Partida Rol por web

El remordimiento y el sentimiento de culpa eran algo inherentes al ser humano. La escena que acababan de sufrir era de las que dejaba huella toda la vida. No se puede cambiar el pasado, pero si vivir con el. Algo que suena muy fácil y que solo el tiempo enseña como hacerlo. Entendía que gente tan unida estuviera ahora totalmente derrotada. Había pasado por algo parecido y sabía como pocos lo que sentían.

- ¿De qué te disculpas amigo? No has hecho nada malo. Basta con mirarte a los ojos para saber que te habrías cambiado por él, y por ella, sin el más mínimo atisbo de duda o remordimiento. Lo que ha sucedido es una desgracia, si algo o alguien merece las culpas es la Ruina.

Hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos, le evitamos sufrimiento, por muy cruel o muy frío que suene. Hace falta ser un gran hombre para que otro moribundo acceda a que le envíes con el hacedor. No te culpes ni te preocupes más por ello.

Ahora mira a esa pobre muchacha, puedes pensar en ella como tu hija, tu hermana, tu mujer, lo que prefieras. Eso es decisión tuya, no va a recuperarse de ese golpe, nadie puede, pero es joven y tiene aun mucho que vivir y mucho por lo que vivir. Si quieres ayudar al viejo, ayudarla a ella y ayudarte a ti mismo solo tienes que cumplir esa promesa Nolan. Ese es el principal problema de este maldito mundo, que muy pocos nos ayudamos, pero me pareces una buena persona y creo que a los dos os esperan muy buenos momentos aun, los viváis como los viváis.

Intentemos arribar en esa posada, lavarnos, comer algo y aunque suene difícil intentar conciliar el sueño. Nos vendrá bien. Mañana con suerte será otro día.

Y si por ventura ella te lo pregunta o tu te preguntas el porque actúe con esa frialdad, bueno... luché o mejor dicho sobreviví a Ostagar como pude. -

—Pues porque seguramente esto te va a retrasar el viaje a Denerim.

Nolan suspiró hondo y finalmente dejó de ir y venir, habrías jurado que habría terminado trazado una zanja en el suelo de no hacerlo.

—Sí, en el fondo la Ruina es la única culpable—respondió con una sonrisa triste—. Así que tú también estuviste presente cuando la dignidad del ser humano tocó fondo, ¿eh? ¿Desde qué glorioso "palco" te tocó? ¿Vanguardia o retaguardia?

El guerrero se peinó po renésima vez el cabello hacia atrás y aquello provocó que se le encrespara recordando vagamente a una mazorca de maíz.

—Yo... le debo tanto al viejo que... joder—resopló como rehusando seguir contando aquello delante de alguien a quien acababa de conocer como quien dice—. Ya sé que no soy el maldito avatar del Hacedor y no puedo hacer milagros, pero no  logro quitarme de encima la sensación de haberle fallado, eso es todo.

Cuando mencionaste a Balaena, el gesto de Nolan se tornó apesadumbrado de nuevo.

—Es... una buena chica, en serio. Siempre está con una sonrisa en la boca y es amable con todo el mundo pero esto... —suspiró—. No se lo tengas en cuenta, está asustada, su padre era lo único que la Ruina le había dejado y ahora no tiene ni eso. Bueno, ninguno de los dos tenemos ahora nada, qué coño. Por tener no tengo ni idea de qué vamos a hacer.

Un trueno retumbó en la lejanía y una racha de viento fresco barrió silbando los alrededores como mudo mensajero que advirtiera de la proximidad de un aguacero nocturno. Nolan puso los ojos en blanco e hizo un aspaviento con las manos como quien pide un respiro.

—Hacedor... ¡Acabo de prometerle al viejo que la protegería y ya tengo miedo de no ser capaz de cumplir eso!—resopló—. En fin, aquí parados como espantapájaros no hacemos nada. Tratemos de llegar a la maldita posada, cuanto antes hable con un mago sanador del Círculo, más tranquilo me quedaré.

