Partida Rol por web

—Creo que ella ya está unida a alguien, aunque no sabría explicar por qué lo sé. Escomo tratar de describirte un color—aventuró Astucia que miraba curioso al Espíritu de la Fe, inclinado hacia adelante con las manos en las rodillas—. Y eso en sí ya es increíble con lo tímidos que son... pero lo que es más increíble todavía es que aun así se haya molestado en venir a ver lo que hacía otro humano.

El Espíritu de la Fe entonces miró a Astucia y sacudió una mano como instándole a algo.

—¡Ay, es verdad! La Angustia—dijo éste dándose un palmada en la frente que no sonó—. Nos estamos olvidando de la Angustia, Gabrielle, escucha, eh... cuernos...

Se cogió un codo mientras con la otra mano se pellizcaba la barbilla, al parecer tratando de hallar un modo de resumir algo enorme en muy poco tiempo.

—Bueno, para que lo entiendas de un modo rápido... Sí. Me volverás a ver si tu quieres—parecía como si ahora estuviese hablando de un tema que no le era muy familiar o que al menos lo confundía por falta de costumbre—. El Velo es el reino de los sueños, sólo tienes que pensar en mí y yo lo sabré, te podré escuchar, y tú me podrás escuchar a mí aunque no estés aquí.

Entonces dejó caer los brazos y suspiró en un gesto similar al de alguien a quien no se le da muy bien explicar algo.

—Hay muchas cosas que aún tengo que enseñarte y ... se supone que hay otras que puedo aprender de ti—confesó. Entonces recuperó enseguida su aspecto jovial—. ¡Pero ahora mismo no hay tiempo! Ya te contaré la próxima vez. Sólo hace falta una cosa más para completar tu Angustia y para que todo eso que te he dicho pase.

Levantó las dos manos mostrándote las palmas con los cinco dedos estirados y sonrió de oreja a oreja como un niño que tuviera ilusión por recibir un caramelo.

—Que me aceptes.

Gabby se volvió a enjugar las lágrimas que se negaban a dejar de salir y atendió a las palabras de Astucia. Esbozó una sonrisa en su semblante aún demudado por el llanto. 

—Claro que te acepto, Astucia —le dijo al espíritu.

Tomó sus manos con las suyas, pero no se contentó con eso. Le hacía falta un abrazo así que se echó sobre el espíritu y le estrechó entre sus brazos. La idea de que nunca iba a estar sola, que siempre iba a tener a alguien a quien acudir, le reconfortaba el corazón. Era algo muy raro que un espíritu se asociara con un mortal y que la hubiera elegido a ella la hacía sentir la mujer más especial de todo Thedas. Dirigió una mirada de curiosidad al espíritu de Fe, ¿con quién se habría asociado ella?

—No sé que puede enseñarle alguien como yo a un espíritu de Astucia —reconoció Gabby, volviendo la atención al espíritu—, pero haré todo lo que pueda. Te abro mi corazón y te acepto. 

De todas las cosas que podrías haber hecho, al parecer esa en concreto era la que menos se había esperado Astucia porque lo escuchaste tragar saliva incluso por la sorpresa.

El tacto del espíritu era extraño, era como estar abrazando un rayo de sol. Pese a que no desprendía calor sofocante como el fuego cuando se estaba a su lado, al tocarlo sí era cálido como los susodichos rayos del sol... y pese a que daba toda la sensación de ser etéreo, incluso transparente, no lo era (o tal vez lo era a voluntad) El caso fue que no lo atravesaste.

Sentiste alegría, aunque no supiste decir si era propia o provenía del espíritu. Lo siguiente fue de nuevo aquella sensación de que una fuerza invisible tirara de tu mente, tus sentidos se difuminaron y perdiste repentinamente conciencia de ti misma, el universo a tu alrededor se volvió blanco y luego... negro. Pero no sentiste miedo.

Astucia: Amistad (+5)

Gabrielle: 150 PX y 1 PH

Has desbloqueado una entrada de Códice: El Velo (Los Lúcilos)

No podrías decir el tiempo que estuviste en aquella confortarte oscuridad, podrían haber sido dos segundos o dos horas. El caso era que pronto empezó a llegarte el eco de una voz familiar.

—¿Gabby?

Hablaba en susurros, como si no quisiera ser oída a mucha distancia.

—¡Gabby!

Caiste entonces en la cuenta de un dato importante: tenías los ojos cerrados, por eso no veías nada. Los abriste y sentiste sueño, como si te acabases de despertar tras dormir poco. Tu vista primero borrosa enfocó la vaga luminosidad de la mañana y un rostro recortado contra ella que, a contraluz, no supiste decir de quien era.

