Partida Rol por web

Es bastante posible que la estatua represente a Mythal. No tienes muy claro por qué pero hay constancia de estatuas dalishanas que a veces la representan como un dragón y otras como una mujer con cabeza y alas de dragón.

Por lo que ha dicho Ayla, esta quizá se trate de alguna especie de mojón en una antigua senda. Las estatuas como estas solían tener alguna inscripción en honor a la figura que representaban o simplemente se utilizaban para dejar ofrendas en el camino.

Gabrielle se detuvo a contemplar la estatua apoyando ambas manos en la cabeza de cristal de su bastón.

—Esta estatua representa a Mythal, la protectora. En muchas esculturas dalishanas se la representa con alas y con cabeza de dragón —informó a la compañía mientras se acercaba a la estatua y se arrodillaba frente al pedestal

La maga pasó la mano por la maleza que cubría el podio de la escultura. Tanteó en su cinturón y desenvainó una pequeña daga chasind tallada, con la que empezó a raspar el musgo y los líquenes que habían reclamado su superficie.

—Las estatuas como esta solían tener inscripciones en la que los elfos hablaban de ese dios en concreto. Probablemente lo de "ser un poco más sabios" tenga que ver con saber algo más de la historia de Mythal —murmuró entre dientes, hablando para si misma. Fue entonces cuando cayó en la cuenta de que llevaban un dalishano en el grupo, y se volvió, algo azorada, para preguntarle: —. ¿Tú qué piensas, Asthan?

Trasus decidió hacer de aquel viaje una excursión en el campo. No era algo de lo que hubiera disfrutado desde muchos años atrás, cuando era tan pequeño que los recuerdos que conservaba hilaban lo real con lo imaginario de forma inextricable, y sus padres, lo bastante jóvenes como para disfrutar de su fortuna y su familia, antes de dejarse absorber completamente por sus responsabilidades políticas. Antes de dormir en alcobas separadas, lo que no les impidió encontrarse de nuevo para que brotaran de ella dos nuevos vástagos, sustitutos del defectuoso primogénito.

Con la nostalgia como compañera de viaje, caminar entre maleza que ocultaba por completo sus piernas, vadeando arroyos, sorteando rocas y troncos derribados, abriéndose camino entre muros arbóreos, se le antojaba agradable. Ni siquiera la tentación de componer chanzas a las cuitas de Sarkee fue invencible.

Llegó la comitiva a lo que Ayla llamó “primera señal”: una estatua de Mythal, la obra de los elfos conquistada por la naturaleza, madera y piedra en forzoso matrimonio.

—Si es la inscripción lo que necesitamos, espero que el viento y el agua hayan sido clementes —, más clementes, al menos, que con los brazos y ese fragmento del ala—, y los parásitos la hayan ignorado.

No disponía de herramientas con las que ayudar, así que mientras la maga trabajaba en los líquenes, rodeó el conjunto lentamente para comprenderlo en su totalidad. Antes de abandonarla debían, decía la información de la maga pelirroja, ser más sabios. Aprender a ignorar instrucciones crípticas sería, sin lugar a dudas, una muestra de sabiduría.

—¿Qué era la sabiduría para los elfos que hicieron esta estatua? —preguntó en voz alta.

Cedric estaba más a gusto en la espesura de lo que había estado nunca en Nordale. El bosque era peligroso, pero sus amenazas lo transportaban a una época pasada. Una época mejor, o al menos más sencilla, aunque entonces nunca lo hubiera dicho.

Su situación actual no tenía nada de sencillo. Ahí se encontraba, intentando interrogar a una estatua sobre el paradero de un templo. Probablemente Gabrielle y Asthan entendieran más lo que pasaba.

—Bonita daga— no pudo evitar decir al ver el cuchillo de Gabrielle. Quizá un puñal antivano fuera de mejor acero, pero la artesanía chasind era mucho más estética y, al fin y al cabo, los dos dejaban igual de muertos. Una hoja chasind era visión rara fuera de la Espesura de Korkari. En manos de la maga, el filo parecía fuera de lugar, o quizá la extrañeza fuera en la otra dirección. 

Sacudiendo la cabeza para eliminar distracciones, se acercó también a la estatua y la examinó con cuidado mientras los demás trataban de sacar sentido a las historias de Ayla.

Alexei se cruzó de brazos frente a la estatua. En ese momento fue realmente consciente de que no sabía absolutamente nada sobre los elfos. Nada. Así que lo mejor que podía hacer era permanecer en silencio y escuchar a sus compañeros. Quizás entonces igual se le ocurría algo.

Mientras tanto se limitaría a examinar la estatua al igual que hacían sus compañeros. Quizás hubiera alguna pista más y la respuesta no tuviera nada que ver con la propia diosa dalishana. A fin de cuentas estaban buscando una reliquia de la fe andrastiana. Era bastante contradictorio utilizar los elementos de una religión para ocultar un objeto sagrado de otra.

Asthan esbozó lo que debía ser el primer amago de sonrísa que le veíais desde que se había unido al grupo cuando Gabrielle le preguntó.

