Partida Rol por web

—Fritz—matizó el muchacho—. Llamadme Fritz, es más corto. Y suena mejor.

Se rascó la nuca cuando te vió agachar para recoger los libros.

—Ess... que soy demasiado ligero. La escalera no se aguanta bien cuando me subo y... —balbució—. Lo siento, os ayudaré. ¿Estábais buscando algo sobre El Velo? Quizá me suene, llevo dos semanas seguidas con esta sección...

Por supuesto con todo desordenado, de poco servía conocerlo pero era más el deseo del semielfo por enmendar su ñapa que el de caer en la cuenta de aquello.

—Por Andraste, ¿qué ha pasado aquí?—dijo entonces una voz desde la esquina de la estantería. La cabeza del templario de la puerta se asomaba con una ceja más alta que otra.

—Ya eres el segundo que lo pregunta—Lynn le dedicó la más encantadora de sus sonrisas—. Un pequeño accidente con la escalera, enseguida lo recogemos todo.

El templario suspiró.

—Vale, pero no hagáis ruido.

Acto seguido, se dio media vuelta y se fue emitiendo un suave tintineo metálico... lo cual fue amonestado por otro chistar del mago del fondo.

—Necesito Espíritus del Velo, El Velo: Puertas Espirituales y El Velo Puro —recitó Gabby como un lorito—. Aunque probablemente me quede con un par de títulos más.

Sabía que era lo que Wynne esperaba de ella. La anciana le había insistido mucho en que había que ampliar materia y leer cuantas más fuentes mejor para tener una mayor idea general.

Fritz se quedó un momento pensativo mientras apilaba unos cuantos tomos a tu lado.

—Pues entonces vas a necesitar muchas manos—dijo finalmente—. Si la memoria no me falla, cada uno de esos es el título de una trilogía.

Buscar CD 12 (Para determinar lo que tardas. Para encontrarlos siempre puedes elegir 10 así que asumimos que no te vas a ir sin ellos)

La búsqueda os llevó como una media hora en aquél maremágnum de tomos. Finalmente encontraste los tres ejemplares de cada trilogía, un total de nueve libros. Buscando en la bibliografía de cada uno lograste hallar dos títulos más que te parecieron de interés: "Vivencias del Velo en Primera Persona" y "Peligros del Velo".

Terminásteis por reordenar todo aquél desbarajuste. Fritz se había quedado con un tomo que al parecer era el que había estado buscando y suspiró aliviado al percatarse de que no había sufrido daños.

—Graicas, eh... —dijo finalmente, aunque se dio cuenta de que no sabía cómo te llamabas— ...bueno, eso, gracias. Más de uno me habría echado una bronca tremenda. Ahora debo volver antes de que el maestro me pegue tal tirón de orejas que me las deje el doble de largas por tardón... S-si me disculpáis... Nos vemos.

Hizo un educado y algo torpe saludo antes de girar sobre sus talones para salir a paso ligero de allí.

—¿Te ayudo a llevarlos?—se ofreció Lynn—. O al menos deja que te haga de guía por los pasillos; con tamaña pila de libros en brazos no vas a ver por dónde vas.

—Me llamo Gabrielle, pero me puedes llamar Gabby —le había dicho a Fritz antes de que se fuera—. ¡Nos vemos por aquí!

Se despidió del elfo con una sonrisa antes de quedarse a solas con su amiga.

—Sí, por favor, échame una mano o terminaré enviándolos todos al suelo como el pobre Fritz.

Contaste con la ayuda de Lynn para llevar los libros. Tú llevaste cinco de los gruesos tomos y la clériga, siempre solícita, se ofreció a llevar los seis restantes. Ambas tuvísteis que formar una pila con ellos y llevarla cogida delante con ambas manos porque no había otra forma de llevarlos pero esto hacía que tuviéseis que ir asomando la cabeza por los lados de la misma para poder ver el pasillo.

Os cruzásteis con un par de aprendices que iban discutiendo algo sobre su futura elección de Familiar y finalmente llegásteis a las estancias de los Encantadores Superiores. Lynn se quedó mirando la puerta cerrada como pensando en una manera de llamar sin que se le cayeran los libros pero no encontró ninguna así que te miró encogiéndose de hombros (en la medida de lo posible) dejó un momento la pila de tomos en el suelo, tocó con los nudillos y rápidamente la volvió a recoger.

