Partida Rol por web

Dragonlance - Reconquistando Silvanesti

Capítulo II

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22/12/2019, 23:27
Gwyndrahir
Sólo para el director

Cuando la mula dio su último aliento, atravesada por la espada de su amigo, Gwyn se hizo visible. Al unísono la silueta encapuchada pareció cobrar vida, la presencia sacrílega de su señor se sintió con una fuerza descomunal, mayor incluso a los anteriores encuentros. Su voz resonó en la cabeza del kirath, escucharla ya de por sí era un premio inmerecido para cualquier mortal, y contar con su beneplácito era algo que tal vez ningún elfo antes hubiese experimentado. Me has servido bien ... mi más leal siervo... mereces una recompensa... Esas palabras lo conmovían, él sólo había recibido ese reconocimiento de tres seres, Morgión, Drielae y Kiyalariel, los tres eran criaturas aberrantes para los demás elfos, pero para Gwyn eran los que más lo habían respetado y a quienes él más apreciaba, además de su hermana, por quién ya nada podía hacer. Le seguían sus compañeros del Fénix Azul, que jamás le habían reconocido nada, pero le habían salvado la vida alguna que otra vez.

El vial era un regalo, una bendición, un arma y una herramienta. Contendría el agua que él mismo había desacralizado para levantar ese altar, y en ella habitaría la esencia de Su Pestilencia. A través de ese frasco podría predicar con el ejemplo la sabiduría de su señor, llevando la corrupción que salvaría a su pueblo. - Eso haré mi señor... - dijo antes de ver cómo por debajo de la capa se movían un centenar de ratas hambrientas que devoraron a la mula en pocos segundos. Gwyn contempló el evento en un silencio reverencial, así como había observado la desaparición del cuerpo de su amada sobre el altar Irda, ahora veía la desaparición del cuerpo de la mula en el altar de Morgión. El tiempo, la enfermedad, la corrupción y la muerte se llevan lo efímero, y dejan a la luz lo realmente importante.

Deseoso de experimentar esa enseñanza en su propio cuerpo y ser él mismo un mensajero del Viento Negro, sumergió el vial y luego bebió del agua ensangrentada. - Eso haré mi señor - repitió en un susurro, y volvió a llenar el vial para luego guardarlo. Se puso el anillo de Kiyalariel y abrazó la estatuilla de Drielae - Gracias por vuestro apoyo - y se sentó a un lado de la figura encapuchada, con el cetro de platino y topacio entre sus pies.

Notas de juego

Genial! ;)

Mi idea es que Gwyn no duerma, se quede en el altar hasta el amanecer, y recién ahí retome el camino (sin hechizos y seguro con más penalidad).

Beber el vial me pareció más vistoso (podría humedecer la espada corta y hacerse un tajo con ella también, si el otro método no permite el contagio). Pudiendo recargarlo a voluntad, podría beber lo necesario para quedar enfermo, y hacer chequeos de sanar para verificar que realmente se contagió (por eso no hago tiradas, pero si quieres las hacemos). La enfermedad específica la hablamos por el off.

 

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23/12/2019, 08:31
Tareth el Tuerto

Tareth aceptó las ofrendas de Zeverúth comenzando a hidratarse y a llenar la barriga después de días sin hacerlo en condiciones. Agradecido le dedicó una extraña mueca al monje y aunque le había aconsejado comer despacio, su hambre voraz le impidió seguir su consejo. Mientras comía, comenzó a contar lo sucedido.

Llegamos a un lugar bueno, si. - Dijo el elfo y paró para dar un largo trago de agua. - Luego Lithiniel comenzó la construcción del refugio. Buena pinta tiene, si muy buena. - Dio un mordisco a un trozo de pan y siguió hablando con la boca llena. - Marché en solitario para buscaros, a vosotros si. Y fui atacado. - Dio otro trago de agua. - Un ser incorporal. Muy malo, muy poderoso. Destruyó mi cordura. ¡Oh si, lo hizo! - Tareth se llevó la mano al estómago. Parecía como si le estuviera sentando mal la comida, y es que estaba engullendo más que comiendo. - Le di muerte, si, pero mi cabeza... - Negó con la cabeza. - ¡Acabé muy confundido, si! ¡Me perdí! - Enseñó su mano y mostró el anillo. - He intentado hablar con ellos, pero no me responden, no. No lo hacen...