—Que es cierto cierto: Es Mythal—dijo. Luego le dió por contestar a la pregunta general de Trasus—. Mi pueblo considera sabiduría cualquier dato que aumente tu conocimiento después de recibirlo, por mundano que parezca. No tiene por qué ser algo trascendental.

«¡Me siento francamente raro hablando de esto!»

Ayla se apartó diplomáticamente de la estatua en cuanto hubo demasiada gente en torno a ella para su gusto. Aunque no dijo nada, permaneció mirando cómo Gabrielle quitaba los pedazos de musgo y enrredadera de la base del pedestal... sin descuidar tampoco los alrededores. No había un solo momento en el que la apóstata no dejara de vigilar los alrededores.

Pero hubo premio.

Sobre la piedra había grabadas una serie de letras que tanto la Gabrielle como Trasus reconocieron como escritura élfica. En algunos puntos el texto estaba algo desgastado pero se podía leer.

Parece élfico un poco arcaico (viene a ser como leer algo en español antiguo, vamos) pero podeis sacar la idea de lo que pone:

"Deja volar tu voz hacia Mythal. Impartidora de justicia. Protectora del sol y de la tierra por igual. Ruégale a Mythal y ella castigará a tus enemigos, haciendo que conozcan la agonía".

Había completado tres vueltas completas al conjunto de estatua y árbol, sin encontrar nada reseñable en ninguno de los dos, cuando Gabrielle dejó de rascar la piedra con la hoja de su daga.

Las rodillas de Trasus crujieron sonaron como violines desafiados cuando se acuclilló junto a la maga. Había una inscripción tallada en la superficie despejada de líquenes y musgo, lo bastante bien conservada como para que los elegantes caracteres de la escritura élfica fueran reconocibles a simple vista.

—Deja volar tu voz hacia Mythal —leyó en voz alta y clara—. Impartidora de justicia. Protectora del sol y de la tierra por igual. Ruégale a Mythal y ella castigará a tus enemigos, haciendo que conozcan la agonía.

Se dejó caer de culo y se masajeó las doloridas rodillas.

—Protectora y vindicadora —comentó—. Supongo que es una forma de amor. A qué madre no le gustaría pisotear a los niños que maltratan a sus queridos hijos hasta romper sus huesos, y refocilarse con sus gritos de dolor.

—¡Trasus! —se escandalizó Gabrielle—, ¡no digas esas cosas ni en broma!

La maga se rascó la mejilla y miró a la estatua.

—Quizá haya que elevar una plegaria a Mythal. O dejar algún tipo de ofrenda para que nos muestre el camino hasta el templo —aventuró Gabrielle—. Eso tendría sentido en el contexto de una peregrinación religiosa al templo. Pero... yo soy Andrastiana. No me parece adecuado rezarle a otro dios. Claro que los que escondieron el fragmento del bastón en el templo también creían en el Hacedor. 

Miró a los demás, en especial a Asthan.

—¿Alguna idea?

Trasus pensó que no era una broma, desgraciadamente. Decirlo en voz alta solo había hecho que sonara más real que cuando solo era materia de los pensamientos.

—O quizás —replicó— lo que hemos aprendido aquí sea necesario más adelante.

Alexei mostró desagrado ante las palabras de Trasus, pero tras la intervención de Gabrielle decidió no ahondar más en esa cuestión. El licenciado solía tener con más frecuencia de la deseada ese punto desagradable y no iba a cambiar. Lo mejor era hacer como si no dijera nada.

—No tiene sentido rezar a Mythal cuando buscamos un objeto andrastiano. Esto es una enorme contradicción—dijo al ver que Gabby había llegado a la misma conclusión que él—. ¿Quienes son los enemigos de los dalishanos? ¿Son los andrastianos parte de esos enemigos? Igual para Mythal sea una ofensa que un fragmento de Glandivalis se encuentre en su templo.

El rubio suspiró.

—Puede que Trasus tenga razón. El grabado nos ha mostrado cómo es Mythal. Eso debería hacernos más sabios, ¿no?

—Quizá —dijo Gabrielle, sin demasiada convicción—. Pero pese a que ahora somos un poco más sabios, seguimos igual que antes: sin conocer el camino al templo de Mythal. Por tanto, la pista de Ayla no debe referirse, exactamente, a eso.

Cedric estaba tan perdido como los demás. Dada la importancia de la reliquia no era sorprendente que hubiera dificultades, pero no entendía a quién dejaba fuera el filtro de un acertijo. En su experiencia, los más listos eran con frecuencia los de moral más cuestionable. Tendría sentido un enigma que fuera fácil solo para los dignos. O que convirtiera a los indignos en dignos. Tal vez eso fuera lo que "volverse más sabio" significara en este contexto.

Otra opción era que los "enemigos" estuvieran al llegar, y solo los que merecían la reliquia tuvieran posibilidades de sobrevivir. Eso también cumpliría el propósito de protegerla de malas manos...

—Lo demás es confuso, pero "deja volar tu voz" es un mandato directo— pensó en voz alta. —Si la inscripción es una pista, parece que eso es lo que deberíamos hacer. ¿Y si la primera y última frases hacen referencia a cosas distintas? Tal vez no haya que rezar, ya que no hay enemigos...

