Partida Rol por web

Cuando se atasca la cremallera de la chaqueta, Helga comienza a ponerse más nerviosa aún dándole tirones tratando de poder cerrarla. Con el golpe contra el suelo Helga no aguantó más y tras un puchero en su rostro durante un par de segundos, finalmente rompió a llorar. Las lágrimas se mezclaban al llegar a su boca con un cúmulo de sangre que manaba de esta, pues en  el golpe contra el suelo se había partido el labio. La niña sollozando agita su pierna libre tratando de dar patadas al monstruo que la agarraba por su otra pierna, sin dejar de intentar de subir la cremallera y ponerse la capucha. Tenía que conseguirlo, tenía que desaparecer de allí antes de que aquel monstruo se la comiera.

- ¡ES CIERTO! Los niños lo sabían... ¡Se escondieron detrás del baúl!- grita Aurel a Viorica cogiéndola de la manga y tirando de ella hacia el fallado.

Con el aliento contenido, Razzi se detuvo, congelado en su ascenso, al sentir a su espalda cómo la pequeña Helga era atrapada por el horror de la oscuridad.

-¡No Helga, NO! -Sus ojos brillaban de terror cuando se dió la vuelta y observó a la pequeña a punto de ser devorada. -¡Tenemos que hacer algo! -El señor Popescu, que también se había girado a mirar lo ocurrido, asintió con la cabeza. -¡Rápido, volvamos! Creo que podemos ayudarla. -Mientras decía esto, metió la mano en el bolsillo de su peto, y sacó un par de semillas. Correteando escaleras abajo, se encaramó al pantalón de su amigo y se subió a su hombro, tras dejar las semillas en su mano. -¡Vamos a necesitar agua! -Dijo mientras Razvan bajaba a toda velocidad y doblaba el recodo del pasillo, para encontrarse al monstruo de frente.

Gabi olvida su terror y baja rapidamente las escaleras con cara de ira y odio...

- Pagaras por lo que le has hecho, maldito monstruo!!!! se dice asi mismo...

De repente, lo que antes era una espada de madera, ahora se materializa como una espada ardiente de un fuego intenso color rojizo azulado, una espada tan afilada como la navaja de un barbero, una espada llena de energia y poder, con vida propia.... Cegado por la ira, Gabi alza la espada y grita...

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH, MALDITOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!

A pesar de lo aparentemente pesada que parece la nueva espada, Gabi la maneja como si fuera su espada de madera. Se lanza sobre la lengua viscosa y asquerosa del monstruo, esa lengua que retiene a la pobre Helga, esa lengua que se va acercando cada vez mas a esa enorme y feroz boca...

Gabi ve que no llega a tiempo... hasta que una de sus piernas vuelve a alargarse y endurecerse logrando pisar la lengua con todas sus fuerzas y evitando por un momento su retroceso...

Ahhh, ahhhh la cabeza me empezaba a doler de pensar, no sabia que hacer, por un lado queria ayudar a la pequeña Helgui, pero por el otro no queria que fueran solo al desvan Vio y Aurel... me quede quieto sin saber que hacer unos momentos, al ver que bastantes iban a ayudar a Helgui, decidí que lo más seguro es que era mejor que ayudara a Vio y Aurel en el desván, me armé de valor al sabiendo que un monstruo habia atacado a Mircea y me dispuse a subir al desván con ellos...

Esperemos que el monstruo se haya ido, que el monstruo se haya ido....

-¡No tengo agua, señor Popescu! -Dijo Razzi mirando nervioso alrededor. Finalmente, se le ocurrió una idea y, acercándose la mano a la boca, dejó caer un poco de saliva sobre las semillas. -Seguro que con esto es suficiente. -Dijo a continuación. Entonces, las pequeñas semillas comenzaron a temblar ligeramente, para después adquirir un brillo mortecino. En unos instantes, empezaron a hacerse más grandes y a resquebrajarse, y de pronto, un enorme y retorcido tallo, repleto de verdes hojas, surgió creciendo a toda velocidad, llegando hasta la boca del monstruo y enrollándose en torno a la pequeñaja.

-¡Bieeeen, lo hemos conseguido! -Gritó y brincó entusiasmado el señor Popescu. -Ahora tira, ¡tira fuerte!

