mucha suerte de contar con dos

Se calló un momento y desvió ligeramente la vista, como si es estuviera recordando que debía decir algo. Al final, torció el gesto por alguna razón.

—Y gracias también por...  haber cargado conmigo por toda la casa. No recuerdo qué pasó pero no debe haber sido fácil.

Dejar a un compañero atrás es de las peores traiciones que se le ocurrían. Un miserable volvió la espalda a su Rey en Ostagar y aun ahora siguen pagando las consecuencias. Hay momentos para correr y momentos para luchar, pero en ambos tienes que estar con todos los camaradas.

- Ojalá todo hubiera sido tan fácil como llevarte en brazos. El resto... me sigue pareciendo una pesadilla, no quiero ver un demonio más en mi vida me han llenado el cupo. -

En un vistazo rápido la hermana le parecía una muchacha hermosa. Como la mayoría que disfrutan la juventud. Puede que en otra época incluso Sion se hubiera fijado. Pero el corazón se le había vaciado hace mucho.

- Creo que deberías hablar con Gabrielle, necesitará un hombro en quien llorar. -

Los ojos violetas de Lynn se entristecieron un poco.

—Yo dije lo mismo después de lo que ocurrió en el Círculo. Pero aquí estamos—dijo—. Ya sabes lo que dicen de las malas hierbas. Solo que los demonios son peores.

Cuando mencionaste a Gabrielle no respondió al instante. Cruzó los brazos y recostó un poco la espalda de nuevo pensando detenidamente en algo.

—Con respecto a lo que pasó con Ferin... —comenzó a decir mirándote lentamente de reojo—. Sólo diré que tras la Ruina he acabado francamente harta de ver a gente buena obligada a hacer cosas horribles. Por sobrevivir, por ayudar a sus seres queridos, por intentar evitar una catástrofe, por el mal menor...

Suspiró.

—Pero eso no lo justifica todo—endureció el gesto—. No creo que seas un completo miserable sin remedio; puedo creerme que lo que pretendieses fuera salvarnos, pero eso no cambia que mataste a ese chiquillo. A un niño. El camino fácil no es siempre el correcto. Y sé que a Gabby le va a costar perdonártelo, puede incluso que no lo haga nunca; su maestra fué una de las acompañantes de la Guarda y esa mujer hacía posible lo imposible. La fé hace milagros... así que te pido que no la trates como si fuera una niña con una rabieta porque no lo es.

Emitió entonces un gruñido frustrado y se masajeó las sienes. Cuando volvió a hablar fue cambiando totalmente de tema:

—Sí, debería hablar con ella—masculló parpadeando varias veces—. Pero cuando se me pase el mareo y la flojera que tengo. Llevo así desde la granja... y no sé por qué.

Palabras irónicas, no se consideraba a si mismo un hombre virtuoso, pero tampoco se veía como un miserable que se aprovecha de la desdicha o necesidad de otros para perseverar. Esos son las pestes que infectan la tierra después de la Ruina, y aunque no tan directos ni brutales como ella son igualmente difíciles de exterminar.

- Algunos decidimos llevar pesos que nadie debería soportar, agradezco tus palabras amables.

Creo que deberías comer algo, dormir y limpiar un poco las túnicas. -

—No son "palabras amables", es lo que pienso—acotó Lynn ignorando cualquier posible gancho de puya. Luego lanzó un sonido a medio camino entre el bufido y la risa resignada—. Cada persona tiene algo que enseñarte, no desprestigies eso nunca.

Volvió a mirarte.

—Puedo intentar entender por qué pensaste que tenías que hacerlo—estiró un poco la otra mano para señalarte el rostro un instante—. Pero no lo comparto.

Caíste en la cuenta de que no era la primera vez que hacía hincapié en aquella parte de tu cara así que, o tú eras muy transparente, o ella era muy observadora. Volvió a bajar el brazo y suspiró mientras hacía rotar en redondo los ojos.

—Ya, no estoy lo que se dice presentable como para hacerle una visita a la Divina de Orlais—admitió—. Pero tampoco quiero ahogarme en el río, creo que me daré un baño cuando se me haya pasado el mareo... y justo después le hincaré el diente a lo que sea que estén haciendo allá afuera que huele tan bien.

Como enfatizando la declaración de intenciones, le sonaron las tripas en ese momento y se encogió ligeramente con un cómico gesto de circustancias.

