Partida Rol por web

La noche se echaba encima y, aunque los lobos no paraban de aullar, decidieron hacer un alto. Necesitaban descansar y además no podrían avanzar en plena oscuridad, aunque el sitio elegido no parecía ser el más adecuado, allí en medio de la nada sin ningún tipo de protección o refugio. Cuando el Oshar se dirigió a ella agradecido se dio cuenta de que todavía no le había dicho ni su nombre ni el de sus compañeros. Si me viera madre me reñiría por olvidar mis buenos modales.

- Yo soy la dama Alhyon Aeryn y mi acompañante sobre el caballo es Phey, sacerdote de la orden de los Hijos de Ihvist. -Señaló al resto de sus compañeros.- La mujer que os ha sanado es Hanne, una sacerdotisa de Hareth. Y por último... él es Voki, nuestro guía. -Ni siquiera le dirigó una mirada al explorador.- Tenéis vuestra fuerza y vuestro coraje, y eso en estos momentos creo que será de gran ayuda para todos nosotros.

Sintió como el sacerdote desmontaba y optó por hacer lo mismo. El caballo tenía que estar muy cansado después de haber soportado el peso de los dos en aquellas condiciones. Se mordió los labios al oír el comentario de Phey.

- Qué tontería estás diciendo... -Aquella idea la había alterado ligeramente, pero ocultó su turbación al esconder su cara mientras aligeraba la carga del caballo.

—No haces campamento cerca de los árboles, luego de una nevada, muchacho —replicó Voki, mientras desempacaba las tiendas—. Vas a terminar con una rama rota en la cabeza o con todo el árbol encima y te dijo yo que no ofrecen mucha protección contra una mierda, excepto las avalanchas, si no son muy grandes —meneó la cabeza—. Todo el mundo es un jodido explorador aquí, menos Alegre. Si ya sabéis lo que hay que hacer y por donde hay que ir, avisadme y me voy yo sólo —dejó caer uno de los paquetes sobre la nieve—. Y el que se va a congelar soy yo y alguno más que monte guardia. El resto puede meterse en las tiendas, pero dormid con las armas a mano. Parece que los lobos se han asustado, pero también es posible que los envalentone la oscuridad.

Comenzó a despejar una porción de tierra, para clavar una estaca, mientras Aeryn hablaba con el gigante en su lengua inentendible. Aunque era bastante obvio que los estaba presentando, pues mencionó el nombre de todos.

Se detuvo un instante al escuchar la invectiva que Aeryn le lanzó a Phey, cuando éste preguntó si debían compartir las tiendas con los O’shar.

—Muchacho, si querías dejar a estos dos a merced del frío y de los lobos, era más fácil dejarlos donde los encontramos —opinó Alegre, volviendo al trabajo—. Si le salvas la vida a alguien, te haces responsable por él. Así dicen de donde yo vengo —se encogió de hombros—. No es que me importe. Lo que hagas es asunto tuyo. Yo no usaré mi tienda, los gigante pueden dormir allí.

Udokal escuchó con atención como la mujer se presentaba a si misma y a sus compañeros, aunque no logró entender todo lo que le decía y sus nombres resultaban raros para él. Asintió con la cabeza y después fue señalando uno a uno y repitiendo sus nombres.

-Alhyon Aeryn. Dijo señalando a la chica. Phey hijo de Ihvist. Su padre debía ser un guerrero reconocido para que lo nombraran junto a su nombre. Hanne. Dijo señalando a la sanadora mientras hacía un gesto de agradecimiento. Voki. El último lo pronunció secamente, no olvidaba que sin querer o no, había clavado una flecha a su compañera y por lo que parecía el resto de sus compañeros no parecía tenerle gran estima tampoco, la guerrera ni lo había mirado al nombrarlo. Hizo un pausa y se repitió varias veces los nombres para no olvidarlos, después se señaló a si mismo. Udokal. Y cuando entendió que todos habían comprendido como se llamaba señaló a su compañera. Keloa. Sonrió cuando acabó las presentaciones.

Cuando pararon para acampar se encargó de desatar a Keloa y ponerla suavemente sobre el suelo. No quería que se despertara atada y sobre un caballo como él. Después volvió a dirigirse a Aeryn.

-Alhyon Aeryn, yo puedo hacer guardia parte de la noche, estoy muy descansado gracias a vosotros.