- Sigo vivo, un retraso es un precio muy razonable a cambio de mi pellejo.

Estaba en retaguardia, era cabo furriel en una unidad de suministros. No nos enteramos de que Teyrn Loghain Mac Tir se había bajado los pantalones hasta cuando la horda se nos tiró al cuello. Cada día se convirtió en un infierno mientras intentábamos avanzar más rápido que los engendros y no siempre lo conseguimos. No creo que se convierta en un cuento a narrar a mis hijos.

Apresurémonos, solo nos faltaba un cambio de tiempo, además una comida caliente y una cama de verdad nos sentarán bien a todos. -

—No, desde luego que no—se mostró de acuerdo Nolan mientras subía al pescante de la carreta. Luego te invitó con un gesto a que subieras también en él, aunque si querías podrías optar pot ir dentro de la carreta—. Yo estaba en la vanguardia, creo que lo que sentí cuando ví encenderse la almenara fue lo peor que jamás he sentido en mi vida.

El orlesiano esperó a que te hubieras subido a la parte que prefirieras de la carreta y sacudió las riendas con un golpe seco, aquello provocó que los caballos relincharan suavemente y comenzasen a trotar.

—Esperanza respondida con... nada.

Subiste al pescante y la marcha transcurrió sombría y silenciosa. Sólo se escuchaba el susurro de las ruedas y el golpeteo sordo de los cascos de los caballos contra la tierra aplanada del camino. De vez en cuando algún relincho suave pero nada más.

Así fué durante varias horas, hubo un punto en que empezó a lloviznar pero al parecer la tormenta se había desviado pues no escuchásteis truenos. Nolan azuzó a los caballos y para cuando el sol hubo desaparecido en el horizonte y el cielo era ya de un intenso tono purpúreo, pudiste ver la silueta de un pináculo oscuro en la lejanía que surgía de las aguas del Lago Calenhad como un enorme dedo que apuntase al cielo acusándolo por llorar.

—La Torre del Círculo—susurró Nolan cuya voz sonó ligeramente más aliviada—. Eso es la Torre del Círculo. Hacedor... menos mal que llegamos sin que se nos eche la noche encima, calculo que estamos a unos diez minutos si apuramos el paso.

Dicho y hecho, sacudió de nuevo las riendas para que los equinos apurasen el trote y poco a poco fuiste viendo crecer la enorme construcción que se alzaba silenciosa e imponente cerca de la orilla del lago.

Pedazos de lo que en su día fué un puente surgían de la orilla en dirección a la torre pero bien por el paso del tiempo, las guerras, o simplemente falta de mantenimiento, a día de hoy dicho puente estaba intransitable debido a varios trozos desaparecidos. Cuando os desviásteis del camino y descendísteis una suave pendiente que conducía a la orilla, pudiste ver no obstante un embarcadero de madera envuelto entre los jirones de bruma nocturna que comenzaban a flotar perezosamente sobre el agua. Por lo visto la forma de llegar al Círculo era en barca.

La pequeña pendiente conducía a una explanada en la orilla. La carreta llegó y Nolan detuvo a los animales. Desde ahí se veía perfectamente la torre: un enorme pináculo de piedra que descansaba sobre una isla interior en el lago y que llenaba el campo de visión recortándose a contraluz de la luna.

Aparte del embarcadero, una posada había sido edificada para recibir a los viajeros cansados. A simple vista parecía un edificio decente pero ahora al anochecer, entre la danzante luz anaranjada de las antorchas que brillaban a ambos lados de la entrada y el chapaleo ahogado y suave del agua que llegaba de fondo, a ti se te antojaba una estampa embrujada y misteriosa.

Nolan bajó al suelo con un resoplido de alivio. La fina lluvia no se había detenido pero aquella parecía ser la menor de sus preocupaciones.

—Sion, voy a despertar a Balaena y a rezar antes de preguntar si hay habitaciones libres. ¿Podrías ir mientras a hablar con el barquero? No tengo ni idea de si hay que pagar algo para cruzar o es gratis. ¿Tú habías estado aquí ya alguna vez?

