Partida Rol por web

El bosque de Brecilia tenía poco que ver con los jardines de Minrathous y Val Royeaux. En ellos, el hombre había usado la naturaleza como un escultor un bloque de mármol, dándole formas ordenadas, fácilmente reconocibles por el ojo humano. En el bosque, la maleza se enredaba como los participantes de una orgía, los propios árboles dejaban apenas espacios entre ellos, tocando rama con rama hasta que no se podía discernir dónde acababan unas y empezaban las otras. Era algo que sabía, pero tantos años entre tierra aplastada por millones de pisadas, tablones y adoquines habían distorsionado sus expectativas.

Caminar entre la fronda no era muy diferente, no tardó en darse cuenta, a caminar entre las multitudes. Más sencillo, si cabe, pues plantas, rocas y raíces se quedaban quietos, no blasfemaban ni empujaban y, como por milagro, no tenían el menor interés por desplumar a los que pasaban junto a ellos.

El sendero por el que los guiaba Ayla había sido hollado con anterioridad. No era casual la disposición de las estatuas. Entre la maleza podía reconocer los caminos que transitaban los pequeños mamíferos, y el que ellos recorrían estaba destinado a mamíferos de mayor tamaño, que caminaban sobre dos patas.

La segunda señal era otra estatua. Como la primera, estaba mutilada. La cabeza se había separado del cuerpo, emprendiendo un largo viaje. O corto, si lo ha hecho en dirección al centro del mundo. Se agachó bajo el orbe sobre el que el descabezado posaba la mano y leyó la inscripción. Una palabra muy concreta había desaparecido.

—¿Fue joven el tiempo alguna vez? —se preguntó en voz alta—. Acaso el tiempo existe solo en tanto en cuanto se mecen en sus aguas criaturas capaces de percibirlo.

»Elgar’nan, dios de la venganza y el sol, el padre donde Mythal era madre —explicó—. Escuché la historia cuando era un niño. La cantaban algunos elfos esclavos, intercalando las nuevas palabras que habían aprendido con los vestigios que todavía conservaban de su legado.

Llegó el grupo finalmente a un lugar más allá de las señales. Sus tobillos, machacados por la irregularidad de la senda, presentaban cumplidos argumentos para negar sus primeras impresiones respecto a la sencillez de la travesía. Bloqueaba el camino una estructura donde, como en aquella primera estatua, la naturaleza se había fundido con lo fabricado. O, más propiamente en ese caso, lo había devorado. La entrada al templo, quizás. La puerta que la custodiaba estaba cerrada

Trasus se llevó el rostro a la mano abierta.

—¡La maldita puerta! —exclamó—. Olvidé cerrarla cuando salí. Cuando vuelva a Val Royeaux se habrán llevado hasta las baldosas.

Afortunado el que no tiene nada que puedan robarle. Como yo. Se le hundieron aún más los hombros, desafiando lo que era razonable en la anatomía humana.

La puerta cerrada era de gran tamaño. El tipo de puerta que se ponía en las fortalezas y los templos. Las segundas, porque debían ser anchas para admitir el tránsito de carros en ambos sentidos, y necesitaban cierta estatura para mantener las proporciones. De las segundas se podía haber argumentado de forma similar, pero Trasus estaba convencido de que era pura ostentación; solían estar cerradas, y los feligreses entraban por las puertas de tamaño normal cortadas en su inmensa superficie.

—Puede que haya llegado el momento de dejar volar la voz hacia Mythal —dijo—. O puede que haya más inscripciones por aquí.

Tiradas para las tres estatuas.

Gabrielle corroboró la información de Trasus con un cabeceo y una sonrisa. Le gustaba tener a otro erudito en el grupo, aunque ese erudito fuera Trasus. Cuando llegaron a la segunda estatua esperó una explicación del trovador que no llegó, así que, calándose unos anteojos imaginarios, empezó a hablar:

—El profesor Senallen Tavernier de la Universidad de Orlais, en su libro Costumbres Paganas y Heréticas de los Elfos, habla como el búho es un siervo de Falon' Din. "Yo no temo a la oscuridad" le dijo el búho a Falon'Din "como tú tampoco le temes. ¿Puedo serviros?". Pensaba que conocerías al profesor. Por lo de Tavernier, no por lo de la Universidad de Orlais.

Rió de su propia ocurrencia antes de volverse a Asthan.

—Claro que también he leído que el búho es el mensajero de Andruil. ¿A ti qué te parece?

