Partida Rol por web

Skold se las veía y deseaba para tratar de esquivar o parar o lo que sea que pudiese hacer frente a aquella marea de brazos con cuchillas en los extremos. Era un combate desigual, aún más ahora con el cargador vacío, no aguantaría otro ataque...

Vistas así las cosas decidió recular, retirándose del alcance de las garras inhumanas del monstruo y acercándose a sus hermanos de batalla para cubrise. Sólo tenía ojos para el bicho, no sabía cómo se las estaban ingeniando sus compañeros, aunque esperaba que el enfrentamiento de Skold les hubiese proporcionado el tiempo necesario para acabar con el bicho psíquico.

Luchando contra el dolor, Elyas se aproximó a sus hermanos con la intención de formar un bloque unido. Se había confiado demasiado y había infravalorado las capacidades de aquella criatura, que incluso estando herida era capaz de inutilizarlo con sus repugnantes poderes psíquicos. Le gustaba trabajar solo, pero había cosas que solo podían hacerse junto a sus hermanos de batalla, unidos como una sola fuerza; aunque individualmente fueran tan dispares, seguían teniendo un mismo objetivo y un mismo cometido. Dio las gracias al Emperador por aquella lección de humildad y formó junto a sus hermanos, recuperando las fuerzas y haciendo que el dolor desapareciera.

- Aplastemos de una vez a estos insectos, hermanos -dijo al tiempo que se encaraba hacia la criatura líder, haciendo restallar su puño de combate

De un momento a otro tengo al líder de los enemigos delante mío. Sepheran debe retroceder para poder ser nuestro punto fuerte, pero está acá mismo, por lo que no tenemos tiempo de que se ponga a resguardo. Deseo que nuestro hermano pueda disparar desde su posición y asegurar el combate, pero estamos demasiado encima del enemigo como para esperar la situación ideal.

Me paro con ambos pies en el suelo y declaro a mis hermanos en voz alta:

 - "Hermanos míos, soy el bastión del Emperador en este mundo. Que todos sepan y oigan que no me moveré de mi posición hasta que el enemigo esté derrotado. Somos los ángeles del Imperium y derrotamos todas las amenazas para la humanidad. El Adeptus Astartes y la Deathwatch envían a los mejores guerreros para acabar con el enemigo xeno y yo seré el ejemplo que os guiará hacia la victoria. ¡Luchad, Hermanos de Batalla, Luchad hasta el fin!"

Luego apunto con mi espada de sierra resonando por toda la estancia hacía el jefe de los tiránidos:

 - "El amo de sangre y sombra es el objetivo ahora. ¡Dejemos que se ahogue en su propio dominio!"

Empuño mi arma de destrucción y le ataco con un golpe de mi espada de sierra, mientras aprieto el botón para que su motor haga girar la cadena con su máxima potencia.

En cuanto la batalla se recrudeció, algo cambió en el subconsciente de los Marines Espaciales. Años de duro entrenamiento y de batallas reales juntos, de guerras letales en las que la supervivencia no solo de ti mismo, si no de tu escuadra, o tu Capítulo, o sistemas enteros dependían de cada baja causada y sufrida les habían enseñado a confiar plenamente en cada uno de los otros. En saber que él cubriría tu flanco desguarnecido si tú protegías su espalda. Que el daría el golpe final si, flanqueando, lograbas guiar al xeno, al hereje, al traidor a la posición adecuada. Avalos entero dependía de ellos. No podían permitirse fallar.

Sin embargo aquellas bestias eran endemoniadamente rápidas. El que parecía el líder, o una versión evolucionada de los Genestealers normales, esquivó el puño de Elyas con una facilidad pasmosa al tiempo que parecía sacar la lengua en un gesto descaradamente inteligente. ¿O serían impresiones vuestras?. De haberle impactado le habría licuado, le habría reventado sus malditos huesos xénicos, le habría mandado al infierno del que venía...

... había fallado. Pero la espada sierra de Lucian ya estaba allí, con ese característico y satisfactorio ruido gorgoteante e insaciable que hacía cuando se hundía en su presa. Atravesó el pecho del tiránido con una lentitud que casi pudísteis paladear con gozo, proyectando sangre y pedazos de musculatura alrededor mientras la bestia emitía siseos de dolor o de venganza.