Razvan asintió enérgicamente a las palabras del ratón y, agarrando el tallo con ambas manos con todo lo que sus fuerzas le permitían, se dispuso a tirar de él. -¡Helga, agárrate fuerte! ¡Voy a sacarte de ahí! -Mientras Gabi mantenía al engendro a raya con su espada flamígera, Razzi comenzó a retroceder, tirando del tallo, para sacar a la pequeña de las monstruosas fauces.

Miro a Mircea con los ojos como platos, tratando de entender lo que me ha dicho. ¿Los niños del desván? ¡Los niños del desván! ¡La culpa es suya, claro! Si me hubieran hecho caso desde el principio nada de esto estaría pasando. ¿Qué habían dicho? Algo de esconderse. Claro, tenían que esconderse del monstruo. ¡Eso significa que ya sabían lo que iban a pasar y que saben cómo pararlo! ¡Hay que ir a por ellos!

Y, todo sea dicho de paso, alejarme del monstruo todo lo posible. Tal vez el desván sea un sitio seguro después de todo.

Miro a Aurel y a Mircea y asiento. Los más pequeños se están pegando con el monstruo; así tendremos tiempo de sobra.

-¡Vamos, vamos! ¡Hay que encontrar a esos niños!

Y diciendo esto salgo hacia el desván con toda la rapidez posible a pesar de la oscuridad. He subido y bajado por aquí antes y sé dónde poner los pies.

Prácticamente obligados por los gritos de Mircea, varios niños corrienron por el oscuro pasillo en dirección al desván. Cosmin se sumó a ellos ante lo desalentadora que era la otra opción: enfrentarse al monstruo. Con el atronador sonido de sus pisadas contra el suelo y una jadeante respiración, el grupo dejó atrás las escaleras y a los otros niños, llegando hasta el desván, cuyas escaleras subieron en tropel, cruzando la puerta que permanecía abierta y adentrándose en una profunda penumbra.

Allí dentro el sonido de la lluvia golpeando las tejas es casi ensordecedor, y no se puede ver nada entre tanta oscuridad... sin embargo, tras unos segundos de tensión, Viorica cree ver algo... algo que brilla más de lo normal en mitad de la noche, oculto tras algún mueble u objeto grande que apenas se distingue... ¡entonces ese algo se mueve y sale de su escondrijo!... ¡es el niño que Aurel y Viorica habían visto antes!.

Es un niño pequeño, de pelo rubio rizado y ojos como pozos profundos, que se sorprende mucho al verlos allí y no tarda en hablar en un susurro forzado:

-¡¿Qué hacéis aquí?!, ¡teníais que esconderos, sino os atrapará y se os llevará con él!.

¡Había que ayudar a Helga!, mientras parte del grupo, siguiendo las órdenes de un maltrecho Mircea echa a correr hacia el desván, otros, los más valientes, o quizá los menos conscientes del peligro que corrían, desciende las escaleras a la carrera para impedir que esa "cosa" se lleve a la pequeña.

La escena es siniestra y tenebrosa a más no poder... la niña grita aterrada mientras es arrastrada por el monstruo, que la mantiene apresada por la pierna con su verdosa lengua. Intenta por todos los medios abrocharse la cremallera de su bonita sudadera, pero resulta verdaderamente difícil. Por unos momentos cree que todo está perdido, que ya no hay esperanza para ella, a medida que la oscuridad va engulléndola con gran rapidez y su rostro siente el frio del suelo por el que va dejando un reguero de sangre que brota de sus labios partidos.

Pero entonces los ve, allí estaban, sus amigos, valientes niños que no estaban dispuestos a permitir que su amiga desapareciese. Primero bajó Mircea, de un gran salto en el suelo que hizo tambalearse los mismísimos cimientos del edificio, el niño pudo mirar entonces a los ojos a la figura que se llevaba a la niña...

