Partida Rol por web

   Cuando se dirige adentro, elevo mi símbolo sagrado que empieza desprender luz y sigo a Nudd.

Sorprendido por la velocidad con que se suceden los acontecimientos, sigo tanto a Nudd como al resto, con el arco preparado.

Tras ver a Nudd internarse en solitario en el castillo de popa y desaparecer por las escaleras de la bodega le siguieron aferrándose a las maromas que colgaban por la cubierta inclinada. Los cadáveres de la tripulación que había medio devorados no eran humanos corrientes, sus vestiduras eran de cuero negro brillante tachonadas de oro, de bellos rasgos y cabello cuidado, rostros lampiños y orejas levemente puntiagudas. Había signos de lucha. Llegaron a la puerta y descendieron a las bodegas donde había cientos de cadáveres de remeros ciegos, encadenados a sus bancos, estos si eran humanos, embrutecidos y matados sin misericordia. Tenian los ojos y orejas arrancados para que no pudiesen ver ni oír, ciegos y sordos. Mas adelante había un camarote, al fondo donde brillaba la luz del intrépido Nudd.

Todos se meten en el barco menos Taña. Fuera no hay nada anormal. No escuchas nada raro.

Una helada brisa de aire hace que a Tana se le erice el vello del cuello. Con el miedo de que los monos vuelvan y nadie pueda ayudarla, se pega tan rápido como puede al culo de Nodens. Fuera está todo despejado... quizás... quizás os venga bien mi ayuda aquí. Dice susurrando.

Contemplo la escena con estupefacción, no era muy distinta a las masacres sin sentido que habían contemplado hasta el momento, salvo por el echo de que aquellas criaturas de rasgos afeminados y con malformaciones en las orejas parecían sacados de las historias de duendes que le contaba su madre de pequeño para hacerlo dormir.

Todas sus pertenencias estaban manufacturadas con una calidad esquisita y si ello no fuera suficiente habían sido adornadas con joyas y piedras preciosas.

Sin embargo toda aquella exquisitez ocultaba una maldad subyacente, portaban esclavos humanos a los que previamente habían arrancado los ojos, lo que me produjo un escalofrío. Al menos aquellas criaturas habían tenido un final horrendo, si eso servía de consuelo a las almas de los esclavos que yacían desmembrados por el suelo.

En el camarote de popa encontré al capitán con objetos que parecían vibrar de poder por si solos. Estaba muerto así que no creo que echara sus posesiones en falta. Recogí la espada, me colgué la calavera, tomé su capa y no pude evitar pensar que aquella bonita armadura de cuero negro como la noche podía ser de utilidad.

   Entré en el camarote, levante el dedo de la mano izquierda y barrí el lugar buscando indicios de magia antes de que se disipará el conjuro.

La visión estaba siendo francamente horrible, y nada de lo que había visto hasta ahora podía compararse. Estaba claro que nos estábamos enfrentando a algo de otra naturaleza, algo realmente diabólico.

Seguí al resto, hasta llegar donde se encontraba Nudd, viendo que se había colgado una calavera, además de portar otras pertenencias del que debiera haber sido el capitán

¿Qué haces con esa calavera al cuello? ¿crees que puede ser algún tipo de amuleto o talismán? miro a Thronan cuando entra, esperando que alguno de los dos me pueda contar algo.

Cuando Tana finalmente accede a la habitación, empalidece. ¿Qué es esto?

Veo entrar a mis compañeros... perfecto.

"Mira esto Thronan, por sus runas parece un objeto capaz de retener poderosos espíritus. Podría aventurarme a decir que puede que ese demonio estuvo aquí retenido", le muestro la calabera.

"Y mira la espada, estás son runas de muerte. Sea quien sea quien las inscribió debió de ser muy poderoso".

   Examino las runas de la matriz con interés.

En el camarote hay cartas náuticas de tierras desconocidas tiradas por el suelo, frutas extrañas desparramadas, botellas de vino casi todas rotas en la caída al embarrancar la nave y un pesado arcon de madera en una esquina, cerrado, aparte del cadáver del capitán con la cabeza abierta por un hacha.

Cuando llegáis al camarote ya esta Nudd saqueando el cuerpo, una espada, un colgante, una capa escarlata que le queda grande como un manto y se afana en sacarle también la armadura de cuero al muerto, pero no le va a servir.

Desde el marco de la puerta del camarote, Tana recrimina a Nudd su actitud. Controlaos un poco, parecéis un muerto de hambre. ¿Acaso no tenéis miedo de que la maldición caiga sobre vos al robar las propiedades de los muertos?

"Me preocuparía más que alguien con menos escrúpulos se hiciera con estos objetos, Tana", respondo sin mostrar un ápice de arrepentimiento.

Vuelto entonces visiblemente excitado mi atención sobre los objetos mientras Thronan los observa minuciosamente.

"Sin duda es hechiceria, sacerdote. Reconozco estas inscripciones como un poderoso conjuro de succión del alma, un conjuro prohibido", levantó la mirada al techo mientras se apoyaba el mentón con la mano, "mmm, eso explicaría que los cuerpos que abandona ese ser parecieran carcasas vacías bajo mi inspección mágica... se alimenta de sus almas y a la vez se hace más poderoso".