¿Aquella cosa se estaba... burlando de él? Se aseguró de que lo que estaba por venir no lo encontraría tan divertido. Mientras el arma de Lucian todavía cortaba la carne de la criatura, Elyas reaccionó rápidamente y dirigió otro golpe hacia la cabeza de la criatura.

- ¡Esquiva esto! -gritó al tiempo que atacaba, alzando la voz por primera vez en todo lo que llevaban de misión

[...] emitía siseos de dolor o de venganza. Se oyó un desafío, que sonó como una alabanza a la Humanidad. Como una campana de plata a vuestros oídos. "Esquiva esto". Y luego una especie de graznido. Y nada más. El espectáculo fue algo incomparable. La descomunal fuerza de Elyas proyectó el puño hacia delante y a través a una velocidad imparable, al tiempo en el que el campo de energía que lo rodeaba iba repeliento por igual órganos, músculos y huesos, convirtiéndolos en poco más que polvo. Fue como pasarle la cabeza por un enorme rallador intentáneo. Su escamosa y alargada cabeza se volatilizó. Sus afilados dientes amarillos se quebraron. Su lengua burlona se desintegró. No tuvo timpo ni para pensar en esquivar.

¡Que el Emperador lo maldijese, lo habíais logrado!

Estábais tan satisfechos con este hecho que por un momento casi olvidásteis que no había acabado para todos. No para Skold, y seguramente no para las fuerzas de la FDP. El Lobo Espacial había salido a duras penas del combate con su Genestealer, cubriéndose y retrocedieno varias veces. La bestia, sedienta de sangre, volvió a abalanzarse sobre él, dispuesta a llevarse al menos a un humano enlatado consigo. Skold, agotado y herido, intentó parar, pero el cuchillo resultó ser insuficiente para ese cometido. Se oyó un chirrido muy desagradable cuando la garra perforó la servoarmadura, lo que dolió al Lobo casi más que su herida misma. ¡Era una profanación! ¡Una ignominia! Sin embargo sabía que podía haber sido peor. Aquella bestia parecía perdida, se movía de manera instintiva pero más aleatoriamente que antes. Le podría haber atravesado en canal, y sin embargo apenas había fuerza en aquel golpe, solo el mínimo que la lucha por la supervivencia exigía.

La venganza fue instantánea. El bólter pesado de Sepheran restalló como un látigo de acero y la bestia fue abatida por varios impactos. De pronto, solo se oían los jadeos de los vencedores.

Era ciertamente una especie de sacrificio, una estrategia, a la que cada vez le quedaba menos tiempo... Y fue entonces cuando una garra atravesó la armadura de Skold y lo hizo arrodillarse. Ese impacto no había sido como los anteriores, aquel había atravesado la armadura y tocado carne, bastante profunda además. Era una herida seria que quizá le dejase secuelas permanentes, pero no era el momento de pensar en ello. Había que contratacar.

De repente, antes de que el lobo pudiese realizar un ataque a fondo con su cuchillo, un atronador sonido se llevó por delante al monstruoso xeno. Los impactos provenían del bólter pesado de Seph quien, gracias al Trono, había abatido al bicho antes de que Skold quedase hecho papilla. Es más, al parecer, entre sus tres compañeros habían conseguido derrotar a la inmunda bestia psíquica... A pesar de estar malherido, su combate había servido de algo. 

Skold cayó agotado al suelo, su larga melena calló sobre su cara perlada con el sudor del esfuerzo, necesitaba recuperar el aliento.

El humeante cañón de asalto reposaba sobre el hombro derecho del Angel Sangriento, que se había quitado el casco para poder observar mejor su obra, la matanza llevada a cabo tanto por el promethium, como por el propio bólter.

Eh, Lobo se dirigió toscamente a Skols, que comenzaba a incorporarse tras su encarnizado combate con el genestealer que había sobrevivo unos pocos segundos más que su señor. Buen trabajo, encajando esos garrazos. Casi juraría que lo has hecho a propósito para dejarme un buen ángulo de tiro.  le dejó caer, permitiendo que el otro astartes pudiera aprovechar la chanza para recuperar algo de dignidad. No se tenía mucha estando cubierto de arriba a abajo por sesos y sangre xenos.