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23/12/2019, 19:14
Ashe

—Entiendo entonces que no puedes llevarnos hasta el lugar donde dejaste a los otros —conjetura la exploradora después de escuchar a Tareth—. Bueno, no te preocupes, intentaremos encontrar el rastro que dejasteis cuando bajasteis los tres juntos. Hasta ahora las huellas de la mula han sido relativamente fáciles de seguir para mí y solo nos hemos desviado al detectar pisadas tuyas más recientes.

»¿Estás en condiciones de caminar? Según mis cálculos, los diplomáticos enviados a Silvanost ya deben haber salido no solo de Rocío Matinal, sino del campamento E'li y a estas alturas no deben estar lejos del embarcadero del Thon-Rishas que Zeverúth y yo dejamos atrás hace día y medio.

»Encontrar la forma de cruzar el río nos llevó más tiempo del esperado y con suerte también ralentizará el avance de la embajada pero temo que decidan seguir un rumbo alternativo al que tienen marcado si no consiguen hallar en un tiempo razonable una manera de cruzar hasta esta orilla.

»Nosotros encontramos un bote de remos deteriorado que parcheamos lo suficiente como para que volviera a ser funcional, pero creo que hará falta algo más para que pueda hacer un segundo o tercer viaje. Como mínimo herramientas de carpintería en condiciones, cuando no la magia de Lithiniel.

»¿Crees que podemos llegar hasta vuestro campamento en poco tiempo o debemos ir juntos al embarcadero a recibir a los embajadores de Silvamori?

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23/12/2019, 20:17
Lithiniel
Sólo para el director

Lithiniel entendió al momento que algo había pasado con su mula, por algún motivo el explorador la había dejado sola y esperaba por todos los dioses que no fuera porque estuviera muerta, de ser así el explorador apechugaría con las culpas...

Así pues, dándole prioridad a su animal cuadrúpedo siguió por el lugar del rastro más antiguo, esperando conocer qué le había pasado a su animal de carga y que de esta forma Gwyndrahir no pudiera engañarla poniendo excusas falsas en caso de que hubiera acontecido lo peor...

Notas de juego

Pues eso dire, voy a por la mula que si Gwyn ha podido salir sólo es que no le irá tan mal xD.

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23/12/2019, 21:57
Tareth el Tuerto

- Pues... - ​​​​​Tareth dudó bastante, pero al final respondió a las preguntas de Ashe. - Puedo caminar, si, eso creo... - Rebuscó entre sus enseres y sacó un pergamino. - Tengo ésto... - Le dijo a la elfa mostrando que en éste, había dibujado un mapa, aunque lo cierto era que parecía que lo hubiera dibujado un niño. - Está dividido en cuadrículas. Lithiniel montó su campamento aquí... - Señaló una zona del "mapa". - Estoy bastante perdido, si muy perdido. Si supiera ir con ellos no estaría aquí... - Sonrió y se quedó callado algunos incómodos segundos. Ashe y Zeverúth se miraron y cuando iban a decir algo, Tareth continuó hablando. - No sé que debemos hacer. Ir al campamento, ir al embarcadero... - Se encogió de hombros. - ¿No pudisteis formar parte de la escolta de los embajadores? - Les preguntó a ambos.

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23/12/2019, 22:19
Zeverúth

La pregunta no había sido formulada al monje, pero él tenía clara la respuesta en su mente: volver al embarcadero para ofrecer la ayuda necesaria antes que de los embajadores tomasen una ruta alternativa y no los pudiesen encontrar, o peor aún, que los matase cualquier criatura. 

El otro grupo estaba demostrando su falta de coordinación y egoísmo, como viene siendo habitual en ellos, quedándose ellos en el refugio y mandando al tuerto solo y sin ayuda a buscar inciertamente a dos personas de las cuales no estaban ni siquiera seguros de que hubieran podido llegar hasta allí. Si no llegan a encontrar a Tareth, lo más posible es que hubiese muerto. Otra hazaña que agradecer a la gran druida y a su leal y orondo siervo. 

