Partida Rol por web

- Compañeros, preparados. Parece que tendremos compañia en breve. Permanecer Unidos y en alerta. 

Empuño mi arma con los ojos bien abiertos. Me pongo junto a Ursus para  parar la posible embestida. Gracias al ruido que habían hecho habían perdido el factor sorpresa, al igual que nosotros. Ambos bandos sabíamos que tendríamos compañia. 

Tras examinar la puerta y llegar a la conclusión de que no había ningún tipo de trampas, Lixue se preparó para el inminente combate. Lo había escuchado: era un ruido extraño, que hizo que su rostro se frunciera ligeramente y que llevara su mano a la ballesta. Podía ser cualquier cosa, no tenía por qué significar una amenaza... pero estaban en una mina abandonada donde habían visto apilados los cuerpos de aventureros. Obviamente, allí había algo.

Con sigilo, Lixue se apartó ligeramente del grupo, internándose entre las sombras. Cuando abrieran, si algo los recibía, ella flanquearía y atacaría con su ballesta y sus garras por la espalda.

No emitió ninguna palabra. Su concentración estaba puesta al completo en agudizar sus sentidos.

¿Pero que demonios? Esos enanos parecían estar embrujados. ¿Acaso serían muertos vivientes? Fuese lo que fuesen no parecían venir en paz. Venía uno adelantado, y tras el otros tres como el. 

Con mi hacha en mano junto a Ursus intento golpear al primero de ellos. 

-Ursus, a por ellos. Enseñemosles quien manda aquí. 

Lanzo un hachazo, pero al venir el enano aún subiendo no logró golpearle. 

¿Puedo entrar en acción Director? ¿O espero a que postees y ya narro en el asalto siguiente? Un saludo

Cuando finalmente las puertas se abrieron al menos sabíamos que no llegamos a un callejón sin salida. Tal parecía que era el acceso hacia las minas, con varias escaleras y además un horripilante y nauseabundo olor adentro el cual me hizo rápidamente taparme la nariz con el brazo, haciendo una mueca de desagrado. -Hijos de... Este lugar huele horrible.- Murmuré por lo bajo mientras bajaba el brazo, empezando a aguantar poco a poco aquel fuerte olor y maldiciendo el tener sentidos tan agudos.

A medida que íbamos bajando la escalera me ponía más tenso por los sonidos, hasta que vimos una figura, un pequeño grupo de enanos, los cuales al vernos sin dudar empezaron a avanzar hacia nosotros, el pelear en un lugar tan pequeño obviamente nos causaría la muerte ya sea cayendo por el barandal o terminando los de la primera fila con un virote en la parte trasera de la cabeza. -¡No seais idiotas, retrocedamos a la sala por la que entramos, aquí es peligroso!- Dije y sin pensarlo empecé a subir rápido las escaleras hasta llegar a una zona más abierta, esperando a que el resto fuera consciente del peligro que se corría allí, sobre todo cuando nadie pudo hacerle ni siquiera cosquillas a aquellos Enanos no-muertos.

Barrik aparece por los portones dobles al mismo tiempo que Kaladin se marcha a la otra habitación.

Las cosas no pintan mal para Ursus y Balandir, ya que los enanos descompuestos se han centrado en ellos, los más cercanos. de momento el muro de carne y metal resiste ahora y siempre al invasor, pero... ¿Cuánto durará?

¿Podrán los aventuros demostrar que son más listos, rápidos y guapos que un montón de músculo y tendones animado por la magia oscura? ¿O perecerán en su primera prueba? Sólo Lux y la Virgen de los Dados lo saben

Al salir de la sala aledaña, vi que mis compañeros habían abierto la puerta doble y habían entrado en la oscuridad del otro lado. Crucé rápidamente los escasos metros que me separaban de la entrada de la mina y me asomé, casi chocando con la figura de Kaladin, que corría para volver a la gran sala. Di dos pasos y me introduje en el rellano que había antes de que el camino siguiera una escalera de caracol que serpenteaba hacia las profundidades. Miré alrededor para valorar la situación y actuar en consecuencia. Vi que tanto Ursus como Balandir se enfrentaban a cuatro momias enanas. Fijé mi vista en una de estas criaturas y conjuré en mi mente las palabras mágicas para lanzar mi hechizo.

-"¡Ignis, ardere!"

Una especie de flecha de fuego salió de mi mano extendida, recta hacia mi objetivo. Pero fallé estrepitosamente en el lanzamiento.

Viendo como aquellos seres eran más duros de lo esperado no quedaba otra que echar una manita para que fuera más fácil acertarles, pero mientras repasaba qué sabía hacer (o mejor dicho, me acordaba) vi como uno de los nuestros ponía pies en polvorosa ante el embite no muerto... el elfo

- Siempre había escuchado que la hombría de los elfos era algo discutible, pero ahora queda patente...- rezongué ante aquello antes de concentrarme y convocar unas danzantes luces tras los enemigos, bañándolos con una luz azulada, que los perfiló perfectamente en aquel lóbrego lugar

El primer golpe de Ursus no es que fuese lamentable... es que, por un momento, creyó haber partido por dos una mosca cojonera que sobrevolaba al cadavérico enano...