Escuchó la explicación del elfo con atención, y cuando llegaron a la tercera estatua dio otra conferencia sobre dioses élficos.

—De esta no tengo ninguna duda. Se trata de Andruil, la Cazadora. Es más habitual que se la vea representada con un arco, pero también sale armada con un Dar'misaan en las detalladas ilustraciones de La Carga de Andruil, diosa de la Caza. 

Se encogió de hombros.

 —Quizá lo de "ser más sabios" tenga que ver con los fragmentos dañados de las señales. Quizá debamos demostrar que conocemos los nombres de los dioses que representan esas estatuas. Quizá sea una especie de clave para abrirlas. Voy a probar suerte —dijo y se acercó a las puertas para pronunciar en voz alta—. Mythal. Elgar'nan. Falon'Din. Andruil. 

Contuvo el aliento.

Asthan parecía conforme con que existieran humanos que hubiesen estudiado lo suficiente de la historia del pueblo dalishano como para hacer apreciaciones sin equivocarse así que no se dedicó a ir dándoos charlas sobre la obra y milagros de los suyos, os dejó hablar a vosotros. Sólo comentaba algo cuando se lo pedíais explícitamente.

—Más bien el halcón, pero estoy seguro de que es Falon'din—había respondido a Gabrielle—. A Andruil nunca se la representa sentada mientras que a él sí. Y suele tener un cayado en las manos. Apuesto a que el búho estaba encima y al romperse, se cayó.

Una vez os hallasteis delante de la puerta, Gabrielle pronunció los nombres en voz alta... aunque no pasó nada.

—Espera—dijo Ayla tras varios segundos de silencio mientras se acercaba a observar mejor los grabados—. Creo que llevas razón con lo de que necesitamos las señales para abrir la puerta, pero quizá nos estemos equivocando en la forma de abrirla. Mira esto.

Ya habíais advertido que la puerta estaba dividida en cuatro sectores tallados, pero si os fijabais bien en las tallas, eran figuras.

—Hay tres... lo que sean estas cosas debajo de cada uno. Y estos cuatro mosaicos parecen los mismos dioses de las señales, ¿no?

Estaba arrancando algunos matojos con la mano para dejarlas al descubierto: Debajo de cada figura habia tres teselas que parecían poder empujarse hacia arriba o abajo un par de palmos sobre la superficie de la puerta.  Estaban todas bajadas.

Bajo la primera había una calavera, un escudo, y una cabeza de halla.

Bajo la segunda había dos espadas cruzadas, un sol y un buho.

Bajo la tercera había una espada, un escudo y un buho.

Bajo la cuarta había una espada, una calavera y un arco.

—Un mecanismo como acertijo para abrir la puerta, supongo—dijo Alexei remarcando lo evidente—. Supongo que habrá que subir las teselas cuyos símbolos estén relacionados con la deidad respectiva. Si he sido un alumno aplicado supongo que no hay duda que a Elgar'nan le corresponde el sol, a Andruil el arco y a Falondil el búho.

El joven guerrero no había dicho más que cosas evidentes cuando se fijó en otro detalle.

—Si os fijáis podemos dividir los símbolos en figuras alegóricas y armas. Quizás a cada figura le correspondan dos teselas, el arma que porta y su representación. Si además las teselas no se pueden repetir de forma que podamos realizar descartes podría quedar así: A Mythal la Cabeza de Halla y el Escudo, a Elgar'nan las dos espadas cruzadas y el sol, a Falondil el buho y la espada y a Andruil el arco y la calavera.

Con la frente arrugada, Alexei se rascó la cabeza, alborotándose el cabello.

—¿Tiene esto sentido para ti Ashtan?—preguntó sin mucha seguridad en si mismo.

La respuesta apareció ante ellos, tan clara y obvia que Gabrielle perdió el interés en ella de forma instantánea. La maga del Círculo empezó a examinar las paredes, en busca de ventanas o agujeros que las raíces de la vegetación cercana podrían haber hecho en el perímetro del muro. ¿Era posible entrar al templo sin usar la puerta?

—¿Cuál es el motivo por el que los elfos antiguos diseñaron esta cerradura, de todas formas? —le preguntó al aire, sin esperar respuesta—. ¿Por qué utilizar una medida tan compleja para evitar que la gente entre cuando cualquiera podía encontrar las señales? Si esto era una especie de prueba iniciática, ¿por qué no contentarse con un guarda en la puerta que examine al iniciado sobre los preceptos de la fe? ¿O tal vez era su única intención mantener fuera del templo a criaturas sin la inteligencia como para resolver este acertijo, como animales. ¿Pero qué hacen de todas formas Falon'Din, Elgarn'nan y Andruil en el templo de Mythal y no el resto de dioses élficos? 