De pronto, en un mero instante, pero que parecía una eternidad, sobrevino la explosión psíquica. sepheran lo notó, al igual que los demás marines espaciales. No es que le afectara, no eran psíquicos y estaban por encima de aquellas cosas. Pero las imágenes residuales que les llegaron eran de lo más inquietantes.

¿Se ha acabado? ¿No? preguntó dubitativo. No le importaría seguir matando tiránidos, pero enfrentarse solos a semejante flota cósmica estaba más allá de lo que podían ni siquiera aspirar. Sin la interferencia, imagino que el astrópata podrá enviar señales de auxilio, pero... ¿qué ha sido de la inquisidora?

La batalla finalmente había terminado y eso me permite finalmente respirar en paz. Suspiro relajado, dejando de ser el punto fuerte del grupo pues ya no hay una amenaza delante de nosotros. Contra todo pronóstico hemos vencido, derrotando a una terrible bestia de inmenso poder. Cuatro guerreros de la humanidad han atravesado toda una invasión planetaria y han mantenido con vida la llama de la esperanza. Heridos hasta el extremo, han logrado sobrepasar a sus enemigos a base de su intensivo entrenamiento y a su voluntad sin igual.

Miro a mis compañeros con orgullo pues han demostrado ser los hijos más dignos del Emperador. Voy a pronunciar una palabra cuando el ataque psíquico me golpea de frente. Las sensaciones, los pensamientos y toda esa información que se infiltra en mi cerebro como inyectado por una voluntad enorme que estalla dentro de nuestras cabezas. Por suerte, en eso queda y no hay mayores efectos que la molestia que suponen.

Veo a mi alrededor y noto que todo ha terminado. Escucho las palabras de mis Hermanos de Batalla y les contesto:

 - "Así es, Hermano Sepheran, ya ha acabado todo. Hemos cumplido la misión y ahora la astrópata enviará el mensaje para llamar a los refuerzos. El Adeptus Astartes destrozará a la flota tiránida y este mundo se salvará de la consunción. Todo gracias a ustedes, mis valientes Hermanos. Nada habría sido posible si no luchasen con ese ahínco y ese audacia de la que hicieron gala cuando cumplieron lo imposible. Me enorgullece de sobremanera compartir el campo de batalla con ustedes y haber luchado hombro a hombro para eliminar a los xenos de la faz de este mundo."

Luego pienso en lo que queda y tomo mi decisión:

 - "Veamos que quedó del cubil del xeno. Luego de eso iremos a la Casa de los Ecos a cerciorarnos de que el mensaje ha sido enviado. Finalmente mantendremos la lucha para eliminar cualquier resistencia que no se haya sofocado con la muerte del amo. Debemos mantener el planeta bajo control hasta que llegue la flota."

Empuño mis armas y comienzo a caminar para así bajar al destrozado subsuelo y así ver si quedó algo de lo que había antes, Inquisidora incluida, ojalá aún viva.

Antes de que tuviera tiempo de sentirse orgulloso de haber acabado con el líder xeno, el ataque psíquico golpeó a Elyas con fuerza. Toda aquella información, de golpe, y la terrible verdad que venía con ella fueron demasiado para la cansada mente del Astartes, ya debilitada por el ataque previo al que le había sometido el xeno. Preso de una terrible jaqueca, Elyas se vio obligado a hincar la rodilla en el suelo una vez mas mientras un hilo de sangre salía de sus fosas nasales.

Al revelarse la magnitud de aquella amenaza, dudó por primera vez en muchos años de servicio. ¿Había realmente alguna esperanza contra aquella monstruosidad de proporcionaes titánicas? ¿Contra una fuerza que había consumido millones de mundos y actuaba como un solo organismo?