Escuchó a Tareth, y eso confirmó sus sospechas. Volver al campamento rápidamente iba a ser imposible, no podían perder a los embajadores. El éxito dependía de ellos.

Regresemos con los embajadores, no podemos perderlos, y regresar al campamento ahora mismo es imposible. Sirvamos de ayuda al grupo de embajadores, ayudemosles a cruzar y los llevaremos poco a poco hacia el campamento. Con ese mapa podremos llegar, aunque tardemos un poco más. Por cierto, Tareth, ¿cómo cruzasteis el río?

Cuando el tuerto preguntó, negó con la cabeza.

Nos adelantamos y salimos antes que ellos. Aún no hemos establecido contacto directo, pero a eso debemos ponerle remedio rápidamente.

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24/12/2019, 10:24
Tareth el Tuerto

¿Un río? - Preguntó. - No recuerdo un río. Si recuerdo que el espectro que me atacó dijo que me tirase al río y... - Sonrió de forma extraña y un tanto siniestra. - A punto estuve de hacerlo. - Se encogió de hombros. - Pero no lo hice. Maté a esa cosa. ¡Si bien muerta!

Lo cierto era que Tareth seguía bastante confuso y aturdido todavía. Pese a que había empezado a recuperar parte de la cordura perdida por la acción de aquel ser, todavía le faltaba algún tiempo para sanar la mente. Podía ser que entonces recordara haber cruzado un río, pero no por el momento y puede que de haberlo cruzado, nunca lo recordada, o puede que sí. Sólo el futuro lo diría.

No perdamos más tiempo, no. - Dijo. - Pongámonos en marcha, debemos apresurarnos, si...

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24/12/2019, 15:17
Director

El rastro que sigues de Gwyn y tu mula te conduce hasta una zona pantanosa que se ha formado en esta orilla del Thon-Rhisas. Tus patas de zorro rojo comienzan a chapotear en un fango poco profundo primero y en un palmo de agua poco después. Una densa y pestilente niebla verdosa se eleva desde el cenagal y aunque tu aguda visión animal te permite ver por dónde caminas, no puedes anticipar qué hay mucho más adelante.

En las aguas embarradas y estancadas flotan plantas enfermas y animales muertos que atraen al lugar enjambres de molestos insectos que zumban a tu alrededor y te pican para extraer tu sangre. Tratas de espantarlos con tus mordiscos y coletazos pero los chupópteros son insistentes.

Peor que los mosquitos es el olor del pantano, que te provoca náuseas y te impide seguir olfateando el rastro dejado por Gwyn. En estas circunstancias no te queda más remedio que dar media vuelta y salir de allí. Tendrás que confiar en que tu compañero te diga la verdad de lo sucedido o te haga personalmente de guía.

Desandas tus pasos con la irritante sensación de haber perdido un tiempo precioso pero también con alivio por alejarte del hedor. Tu olfato te permite detectar nuevamente el rastro dejado por Gwyn o, para ser exactos, el de su ballesta. Ese objeto huele como la punzada acre de la sangre, como si fuera una promesa de la que espera derramar muy pronto.

Todavía estás tratando de darle alcance cuando tu embrujo toca a su fin y regresas a tu forma élfica. No sabes muy bien dónde estás y ya no puedes percibir su rastro, así que te limitas a seguir adelante. No tardas en extraviarte y tu mapa te sirve de muy poco para orientarte. Por suerte, en tu errático deambular terminas reencontrando tu roble y a Gwyn esperándote en las inmediaciones.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Supervivencia

Tirada: 1d20

Resultado: 1(+8)=9 [1]

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24/12/2019, 16:58
Director

Esperas al amanecer antes de ponerte de nuevo en movimiento de regreso al roble de Lithiniel. Orientarte no es tu fuerte pero sabes que tienes que caminar hacia la salida del sol y alejándote del cauce del Thon-Rishas, así que eso haces; parándote de vez en cuando para consultar el mapa que llevas contigo y que no te sirve de mucho.