Parpadeaste y poco a poco los rasgos de Lynn se fueron haciendo más nítidos hasta que finalmente lograste ubicarte. Estabas tumbada en tu cama, de nuevo en las estancias de los aprendices, y tu amiga se encontraba arrodillada al lado, inclinada sobre ti, mirándote con una mezcla de espectación y preocupación aparte de que con las ojeras un poco marcadas.

—Ay, gracias al Hacedor... ¿Me oyes? ¿Estás bien?

Gabby dio un pequeño brinco cuando despertó por la voz de su amiga. La joven se incorporó apoyándose sobre un codo y se frotó los ojos con la otra mano. ¡Estaba tan cansada! 

—¿Qué hora es? —logró farfullar—. Estoy un poco cans...

Entonces lo recordó todo de golpe. La Angustia, Pereza... Astucia. Sonrió involuntariamente al pensar en él. Era normal que su amiga estuviera preocupada.

—Ah sí, sí, sí. Estoy bien. Todo fue genial, no te preocupes.

—Bendita Andraste—agradeció Lynn abrazándote con un hondo suspiro—. ¡Cuanto me alegro de que estés bien!

Era un abrazo aliviado, de alguien que ha estado mucho tiempo en tensión y por fin se relaja.

—Fui a buscarte de mañana y no estabas... Entonces fui a ver a Wynne pero tampoco estabas con ella y... —suspiró atropellando un poco las palabras por los nervios—. Y me pareció raro, pero cuando ya fui a la capilla a ver si andabas por allí y vi que Greagoir no estaba... Sólo se ausenta cuando le toca hacer una Angustia...

Se separó de ti y se peinó la larga trenza con las dos manos aunque siguió arrodillada en el suelo.

—A Wynne tampoco la avisaron. Pero no sé cómo demonios podía estar tan tranquila, o al menos lo disimulaba muy bien... yo casi me quedo sin uñas. Te trajeron hace poco. ¡No sabes qué mañanita de tensión he pasado!

Gabby le devolvió el abrazo a su amiga y después soltó una risita. Poco a poco se iba despabilando.

—Gracias por preocuparte por mi —dijo, con sinceridad, mientras se incorporaba y se sentaba en la cama con las piernas cruzadas—. Sí, tienes razón, anoche me vinieron a buscar para mi Angustia.

Esbozó una sonrisa de oreja a oreja, y subió y bajó las cejas.

—¡Y ahora soy una maga por derecho propio! —se recreó, antes de lanzar un chillido de alegría y volver a abrazar a su amiga.

—Vaya, no... Si al final seré yo la única idiota que estaba subiéndose por las paredes—contestó Lynn con la voz temblorosa por las ganas de llorar de emoción pero a la vez dejando escapar una risita aliviada—. Es el colmo, Ni Wynne, ni tú. ¡Os parecerá bonito!

Te estrechó y volviste a percibir el agradable y familiar aroma a canela que siempre la acompañaba, luego se puso un momento de pie, sacudiéndose la túnica. Ahora estaba mucho más tranquila.

—Oh, por cierto... —dijo—. Cuando me enteré fui a ver a Irving para preguntarle cómo te había ido. Me dijo que no me preocupara pero que si podía hacerle un favor...  porque tenía que darle una cosa a Wynne pero se temía que le fuese a pegar un tirón de las barbas por no haberla avisado así que me dijo que se lo diese yo.

Cogió algo de la litera de arriba. Cuando se volvió a arrodillar sonreía casi tan emocionada como tú y sostenía entre las manos una túnica doblada de color del trigo.

—Y Wynne a su vez me dijo que te lo diera yo, que era lo justo. Pero que luego fueras a verla—rió y esta vez te dio un fuerte abrazo ahogando algo a medio camino entre una exclamación de alegría y un chillido corto (con túnica y todo en las manos aún)—. ¡Yayyyyy! ¡Felicidades Gabby! ¡Felicidades, felicidades, felicidades! ¡Eres la mejor!

Gabby abrazó a su amiga y empezó a chillar, y a dar saltitos en círculo para celebrarlo. 

—¡Gracias! —dijo, y añadió en tono confidencial:—, tu consejo me sirvió de mucho.

Le guiñó un ojo y extendió, casi de forma reverencial su nueva túnica de maga. ¡Adiós al azul de aprendiz, hola al amarillo de maga!

