Partida Rol por web

Por mí os podéis llevar al viejo.

Es el primer pensamiento que inunda mi mente. Pero claro, mis compañeros piensan distinto. Driexil corre a hacer sus cosas de que la gente no se muera, que sólo ha sido una pedrada pero bueno... Argos se pone en pie y gruñendo, tratando de evitar que se partan la cara. Alira es un misterio, pero seguro que quiere hacer algo. Y Rose los provoca.

Sonrío mostrando la hilera de dientes superior, como un cazador acechando a su presa. El viejo me importa una mierda, pero ya perdí la oportunidad de partir caras ayer y hoy... hoy no quiero que sea el día. Con un chasquido de lengua mi compañero comprende que debe retroceder y no participar en lo que va a desatarse.

Me apetece intercambiar golpes, aunque sea con unos mentecatos. Y mis compañeros están dándome la excusa perfecta. Sólo esperaba que esta vez nadie me dejase sin diversión o alguien tendría que pagarlo.

Ruta de huída descartada.

Driexaril inmóvil por su trabajo, a no ser que encontrásemos una manera de llevarnos al viejo.

Estaba demasiado lejos como para que lo vinculasen con el grupo en el escenario, y si fuera otra clase de persona puede que se plantease dejarlo todo y quedarse mirando... pero claro, después estaba el hecho de que aquella gente le caía bien, no se merecían lo que estaba a punto de pasarles y que seguía sin estar muy seguro de qué pensar sobre el trovador. Y no estaba dispuesto a dejar que un grupo de borrachos envalentonados se crecieran con la seguridad de la superioridad numérica.

Cuenta rápidamente.

No eran una amenaza real, pero podía complicarse.

Comienza a moverse tan rápido como puede. Se hacía una idea aproximada de lo que pasaría a continuación si no intercedía. ¿Llegaría a tiempo?

---Niña, no  tienes ni idea de lo que hablas, así que sí piensas que no te vamos a tocar por ser mujer estas muy equivocada- dice uno de ellos con una voz ronca, fruto sin duda de la ebriedad, parece ser que era imposible dialogar con aquellas personas...

Driexaril se mueve con rapidez esquivando a la multitud que todavia sigue confusa por todo lo que está pasando y llega hasta el anciano, al inclinarse sobre este ve que está incosciente con una herida fea en la cabeza pero su vida no corre peligro

De pronto los ojos del Heraldo se abren y su mano sale disparada agarrandote con una fuerza que no parece de este mundo, su brazo parece una tenaza y se aferra a ti de manera dolorosa y en sus ojos vez una muestra de reconocimiento.

---Fue un sueño sobre ti y tus amigos lo que me trajo aquí- dice con voz rasposa pero firme-Escuchame, la llave Silvana que debeis encontrar ¡no debe caer en manos del enemigo!De lo contrario, el mundo que conocemos llegará a su fin

Sin pararse a mirar lo que sucedía en el escenario, Leoden salta los últimos metros que le separan de la algarabía, desde un lateral. No era experto en atacar por la espalda, pero el que estuviesen más centrados en su embriaguez, el escenario y su propio ego fácilmente les haría perder perspectiva de entorno.

Cayó sobre el infeliz que había lanzado la primera piedra con la zurda y finalizó el movimiento soltando el martillo de su enganche y dejando que el estruendo metálico les destroce los tímpanos a los cercanos manteniendo el pomo con la diestra. Un arma capaz de reventar el cráneo a cualquiera de ellos casi sin proponérselo.

- Piénsenlo de nuevo, esto... ¿quieren? - Trató de ser amenazante, aunque lo más probable es que más le hubiese valido quedarse callado. Su vocecilla, más que imponerse, sonaba como si estuviera intentando pedir perdón por alguna afrenta imaginaria. No se extrañaría que dos o tres se distrajesen solo para reírse en su cara. Al menos le daría a Rose la oportunidad de aumentar su abanico de posibilidades al distraer la atención. No dudaba de su letalidad, pero en un cara a cara no estaba seguro de qué tan bien parada podría salir.

Rose no pierde el tiempo y cuando uno de los matones se mueve lanza una la daga hacia la pierna,pese al movimiento, es capaz de acertarle y esta se clava en la pierna arrancandole un grito de dolor y haciendo que se detenga  incapaz de seguir, Leoden no se amendra ante las palabras de los matones y con un puñetazo escucha el sonido de algo partido cuando le impacta en la cara a uno de los matones y este se desploma sin dejar de manar sangre por las fosas nasales.

Las amenazas de este, no logra amendrarlos , sino todo al contrario, rugen enfurecidos al ver a sus compañeros caidos y se lanzan sobre vosotros.El primero se lanza sobre Leoden mientras saca una rudimentaria clava  y le propina un golpe en el pecho que le quita el aire de los pulmones.