Ello le hizo pillarse cierto rebote, rodeado como estaba ya de enanos que extendían sus manitas graciosamente hacia él, como para abrazar sus patorras y darle mordisquitos... joder... le recordaban a sus sobrinos postizos... o sea... los hijos de la tía con la que se enrolló hasta las trancas su hermano pequeño (Jarl "el negro") ... nunca entendió por qué el otro salió negro...

Apretando los dientes, y siguiendo con un cabreo monumental, por eso de la tirria que tenía a los reividos, descargó su frustración, ira, y picor por ladillas, en forma de hachazo al mismo al que había dado Balandir justo antes (eso sí... tenía que fijarse bien en no equivocarse de enano a la hora de atizar)...

.... Y en esta ocasión, los Dioses le fueron propicios, y alzanzole, pertiéndole en dos cachos... lo que le hizo sonreir, satisfecho... eso de hacer bien las cosas... no estaba especialmente acostumbrado...

-¡Uno menos!!!!

- Bien Ursus, ese es mi chico. Sigamos así, vamos compañeros no podrán con nosotros. 

Vuelvo a lanzar mi hacha contra  uno de ellos, ya había caído uno pero aún quedaba tres, éramos mejores y además los superabamos en número. 

La situación de la pelea no le agradaba, sobre todo el terreno donde luchaban. Demasiado angosto, y no podía acortar las distancias por encima de sus compañeros. Su mano se acercaba instintivamente hacia la segunda daga, mas viendo la situación y con el gigante de por medio era un lanzamiento aún más difícil que el anterior. Se detuvo a obtener la situación por un momento.

Fue entonces que se oyó desenvainar nuevamente su espada, y aguardar en posición defensiva justo por detrás de la primera línea. Si alguno de sus compañeros caía, estaría lista para cubrirlos. Y si alguna de las momias los atravesaba, ella sería la primera en detenerlas.

Desenvaino la Espada Corta.
Preparo un Ataque en caso de que cualquiera de los Enakins logre atravesar a Ursus o Balandir y quede a mi alcance.

Los golpes iban y venían, también había bolas de fuego. Era como en los libros y novelas que había leído solo que aquí parecía que los malos tomaban ventaja. Barnaby empezó a pensar que quizás no había sido tan buena idea meter la cabeza en este asunto. El bardo sacó su hacha, se colocó en segunda fila, detrás del bárbaro. Los sueños de prosperidad y riqueza se desvanecían: Quizás no pasaría de la primera sala de aquella mazmorra. ¡Maldita sea!  

La situación estaba descontrolada: ataques errados por doquier y la creciente amenaza de los zombies enanos que no parecía presagiar absolutamente nada bueno. Sin embargo, lejos de asustarse, Lixue tenía clara su siguiente acción. Tras guardar su ballesta, cogió cierta carrera en dirección a la trifulca que mantenía el enano con los dos zombies que le rodeaban y... en el último segundo dio... ¿un salto?

No, no era un salto cualquiera. Lixue saltó mucho más alto de lo que una persona de su estatura podría hacer, giró sobre sí misma en un movimiento acrobático sin igual y aterrizó justo detrás de los zombies. Parecía como un gato que se revuelve en el aire para acabar cayendo en la mejor posición para atacar.

Su garra estaba lista para cercenar carne putrefacta.

La estancia del pozo se había convertido en una rave multitudinaria y agresiva. Cuando los enanos terminaron de subir las escaleras, con gran determinación y grandes dificultades motoras (como un puñado de grupees salvajes y empastillados), Barnaby y Karlynn protegieron a sus lanzahechizos, mientras Fumus y Barrik desataban toda la furia de sus lucecitas de colores sobre amigos y enemigos a la vez.

A lo largo y ancho de la habitación, todo empezó a refulgir en tonos azulados y verdosos. Un fuego mágico surgió de las piedras y envolvió todo lo que se encontraba en la estancia y sólo faltaba un solo de guitarra para amenizar el ambiente. Parecían los efectos especiales de un pergamino basado en la vida de Nikolav Teslav, un poderoso mago norteño convertido ya en leyenda, famoso por haber destrozado el tejido espacio temporal al investigar el conjuro aurora borealis.

A pesar de su voluptuosidad y magnificencia, los fuegos surgidos de la nada no parecían muy dañinos y, después de una breve pausa para superar la sorpresa y admirar el colorido, el combate prosiguió de la manera habitual, con Ursus destripando y derribando y el resto mirando desde la barrera.

Algunos de los mirones se quedaron prendados de la luminiscencia y Barrik y Balandir sentían que no podían apartar la mirada de la luz danzante. Eso era aceptable en el caso del enano, que probablemente se hallara totalmente deslumbrado, pero ¿un mago de la talla de Barrik? Vergüenza debería darle.