—¡Me la quiero probar! —dijo, colocándosela encima de su antigua túnica como una muchacha que quiere ver cómo le quedaría un vestido nuevo. Lo pensó un momento y miró a Lynn con expresión dubitativa—. ¿Crees que debería ir a ver a Wynne con la nueva túnica o sería arrogante por mi parte?

Uno o dos aprendices que andaban por allí pululando detuvieron su marcha y se quedaron mirando con los ojos como platos la escena sin caber en su asombro. Luego intercambiaron miradas desconcertadas, se encogieron de hombros y siguieron a lo suyo.

—¡Por supuesto!—respondió Lynn sacudiéndose de nuevo la túnica al levantarse—. Póntela o seré yo quien vaya pregonando por los pasillos que eres maga. ¡Elige!

Luego se inclinó hacia ti soltando una risita traviesa y susurrando.

—Y si nos cruzamos con Cassidy, mejor.

El Señor Keefles que andaba hecho una bola en la cama, había levantado la cabeza y os miraba a ambas con  la absoluta indiferencia gatuna de quien mira a alguien que le parece idiota.

Gabby lanzó una risita traviesa al imaginarse la cara de Cassidy. 

—Eso sería digno de verse —admitió Gabby—. Ni siquiera él puede arruinarme este día. ¡Dame un momento!

Gabby se fue corriendo al biombo tras los cuales se cambiaban los aprendices y, con toda la ceremonia se probó la túnica de mago. Cuando se vio en el espejo sintió un escalofrío y sonrió tontamente.

—Bueno, ¿qué tal? —preguntó a su amiga cuando terminó, cogiéndose la falda con las yemas de los dedos como si fuera una alta dama de Denerim.

Lynn esbozó una sonrisa agotada pero feliz, luego frunció los labios como si estuviera sosteniendo un bigote imaginario y giró la muñeca como si hiciera una reverencia.

—La envidia de toda dama orlesiana.

Soltó una risita y se acercó a ti.

—Te queda estupendamente, el color te favorece más que el azul. ¡Venga!—apremió cogiéndote de una muñeca con ambas manos—. Vamos a ver a Wynne. ¡A ver qué dice!

Salísteis de las habitaciones de los aprendices y os encaminasteis por el pasillo. Algo te hizo sospechar que tu amiga había tenido localizado a Cassidy previamente pues, tras subir al segundo piso, tomó un pequeño rodeo en lugar de acortar camino cruzando el almacén. Continuó por el corredor circular que os obligaba a pasar por delante de todas y cada una de las habitaciones de los magos.

Y de hecho hicísteis diana porque viste a Cassidy que parecía venir de la biblioteca con unos libros bajo el brazo, camino a su aula. Zeadrel andanba a su lado.

Cuando Cassidy también te vio, el gesto de su rostro se asemejó bastante al de alguien que acaba de pisar una deposición de mabari. Alzó la barbilla de forma altiva y continuó andando como si no te hubiese visto en absoluto pese a que teníais que cruzaros en el pasillo por fuerza.

Escuchaste una risita apagada repleta de pillería, la de Lynn, y percibiste cómo la clériga aflojaba deliberadamente el paso y os hacía caminar a ambas con toda la lentitud del mundo.

—Buenos días, Cassidy—saludó con una sonrisa encantadora—. ¿Te encuentras bien? pareces... angustiado.

Emitió un sonido rasposo por la nariz, resultado de tragarse un acceso de risa y aquello provocó que el mago soltase un gruñido asqueado y acelerase el paso.

—El Círculo debió quedar realmente maltrecho después de la Ruina y las abominaciones—siseó alzando un extremo del labio superior con repulsa sin ni si quiera mirarla al pasar junto a vosotras—. Las pruebas deben haberse reblandecido enormemente si le dan la túnica a cualquiera.

—Estoy de acuerdo.

Lynn lo observó deliberadamente tras decir eso y luego tuvo que taparse la boca con ambas manos para contener un nuevo acceso de risa.

Gabby soltó una risita contenida.

—¡No, no! ¡La suya se la ganó en una tómbola! —añadió Gabby.

Al ver la cara de Cassidy rompió a reír con tantas ganas que tuvo que apoyarse en su amiga para no caerse. Si en ese momento aparecía el mago calvo de la biblioteca iba a estarse riendo sin parar durante veinte minutos.

Zeadrel bufó como si de un momento a otro fuera a saltar a arañaros a alguna pero Cassidy le hizo un gesto para que continuase andando en plan "no se te vaya a pegar alguna enfermedad" y os rebasó.

—Inmaduras—escupió—. Ojalá hubiese otra invasión de abominaciones para dejar en evidencia quienes son los magos de verdad.