Otro aprovecha y le quita la daga de un tiron a su compañero caido y se lanza sobre Rose, aunque se nota que no tiene mucha experiencia ya que lanza un tajo horizontal que a Rose no le cuesta nada esquivar.

Uno de ellos, quizas animado por el éxito de su compañero, se lanza con otra clava sobre Leoden y le propina un golpe en la espalda haciendo que caiga a cuatro patas al suelo.

---¿que decias de pensarselo de nuevo?- pregunta con voz burlona

Las cosas no iban bien precisamente que digamos. Dos contrincantes parecían haber sido neutralizados por Rose y Leoden; sin embargo quedaban aún cuatro en pie.

Había decidido mantenerme en un segundo discreto plano y, tal vez por ello, no había sufrido aún las iras de un primer ataque.

En un primer momento pensé en carbonizar a uno de aquellos sujetos. Tal vez el espectáculo sirviera para poner fin a la refriega. Inmediatamente me vino a la cabeza la imagen de Argos y Leoden recriminándome mi actuación. Lo cierto es que produjo hastío: por nada del mundo quería enfrentarme a un sermón de aquellos dos.

Opté por, como era habitual cuando quería usar de mis poderes interfiriendo lo menos posible en la situación, por intentar dormir a aquellos sujetos.

Comencé, desde mi discreta posición, a murmurar el encantamiento mientras conciliaba la mayor concentración posible a la espera de los resultados. Lo cierto es que tanto ruido no era el mejor escenario posible para lograrlo. Apunté a los cuatro tipos restantes y....

La repentina reacción del viejo bardo me sobresalta inicialmente pero no tardo en recobrar la compostura a pesar de que sus dedos como garras dejarán en mi pálido brazo marcas sonrosadas.

—Claro, nos ocuparemos de esa llave —le aseguro en un tranquilizador susurro a mi delirante paciente. Está claro que la pedrada en la cabeza le ha causado algún tipo de conmoción menor. He visto muchos, muchísimos, casos como éste antes—. Pero primero tengo que echarle un vistazo a esa herida, ¿de acuerdo? Bien, no parece grave. ¿Puedes seguir mi dedo con la mirada? Así, estupendo.

»Mi prescripción médica es reposo y compresas calientes con aceite esencial de lavanda y mejorana. Si no puedes permitírtelo, las infusiones de manzanilla, caléndula y limón también te ayudarán a recobrarte antes. 

»Es mejor que no intentes levantarte por el momento, yo me quedaré aquí a tu lado hasta que todo este alboroto cese y se te pase el mareo que sin duda debes sentir ahora mismo, ¿te parece bien? Mientras esperamos a que mis amigos ahuyenten a esta chusma vocinglera, ¿qué te parece si me cuentas algo más sobre esa llave tuya y dónde la perdiste?

Algunos seres tenían la virtud de convertir hechos triviales en desafíos a vida a muerte. Esos seres eran, en su mayoría humanos: desde un bardo que canta insultando las creencias de la gente al que la gente quiere darle su merecido hasta una pelea a puñetazos que termina en un duelo armado por unas dagas y unos insultos. Y así es como la mayoría de la gente moría.

Grrr...

Gruño. No pretendo intimidarles. De reojo advierto a mi lobo para que no se meta. No querría que lo mataran por accidente. El lobo me devuelve el gruñido, es obvio que no le ha gustado.

Algunos matones han rodeado (y metido una buena tunda) a nuestro amante de los bardos y de la naturaleza. Me pongo a su lado lanzando un puñetazo a la mandíbula de alguien, pese a no estar entrenado en el noble arte de luchar como nuestro monje debería ser, junto a la presencia del lobo, ser suficiente para cualquiera con dos dedos de frente como aviso, en caso contrario... La diversión se cortó en el momento en el que alguien -Rose- le dió por usar armas.

Si la situación hubiera sido otra, si aquel hubiera sido un duelo singular, mi estrategia habría sido otra, una mucho más conservadora, pacífica y sosegada. Estaba seguro de que el tipo que tenía delante, afectado por el alcohol y el orgullo, tendría serias dificultades para golpearme si me movía a la defensiva. Lo intentaría, una y otra vez, y se cansaría, y tal vez entonces fuese capaz de pensar con la cabeza. El cansancio despejaba la mente, algo que yo había aprendido a base de duro entrenamiento.

Sin embargo, aquel borracho no estaba sólo, ni yo tampoco. Por el rabillo del ojo, lo que mis maestros llamaban "la vista del águila", podía ver cómo Leoden estaba en apuros, a pesar de que Bjoggo acudía en su ayuda. No sabía si mis maestros lo aprobarían, pero mi lealtad hacia mis compañeros estaba por encima de la prudencia por la seguridad de un borracho violento. De modo que retrocedí medio paso, adopté posición de jinete y me adelanté bruscamente hasta la posición de arco y flecha, dispuesto a golpear el plexo solar de aquel estúpido y dejarlo fuera de combate.

Tenía que acudir en ayuda de mis compañeros.