Era una criatura espeluznante que retrocedía rápidamente a cuatro patas, como un mono grande,y lo cierto es que lo parecía, con el cuerpo recubierto por aquél pelo negro y espeso... pero no era un mono... su cara no era la de un mono... era la de algo peor. Llevaba una especie de saco cubriéndole la cabeza, y a través de agujeros podían verse sus brillantes y desiguales ojos, así como una boca de dimensiones enormes, que mostraba unos dientes gigantescos, como bloques de cemento, y de la cual salía la enorme lengua que apresaba a Helga.

Después bajó Gabi, corriendo con esas piernas alargadísimas y blandiendo una espada de fuego mientras gritaba. Por último aparecieron Razzi y el señor Popescu, sosteniendo entre las manos algo que parecía ser delicado.

El tiempo pareció detenerse en ese instante, mostrando la escena a cámara lenta, el desesperado intento de la niña por escapar de la lengua del monstruo, sus compañeros corriendo tras él dispuestos a pelear... y luego el monstruo doblando la esquina y esfumándose hacia la entrada del hospicio... fué allí donde le dieron alcance gracias a Razzi y Popescu.

Pues de las manos del niño, brotó un tallo mágico de verdosas hojas, que creció y creció a gran velocidad hasta enrollarse en torno a Helga y detener así la huída de la bestia. El niño tiraba con todas sus fuerzas, animado por su amigo ratón y ayudado por la fuerza bruta de Mircea. Parecía que iban a lograrlo, ya que Gabi estaba a punto de darle el golpe definitivo a la criatura con su llameante arma, pero entonces, cuando todo estaba a punto de lograrse, el monstruo se revolvió con ferocidad y logró romper el tallo, que se agitó como un látigo haciendo que Gabi tropezase y que todos los que tiraban con fuerza cayesen hacia atrás.

La babeante lengua también se golpeó contra las paredes a ambos lados del pasillo, aturdiendo aún más a la pequeña, que parecía estar montanto en una montaña rusa nada divertida.

Con gran ansia y nerviosismo enfermizo, el monstruo recogió su lengua, acercando cada vez más a Helga y alejándola a su vez del resto de niños, hasta que la niña estuvo tan cerca que pudo notar el fétido aliento... entonces, la boca se abrió hasta límites insospechados, dejando a la vista un enorme abismo por el que fué introducida a la fuerza la pequeña, cuyo último sentimiento fue de un pánico absoluto al ver cómo los intentos de sus amigos por ayudarla fracasaban... pero lo peor estaba por llegar, pues las fauces del monstruo se cerraron, aplastando el frágil cuerpecillo una y otra vez, haciendo crujir los huesos bajo sus brutales y pesados dientes, y la niña aún seguía consciente, mientras la descomunal boca se abría y se cerraba una y otra vez, destrozándole partes del cuerpo a cada mordisco, permitiéndole ver el exterior cada vez que se abría y sentir el inhumano dolor cuando se cerraba... su última visión fué la de sus aterrorizados compañeros tirados en mitad del pasillo, observando con asombro la brutalidad de la escena... después el cuerpo machacado de Helga fue tragado sin previo aviso.

Y el monstruo se pasó la lengua por los dientes, llenándolo todo de sangre y sonriendo a la vez que clavaba sus ojos en los niños que tenía en frente y rugía con fuerza de nuevo.

- ¿Qué es ese monstruo?- pregunta Aurel en un susurro aterrado, sin dejar de mirar de reojo hacia la chimenea - ¿Y por qué vosotros sabéis de él si sois nuevos? ¿Dónde nos podemos esconder?

El pequeño está aterrado de veras. Lanza las preguntas al tropel con una histérica necesidad de respuestas. Hay otras cosas que pasan por su cabeza: ¿dónde están las monjas? ¿no se han despertado con todo este barullo? Ahora mismo el castigo que puedan inflingirles le parece el menor de los males a Aurel.

-¿Quiénes sois vosotros y quién es el monstruo? ¿De dónde habeis salido? -exclamo en susurros, entre asustada y enfadada-. Si no me lo decís... ¡os voy a dar una buena!

Algo se me ha pegado de Mircea. Estos niños no son de aquí, no dependen de las hermanas y si les amenazo con chivarme les va a dar igual. Lo único que les debe asustar es que les pegue.

-¡Venga, hablad de una vez o me voy a enfadar!