En algún momento tienes la sensación de que te están siguiendo y tratas de despistar a tu posible perseguidor, aunque no ves a nadie yendo tras de ti ni conoces el camino que vas siguiendo.

Tras horas de errático vagabundeo terminas reencontrando el roble de Lithiniel pero el lugar está vacío y no hay indicaciones de qué ha ocurrido con tu compañera. Tal vez haya salido en tu busca.

Sin nada mejor que hacer, te sientas a esperarla y a practicar el arte de tallar madera pero eres condenadamente malo. Para cuando la druida regresa, ya hay una pila de figuritas contrahechas e irreconocibles abandonadas a tus pies mientras continúas intentándolo.

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24/12/2019, 17:08
Director

—Si estabas utilizando este mapa para orientarte, entiendo que te hayas extraviado —comenta la exploradora con compasión, después de examinar el pedestre mapa de Tareth—. Tranquilo, ahora viajas con nosotros y cuidaremos de ti; a diferencia de los otros, Zeverúth y yo no abandonamos a un compañero necesitado.

Por primera vez desde que abandonó Rocío Matinal, esa noche el tuerto duerme a cubierto en una de las tres grandes tiendas de campaña que Ashe y el monje han comprado, mientras la pareja ocupa una segunda y se turnan para montar guardia. Y la escena se repite la noche siguiente, a orillas del río Thon-Rishas.

Durante las horas de luz diurna, en cambio, la semielfa parece estar en todas partes; atendiendo con amargas infusiones medicinales la desorientación de Tareth, marcando el camino del grupo, cuidando de su gordo mapache de aspecto feroz... E incluso en ocasiones en las que no hablan, Zeverúth y ella parecen entender a la perfección los pensamientos del otro tras tantas jornadas conviviendo juntos.

Pese a no tener animales de carga, la pareja dispone de un suministro casi ilimitado de comida y bebida variada en el interior de una caja encantada, que comparten con liberalidad con su invitado sin que las provisiones parezcan decrecer en ningún momento.

Amarrado en la orilla oriental del embarcadero del Thon-Rishas, todavía permanece amarrado el destartalado bote de remos que Zeverúth y su compañera restauraron cuatro días atrás. La embarcación no parece muy segura y así lo confirma la pareja de elfos que ya la han puesto a prueba. La magia de Lithiniel o al menos sus herramientas de carpintería serían muy bienvenidas para la ocasión pero no disponéis ni de la una ni de las otras.

Difícilmente aguantará el bote llevando a tres pasajeros de modo que la opción más sensata parece que dos de vosotros os quedéis en este lado de la orilla montando un improvisado campamento, mientras que el tercero hace de remero y acude al encuentro de la embajada.

Aunque a Ashe no le importaría dialogar con los diplomáticos enviados, hacen falta cerca de cinco horas para cruzar el río bregando con las corrientes y debido a su escasa fuerza física prefiere quedarse en este lado y dejar que otro de vosotros, más fuerte, conduzca los remos de la barca.

- Tiradas (1)

Motivo: Ashe: Sanar

Tirada: 1d20

Dificultad: 15+

Resultado: 14(+7)=21 (Exito) [14]

Notas de juego

Gracias a los cuidados a largo plazo de Ashe, a poder descansar en condiciones y a alimentarse regularmente, Tareth está plenamente restablecido.

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25/12/2019, 12:12
Tareth el Tuerto

Tareth se encontraba en perfectas condiciones. Ashe era hermosa. Tan hermosa como Lithiniel. Por suerte sabía que ninguna de las dos sería para él. El compromisos no era algo a lo que le gustase quedar atado. Tareth era un alma libre y una relación le cortaría las alas.

Puedo ir yo. - Dijo con ciertas dudas. La vez que se quedó solo en aquella pesadilla, las cosas no le fueron demasido bien. - Aunque puede ser que no me hagan caso, no. La gente no suele hacerlo. Les dos miedo, si. Miedo... - Hizo una pausa. - Eso creo, si. Eso creo... - Dijo con resignación. Y entonces miró a Zeverúth. - ¿Sabes remar? - Preguntó mientras le miraba petrificado con su molesta sonrisa.