Se rascó la coronilla. Era inútil preguntar a Asthan sobre el propósito de los templos de antaño o las costumbres de los elfos antes de los tiempos de Andraste. El conocimiento de los dalishanos sobre su propia historia se había convertido en un montón de leyendas. Pero su rival parecía haber estudiado el templo cuando trataba de localizar el bastón de Andraste.

—Ayla, ¿hay alguna explicación a todo esto en el libro que leíste?

El mecanismo que debía abrir la puerta bien podía ser similar al de cerraduras más convencionales. En lugar de alinear los pernos con una llave, juegos de tres palancas con dos posiciones adornaban cada uno de los cuatro sectores, bajo las tallas de los dioses élficos.

Alexei dijo en voz alta la respuesta más sencilla para el rompecabezas, y era de esperar que fuera la correcta. De existir más complicaciones, esperaba encontrarlas más adelante, una vez franqueado el portal.

—De hecho, ni siquiera hacen falta las señales —replicó a Gabrielle—. Solo bastante paciencia como para probar combinaciones hasta dar con la correcta. A menos que la puerta incorpore algún mecanismo para disuadir a quien trate de hacerlo.

Así que se sentó, se quitó las botas y les dio la vuelta para vaciarlas de tierra suelta, piedras diminutas y pedazos de plantas. Y lanzó una mirada al rubio.

—Dicho lo cual, creo que tenemos un voluntario para manipular las palancas.

Asthan arrugó ligeramente el ceño con gesto entre contrariado y pensativo un par de segundos antes de responder a Alexei.

—Si pudieras sacar la respuesta sólo con saber quienes son los dioses, ¿para qué necesitas las señales?—reflexionó—. No, no creo que sea tan simple como eso.

—Ni como ponerse a probar combinaciones hasta acertar—añadió Ayla antes de responderle a Gabrielle—. Lo que leí no decía el porqué de una puerta, sólo hacía hincapié en que no se debe ignorar las señales para entrar aquí. Así que debe ser por algo.

Suspiró apartándose una guedeja pelirroja de la cara.

—En cualquier caso, es un templo, no la prisión de Val Chevin. La puerta de estos sitios debería estar siempre abierta, como las capillas, ¿no? Y si se cierra por lo que sea, no debería ser muy difícil de abrir...

—Pero este lugar debe llevar siglos abandonado. ¡Aquí no hay nadie!—dijo Lynn—. ¿Quién la cerro?

—Esa es una buena pregunta—la maga guardó silencio y se apoyó en el bastón mirando fijamente los paneles—. Pero los problemas de uno en uno. Veamos: Hemos visto las cuatro señales, hemos leído algo en cada una... así que somos un poco más sabios que cuando no lo habíamos hecho. Sabemos que son necesarias para abrir la puerta, y en efecto ésta tiene un panel para cada señal. ¿Olvido algo?

—A mí no me pareció que cada texto hablase del dios de la señal, sino de algo que hizo la tal Mythal con ese dios—aventuró Sarkee—. El templo está dedicado a ella después de todo, ¿no?

Ayla la miró con una cómica expresión mezcla de sorpresa y extrañeza, como si la desconcertara que un enano fuera capaz de razonar cosas en lugarde embestirlas.

Cedric había permanecido en silencio todo el rato, contemplando las estatuas. Sabía poco o nada sobre las leyendas élficas, pero años de forcejear cerraduras y robar al despiste le habían dado un buen ojo para los detalles. Además, era un chico inteligente. Suficientemente inteligente como para saber que otros estaban mejor dotados para resolver el enigma. Él, en todo caso, podía pensar en voz alta y dejarles decidir qué era relevante y qué no.

—Calavera, escudo, buho, espada. Hay dos de cada una de estas cosas. Cabeza de haya, dos espadas, sol, arco. De estas solo una. Cuatro repetidas; cuatro no; cuatro dioses.

Se encogió de hombros, dejando a otro decidir si era relevante.

—Por otro lado, a la primera estatua le faltan media ala y los brazos. A estas tres, la cabeza, el ¿bastón? y una espada respectivamente. Esta de aquí tiene un orbe... como un sol. Esta otra tiene un buho a los pies.

