Partida Rol por web

Mientras os preparabais para otro asalto, en mitad del campo de batalla aparece una joven montada sobre un caballo (vosotros apenas si habéis visto caballos en vuestra vida, y siempre en estado salvaje, nunca montados por nadie, aunque habéis oído hablar de que los pequeños y débiles humanos del sur los usan así)

La joven, vestida con una ligera túnica mira la batalla con ojos desorbitados, y su caballo comienza a encabritarse... apenas un par de segundos después aparece otro humano a caballo, un humano de hierro, pues practicamente todo su cuerpo esta recubierto de metal .. (armadura). al contrario que la joven, ni él ni su gran montura, que empequeñece a la de la joven se ponen nerviosos.

Keloa se agacha al escuchar el tan conocido sonido de las jabalinas volando... Aunque esta vez no fueran las suyas. Con esto consigue que sólo una de ellas la toque. La pelirroja nota como la sangre brota de su hombro, cubriendo su desnuda piel, fabricando un traje a juego con el color de su cabello.

Pero no había tiempo que perder. Conocía de sobra el daño que podían causar las jabalinas... No podía permitirse un nuevo ataque por su parte. Pero también conocía sus debilidades... Debía acortar distancias. Aunque estuviera más cerca de los pieles verdes, también podría causarles más daño. Aunque primero debía acabar con el lobo que tiene delante.

De reojo observa durante un instante a Udokal y sonríe de medio lado. Era todo un O'Shar, y se iba a llevar unas cuantas vidas a otro mundo...

Algo llama su atención al borde del claro... Algo que nunca había visto. Pero no podía permitirse el lujo de distraerse. Aunque no supiera de qué lado estaban, esperaba que al menos, aquellos dos humanos dieran media vuelta y no se unieran a su batalla, pues ya habría bastante sangre derramada con la suya y la de sus enemigos.

Sin pensarlo dos veces arremete contra el orco que tiene más cerca con todas sus fuerzas. Aunque ha perdido totalmente de vista a Keloa todavía oye como combate y los alaridos del otro lobo, es una chica dura de pelar, aún así solo piensa en acabar con todos sus enemigos e ir a ayudarla si fuera necesario. La furia lo consume por dentro y tan solo parará hasta que todos sus enemigos caigan frente a él.
Mientras se mueve, le parece distinguir por el rabillo del ojo algo extraño: un caballo con alguien montado encima. Alguna vez había oído historias sobre los pequeños habitantes del sur que se desplazaban encima de caballos que domesticaban, aunque nunca les había prestado mucha atención. El caballo parece encabritarse y eso hace que su atención se dirija durante un instante hacia allí, es un guerrero entrenado y sabe que tiene que estar atento a cualquier cambio que se produzca durante una batalla si quiere conservar su vida. Tras ese primer caballo le parece distinguir un segundo, pero aún más extraño todavía, encima lleva como una figura metálica, o al menos eso parece por los reflejos que la luz hacen. A pesar de lo insólito de la situación no puede permitirse dudar un solo instante. Ataca sin pensarlo con su hacha nuevamente.

Si son más enemigos nos encargaremos de ellos a su debido tiempo.

Consigues burlar de nuevo las defensas del Lobo Narog, que herido como esta, se mueve mas lento de lo normal. Tu puñal se hunde profundamente esta vez en uno de los flancos. Su chillido (no se si los lobos chillan o no) es la prueba del dolor que le has infringido.

El Lobo Narog se tambalea, aunque no cae.

Con un potente movimiento de sus brazos Udokal dirige toda la fuerza de su golpe contra el orco más cercano que apenas pone resistencia ante el ataque del bárbaro, probablemente sorprendido de que haya terminado con el lobo tan pronto no se esperaba el rápido ataque de su oponente. Su fugaz reacción para intentar apartarse no fue suficiente para evitar que la enorme hacha se clavara en su cuello cortándole la garganta de tal manera que la sangre surgió a borbotones salpicando a todos los que estaban alrededor mientras el orco caía al suelo entre espasmos. Pero no había tiempo para celebrar nada, todavía se encontraba rodeado de enemigos.

El humano de acero se queda intentando tranquilizar a la joven y su montura. Mientras, los Pieles verdes vuelven a la carga.

El lobo Narog, malherido, retrocede un par de metros, de espalda, sin dejar de fijar su atención en Keloa, en eso los 3 Orcos Orog, cargan contra ella, tras haber lanzado sus jabalinas en el round anterior.

En clara desventaja numérica, y luchando sin armadura ni escudo que la protejan algo de los ataques de los pieles verdes, la agilidad de Keloa no es suficiente, y dos de los Orog consiguen sobrepasar sus defensas y hundir las viejas hachas en su hermoso cuerpo

El estilizado Orco Narog, viendo que el combate se esta complicando mas de lo necesario decide actuar. Lanzando su látigo para atrapar el brazo del gigantesco Udokal.

Udokal aparta a tiempo el brazo, al escuchar silbar el látigo en el aire, pero eso hace que abra sus defensas, y como contra su hermana de clan, dos pieles verdes consiguen sangre.

Sois conscientes de que no durareis mucho mas, el último ataque de los pieles verdes os ha dejado malheridos y aun quedan muchos en pie, demasiados.

Mientras os preparáis para los que pueden vuestros últimos segundos vivos. En el campo de batalla aparece un nuevo jinete, o seria mejor decir dos, sobre un mismo caballo.

Un pequeño humano de aspecto sucio y desagradable, y tras el, una joven como nunca antes habíais visto una... de cabello dorado y largo, casi resplandeciente y de una belleza sobrenatural, esta última vestida de hierro, como el jinete que había llegado antes, pero al contrario que la de este, una armadura plateada, con unos pocos grabados, su armadura era dorada y blanca, como su cabello deslumbrante, y cargada de hermosos y delicados grabados.

Mientras a su alrededor no paraban de aparecer humanos montados en caballos Udokal lucha por seguir con vida intentado parar los ataques que le vienen encima. Incluso en orco narog que se había mantenido al margen de la lucha hasta el momento intenta sin éxito atrapar el poderoso brazo del bárbaro con su látigo, aunque al esquivar deja al descubierto su flanco y dos de sus atacantes consiguen herirlo gravemente. En el estado de furia en el que se encuentra no es consciente del dolor que producen esos ataques, pero no podrá aguantar muchos más.
En un giro rápido de cabeza ve a su compañera también acosada por los pieles verdes que se lanzaron contra ella, si bien parece que ha hecho retroceder al lobo. No parece estar en mejor situación que el. Y ahora puede ver con claridad a los cuatro extraños humanos montados en caballo, sobre todo a los que llevan brillantes armaduras. Si por casualidad fueran enemigos estarían perdidos, pero parece que no toman partido en la pelea.
Udokal no se lo piensa dos veces y arremete con su hacha nuevamente sobre su próximo objetivo con la esperanza de llevárselo por delante.