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25/12/2019, 18:20
Ashe

—Harán falta tantos viajes como diplomáticos y esos son muchos viajes para que los realice un solo elfo. Tal vez sería bueno que os turnaseis —sugiere la exploradora mestiza, en respuesta al dubitativo ofrecimiento de Tareth—. Confío en que sabrás persuadirlos, a fin de cuentas, les llevas la mejor oportunidad que tienen de cruzar para llegar a Silvanost y eso es precisamente lo que quieren. Habla con ellos y convéncelos de que podemos ayudarlos. Si has sido capaz de tratar con Gwyndaewar y Lithiniel y ganarte su confianza, sé que también podrás hacerlo con los embajadores.

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26/12/2019, 15:35
Gwyndrahir

Gwyn estaba concentrado en su intento por esculpir el tallo de madera que había tomado de la pila de ramas que había hecho el día anterior, trataba de darle la forma de un árbol, algo que no había podido lograr con ninguno de los otros tallos que estaban a sus pies. Una cosa era afilar una punta para clavarla y otra era obtener una figura bonita, por el momento sólo creaba objetos amorfos más dignos de un orco que de un elfo. 

Entonces vio a la druida acercarse - Has vuelto! - dijo con entusiasmo, difícil era saber si se debía al reencuentro o a que se había aburrido de tallar toda la tarde sin lograr lo que se proponía - He mejorado mucho... pero creo que me falta un poco de práctica aún - unos años tal vez - Me dejaras tallar una de las ramas de este árbol como haces tú? Los otros árboles de este bosque se llevan tan mal conmigo, como las ratas de Silvanesti con tu mula... - 

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26/12/2019, 17:59
Director

Tus fuertes brazos te permiten cruzar de orilla a orilla en poco más de tres horas en el destartalado bote proporcionado por Ashe y Zeverúth. Y eso que por momentos temiste que la embarcación se hundiría y en ocasiones tuviste que detenerte para achicar el agua rojiza que se colaba a través de las aberturas.

Al otro lado del Thon-Rishas, un cuarteto de compatriotas aguarda expectante tu llegada. No te cuesta trabajo localizarlos por sus llamativas vestiduras, tan poco apropiadas para el peligroso entorno que os rodea. Dos de ellos son evidentemente soldados de la Protectoría, con sus yelmos emplumados y sus capas escarlatas; armados con lanzas cortas, largas espadas y ornamentales arcos de asta.

—Quédate donde estás —te ordena uno de ellos, apuntándote desde la orilla. 

—Identifícate —exige el otro—, ¿quién eres y qué haces aquí?

Paseas tu mirada entre los otros dos presentes. La primera es una mujer rubia, más alta que la media de los elfos, con el cabello trenzado y vestida con una resplandeciente túnica blanca impoluta.

El otro, tan alto como su compañera, lleva su oscuro cabello recogido en una cola de caballo, viste de verde con piedras preciosas y lleva a la espalda una llamativa mandolina de madera oscura. Te parece angustiosamente delgado para su estatura, casi enfermizo dirías; y, sin embargo, hay algo en su sonrisa que te resulta amigable y digno de confianza.

—Bajad vuestras armas —indica a los guardias, sin dejar de sonreír—, estamos ante un heraldo de los dioses. Debe serlo, sin duda, puesto que llega con un bote justo cuando más lo necesitábamos. Soy Nalvius, por cierto, de la Casa Presbiterial; encantado de conocerte. Que la música divina guíe tus pasos en el baile de la vida.

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27/12/2019, 07:33
Tareth el Tuerto

Tareth... - Dijo el tuerto. - Tareth el Tuerto me llaman algunos, si. - Se presentó sin reparos a dar su verdadero nombre. 

Acabó de remar hasta encontrarse muy cerca de la orilla y descendió del bote mojándose casi hasta las rodillas para acabar de remolcarlo y amarrarlo al otro lado. Entonces se acercó al cuarteto y realizó una leve reverencia con la cabeza.