Los mismos símbolos una y otra vez, lo cual parecía tener sentido. Pero las pistas eran contradictorias, y todavía nada de esto tenía que ver con palancas: arriba o abajo, sí o no, uno o dos...

—Mythal, la Protectora... escudo. Elgar'nan, padre del sol. Falon'Din, el del buho. Andruil, la cazadora, con el arco...

—¿Por qué habrían de poner un mecanismo hostil? Podía herir a sus propios fieles si se equivocan en interpretar las señales. Claro que he visto fortificaciones enanas menos defendidas que este templo élfico —mintió Gabrielle—, ¡no tienen ni ventanas! 

Y hablando de enanas.

—Sigue siendo extraño, o al menos anecdótico, que sólo aparezcan esos dioses y no todos —señaló a Sarkee—, ¿acaso interactuó Mythal sólo con esos tres dioses y no con los demás?

Se planto delante de la puerta.

—Creo que la respuesta es calavera, escudo. Dos espadas cruzadas, sol. Espada, búho. Espada, Arco. Quiénes son (la protectora, el dios del sol, el señor de los búhos y la cazadora) y de qué habla la señal (llevar la muerte a nuestros enemigos, arreglar un duelo, y atacarlos). ¿Qué opináis?

—La existencia de una cerradura implica la pretensión de evitar que el portal que guarda sea franqueado —argumentó el tevinterano—. Puesto que una cerradura que cualquiera con suficiente paciencia puede abrir no cumple su función por sí misma, he presentado la posibilidad de que hubiera algo en ella destinado a evitar las manipulaciones de esos individuos de singular paciencia. Espero estar equivocado.

No se aventuró a hablar de nuevo hasta que se hizo un silencio prolongado.

—Tu propuesta es razonable, pero estamos suponiendo que existe simetría en la resolución. Que bajo cada talla hay que activar necesariamente dos palancas. No una, ni tres ni ninguna.

»Si no tememos represalias, podemos comenzar por esa respuesta. Y buscar otras si no funciona.

Desde la inclusión de Cedric en el grupo la presencia de Tarsus se había hecho mucho más soportable. O así lo había sido hasta que el licenciado decidió que fuera Alexei el que probara a abrir las cerraduras. No tenía ningún problema en exponerse pero que alguien lo decidiera deliberadamente... Eso merecía al menos un puñetazo en la nariz.

—Yo también he pensado que pueda haber algún mecanismo, no es ninguna locura. Piensa Gabby que quizás esto no sea un auténtico templo a los dioses elfos. Aquí hay un objeto andrastiano y quizás utilizaron la cultura dalishana como envoltura para ocultarlo.

El joven guerrero se recogió el pelo.

—Ahora apartaos, voy a probar la combinación de Gabby. Trasus como esto salga bien tu nariz va a conocer a mis nudillos. No es nada personal, simplemente es el pago por exponerme al peligro.

Si le doy un segundo puñetazo si será personal.

«El razonamiento tiene sentido pero... » escuchaste a Asthan en tu cabeza en lugar de, por algún motivo, decirlo en voz alta «Por curiosidad: ¿por qué dos teselas en cada panel? Las señales lo que enseñan es "qué hace", ¿no? Eso es una sola pregunta»

«¿Qué se me ha escapado?» preguntó a su vez Gabrielle.

«Es sólo curiosidad» repitió el espíritu «Simplemente me llamó la atención eso: Puedes saber "quienes son" sin necesidad de leer las señales, pero no puedes saber "lo que hace" Mythal en cada una sin leer las señales. Como si fuera la única pregunta que responder»

Se rascó la cabeza disimuladamente.

«Perdona, no quería confundirte»

Gabrielle agarró a Alexei por el hombro, y se mordió el labio mientras alternaba la mirada entre los mosaicos.

—Espera.

Se lo pensó un poco. Si las sospechas de Trasus eran ciertas y había una trampa, podría ser que la vida de Alexei pendiera de sus manos. O más concretamente, de su ingenio.

—Activa escudo, espadas cruzadas, espada, espada —dijo, y miró a Alexei a los ojos—. Cualquiera con un mínimo conocimiento de los dioses élficos podría identificarlos. Las señales son la única clave, una que no puede ser ignorada por lo que nos ha dicho Ayla. Así que activaremos sólo aquello de lo que habla la señal.

Soltó a Alexei, y le pidió disculpas con la mirada y en la siguiente frase:

—Es la respuesta más afinada que puedo dar. Ruego al Hacedor por estar en lo cierto.