Lynn: Rivalidad (+10)

Te recuerdo que, con respecto a tu trama personal, ahora mismo Lynn es el único PNJ con conocimiento de causa del tema que tendrás cerca (Más que nada porque ha visto al fantasma de Ben y además es clériga) Por supuesto le puedes hablar de eso ahora, más tarde, guardártelo, o hablarle de otra cosa totalmente distinta. O como si te da por invitarla a jugar a las cartas.

Si por el contrario no vas a decir nada más, avísamelo y te doy la reacción del PNJ con respecto a tu actuación.

Derek sonrió.

-¡Qué tonterías dices! Tú eres mucho más guapa que yo -contestó él antes de volverse hacia Leliana-. No sabía que ya os hubiérais visto. Pero supongo que no sabe que tenemos un trato, ¿no? ¿Verdad, Gabby?

Leliana soltó una risita.

—Por supuesto, sólo me estaba haciendo la tonta—confesó—. Veo que has hecho los deberes. ¿Ves?, estás más guapo con una sonrisa que con esa cara seriota de templario.

Se encogió de hombros y sonrió.

—Así que tú dirás qué canción quieres.

Asesino o no, lo hecho hecho estaba y no se podía cambiar. Los nombres que recibiera por ello eran insignificantes en comparación con los remordimientos que arrastraría de por vida. Como decían los viejos "nunca llueve a gusto de todos".

Ver morir a inocentes era algo por lo que había pasado ya en tres ocasiones. Empezaba a plantearse si estaría pagando algún pecado de otra vida o si por el contrario el destino se dedicará a torturarlo por algún capricho cruel e insondable.

- Tómalo con calma, lleva un tiempo recuperarse de esas heridas.

Más tarde puede traerte algo de comer, aunque no garantizo que el mabari no lo devore antes. -

Lynn volvió a apoyar la espalda sobre la pila de mantas enrolladas y cerró un momento los ojos.

—Pues vais a tener que atarme. Se me da fatal quedarme quieta.

Cuando le ofreciste traerle algo, los volvió a abrir y suspiró.

—Gracias.

¿Buenos días?

 Dreren supuso que era una formalidad, estaba realmente afectado si creía que aquel tipo estaba poseído por alguna clase de demonio que quería venderle unos pastelillos...eso llevó a Dreren a acariciarse la frente con suavidad, no tardó mucho en apartar la mano con gesto sufrido, echaba de menos la ropa del círculo. Aquello estaba bien, pero...

 - Parecen tener bastante éxito a pesar de los tiempos que corren. - sentenció muy serio.

- Lo cierto es que tienen una pinta excelente. - Miró a los de chocolate. - Y sería una pena que se estropeasen, ¿no?

 Miró alrededor, si estaba solo podría intentar un poco de regateo...

 - Tal vez podamos llegar a un acuerdo. Aunque no pensaba comprar tantos... - insinuó, si le hacía un buen precio, podía llevarse todo lo que le quedase, o la gran mayoría. - ¿Son típicos de Lothering?

 Me interesé y como un jovencito inocente sonreí. Era una sonrisa afable, sincera, propia de un adolescente maduro y con los pies en la tierra, entregado a su familia, a sus responsabilidades. Un joven que quería ser feliz y confiaba en las personas para negociar y entenderse mediante la palabra. A Dreren no le costaba demasiado fingir aquellas cosas, porque las había deseado con creces toda su vida.

-Depende de la compañía que tenga, claro -dijo Derek pasando el brazo por el hombro de Gabby y apretándola contra su costado de modo afectuoso-. Por favor, canta El conde olinois para mi hermana. -El caballero se volvió para mirarla a los ojos-. No me he olvidado. ¡Después de oírtela cantar durante años, como para olvidarlo!

Leliana sonrió con dulzura y pareció percatarse de que aún tenía público: un par de chiquillos remoloneaban protestando a su madre de que todavía no querían irse mientras que la paciente mujer alegaba como argumento que la bardo ya había terminado por hoy. Sin embargo, Leliana parecía tener fuerzas para contentar a ambas partes. Tras la Ruina no sobraba la alegría y ella estaba dispuesta a repartir toda la que pudiese.

—¿Queréis una última canción antes de iros?—dijo apoyando las manos sobre las rodillas e inclinándose ligeramente hacia adelante—. Pero luego os volvéis con mamá a casa.

Los ojos de los chiquillos se llenaron repentinamente de estrellitas mientras comenzaban a tirar insistentemente de las faldas de su madre jurando y perjurando que aceptaban el trato. Otros dos que había cerca y ya se iban lo escucharon y se sumaron a la oferta provocando una serie de avergonzadas disculpas por parte de sus progenitoras. Leliana negó con la cabeza quitándole importancia.