Cuando Elyas se recuperó y antes de que decidiéseis descender al nivel excavado por los Xenos que había dejado a la vista la explosión no pudísteis si no contemplar impasibles los restos humeantes de aquella bestia que tanta muerte había traído a Avalos. ¿Cuántas más habría como ella? ¿Serían intrínsecamente malvados? Imaginásteis aquello que alguna vez habíais visto por encima en los mapas tácticos, esa enorme mancha rojiza tentaculada que representaba el implacable avance de la flota tiránida codificada como "Dagón". No había mucha información sobre la flota Dagón. Los tiránidos eran difíciles de combatir con armas biológicas por su inusitada velocidad de mutación y evolución. Aun así, una vez desarrolladas estas armas, resultaban ser increiblemente eficaces, aunque normalmente a esas alturas ya se habían perdido decenas de mundos...

Aun así... aquel ejemplar... era alguna clase de... líder. De forma más moderna y evolucionada. Y estaba dotada de aquellos poderes psíquicos que caracterizaban solo a algunos de los especímenes clave de la colmena. Tal vez sería conveniente tomar muestras. Quien sabe. Quizá salvaran decenas de mundos...

Recuperando la compostura y apartando esos inquietantes pensamientos de su mente, Elyas se acercó al cadaver del líder xeno. Recordó que durante la instrucción que había recibido para combatir contra Tiránidos, le explicaron que algunos Ultramarines veteranos de las batallas de Macragge llevaban armas biológicas muy eficaces contra los Tiránidos, que habían sido desarrolladas a partir de muestras recogidas de los propios alienígenas. Los Tiránidos mutaban constantemente y se adaptaban rápido a cualquier circunstancia, pero cada flota enjambre compartía una serie de características comunes entre todos sus miembros. Tal vez aquella criatura ocultase algún secreto que diese a la Death Watch una ventaja significativa sobre los Tiránidos de la flota Dagon en enfrentamientos futuros.

- Deberíamos llevarnos el cadáver del líder xenos para que lo estudien los magos biologis. Tal vez sean capaces de idear una nueva arma para hacer frente a estas criaturas en el futuro.

El Ultramarine sacó su Narthecium y se acercó pausadamente al cadáver de lo que había sido el Amo de Sangre y Sombras. El torno rechinó al ser probado y se oyeron un par de mecanismos mientras las agujas ocupaban el lugar elegido.

— Es una gran idea, Hermano Elyas —dijo, mientras se arrodillaba frente al cuerpo.

Durante un par de minutos solo se oyó el ruido procedente de los dispositivos al taladrar, cortar, sellar y extraer. Había hecho esto otras veces. No debiera ser problema. Aun así, la primera vez erró el corte: la anatomía de la criatura no era exactamente como esperaba.

— Esto debería bastar —dijo, al tiempo que se incorporaba. En ese momento, un frasquito de cristal estaba siendo reubicado en su servoarmadura con una muestra adecuada (eso quería pensar) del material genético de aquel Tiránido—. No obstante sería adecuado un examen más detallado, necesitaría un par de horas al menos, aquí o donde sea.

Siiii... juguetes nuevos para matar tiránidos, ¡me gusta la idea!  añadió el Angel Sangriento, aún algo al terado por el frenesí de la batalla. Vamos, en lo que acabas de sacar muestras revisemos lo que haya quedado allí abajo. No sea que esta cosa pusiera huevos, o algo...

Skold agradeció sinceramente que todo hubiese acabado, en especial a su compañero Seph, pues de no haber sido por su bólter pesado quizá no lo hubiese contado. También agradeció la chanza posterior al combate, que dejaba a Skold una buena salida para mantener intacto el orgullo de haber sido aplastado por una bestia como aquella. Eran pequeños detalles como aquel los que habían hecho que su relación con Seph mejorase día tras día, aparentaba ser un enfermo demente pero tenía pequeñas actuaciones en este sentido y eran de agradecer.

Comprobó su estado, que no era bueno. Comprobó su armamento, en perfecto estado tras recargar su pistola bólter. Limpió su cara de restos de pulpa xenos, el pelo era insalvable por lo que trató de recogérselo - debería empezar a utilizar el casco más a menudo.

No dijo una palabra pues estaba sumido en sus propios pensamientos, se encontraba ciertamente avergonzado por la paliza que acababa de recibir, a pesar de ser una lucha muy desigual. Además, las visiones que pasaron por su mente tras la muerte de la criatura lo aturdieron mentalmente y embotaron sus sentidos. Por un momento comprendió mejor a estas criaturas.

