Partida Rol por web

El forjado se movió intentando aprovechar la situación de su compañero para hacerle el mayor daño posible al clérigo, pero no logró acertar en una zona descubierta de su armadura. Los cambiantes debían de haber juzgado la situación bien cruda, porque siguieron retirándose en un intento de escapar con vida.

Phillip se acercó al forjado, que seguía tratando de matar a Marrath y trató de golpearle con su espada. El ser parecía listo, porque a pesar de sus puyas seguía tratando de atacar al clérigo, que era la manera más fácil de incapacitar a un grupo de aventureros.

—Ríndete, tus aliados huyen y estás sólo. Nadie más tiene que morir hoy.

-¡Nunca! ¡Por el Señor de los Filos! -gritó el forjado, casi emocionándose con su voz de metal, y continuando con la lucha.

—Te voy a dar yo filos— musitó Phillip... en voz muy baja. Porque sabía que hablar así NO ESTABA BIEN.

No pongas bozal al buey que trilla

Nunca supo que significaba eso, pero siempre había pensado que era que cuando se presentara la oportunidad no le pusieses pejiguerías: en aquel momento, significaba que si sus paisanos huían no fuera a por ellos presa de justa ira, no fuera a ser que se diesen la vuelta y lo dejasen hecho trizas ahogándose en la mierda por cretino.

"¿Por el Señor de los Filos?"

Esa ciudad tenía demasiados cultos para su gusto...

-Este no se va a rendir.

Comentó mientras aprovechaba el intercambio de paradas para llegar y descargar un tajo contra el forjado. Quizá tendría que haber traído algo mejor que una daga, pero claro, normalmente no tenía que vérselas con la clase de gente que pelea hasta la muerte; la disuasión solía valer.

- ¡¿Pero por qué no me dejas en paz, maldito cabeza hueca!? - dijo Marrath mientras hacia aspavientos con la daga en el aire y después se echaba para atrás, parapetándose tras el paladín.
 

El ataque del cambiante sirvió para que los ojos del forjado parpadearan débilmente. Soltó el arma y se desarmó, cayendo al suelo con un estruendo metálico. Sus ojos se apagaron. Estaba muerto.

De su pecho salió una bola de luz alada que flotó sobre sus cabezas antes de volar hacia la superficie a través de las escaleras.

La daga de Sleuth terminó el trabajo y Phillip rápidamente enfundó su espada.

—¡Buen golpe, compañero!— le felicitó mientras se acercaba a Daneel. Ya le salían automáticamente esas estúpidas frases, le habían enseñado bien en la Academia. Pero Creaban Espíritu de Equipo y Eran Lo Correcto. Aunque hubiese sido un dagazo de mierda por la espalda.

Tomó el cuerpo derribado del fusilero y su arma y lo apoyó contra la pared, medio sentándolo, mientras buscaba restañar la sangre de sus heridas.

—¡Buscad en mi mochila, dijo nosequé que él tenía una poción propia, pero para algo compramos la común! ¿No?.— de repente cambió el tono, sorprendido. —Que raro... su piel es pálida y apenas sangra un líquido rojo acuoso... como si estuviera muerto, pero respira...

Phillip tenia razón. Ahora que se fijaba...

- Oh - dijo con más sorpresa y curiosidad que otra cosa - Es un Damphir. ¿No lo ves? Son hijos de humanos y de vampiros. Restos de una raza que ... - hace mucho tiempo crearon los elfos - hace mucho de los que no sabia nada. Es curioso volver a ver a uno, y tan sano.  - dijo levantandole el brazo mientras le estudiaba. - Oh, si, quizás deberia de curarle.

—Vaya, por eso querría que le diéramos su poción. ¿Has canalizado energía negativa, no?— Comentó Phillip. —Espero que no se haya roto...

Musitando una plegaria, el paladín rebuscó en la mochila del fusilero y con cuidado extremo, fue vertiendo el preciado liquido en su boca.

—Vamos, ojalá sea suficiente, le ha dado bien...