Escuchaste unos pasos en el interior y, acto seguido, el chirriar de las bisagras al abrirse la puerta. Un breve silencio y entonces alguien cogió los dos libros superiores de tu pila y el rostro de Wynne apareció en su lugar.

—Oh, vaya. Si es mi aprendiz—sonrió la maga—. Por un momento creí que alguien había logrado inventar finalmente un conjuro que animase las pilas de libros para que caminasen solas.

Escuchaste una risita baja a tu izquierda, la de Lynn.

—Estaba empezando a pensar que te habían secuestrado, hija. ¿Cómo es que has tardado tanto?

Wynne o dejó paso habiéndote quitado algo de peso de encima y miró el lomo de uno de los tomos que había cogido con gesto extrañado como si algo no le cuadrase.

—Cielos, no sabía que se hubiesen hecho con las nuevas copias por tomos. Antes los teníamos en un sólo volumen cada uno. Lo siento, Gabrielle, si lo hubiese sabido habría ido contigo. Gracias por ayudarla, Lynn.

—No es molestia—sonrió la clériga entrando detrás de ti.

Wynne no se agachó para acariciar al Señor Keefles pero le dedicó una sonrisa para saludarlo.

El Señor Keefles se sentó sobre sus cuartos traseros y le devolvió una mirada impávida. Gabrielle suspiró cuando se deshizo del peso muerto de los libros y se enjugó la frente perlada de sudor. Lo de llevar peso no era lo suyo: al día siguiente tendría agujetas, seguro.

—A un chico se le ha caído el estante de libros del Velo encima y hemos estado echándole una mano al pobre —Gabby se retiró un mechón de pelo de la frente—. He consultado las bibliografías de los títulos que me pediste y he traído dos libros más que me han parecido interesantes.

Se giró a su amiga y le dedicó una cálida sonrisa.

—Gracias Lynn. No sé qué haría sin ti.

—Ah, hija, siempre tan amable con los demás—Wynne esbozó una sonrisa maternal. Ante el comentario de los "libros extra" rió un poco—. Y tan aplicada. Es maravilloso.

Lynn se alisó las mangas de la túnica tras dejar los libros sobre una mesa.

—Pues seguramente, herniarte. El saber no ocupa lugar, ¡pero no veas cómo pesa!

Rió su propio chiste y volvió hacia la puerta.

—Bueno, os dejaré con vuestros abracadabras e iré a dar una vuelta por los jardines hoy que tengo tiempo. Si luego tienes un rato, ya sabes dónde estoy, Gabby.

Acto seguido, se marchó tarareado una animada melodía.

Wynne se acercó a cerrar la puerta y suspiró, luego se volvió hacia ti.

—Bueno, lo que toca a partir de ahora no va a ser fácil. Supongo que te has preguntado el porqué de tanta temática sobre El Velo. No, más bien creo que conoces la respuesta.

Se acercó de nuevo a la mesa.

—Pero es bueno que hayas encontrado otros libros que te hayan parecido interesantes, Gabrielle. Dime, ¿sabes por qué?

Gabrielle se apoyó sobre el borde de la mesa y parpadeó en un gesto de confusión. Pasaba algo importante, lo intuía.

—¿Vas a hacer una tesis sobre el Velo? —aventuró, con tono de voz insegura.

Wynne rió un poco entre dientes mientras acariciaba una de las tapas de los tomos, era la risa cálida de alguien que disfruta satisfaciendo la curiosidad ajena.

—Ah, hija... Si quisiera escribir una tesis sobre El Velo, te aseguro que por suerte o por desgracia no necesitaría tantos libros—suspiró—. No hay nada mejor que algo contado desde la voz de la experiencia en primera persona y a mis años he estado en él más veces de las que puedo recordar. Aunque harían falta cien vidas para poder decir que sabes lo que te puedes esperar allí... De eso me dí cuenta la primera y única vez que visité el Velo Puro con la Guarda.

Los ojos azules como el cielo cristalino de la anciana parecieron oscurecerse por un instante y su vista se perdió rememorando algo pero fueron tan solo unos segundos.

—Eres una maga, Gabrielle, o pronto lo serás oficialmente. Al igual que el resto de nosotros, tienes una conexión y una afinidad natural con el mundo de los espíritus. Algunos consideran esto un don, otros lo consideran aterrador... El hecho de que hayas buscado más libros que tengan que ver con lo que te he pedido me lleva a pensar que esos temas que te han parecido "interesantes" son precisamente los temas de los que más desconoces.