Suponiendo que no hay enemigos.

—¿Tal vez solo haya que alzar la voz para aprender algo?

Sería tan fácil como soltar un grito, cantar o cualquier cosa, pero él mismo no tenía tanta confianza en su teoría como para ponerla a prueba. Sobre todo mientras la hipótesis de los enemigos no se descartara.

—Los dalishanos no libran guerras santas—refunfuñó Asthan un tanto incómodo con la pregunta de Alexei—. Tu enemigo es quien te desea algún mal. Y ya está.

Se cruzó de brazos más por hacer algo con ellos que por otra cosa.

—Ya dije que no tiene por qué ser nada trascendental: aprender que no debes tocar una ortiga con las manos desnudas te hace un poco más sabio. Y sin emabrgo no es un conocimiento que vaya a hacer temblar naciones.

—Esta sólo es la primera señal, quedan tres más—recordó Ayla, que a juzgar por el carraspeo no parecía lo que se dice muy acostumbrada a participar en conversaciones—. Quizá sólo tenga sentido cuando las hayamos leído todas.

Decidisteis continuar.

Ayla parecía estar siguiendo una senda antigua casi devorada por la espesura pero que, si se sabía que estaba ahí o si se sabía qué detalles se buscaban, por lo visto era posible de seguir.

Pronto llegasteis a la siguiente señal, otra estatua con el mismo aspecto antiguo y abandonado que la de Mythal. No obstante, esta tenía algo curioso: una palabra de la inscripción, muy concretamente la que debería hacer alusión al nombre de quien representaba, estaba borrada. Como si algo o alguien la hubiese raspado concienzudamente. Aunque el de Mythal volvía a aparecer.

A esta estatua le faltaba la cabeza y estaba sentada con una mano apoyada en algo que se os antojaba una esfera llameante, ya que un trozo de esta se había mellado.

"Hace mucho, cuando el propio tiempo era joven, sólo existían dos cosas: el sol y la tierra. El sol, lleno de curiosidad, inclinó su cabeza sobre ella para acercarse, y así nació ---- en el lugar donde ambos se tocaron. Cuando la pelea entre él y el señor de la muerte tuvo lugar, Mythal evitó la guerra entre los dioses sugiriendo que eligiesen dos campeones en lugar de luchar ellos".

En la tercera señal os volvisteis a topar con la ausencia del nombre y aquello pareció hacer desconfiar todavía más a Ayla de los alrededores. La estatua volvía a estar de pie; en algún momento quizá debió tener algún objeto entre las manos puesto que uno de los brazos estaba ligeramente levantado, como apoyado en algo, pero a partir del codo había desaparecido así que no teníais ni idea de lo que podía ser. Lo que sí os llamó la atención fué encontrar una lechuza de piedra caída a sus pies en medio de la maleza, como si se hubiese desprendido de algún lugar de la efigie.

"Cuando la vanidad de ---- y su deseo de tener más adoradores fué demasiado grande, inició una guerra por conseguir más, matando a todos aquellos que no se arrodillasen. Pero Mythal dirigió a los otros dioses contra él. Cuando su propia sangre manchó el suelo de su templo, ---- se rindió".

Continuasteis caminando hasta la última señal: Otra estatua por supuesto con su correspondiente inscripción. Esta se mantenía en pie con las manos entrelazadas frente al pecho... o esa fué la sensación que os dió en un principio; al acercaros mejor visteis que en realidad tenía la empuñadura de una espada entre ellas, aunque la hoja de piedra se había roto a pocos centímetros de éstas.

"Cuando ---- enloqueció tras cazar en el Abismo, Mythal adoptó la forma de una gran serpiente y la esperó a los pies de una montaña. Lucharon por tres días y tres noches hasta que la magia de Mythal agotó la fuerza de ---- y pudo así despojarla del conocimiento de cómo encontrar el Abismo".

Tras aquella señal, seguía sin aparecer el templo, pero Ayla continuó andando, al menos hasta que se detuvo a tomar el aliento. O eso pareció inicialmente ya que enseguida lanzó un jadeo de desconcierto al aire.

—¿Qué... ?

Se adelantó varias zancadas por una cuesta de hojas y tierra batida de la que se desprendieron rosarios de pequeños terrones a su paso. Visteis enseguida dónde estaba yendo: una puerta.

¡Habíais encontrado algo!

Una inmensa puerta de madera maciza dividida en cuatro sectores tallados y recubierta por líquenes pero que parecía haber ignorado de algún modo imposible las inclemencias del tiempo parecía surgir de la misma fronda. Al acercaros más os disteis cuenta de que el caso no era ese, sino que formaba parte de un muro tan pero tan cubierto de maleza que se había vuelto invisible.

La maga se detuvo delante y se limitó a mirarla de hito en hito.

—Que... raro. Está cerrada.

Las inscripciones de las estatuas están todas en élfico pero damos por sentado que los PJ/PNJ que saben élfico del grupo se la traducen a los que no.

Quienes tengáis (y querais) podeis hacer una tirada de Saber (Religión) por estatua para intentar identificar cada una de las que habéis visto.