El Primer Encantador soltó una risita cascada dándole unas palmadas en la hombrera metálica mientras empezaba a andar de vuelta a la torre.
—Más o menos las mismas que tú a mí—suspiró—. Pero tranquilo... al próximo bizcocho de almendras invito yo.
Logro desbloqueado. ¡Felicidades!
Anne emitió un sonido a medio camino entre un jadeo ahogado y un gemido nervioso. Cogió al gato todo lo suavemente que pudo y lo dejó junto a ella en el banco, donde se quedó lamiéndose una pata.
Luego se levantó apresuradamente y avanzó en la direción en la que te había oído más rápido de lo que debería porque trastabilló y estuvo a punto de caerse pero entre que estiró los brazos para tantear el el aire y te aproximaste más para que te localizara logró darte un aliviado abrazo.
—Gracias al Hacedor, gracias... gracias por volver—masculló con un suspiro tembloroso antes de separarse un poco para continuar algo angustiada:—. ¡E-Escuchamos el rugido de un dragón en las montañas! Casi me muero de nervios, ¿qué pasó allí arriba?
—Que salvamos Ferelden y como te prometí he vuelto. Sabes que siempre me gusta cumplir mis promesas. Ademas te he traído algo...
El joven guerrero se llevó la mano al saquito que llevaba atado al cinto y se lo puso a Anne en las manos. Entonces una duda lo asaltó. ¿Cómo tenía que utilizar exactamente las cenizas? Deberías haber hablado con Gabby y Lynn al respecto. En fin, ahora tendría que improvisar.
—Esto contiene unos polvos, échatelos en los ojos. Confía en mí.
—Oh, bien. Gran resumen... —suspiró Anne con un marcado tono a medio camino entre el nerviosismo frustrado y la curiosidad insatisfecha. Probablemente pensando que le estabas ocultando algo otra vez que no le querías contar por alguna razón. No obstante, tu extraña petición llamó su atención enseguida—. ¿Qué? N-No puedo echarme...
Cogió el saquillo entre las manos, tocando los contornos con una de ellas para reconocer lo que era. A aquellas alturas el gato la había seguido con la plumosa cola en alto y se encontraba frotando la cabeza contra una de sus piernas.
—¡Oh! ¿Es algo de alguna de esas magas con las que viniste?—se le ocurrió entonces como única explicación a que le pidieras que hiciera aquello—. ¿Ya se fueron?
—Ya habrá tiempo para que te lo cuente todo—le respondió para luego apremiarla—. Ahora haz lo que te digo. Confía en mí.
Confianza, eso era lo que Anne ahora parecía no tener en nada ni en nadie. Así que se dio cuenta que tendría que ser más comunicativo.
—Es algo que ellas me ayudaron a conseguir allí arriba. No sé si funcionará, pero deberíamos de intentarlo. Ya les he dado las gracias por ti, tenían que marcharse a la torre del Círculo. Cosas de magos.
Anne pareció ligeramente más tranquila de que le dieras alguna explicación a la que agarrarse, ya que pareció pensárselo de nuevo.
—E... Está bien—titubeó humedeciéndose los labios mientras tanteaba con una mano hasta encontrar uno de tus brazos. Luego tiró—. Ven.
Pudiste ver como "contaba" con la puntera del pie en cada paso. Al sentir al gato en medio se sobresaltó pero cuando éste emitió a algo mitad ronroneo mitad maullido lo reconoció y tras un suspiro aliviado te condujo para que os sentaseis en el banco. Al parecer era más fácil con una superficie en la que dejar el saquillo que intentar cogerlo a la vez que la venda sin ver nada.
Se llevó las manos tras la cabeza pero dudó, como si le diera miedo la idea de quitarse aquello.
—No sé si se verá muy desagradable... —te advirtió.