- Solo conozco esto de oídas, intenta que Balaena descanse algo en la posada, aunque sea difícil le vendrá bien dormir algo. No se como estarán los magos tras la Ruina, pero con suerte algo podrán hacer con estas malditas heridas. -

Aquel embarcadero debía haber pasado mucho, si los magos recibían suministros por las aguas deberían tener una buena cantidad de barcazas, pero la maldita niebla no le permitía ver nada. No obstante con magia de por medio igual los hechiceros no necesitaban unos transportes tan "mundanos" para operar. En cualquier caso el pícaro no tenía ganas de averiguar los misterios de los suministros a la torre, le bastaba con un sanador o al menos con alguien que pudiera tratar las heridas apropiadamente con medicina tradicional.

Sion se acercó tranquilamente al embarcadero, la niebla no le dejaba ver, pero tal vez hubiera algún estribador o barquero al que pudiera dirigirse.

—Si pudieron con un ejército de engendros tenebrosos en Denerim más les vale poder con un par de cortes o mi concepto de "suerte" dará un giro de veleta—respondió Nolan tratando de sacar algo de humor sin mucho éxito.

Mientras el orlesiano se introducía en la carreta por la parte trasera, caminaste hasta el embarcadero. Estaba comenzando a refrescar y con la lluvia la sensación de humedad era extrema.

Escuchabas un golpeteo sordo de fondo, constante y rítmico, que de vez en cuando se interrumpía. Pudiste ver tras varios pasos la silueta de alguien encorvado sobre lo que parecía un bote varado en la orilla. Conforme te acercabas descubriste que el sonido no era otra cosa que el golpeteo de un martillo contra un clavo sobre la madera. El tipo parecía estar haciendo reparaciones sobre el bote.

El hombre se detuvo un instante y se puso de pie con ambas manos en los riñones, emitió un gruñido y se estiró hacia atrás para desentumecer la espalda. Luego, mientras farfullaba algo pareció localizarte.

—Por las divinas bragas de Andraste, lo que no ocurre en un mes ocurre en una noche—suspiró—. Déjame adivinar, amigo, ¿necesitas cruzar a la torre?

Debía ser un empleo apasionante, o tal vez un completo y absoluto aburrimiento. Fuera lo que fuera no había otra manera de alcanzar lo torre y los servicios de algún mago.

- Si, un amigo mío y yo hemos tenido un intercambio de "opiniones" con unos pocos engendros, desgraciadamente no atendían a razones así que hemos acabado a cuchilladas, a fe mía que tenían  argumentos afilados, en cualquier caso nos vendría bien que un mago o alguien con conocimientos médicos atendieran las heridas.

No es que sean mortales ni muy graves a simple vista, pero la Ruina tiene la costumbre de tocar las pelotas hasta para vendarse un dedo.  Y no tengo muchas ganas de despertarme mañana con el rostro podrido y hambre de carne humana. -

—Lo que yo decía—resopló el barquero—. Bueno, pues menos mal que no son mortales o si no me temo que íbais a estar bien jodidos. Mi Mirabelle ha tenido también un cambio de opiniones con una de esas cosas del fondo del lago y tiene un agujero del tamaño de un melón. Hasta mañana no voy a poder hacer ni un solo viaje en barca.

Volvió a estirar la espalda y esta vez le crujieron los huesos.

—Y después de llevar aquí trabajando media tarde, ahora amenaza con llover—refunfuñó—. Maldita sea mi suerte.

Sion suspiró para sus adentros, aquel tipo estaba pidiendo que le dieran con un remo en la cabeza. Aunque no fueran heridas de gravedad podían tener la plaga, tenía pocas ganas de discutir, pero Nolan podía acabar tirando al agua al tipo eso.