Soy kiriath. - Afirmó con rotundidad. - En lugar peligroso os hayáis si... muy peligroso. La pesadilla está por todas partes, si. Por todas ellas... 

Miró a la joven elfa de cabellos rubios y le mantuvo la mirada unos segundos más de la cuenta, hasta que empezó a ser incómoda y luego la retiró. Entonces le ofreció la mano a los diplomáticos y también a los guardias de la Protectoría. Había entendido con el tiempo, que esa era una muy buena manera de inspirar confianza.

Puedo llevaros al otro lado, si... - Desveló entonces. - Vimos movimiento desde la otra orilla. Queríamos saber que era. ¿Vosotros? Puede ser, si. - Sonrió de nuevo de manera un tanto desagradable. - En el otro lado hay otros dos kiriath. Sólo hay una pega, si, sólo una. El bote está maltrecho y sólo aguanta el peso de dos elfos. - Afirmó. Cuatro viajes tendremos que hacer. ¿Bien?

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27/12/2019, 21:57
Director

—¿Y dices que con tu único ojo nos has visto desde la otra orilla? —pregunta con suspicacia uno de los guardias, haciéndose visera con la mano para proteger sus ojos del sol.

—Hasta donde alcanza mi vista, yo no veo más que agua —comenta el segundo.

—Lo que yo decía, Tareth de los kirath, eres un regalo de los dioses —interviene el sonriente Nalvius—. Ya temíamos que no conseguiríamos cruzar y tendríamos que buscar un camino alternativo para llegar a nuestro destino. Seguro que estás muy ocupado patrullando el bosque y no nos gustaría distraerte de tu importante labor pero realmente necesitamos llegar a la otra orilla, así que te estamos muy agradecidos.

—Yo no confío en este tipo tan monstruoso —declara el primero de los guardias, con repugnancia—, seguro que es solo otra criatura traicionera más de las que pululan por Silvanesti. En el campamento E'li ya nos advirtieron que desconfiáramos de todo lo que viéramos aquí.

—Deberíamos requisar esa barca en nombre del Sinthal Elish —propone el segundo guardia—. Ha dicho que tiene compinches esperándole al otro lado y no es prudente que ninguno viaje en solitario con este individuo. Dejémosle aquí y nos adelantaremos dos de nosotros. Así, si es una emboscada, tendremos su vida para negociar.

—Yo sugiero que lo matemos ya —insiste el primero—, le estaremos haciendo un favor.

—Oh, pero no vamos a matar a nuestro amigo Tareth por venir a ayudarnos —declara con serenidad el clérigo, al que reconoces como un adorador de Astarin por sus ropas amarillas y verdes y por el medallón de plata en forma de arpa que cuelga de su cuello—. Los dioses de la Luz se apenarían si le pagásemos tan mal la ayuda que ha venido a prestarnos.

»Dime, Tareth, ¿a ti te importaría quedarte aquí conmigo, haciéndonos compañía a Lormaen y a mí, mientras Ghïlmeril y Elspeth se adelantan en tu bote? Así nuestros precavidos escoltas estarían más tranquilos y yo podría seguir disfrutando de nuestra conversación.

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Saber (religión)

Tirada: 1d20

Resultado: 17(+7)=24 [17]

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27/12/2019, 23:37
Zeverúth

El monje estuvo de acuerdo completamente con Ashe. Era cierto que Tareth era un tipo raro, y que puede que más de uno se aventurase hacia la Pesadilla de cabeza antes que montarse en una barcaza a punto de naufragar durante cinco horas con él, pero también era cierto que tenía dotes para soportar a cierto tipo de gente, e incluso para hacerse escuchar por ellos. Además, su fama lo precedía, aunque no estaba del todo seguro si aquellas historias habrían llegado a oídos de los diplomáticos o solo eran historias de tabernas que se contaban los kirath entre ellos cuando llevaban dos copas de más. 

Fuera lo que fuese, había una cosa clara: los diplomáticos tenían que cruzar el río y Tareth era su única opción. El trabajo estaba hecho, solo tenía que no cagarla. Confiaba en el elfo, no lo haría.