Se ofreció para velar por la seguridad del grupo mientras estuvieran allí, ya estaba acostumbrado a hacerlo durante los días pasados y no era prudente dormir sin vigilar en aquellos parajes.

Atiende a las explicaciones de Voki. Phey tenía sangre del sur, ni el frío ni la nieve le eran familiares, y todo lo que pudiera aprender para el camino de vuelta estaría bien. Aún sopesaba la posibilidad de contratar o no a Voki para volver al sur, tras dejar a Hanne en la colonia. Volver solo era arriesgado, pero al no tener a nadie de quién cuidar no le daba miedo el desafío. Además, aún no sabía cuánto le cobraba Voki a la Alhyon. Phey no podría pagar según que precios.

Está bien, entendido. Meteremos a Keloa en la tienda de Voki. Puede despertarse confusa y atacar a alguien, así que no queda otra que dejarla sola. Supongo que con lo que ha dormido, Udokal puede pasar la noche en vela, ¿puedes preguntárselo, Aeryn?

En cierto modo, Voki había acudido en ayuda de la metedura de pata de Phey con lo de las tiendas, así que ahora el Hijo de Ihvist estaba más tranquilo con el tema.

Keloa, la consciencia vuelve a ti despues de lo que parece una eternidad, te duele la espalda y la cabeza, pero no debido a una herida, si no mas bien a una mala postura. Cuando abres los ojos ves que tus manos estan atadas, pero por suerte Udokal esta enfrente de ti y comienza a desatarte.

A tu alrededor ves a los pequeños humanos y a la joven de cabellos dorados, parece que os encotreis en un claro nevado, ha anochecido y a tus oídos llega el aullar de una decena de lobos.

Mientras Udokal se disponía a desatar a Keloa ve como esta comienza a despertarse, quizá debido al movimiento al bajarla del caballo. Le sonríe y comienza a deshacer los nudos que la atan.

-No te preocupes, han tenido que atarnos para poder movernos encima de los caballos. Al curar nuestras heridas nos hemos quedado dormidos. Dejó unos momentos para que su compañera pudiera comprobar que se encontraba bien. También te han tapado con estas mantas. Suponía que con ellas Keloa no pasaría mucho frío, aunque no eran igual de efectivas que las pieles O'Shar. Acabamos de parar, pasaremos la noche aquí.

Dejó que Keloa se situara un poco y esperó pacientemente a que esta le hiciera alguna pregunta si quería.

Lo primero que nota Keloa cuando empieza a ser consciente de su cuerpo, son las cuerdas en sus muñecas. Poco a poco va recordando la última imagen en sus ojos antes de perder la consciencia por algún tipo de embrujo que no podía llegar a comprender. Ella desnuda, gravemente herida y casi desarmada. Unos desconocidos rodeándola. Aquella bruja utilizando su magia para dejarla débil... Y Udokal corriendo hacia ella.

Alterada, abre los ojos de repente y empieza a moverse hacia atrás, agitada, buscando su puñal y esperando encontrarse a sus enemigos alrededor. Muy diferente es lo que sucede en realidad al abrir los ojos.

Se echa hacia atrás, apartándose de aquella figura que tiene ante sí... Ni siquiera se había dado cuenta de que sus manos ya no estaban atadas. Hasta que consigue reconocer en aquel desconocido la figura de Udokal.  A partir de ahí, todo fue más sencillo.

Obligándose a controlar y calmar su respiración, se aferra a las mantas para combatir el frío, del que ahora que ha despertado es más consciente que nunca. Escucha atenta las palabras de Udokal antes de abrir la boca para hablar, pero ningún sonido sale de ella. Carraspea un poco para humedecer sus cuerdas vocales y en un segundo intento, consigue preguntar lo que la tiene más preocupada.

- ¿Son aliados? -Pregunta con aquella dulce y suave voz que no concuerda para nada con su imagen- La flecha...

Empieza a explicar, recordando la flecha clavada en su espalda... Entendía que habían perdido el conocimiento al curar sus heridas... Tenia cierta lógica. Pero aquella flecha...

Bajo las mantas, encoge las piernas, doblando las rodillas y llevándolas a su pecho. Después de todo lo que habían pasado... Ahora es cuando Udokal podía ver a la lancera en un estado más frágil. Sin embargo, su mirada y sus esfuerzos por avivar su voz, le convencen de que pronto perdería de vista aquella fragilidad.

Udokal le hizo un gesto tranquilizador a Keloa, podía imaginarse como podía sentirse de confundida, pero allí estaba a salvo.

