Partida Rol por web

A Lara debió de hacerle mucha gracia la expresión porque se echó a reir.

—Así que tú eres Lynn. Tienes un pelo muy bonito, cielo—dijo mientras la clériga emitía una especie de chillidito ilusionado y te abrazaba a ti—. Gabby me ha hablado mucho de ti, gracias por ser tan buena amiga de mi hija.

Kando ladró y se acercó moviendo la corta cola, a lo que tu madre se inclinó un poco para acariciarlo con una ligera sonrisa.

—Cariño, no sé de donde has sacado semejante comitiva pero me quedo algo más tranquila sabiendo que no vas sóla por ahí. Te... Te prometo que cuando los caminos sean seguros, tu padre y yo iremos a visitaros más a menudo. A los dos. Risco Rojo está de camino al Círculo.

—Yo tampoco lo tengo muy claro —admitió Gabby, respecto a la comitiva—. Pero no puedo quejarme. ¡Y deja de mirarme así, ni siquiera está claro que el mabari me haya elegido a mi! Sólo... está con nosotros.

La Heroína también tenía un mabari. Últimamente todos parecían tenerla como la líder del grupo cuando ella pensaba que no hacía más que dar palos de ciego.

—Eso me gustaría mucho. Espero poder regresar al Círculo pronto y hacer una tesis sobre el Velo. Tal vez podría coger algún aprendiz, si es que alguien está dispuesto a que le tutore un desastrito como yo. 

A decir verdad, preocuparse por esas cuestiones académicas y sencillas le resultaba casi balsámico comparado con las responsabilidades con las que le había cargado Irving. Maldito Irving, cómo se la había jugado. Seguro que estaría tronchándose en su estudio, pensando que se había ofrecido voluntaria para semejante tarea.

—Igual ha elegido al grupo... —dijo Lara con aire divertido cuando Kando trató de lamerle la cara. Al perro parecía gustarle todo el mundo—. ¿Lo mabaris pueden hacer eso?

Lynn se rascó la cabeza con gesto de duda.

—Wynne dijo que partiría en cuanto volviese Fritz y que nosotros deberíamos hacer lo mismo. Kando salió supuse que a buscarte, por él olor y eso, así que fuí con él—carraspeó—. Pero ahora me sabe mal. No esperaba esto.

—No he oído hablar de un mabari que se comporte así —admitió Gabrielle—, pero tampoco es lo que se dice el campo de especialidad de mis estudios.

Le sonrió a Lynn.

—No pasa nada. Nos pondremos en marcha, entonces. Pero antes me gustaría echarle un vistazo al asunto de los rateros: quiero que mis padres estén seguros aquí —dijo, y frunció el entrecejo—. Y quiero esclarecer la relación de Medwin con ellos, después de lo que sugirió Cedric.

He dejado hecha una tirada sobre lo de los mabaris, sin incluir el bono porque no sé qué saber sería relevante. La tirada ha sido baja de todas formas y he roleado que Gabby no sabe nada. Si sabe algo, dímelo y lo cambio.

Lynn pareció tener una idea.

—¡Eh! ¿Y por qué no se queda Kando con ellos mientras?—propuso. Luego arqueó las cejas—. Así estarán seguros en general. Y de paso sales de dudas sobre si te ha elegido o no.

No has oído hablar de mabaris que hayan hecho eso antes.

—Bueno, podría intentarlo —accedió Gabby, encogiéndose de hombros—. ¿Kando? Quiero que te quedes aquí protegiendo a mi madre. Sé bueno y haz todo lo que ella te diga ¿vale?

Kando emitió un gañido interrogante y ladeó la cabeza. Luego alternó la mirada entre tu madre y tú.

Cuando no empezaba a estar claro que el perro tuviera la menor idea de lo que le estabas pidiendo o por qué debería hacer lo que le estabas pidiendo, lanzó un ladrido y se puso a dar saltos alegremente alrededor de Lara.

—¿Ves? Quiere. Tenía yo raz... —Lynn se dió una palmada con ambas manos en la cara—. ¡Oh, porras!

—¿Qué pasa?

—¡Que tenía que haber apostado una bolsa de nevaditos!—refunfuñó la clériga—. Habría tenido merienda gratis...

Lara se echó a reir.

—Uh... ¿entonces nos vamos ya?—la voz de Fritz apareció en la conversación de forma totalmente anecdótica. Os habíais casi olvidado de que estaba allí—. Es decir, Wynne nos debe estar esperando y... y eso.

Gabrielle parpadeó, demasiado confusa para pensar en nevaditos.

—¿Entonces es verdad? —le preguntó a nadie en particular.

Inclinó una rodilla en el suelo y le tendió los brazos al mabari.

—¿Te has vinculado a mi? —dijo en tono de perplejidad—. ¿De todos los miembros de la comitiva... qunaris, elfos, enanos y guerreros... vas y te vinculas a la maga enclenque? No... no sé qué has visto en mi. Pero espero convertirme en la persona que crees que soy.

Gabrielle aguardó la respuesta del mabari antes de despedirse de su madre y de él, asentir a Fritz y volver con Wynne.

La respuesta por parte de Kando fué la estándar: tu cara terminó llena de babas de perro. Luego ladró y se te quedó mirando, jadeando con la lengüa fuera mientras movía alegremente la cola.

—No te midas así—dijo Lynn tirándote de un carrillo con suavidad—. Fuiste la que más intentó hacer por salvar a su antigüo dueño y te has preocupado continuamente de preguntarle siempre qué quería y de jugar con él. ¿Te parece poco importante?

Kando: Amistad (+10)

Si quieres especificar el cómo te vas o algo, adelante. Si no, dímelo y resumo la vuelta.

Salísteis de la capilla y os encontrasteis con que Tal'vashoth os seguía esperando fuera. De hecho, te sorprendió que el kossith no hubiera echado raíces allí o que se le hubieran empezado a posar los pájaros encima porque no parecía haberse movido un milímetro.

Volvisteis a la carreta sin más problema salvo la sorpresa que se llevaron Balaena y Nolan cuando se enteraron de que conocíais a Wynne. La anciana sin embargo siempre parecía quitarle importancia a las cosas y tomárselo todo con una paciencia infinita.

—Partiré en cuanto Fritz vuelva, y vosotros deberíais hacer lo mismo—dijo en determinado momento—. Cada minuto cuenta.

Kando ladró solícitamente en ese instante tomándoselo al parecer como una declaración de intenciones y, ni corto ni perezoso, salió corriendo a buscar a Gabrielle.

—¡Kando! Hacedor... —se sorprendió Lynn. Luego salió corriendo detrás del perro mientras os señalaba hacia atrás—. ¡E-Esperad aquí! ¡Enseguida volvemos!

—Pues que sea pronto... —murmuró Ayla que no paraba de dar vueltas de un lado a otro.

—Cielo, como sigas tan tensa te van a dar calambres en el cuello. ¿Por qué no te relajas un poco?

—¡No puedo relajarme mientras esté en una ciudad! Lo último que me apetece es que Rhagos vuelva a aparecer por sorpresa. Otra vez—refunfuñó—. ¿Por qué nadie... ?