La guerrera enmascarada, por su parte, saltó y se retorció en el aire, ayudándose de la relativa amplitud del espacio de la sala, para colocarse justo a la espalda de una de las momias y acariciarle la espalda con la exótica garra metálica y afilada que portaba.

Aunque la habitación era lo suficientemente grande, Kaladin se hizo fuerte al otro lado de los portones dobles. Si todo salía mal, y los enanos momificados andantes sobrepasaban las 3 barreras de aguerridos defensores, él les daría su merecido. O saldría corriendo de allí, que probablemente sería lo más sensato dadas las salpicaduras de sangre que empezaban a adornar el panorama.

Con orgullo y satisfacción, pudo contemplar, por unos instantes, su obra; uno de los enanos, hecho una mierda. Esto ya había cogido carrerilla, y ahora se trataba de no perder el ritmo.

Se volvió rápidamente a por otro enemigo, que no era cuestión de ponerse ahora a descansar y contemplar la jugada, y le lanzó otro buen hachazo...

... y a fé mía que había entrado en calor; el hacha "mordió" carne sarnosa y polvorienta, mientras, a la vez, Ursus se deleitaba con las lucecitas; era como una fiesta de cumpleaños para un bárbaro: Dar de hostias a la vez que había un espectáculo de luces; ya solo faltaban las camareras de pechos turgentes con jarras tamaño XXL de buena y fría cerveza, para describir lo que sería el paraíso.

-MATAR, MATAR, MATAR!!!!!

Ah!, como le gustaba este trabajo (suspiro)

Lucecitas fantasmagóricas alumbrando la sangre que salpicaba el hacha de Ursus... que visión más estremecedora, suerte que las rápidas caladas a la pipa me ayudaban a serenarme y, algo más tranquilo, puse otra piedra en la tela y la lance contra el enano zombificado que brillaba

Los golpes se sucedían en uno y otro bando, con diferentes suertes. El conjuro que lanzó Fumus afectó a todos por igual, amigos y enemigos. Una resplandeciente luminosidad de color verde empezó a rodear el cuerpo de uno de los enanos, a Balandir y a mi. En otro momento no habría dejado que me afectara, pero estando tan concentrado como estaba, bajé mis defensas mágicas para acaparar todo mi poder en mi siguiente conjuro. Ahora parecía que tenía el foco puesto en mi. Concentrado como estaba no perdí ni un instante y, apuntando nuevamente la mano en dirección al sarnoso enano putrefacto que brillaba como un árbol de Navidad, empecé a recitar mi conjuro.

-"¡Ignis, ardere!"

Otra flecha de fuego salió de mi mano extendida, golpeando de lleno en él y haciendo que una lengua de fuego le quemara.

La batalla era encarnizada. Sangre y carne putrefacta comenzaba a manchar el suelo en el que se encontraban los combatientes. Los magos seguían lanzando hechizos que hacían iluminar la estancia con luces de colores. Ciertamente, era un caos.

Lixue, por su parte, siguió arañando con su garra el cuerpo del enano zombie que tenía enfrente. Sabía que la mejor manera de matar a un zombie era cortándole la cabeza. Por desgracia, su arma no era tanto de cortar trozos grandes de carne sino de hacer picadillo todo lo que tuviera delante.

—...

Además, la joven había entrado en un frenesí difícil de controlar: lanzaba añarazos a diestro y siniestro a una velocidad pasmosa haciendo que el cuerpo del zombie se impregnara de sangre. Pronto sería un amasijo de carne difícil de reconocer... Lo curioso era que, de su parte, sólo se escuchaba el sonido de la carne siendo rasgada y su respiración agitada por el esfuerzo tras la máscara. No emitía ni una palabra... algo que hacía la escena más espeluznante si cabe.

Los zombies se acercaban, ya estaban aquí. Barnaby los observó. Por supuesto que había escuchado hablar de los no muertos pero nunca había visto uno. Eran asquerosos, repugnantes, la carne se les caía a jirones, gusanos brotaban de las heridas y además apestaban a morcilla podrida. Enseguida comenzó el fregao: el bárbaro repartía mandobles, bolas de fuego cruzaban por encima de la cabeza de Barnaby, había fuegos artificiales, luces azules y hostias por aquí y por allá. Era el típico encuentro aleatorio y aunque el bardo estaba en una cómoda segunda línea y los zombies iban cayendo, se fijó en que el enano del grupo pasaba por ciertas dificultades así que agarró su hacha con fuerza y dio un paso adelante

Poco a poco parecía que ibamos tomando la iniciativa. Ursus seguía golpeando con rabia y el resto de compañeros se habían unido al combate lo cual ahora si que nos daba la ventaja numérica. 

Agarro de nuevo mi arma con todas mis fuerzas, era un Guerrero, tenía que resascirme y ayudar a mis compañeros. 

Estaba herido pero sabia que esto no sería mi final. 

Esta vez sí logró golpear a mi adversario, esta vez sí que le haría daño. Le hago una gran herida que sumada a las hechas por mis compañeros podría ser mortal.