La bardo se sentó de nuevo en el pozo "esgrimiendo" su laúd y comenzó a tocar suavemente algunas notas sueltas mientras los niños volvían a sentarse rápidamente.

—Pero esta vez me tenéis que ayudar, ¿de acuerdo?—añadió—. ¿Recordáis al Conde Olinois? Ya la he cantado hoy.

Un coro de "¡Siiii!" le respondieorn rápidamente.

—Esta es la historia de un conde... un caballero orlesiano que se enamoró perdidamente de la princesa de Ferelden—comenzó a relatar Leliana—. Olinois era su nombre; Todas las noches acudía a su ventana al abrigo de la noche, acompañado de unos versos llenos de amor. Hasta que...

Leliana comenzó a tocar, instando a que fueran los chiquillos quienes cantasen en aquella ocasión.

Madrugaba el Conde Olinois, mañanita de San Jeanne
a dar agua a su caballo a las orillas del mar.

Mientras su caballo bebe, canta un hermoso cantar,
las aves que iban volando se paraban a escuchar.

"Bebe, mi caballo, bebe, El Hacedor te me libre de mal,
de los vientos de la tierra y de las furias del mar".

Desde las torres más alta la reina le oyó cantar,
"Mira, hija, cómo canta la sirena de la mar".

"No es la sirenita, madre, que esa tiene otro cantar,
es la voz del Conde Olinois que por mí penando está".

"Si es la voz del Conde Olinois yo lo mandaré matar
¡Que para casar contigo le falta la sangre real!"

"¡No le mande matar, madre, no le mande usted matar,
que si mata al Conde Olinois a mí la muerte me da!"

Guardias, mandaba la reina, al Conde Olinois buscar
"¡Que lo maten a lanzadas y echen su cuerpo a la mar!"

La princesa, con gran pena, no dejaba de llorar
él murió a la medianoche y ella a los gallos cantar.

A ella, como hija de reyes, la enterraron en el un altar
y a él, como hijo de conde, cuatro pasos más atrás

De ella nació un rosal blanco, de él nació un espino albar,
crece el uno, crece el otro, los dos se van a juntar

La reina, llena de envidia, ambos los mandó cortar,
el galán que los cortaba no dejaba de llorar.

De ella naciera una garza, de él un fuerte gavilán
juntos vuelan por el cielo, juntos se van a posar.

Juntos vuelan por el cielo, nadie los separará.

Al terminar, Leliana soltó el laúd y le aplaudió a los niños que a su vez, le aplaudieron a ella llenos de entusiasmo.

Para cuando terminó la canción, Gabby sollozaba entrecortadamente en el pecho de Derek. Era su canción preferida, pero le ponía triste. La maga se enjugó las lágrimas en la manga antes de sonreír, aplaudir a los niños y sorber por la nariz sonoramente, todo a la vez.

—¿Crees que existe realmente un amor tan puro, Leliana? —preguntó Gabby.

Leliana le estrechó un carillo a Gabrielle mientras los niños, esta vez sí, retornaban con sus madres a sus casas parloteando pro el camino sobre lo valiente que les parecía el conde Olinois y lo tonta que era la reina.

—Claro que sí—dijo—. El amor puede doler pero al final se impone a cualquier cosa, sólo hay que tener fe en él.

Sonrió.

—¿Sabes?, en Orlais hay quien dice que la historia del Conde Olinois es sólo eso, una historia, pero el caso es que en el pasado sí que existió una princesa que murió al amanecer y nunca se supo por qué ya que no había sido atacada ni envenenada. De hecho, no se sabe ni dónde fue enterrada así que también hay gente que cree que es algo más que una historia. Cada quién es libre de pensar lo que más le convenza...

—Je, je... No se preocupe, puede comprar los que usted quiera—respondió el hombre sacudiéndose la harina de las manos en el delantal—. En realidad no existen dulces típicos de Lothering pero mi tienda sí que es típica de Lothering desde hace décadas así que imagino que estos podrían tomarse como tal. Es decir, cuando la tenía...

Suspiró encogiéndose de hombros dándote a entender lo que había pasado con su tienda. Al parecer ahora formaba parte de las tareas de reconstrucción.

—¿Le gustan las de chocolate? ¿Las nevadas? ¿O prefiere mezclar?—te preguntó—. Hace falta endulzar un poco la vida tras la Ruina.

Si quieres regatearle, haz una tirada de Diplomacia. Es algo durilla porque ten en cuenta de que actualmente y tras la Ruina, está todo el mundo rehaciendo sus vidas como buenamente puede. Pero no es imposible de sacar así que si quieres intentarlo, estás en tu derecho de hacerla.