Aún consciente mientras era masticada por aquel monstruo, Helga veía a sus amigos frente a ella, sin poder hacer nada por ayudarla. El dolor era insoportable, ni siquiera le quedaban fuerzas para gritar o llorar. Finalmente se rindió al dolor cerrando los ojos.

Se vio frente a una hoguera, sentada en el regazo de su abuelo. Helga sonriendo se puso la capucha mientras le hacía un guiño cómplice a su abuelo. En un abrir y cerrar de ojos estaban en un largo camino rodeado de árboles y flores. El camino llevaba a un mar enorme que se veía en lo lejos, un mar cuyo brillo se podía apreciar desde donde estaban.

Juntos, de la mano, caminaron hacia él. Según se acercaban poco a poco, todo tipo de seres salían a su encuentro: duendes, hadas, dragones, príncipes, princesas… Todos los amigos de las aventuras de su abuelo salían a recibirlos. Helga y su abuelo los saludaban sonriendo a su paso.

Cuando por fin llegaron al final del camino, el padre y la madre de Helga estaban allí, en pie, esperándoles, al borde de una escalera sinuosa, rodeada de flores, que ascendía perdiéndose en el cielo. Finalmente los 4 juntos, de la mano, comenzaron a subir por ellas, hacia su nuevo hogar.

no me podia creer que hubiera tambien niños en el desván... Viooo ¿y este niño como ha llegado aquí? antes nos encontramos con dos niñas malas abajo... ¿es malo o bueno? no sabia si sería buena idea hacerle caso al niño, ya habíamos visto como las niñas se habian comportado antes, y a las hermanas no les gustaria...

me dirijo al niño: Hola yo soy Jan, ¿cómo te llamas?, ¿eres amiguito de las niñas parecidas?, ¿cómo has llegado aquí tu solo?, el monstruo malo ha cogido a una de nuestras amiguitas... ¿qué sabes del monstruo? necesitamos ayuda... jooo ayudanos

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Todo habia pasado en cuestion de segundos, sin tiempo para poder reaccionar... Su mejor amiga se despedia dentro de las fauces de esa voraz e infernal aberración. Pero esto no podia quedar asi, Gabi tenia que vengar a su amiga e imponer la justicia!

Irremediablemente comenzó a llorar, varias lagrimas recorrian el rostro de Gabi. Pero no se amedrentó... Levantó su espada aun ardiente al aire, y sin pensarselo dos veces echo a correr para luchar contra el inmudo monstruo del armario...

Ese corto trayecto se hizo eterno... y tambien pasaron muchas cosas...

Gabi, aun cegado por la ira y la venganza, logro mantener su cabeza fresca, y mientras una parte de su cerebro no dejaba de imaginar, la otra no dejaba de reflexionar...

... no dejaba de inquirir, escudriñar y examinar el cuerpo infesto de ese perverso ser... buscar cualquier punto de su cuerpo vital para su existencia, cualquier punto en el que una simple estocada le hiciera retorcer de dolor, le reventara por dentro y asi deseara no haber cometido ese crimen atroz...

... a la vez, Gabi notaba como a cada zancada que daba se iba haciendo mayor, mas grande, mucho mas fuerte y robusto. Dejo de llorar, pero todavia tenia la cara mojada de las lagrimas de antes. Notaba como su musculos crecian y como su voz cambiaba. Una voz grave y profunda salió de su boca....

POR HELGAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

... de repente dos hermosas alas blancas crecieron de su espalda... Su flamigera y ardiente espada aumentó de tamaño, su filo parecia incluso mucho mas cortante que antes, su hermosa empuñadura finalizaba en una especia de garra de dragón,  y despedia ahora una luz cegadora que inundó de luminosidad las escaleras y el pasillo, como si el mismismo sol hubiera bajado personalmente a la tierra y se hubiera metido en el hospicio... Era dificil saber si ahora la espada quemaba o congelaba... La raida tela roja que Gabi usaba como capa, se enrolló en su cuerpo y poco a poco se fue convirtiendo en una majestuosa armadura, que le protegia desde el cuello hasta los pies, una armadura impenetrable decorada con simbolos religiosos... De su mano libre surgió de la nada un impetuoso y brillante escudo que Gabi portaba con facilidad... Y finalmente, su bonito gorro multicolor le cubrió toda la cabeza convirtiendose en un duro y precioso yelmo, provisto de una unica abertura, a través de la cual los profundos ojos de Gabi analizaban con rabia al monstruo que tenia delante...