De acuerdo, ve tú, Tareth, estaremos aquí preparando el campamento, y yo descansaré para hacer luego más viajes. Planea algo inteligente por si te preguntan qué haces por aquí y por qué ofreces tu ayuda, debemos intentar no asustarlos el mayor tiempo posible.

Y por fin, se volvería a quedar con Ashe a solas, algo que llevaba deseando desde que prácticamente Tareth apareció.

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28/12/2019, 08:13
Tareth el Tuerto

Tareth escuchó atento a Zeverúth. Parecía que confiaba en él. Era todo un honor que otro lo hiciera, pues el propio Tareth no acababa de fiarse de si mismo. No al menos en una misión de ese tipo. No obstante, no quedaba otra que hacer lo que tenía que hacer. Sólo esperaba poder encontrar fácilmente a los diplomáticos. Tampoco sabía si iban a estar del otro lado o si llegaría a cruzarse con ellos. Esa era una gran preocupación. La otra, poder convencerles de que montaran en el bote con él. Era consciente de que su aspecto no invitaba a la confianza.

- Algo inventaré, si... - Sonrió. - Algo... 

Y sin más se montó en la balsa y comenzó a remar para tratar de cruzar el río. Lo cierto era que avanzaba rápidamente, aunque tendría que seguir remando un buen rato fuera como fuera.

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28/12/2019, 08:18
Tareth el Tuerto

¿Y dices que con tu único ojo nos has visto desde la otra orilla?

 - No... - Respondió. - No os he visto desde la otra orilla, no. - Sonrió de forma enigmática perdiendo unos incómodos segundos antes de continuar. - Vimos movimiento. Yo no. Mis compañeros. - Se encogió de hombros. - Puede que fuerais vosotros. Puede que no. ¿Algo más grande? - Rió. - ¿Quién sabe? 

»Dime, Tareth, ¿a ti te importaría quedarte aquí conmigo, haciéndonos compañía a Lormaen y a mí, mientras Ghïlmeril y Elspeth se adelantan en tu bote? Así nuestros precavidos escoltas estarían más tranquilos y yo podría seguir disfrutando de nuestra conversación.

¿Disfrutar de la conversación? - Asintió con la cabeza. - Puedo intentarlo, si. Si que puedo. - Confirmó. Miró entonces a Ghïlmeril y Elspeth. - Podéis usar mi bote, si. Pero uno tiene que volver. Volverá y se llevará a uno de nosotros. ¿Si?

Dicho aquello Tareth le cedió un remo a Elspeth el otro a Ghïlmeril con una sonrisa. Acto seguido se sentó sobre un tronco caído cercano a la orilla y agarró su mochila empezando a rebuscar en su interior. Sacó un trozo de pan duro, que había requisado de entre las provisiones de Ashe y Zeverúth, lo mojó con vino de una de las botas que también había hecho suyas y comenzó a degustarlo.

- Llevo largo rato remando. - Dio un bocado a su manjar. - Tengo hambre, si. Mucha hambre.  

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28/12/2019, 16:00
Lithiniel

Lithiniel volvió de su búsqueda infructuosa, y nada más llegar le habló a Gwyn bastante seria diciéndole:

-¿Dónde está mi mula? como la hayas abandonado a su suerte en el pantano prepárate para asumir las consecuencias... -dijo sin darle la oportunidad si quiera de que le mintiese- ¿por qué no me avisaste para ir en su búsqueda? he rastreado sin problemas todo lo que habéis andado pero se ve que no vale de nada cuando decides que puedes con el asunto tú solo... -concluyó esperando que el explorador tuviera una buena explicación para todo ello, no estaba siendo tan dura como acostumbraba pero sin duda podía pasar a su versión iracunda en pocos segundos.

No obstante, se apresuró a responder también lo que el rechoncho kirath le pedía:

-No toques nada de mi árbol, es la única madera sana en la redonda y me puede ser de mucha utilidad llegado el caso, para practicar sigue con la madera que haya, no puedo sacrificar trozos de mi árbol en tu mera práctica... -dijo finalmente dejando claro que su árbol era intocable.