-La flecha no está, la hechicera te la sacó con su magia cuando te curó las heridas. A mi también me curaron. Fue a enseñarle su cuerpo pero estaba totalmente cubierto con sus pieles y ella no vería nada. Nos han salvado la vida y nos han ayudado. La mujer de cabello dorado sabe hablar nuestro idioma, aunque no logro entender todo lo que dice, si lo suficiente para arreglarnos. No se nada más de ellos la verdad, pero parecen buenas personas. Miró de reojo hacia Voki, quizá el fuera una excepción, todavía no estaba seguro.

El bárbaro buscó en su cinturón y sacó el cuchillo de Keloa, lo cogió por el filo y se lo tendió.

-Toma tu chuchillo. No tenía donde guardarlo, pero era una O'Shar y seguro que estaría mejor con un cuchillo cerca. ¿Necesitas algo mas?

Deseaba ayudar a su compañera pero se dió cuenta que poco más podía ofrecerle ya.

Una vez desmontados había que empezar con el ritual de montar el campamento, en aquel descampado tendrían que buscar la mejor manera de estar a cubierto, protegiéndose del frío y de los lobos. Empezó a descargar las cosas del caballo de la sacerdotisa, lo primero de todo sería montar las tiendas y, si Voki no empezaba a discutir, encender alguna hoguera, algo de comida caliente les iría bien.Y también había que establecer los turnos de guardia, iba a trasladar la pregunta de Phey al Oshar pero, al ver cómo aquel bárbaro atendía a la mujer que se acababa de despertar, prefirió darles unos minutos antes de interrumpirlos.

Pasado un tiempo prudencial se acercó a los dos con una sonrisa tranquilizadora en los labios.

- ¿Cómo te encuentras? -Le preguntó a la mujer que parecía un tanto aturdida.- Mi nombre es Aeryn y en estos momentos nos disponemos a pasar la noche. Hace frío así que lo mejor será que descanses dentro de una tienda bien arropada con las mantas, mañana ya veremos cómo te podemos conseguir algo de ropa. -Miró a Udokal antes de proseguir.- Tendremos que hacer turnos de guardia y espero contar con vosotros dos para ellos.

Aeryn miró al resto de sus compañeros que ya estaban montando el campamento.

- Prepararemos algo para comer, creo que a todos nos vendrá bien reponer fuerzas con alimento caliente.

La sacerdotisa se acerco al fuego nada mas que este prendió. Como otras veces vertió agua de una cantimplora en unos cuencos y despues le añadió una serie de hierbas.

El campamento no tardo en llenarse con el suave olor de las hierbas. Uno a uno os fue dando un poca taza de aquel té, incluso a Voki, aunque con este último se tuvo que contener para no echarselo encima

En el momento en que Keloa vió a Aeryn acercarse, tal y como se esperaba de ella, desaparecen los restos de dudas y temor de su rostro. A pesar de estar prácticamente desnuda, algo por lo que más de una mujer podría sentirse humillada, la O'Shar levanta la barbilla y con expresión seria, clava sus ojos en la desconocida. La observa sin decir ni una sóla palabra durante unos segundos... Una mirada fría y distante que convence a Aeryn, y a cualquiera, de que no necesita ni piedad ni palabras dulces.

Aún sin apartar la mirada de la rubia, toma el cuchillo Kryll de manos de Udokal, y lo sujeta con firmeza, sin un atisbo de duda... Cómo si fuera una extensión de su propio brazo.

Tras unos segundos que parecen interminables, finalmente parece darse por satisfecha y decide responder.

- Keloa -Se presenta sin usar una palabra de más- Y gracias.

Asiente finalmente, con un gesto de su cabeza. Aunque han sido solo 3 palabras, y su tono de voz ha sido tan frío como su mirada gris, su voz es mucho más dulce y suave de lo que cabría esperarse de una guerrera de su envergadura... Y su aparente ferocidad.

Luego se gira hacia Udokal y se dirige hacia él.

- Yo haré la primera guardia. Estoy cansada, pero no puedo estar más tiempo inconsciente. Tengo la sensación de haberme perdido mucho... -Añade la última frase mirando de reojo a Aeryn. Puede que haya aceptado y agradecido la ayuda del grupo... Pero no por eso confía en ellos- Necesito ropa y jabalinas. -Termina, marcando el que sería su próximo objetivo.