Un caballero celestial arremetió contra el monstruo.... Como si del mismismo Arcangel San Gabriel se tratara, o quizas fuera su reencarnación, este enviado de Dios asestó un golpe mortal a esa repugnante aparición, entondando en alto...

DIOS ES MI FORTALEZAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Caballero en armadura blanca,

espada en mano señala la contienda.

Como punta de lanza se adelanta

a dar el primer golpe en la guerra que mata

embistiendo al monstruo le arranca, 

su perversa y endiablada alma...

Razzi sintió un tremendo golpe en la rabadilla, al romperse el tallo y desplomarse hacia atrás. Poco más que contemplar el horrible final de su amiga pudo hacer en ese momento, la mandíbula desencajada y los ojos desorbitados, mientras el señor Popescu se tapaba la cara y negaba con la cabeza horrorizado. Incapaz de reaccionar ni para levantarse, con el corazón acongojado y reducido al tamaño de una almendra, observó desde su impotencia cómo el pequeño Gabi se convertía en el enviado celestial destinado a darle el golpe de gracia a la temible bestia.

-¡Gabi, Gabi! ¡No, no lo hagas! -Su espalda tembló en un escalofrío, al imaginarse al pequeño siendo devorado por la bestia, como le había ocurrido a Helga. Pero de repente, ese resplandor del niño convertido en ángel le dió un atisbo de esperanza. -Vamos Gabi, vamos... quizá aún puedas salvala. -Se dijo Razvan, inundado de emoción.

-¡¿Pues qué va a ser?! -dice el niño sorprendido por el desconocimiento del grupo- ¡es El Coco!... y nosotros... nosotros no somos nuevos, somos los niños que no se durmieron cuando tenían que hacerlo... y ahora tenemos que escondernos por siempre cada vez que él aparece...

Cuando Jan habla de otras niñas, el pequeño le mira:

-Si, esas niñas también tienen que esconderse... ¡y vosotros también!... no se dónde podéis esconderos, pero aquí no podéis quedaros porque hacéis mucho ruido y seguro que me encuentra.

Mientras el niño habla, un cúmulo de gritos y rugidos llegan hasta el desván, y aunque suenan lejanos, el niño se pone más nervioso:

-¡Tenéis que iros de aquí!, ¡vamos, fuera, fuera!.

Mircea, Razván y Popescu aún no habían logrado sobreponerse a la horripilante muerte de Helga, y del resto de niños no había rastro alguno, sin embargo, Gabi, lleno de tristeza y odio, logró sobreponerse al terror que inundaba su corazón, y armado de valor, corría por el pasillo en dirección al sanguinario monstruo.

El corredor se iluminó, por un momento la oscuridad cedió ante el poder de la luz, y cuando ésta disminuyó, pudo verse la épica escena... Gabi se había convertido en un ángel, un enviado celestial que cubría su cuerpo con una armadura y un yelmo, a la vez que portaba su espada llameante y un escudo. En su espalda había dos hermosas alas blancas y en su mente la imágen de su amiga escurriéndose por la garganta de la bestia.

El monstruo, tras rugir, salió a su encuentro, corriendo a cuatro patas dispuesto a embestir... el choque sería brutal y sólo uno de ellos lograría vencer...

Gabi no había logrado encontrar ningún punto más débil entre la anatomía de la criatura, por lo que su estrategia se reducía a un combate frontal y desesperado a vida o muerte.

Y llegó, el momento que todos esperaban, el encuentro entre el niño-ángel y la criatura de las sombras. Rechinaron los metales y giró la flamígera espada, pero cuando pudo observarse con claridad el resultado del encuentro... la esperanza se había esfumado. El monstruo permanecía en pie, relamiéndose con ansia la espesa sangre que le cubría su negro pelaje, y en el suelo, tirado como un pájaro muerto, yacía Gabi, que aún se movía.

Las plumas de sus blancas alas caían hacia el suelo como las hojas en otoño...