Desanudó lentamente aquello para separárselo y pudiste ver que apretaba ligeramente los dientes como si el solo tacto del ligero roce al separárselo del rostro le doliera. O como si el propio tacto frío del aire lo hiciese. Cuando la dejó sobre sus rodillas pudiste ver que había una mancha terrorífica de piel cuarteada y más oscura cubriéndole un palmo del rostro sobre los ojos, que mantenía cerrados.
Tanteó el saquillo y metió la mano, sacando la preciada ceniza que tanta sangre, sudor y lágrimas te había costado conseguir y alzó la mano, dudando de nuevo. Era evidente que le causaba pavor echarse aquello en el rostro y ver las estrellas por lo sensible que tenía la piel en aquella zona. Y así lo pudiste sentir por cómo te apretó la mano que antes había cogido.
Tomó sin embargo aire tras contar hasta tres mentalmente y miró hacia arrba, llevándose el puño cerrado al rostro para abrirlo poco a poco y que el polvillo le cayera sobre este. La oiste soltar un quejido tenso al sentirlo y...
...y nada. No se produjo ningún destello de luz ni nada llamativo que pudieras esperar.
Tras los primeros inquietos segundos sin embargo te soltó para llevarse ambas manos al la cara, cubriéndose los ojos con las palmas y volvió a bajar la cabeza como quien nota algo raro. La sacudió un par de veces y cuando las separó le estaban temblando. Viste que parpadeaba con los ojos entreabiertos. ¡Hasta la piel cuarteada acababa de esfumarse como si nunca hubiera estado allí!
—Hacedor... ¡Puedo... !
Se le quebró un sollozo y te miró con la pura imagen del desconcierto reflejada en unos ojos algo entornados, deslumbrados por la luz que hacía tantísimo que no veían. Y de los cuales empezaron a brotar lágrimas.
—Puedo ver... ¡Puedo ver!—gimió—. ¡ALEXEI, PUEDO VER!
Te abrazó con fuerza esta vez echándose a llorar entre sonoros sollozos, sin poder contener la emoción.
Alexei sonrió feliz y abrazó a Anne con fuerza.
—¡Gracias a Andraste!—exclamó—¡Sabía que funcionaría! ¡Vamos! Tienes que ir a ver a los demás.
El joven guerrero se levantó e instó a su amiga a que hiciera lo mismo. Después de haber sobrevivido a tantas cosas horribles, estaba bien que por una vez fuese un milagro lo que ocurría ante sus ojos. Porque eso es lo que había sido, un milagro.
A Anne le temblaban demasiado las piernas para levantarse. Simplemente no podía dejar de llorar, y estuvo repitiendo "Gracias" entre sollozos casi durante medio minuto.
Tras el cual parpadeó intentando frotarse suavemente los ojos con las manos pero aún parecía escocerle un poco. Miró arriba, al lago, a ti, a todas partes. En cuanto vió al gato emitió un jadeo de sorpresa y lo recogió.
—¡Hoki! Hacedor, que bonito es—exclamó (al parecerle había puesto nombre)—. ¡Mira!
Lo recogió estrechándolo contra si y te lo mostró con una sonrisa nerviosa. Por su puesto tú ya lo habías visto antes pero estaba tan entusiasmada por aquello que simplemente no se dió cuenta.
—Gracias—repitió una vez más. La voz se le rompía porque era tal la emoción que no podía contenerla pero no podía tener una sonrisa más radiante. Te dió un agradecido beso en la mejilla que te dejó medio sordo de aquella oreja y se levantó—. ¡Carrera!
Exclamó aquello... ¡y sin previo aviso echó a correr con gato y todo! Ahora que por fin podía hacerlo sin caerse tras... ¿Cuánto tiempo había pasado? Daba igual. Corría sin dejar de girar la cabeza constantemente, como si quisiera ver cada pino, cada casa, como si no quisiera perderse un solo detalle.
—¡Voy a decírselo a los demás antes que tú!—gritó—. Y... ¡Y luego me tienes que hablar de los sitios que has visitado! ¡Tortuga!
Anne: Amistad (+20)
Logro desbloqueado. ¡Felicidades!