Abro los ojos, parpadeando fuertemente ante la luz que ante mí aparece, mientras noto una energía recorrerme lentamente, algo oscuro y paliativo y, aunque a muchos pueda parecerles extraño, reconfortante. Frente a mí, un elfo de blancos cabellos y un paladín espada en la cintura me observan fijamente, y no hace falta unir muchos hilos para darse cuenta de lo ocurrido y la situación en que me encuentro. Estiro mi mano lentamente hasta mi arma, agarrándola por la boca y usándola como apoyo para levantarme, mientras observo en mis ropajes dos cuchilladas cuya piel por debajo se ha cerrado ligeramente, y al menos ya no sangran transportándome al negro abismo. Sonrío, procurando parecer lo menos amenazador posible y enseñando los dientes que varias veces he ocultado, y que son una de las muchas señales que sirven para delatarme.

-Permitidme daros mis más sincero agradecimiento por traerme de un lugar del que, como oficio secundario que desempeño, he visto no volver a muchos en mi moderadamente longeva vida. Y permitid también que me presente, pues con este acto habeis forjado un vínculo de amistad en mi persona, como no lo hice antes. Mi nombre es Daneel Yuzimov, vástago, como ya habéis percibido, de la unión de un señor de las tinieblas y una bella humana a la que nunca conocí, ganándome el apelativo de Damphir desde mis orígenes. Y Dol Dorn lo sabe, renegado de nacimiento de tal situación. Mi maestro me enseñó desde mi nacimiento hasta su muerte como anciano en un servicio honorable y justo, y permitid que os ofrezca mi arma en pos de mi real oficio. Soy Daneel Yuzimov, cazador de las aberraciones que atemorizan a los aldeanos.

Aunque he hablado rápido, me aseguro de que las palabras calan, haciendo un gesto de respeto al mencionar a mi deidad y sujetado mi mosquete con ambas manos en el ofrecimiento. A la vez, he aprovechado para observar el pasillo y los enemigos derribados, buscando la ruta de marcha y adelantarme a la posibilidad de una segunda emboscada por parte de quienes, al parecer, no desean que nos introduzcamos en estos terrenos. El por qué, más de ello lo sabrán el resto, pues inconsciente como estaba no me he percatado de demasiado.

Phillip estaba bastante molesto.

—Mira Daneel... encantado de conocer a tu verdadero yo. Pero ese maestro tuyo no te enseñó algunas cosas bien. ¡He estado a punto de matarte! Si Marrath no se llega a dar cuenta de tu... pequeño problema, ¡Te hago tragar la poción de curación!

—¡Joder, hemos estado a un instante de que murieras! Y ahora no estás para seguir, estás herido y apenas te tienes en pie. Registremos a ese forjado, pero no podemos seguir asi

Mientras que Sleuth intentaba atrapar sin éxito la bola de luz alada, que finalmente desaparecía hacia la superficie, el resto desvalijó al forjado muerto. Aparte del estoque, la ballesta y los virotes restantes (diez), descubrieron una capa, una bolsa de herramientas de ladrón y cinco monedas de oro.

-Esa, mi buen amigo, es una posición harto comprometida. Un vástago de la noche no suele ser tan bien recibido, y menos en las compañías de viajeros normales. -Si conoceré yo bien mi estado, y claro que no es el mejor de todos. Sin embargo, el oficio es el oficio... y no contamos con muchos recursos como para andarnos volviendo atrás. Y menos cuando puede que la esfera esa haya vuelto a soltar quién sabe qué en vaya uno a saber dónde. -No estoy tan bien como me gustaría, mas podemos seguir. Me mantendré más a cubierto y apartado, y vigilaré más mi espalda. -Y no sé tampoco si el investigador se lo tomaría demasiado bien, con eso de no haber abierto el pico desde hace un rato, excepto para sacar la lengua tratando de golpear la bola con la espada. -Y ahora, sabría que serían útiles. -Digo sacando un saco, y guardando los restos de equipo rapiñados tras que el elfo les eche un vistazo. -Si alguien quiere algo, adelante. No pretendo más que transportarlo. -Aunque no me importaría quedarme la capa, aunque sea una normal. Eso siempre ayuda a cubrir un arma a la espalda.