- Cierto, no parecen mortales, pero no soy médico y si mañana me despierto como un engendro se donde buscar mi primer plato. Ahora mismo lo que menos me apetece es discutir, pero esto es lo que va a pasar, yo me voy a dar media vuelta y contar esto a mi compañero, luego un tipo con armadura pesada, acento de Orlais, heridas, cicatrices y maldiciendo porque ha perdido aun ser querido hace unas pocas horas va a venir aquí.

Yo repararía rápidamente ese boquete de la barca, o haría un apaño. Aunque sea meter un par de cubos para achicar el agua. -

El barquero se encogió de hombros con toda la simpleza del mundo.

—A menos que esté dispuesto a cruzar a nado, me temo que aparte de desquitarse conmigo, no va a conseguir mucho más—respondió con un sincero suspiro de resignación—. Aunque si yo fuera él me lo pensaría antes de tirarme al agua; en el fondo de ese lago hay de todo menos pececitos de colores.

Se acuclilló de nuevo y empezó otra vez a martillar.

—Siento lo de tu amigo, pero mayores o menores todos tenemos problemas y los míos ahora mismo pasan por dejarme los riñones en llevar toda la tarde arreglando este agujero. Agradezco el ofrecimiento pero es que no depende de mi el tiempo que tardan en secarse las juntas. Y si lo hacen "con prisas" nos vamos a hundir en medio del lago.

Pareció darse con el martillo en el dedo puesto que soltó una maldición, se detuvo, y se lo chupó.

—Si os habéis encontrado con un grupo de esos hijos de puta de momento sintámonos todos agradecidos de que hayáis salido enteros y haya más de nosotros y menos de ellos. Pero si queréis un consejo: descansad en la posada. El viejo Jen debería tener aún material de campaña de cuando los magos no daban abasto para curar heridos de la Ruina.

Volvió a agacharse y siguió martillando.

—Mañana sin falta os aseguro que tenéis un paseo en barca a la torre.

Una sola barca, un solo barquero con poco gusto con el trabajo y el peor tiempo para un percance del mundo. Solo un transporte le parecía totalmente estúpido. Pero con la magia de por medio nada es lo que parece.

- Arregla esa barca amigo, y por favor, no te quejes de dinero, te cambio la vida del que hemos enterrado por tu mísero sueldo. -

Ese tipo necesitaba un par de puñetazos, o una semana pasando hambre, así no se quejaría del vil metal. Pero no estaba el día para más violencia. Sión volvió donde Nolan pensando en lo divertido que podía ser empujar a un remero avaro al fondo de lago.

- El remero tiene un agujero en la barca, en la bolsa y en la cabeza. Dice que nos lleva mañana, ese tipo no es capaz de hablar diez segundos sin quejarse de su puto sueldo. -

El barquero siguió enfrascado en su trabajo mientra regresabas adonde habíais detenido la carreta. La imagen que te encontraste de vuelta no era mucho más alentadora que la que ya había de por si.

Nolan se encontraba a pocos pasos de la carreta con Balaena a su lado, la muchacha cojeaba mucho más visiblemente, de hecho se apoyaba en él para caminar aunque ahora estaban parados y el orlesiano andaba diciéndole algo. Balaena tenía el rostro ceniciento, crispado por una mezcla de cansancio y dolor, pero no la oiste quejarse ni una vez.

Cuando Nolan te escuchó, soltó un suspiro borrascoso mezcla de impotencia, mezcla de frustración.

—Cojonudo, ¿qué sería de los planes si no salieran mal?—bufó—. Nos aburriríamos, supongo.

Hizo una pausa con los labios apretados convertidos en un linea, pensando concienzudamente en qué demonios hacer. Tras varios segundos, dejó ir el aire y negó con la cabeza.

—Más vale que al alba esa barca esté lista—dijo finalmente con voz tensa en una impaciencia mal contenida—. O mañana nos llevan a la puñetera torre o juro que despierto a todos los magos a voces desde la orilla hasta que alguno venga.

Balaena hizo ademán de separarse del orlesiano.

—Estoy bien... Nolan, déjame andar.