Dejó el libro finalmente sobre la mesa y se cruzó de brazos agarrándose los codos, recuperando de nuevo el afable aspecto que siempre mostraba.

—Sé que desde siempre ha sido una de las temáticas que más te han atraído, pequeña. Pero dime, ¿por qué?—agregó—. ¿El Velo te parece algo aterrador o algo fascinante?

«Hay una ley en este mundo, Gabrielle, tan exacta como cruel. Debes cambiar y crecer, o pagar un precio cada vez más elevado por seguir siendo quien eres.» Así le había hablado la Hermana Bethel, el día en Gabby se había deshecho en lágrimas y le había confesado que tenía un don para la magia. El día en que todas sus esperanzas de formar parte de la Iglesia del Cantar de la Luz se habían desvanecido. Parecía que había pasado toda una vida desde entonces, y la verdad es que no estaba tan mal.

Ahora tendría que afrontar otro cambio, pero esta vez estaba más preparada. Era más madura, o eso le gustaba pensar. Sabía que no podía ser una aprendiz eternamente. O te convertías en mago, o te hacían un Tranquilo. Ahora no le cabía duda de que Wynne estaba insinuando que su Angustia estaba cercana. Siempre había pensado que se pondría nerviosa. Que el corazón le latiría a gran velocidad, que le sudarían las manos y que tartamudearía. En cambio, estaba extrañamente en calma. La confianza que alguien como Wynne, depositaba en ella era tranquilizadora. Al fin y al cabo, era una leyenda en todo Ferelden.

—El Velo no tiene nada de aterrador. Enfrentarse a un demonio es algo aterrador. Las abominaciones son aterradoras, y los engendros tenebrosos. ¿Pero el Velo? —Gabby se encogió de hombros—. Del mismo modo que tenemos pesadillas también tenemos sueños hermosos, en los que vemos a nuestros seres queridos y somos felices. En el Velo hay cosas buenas, como los Espíritus.

Wynne sonrió al oír aquello, los ojos de aquella mujer siempre parecían tener una cálida luz interior. Una luz bondadosa y sabia.

—Me alegra que pienses eso, hija. Espero que las nuevas generaciones mantengan tu forma de pensar porque encierra más sabiduría de la que parece—respondió—. El Velo es el reino de los sueños y, al igual que estos, se modela y cambia a tu alrededor. Lo único que sigue siendo real es tu voluntad, y allí, no tiene límites. Tenlo siempre presente.

Posó la yema de un dedo sobre el primero de los tomos, "Espíritus del Velo".

—Pero tampoco hay que pecar de confianza, el orgullo es el peor de los acompañantes... —advirtió—. Para ser una buena maga, debes admitir y saber cuáles son tus defectos porque sólo así evitarás caer en ellos. A menos que tengas alguna pregunta, esta semana trabajaremos un poco tu tema favorito, ¿te parece?

Gabrielle esbozó un gesto a medio camino entre la sonrisa y la resignación.

—Soy la persona más insegura del Círculo de los Magos —comentó jocosamente Gabby—. Aún tengo que trabajar en la autoconfianza hasta llegar al orgullo.

Se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y observó los libros.

—Entonces... tengo una semana para prepararme, ¿no?

—¿Prepararte para qué, querida?—rió Wynne entre dientes mientras te peinaba bien el rizo que acababas de apartar—. ¿Te vas de viaje a alguna parte?

Había algo más en la sonrisa de la anciana. Algo parecido a lo que transmitiría alguien orgulloso por algo que ha hecho o dicho su aprendiz.

—La voluntad es más fuerte que muchas cosas, hija. Cuando conocí a la Guarda no era más que una "insignificante" elfa salida de un clan Dalishano, invisible para la sociedad, que escaló hasta lo más alto a base de confiar en que era capaz de hacer algo—recordó—. Tú, con tu voluntad le das forma a la energía del Velo, la conviertes en vitalidad y curas las heridas de alguien para salvarle la vida, ¿no te parece maravilloso ser de las pocas magas capaces de lograr algo así? Sólo necesitas un poco de fé en ti misma, Gabrielle y no habrá nada que no puedas hacer.