Tras las palabras de Seph se permitió el lujo de añadir - Aseguremos el sitio rápidamente y volvamos con la psíquica. Si encontramos a la inquisidora mejor, sino... "que el Trono le guarde". Creo que las muestras podrán esperar hasta entonces.

El lobo tenía razón, era prioritario volver con la astrópata, y luego ya si eso hablar con el gobernador y darle un vale de descuento para su próximo vehículo.

- Podemos indicar la ubicación del cuerpo a las fuerzas de rescate y que se lleven ellas el cuerpo a la nave de la Deathwatch.

Satisfechos por la victoria descendéis unos metros a través del suelo levantado. Vuestra tarea no ha acabado y en la vida del Marine no hay lugar para el descanso: solo la muerte pone fin al deber. Y vuestro deber ahora es asegurar la zona.

Toda la zona afectada por la explosión está recorrida por una tubería reventada en canal, aquella por la que intodujisteis el promethium. Tras avanzar por ella, o más bien por sus restos, descendéis ligeramente hasta que encontráis una grieta en la parte inferior, brutalmente ensanchada por la deflagración. Hasta este momento, no tenéis otro techo sobre vuestras cabezas que el de la propia estancia.

Tras descender por la grieta llegáis a una serie de huecos excavados recientemente por unas garras que conocéis bien. Parecen cámaras redondeadas conectadas unas con otras, lo que recuerda remotamente a un hormiguero muy pequeño de hormigas muy grandes. El olor es pestilente, pero no tanto como originalmente, pues los hedores han sido purgados por el fuego purificador. Es más, las paredes, si es que los límites excavados pueden llamarse así, están ennegrecidas aún no se han enfriado y la temperatura es bastante elevada. Atravesáis un par de estancias completamente vacías hasta dar con unos restos. Huesos humanos. Quemados. Ropa quemada. Y, aún en buen estado, esto:

Pero hay más. En la cámara del fondo a la que llegáis tras encontrar un par de cadáveres de Genestealers totalmente tostados, encontráis los restos de un... artefacto. Sea lo que sea, parece roto, quizá por los efectos de la explosión o quizá ya estaba así. Sin embargo parece que ha aguantado condenadamente bien los efectos de la deflagración. Se trata de una esfera de alguna clase de cristal remachada con placas metálicas geométricas. Un estudio más detallado permite ver que la pieza de cristal (o piezas, no queda claro) tiene dentro un conjunto de fibras conductoras. Parece bastante complejo, pero también roto. Se le salen algunos cables y tiene uno de los remaches dorados levantado

Además, parece tener un trípode o pie sobre el que va sostenido y del que sea ha caído. Las partes no encajan bien

Recorrieron el camino que apestaba al olor del promethium quemado no sin cierto reparo. no era miedo, ues ellos jamás conocerían esa sensación, sino más bien la cautela propia del guerrero inflitrado en la base enemiga.

Aquellas criaturas habían excavado una condenada colonia allí abajo, en un tiempo record, y Sepheran no abandonaría su idea de los huevos, por alocado que pudiera parecer que algo sobreviviera a las llamas. Esos bichos eran realmente tenaces.

Sin embargo, lo que se encontraron al llegar abajo no fueron xenos vivos. muertos, tostados, carbonizados sí, pero aquello no importaba. Acababan de dar con lo que quedaba de la Inquisidora.

Emh... bueno, es una pena, pero era un riesgo que había que correr. Hemos salvado el planeta, así que al menos eso hará que la mujer descanse en paz. Una vida a cambio de la de millones, y todo eso.  dijo al percatarse de que había sido su propia mano la que había condenado a la muerte, si no lo estaba ya, a la inquisidora, en cuanto liberó la tormenta de fuego allí abajo.

¿Y esto qué diablos será? se preguntó agachándose para observar de cerca aquel extraño aparato. SIn llegar a tocarlo personalmente, lo removió con el extremo del bólter pesado, intentando dilucidar si se trataba de algo xenos o no.

¿Creeis que ésto es lo que trajo aquí a la Inquisidora?