Partida Rol por web

El alto precio de la inmortalidad

Helen Kensington

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23/11/2013, 19:46
Director

La ciudad de Nueva York siempre es la misma.

Desde sus inicios tu ya estabas aquí. Durante todos los siglos que el Sabbat domino la ciudad, tu estabas aquí. Ahora que la Camarilla esta a cargo, tu estas aquí. Y conoces la ciudad como la palma de tu mano; cada calle, cada callejón, cada bar, cada hotel, cada tienda.

Muchos vástagos vendrán. Eventualmente morirán o se irán como siempre pasa. Pero tu permanecerás.

Dejando atrás estos pensamientos te dispones a comenzar tu noche. Hay mucho por hacer: la Camarilla por fin esta organizándose y muchos vástagos nuevos no conocen tu nombre... algunos otros pretenden tomar lo que es tuyo.

Un nuevo juego comienza. Un nuevo movimiento de la Jyhad. Y tu tienes la ventaja mas poderosa: tu conocimiento de la ciudad.

Y la ciudad siempre es la misma.

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23/11/2013, 21:20
Helen Kensington

La noche se presentaba fresca, agradable. La Toreador observaba la Ciudad con mayúsculas desde la azotea de su edificio. Muy abajo podía ver cómo iban entrando en su galería de arte los asistentes a la presentación de esa noche. Humanos en su mayoría. El olor a alta sociedad, a indiferencia, a soberbia, subía hasta arriba y Helen lo disfrutaba. Adoraba andar entre los humanos que se creían superiores (monetaria o intelectualmente) al resto de mortales. Ingenuos. Si tan sólo conocieran el alcance del verdadero poder...

Miró al horizonte y se embriagó con la brisa que agitaba su vestido rojo como el fuego, del mismo color que su cabello. El ruido del tráfico, de la policía, las ambulancias, el bullicio amortiguado de una discoteca cercana... Podía sentirlo todo. Y le encantaba. Una fina sonrisa se dibujó en sus labios pintados de un rosa suave. Había visto crecer aquella ciudad a su alrededor como si de un hijo se tratara. Había luchado, conspirado y sangrado por cada una de sus calles, sus parques y sus manzanas para liberarla del control del Sabbat. Y por fin lo habían conseguido.

Con la abdicación de Calebros, el asiento de Príncipe volvía a estar vacío. Pero no era algo que ella deseara. Desde luego, no sería una mala Princesa. Pero ella prefería trabajar desde las sombras. Había colocado a Calebros en ese asiento metafórico que era el Principado y podría colocar a otro. ¿Pero a quién? Aún había que estudiar a los posibles candidatos.

-Mi señora. -Uno de sus Ghouls, el polaco, apareció por la puerta que daba acceso al interior edificio-. Todos los invitados han llegado ya. Phillipe espera a que usted lo presente para salir a la Galería Principal.

-Muchas gracias, Roman. Enseguida bajo.

El juego volvía a cambiar, a moverse, y tendría que actuar con rapidez si quería mantener su posición en la ciudad. Demasiados jugadores nuevos, demasiadas amistades que ganar y enemigos que derrotar. De pronto la eternidad le pareció demasiado corta para llevar a cabo todos los movimientos que tenía por delante. Se dio la vuelta y entró en el edificio. Era hora de centrarse en la velada que tenía por delante. Si todo salía bien, Phillipe sería el próximo Andy Warhol.

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24/11/2013, 11:17
Helen Kensington

Notas de juego

Narrador, he ajustado la ficha ya con lo que me dijiste y con los puntos gratuitos que me diste. Lo de los méritos y defectos te lo iré explicando conforme pase el prólogo, en historia, que mola mucho más.

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25/11/2013, 16:29
Director

Lo primero que sientes es su mirada, en cuanto comienza la presentación. Ahí esta ella, en tu galería, observándote. Introduces a Phillip, pero tus pensamientos estan en ella. ¿Que hacia aquí? Era evidente por como te miraba y por sus acciones, que venia con bandera blanca. Solo quería hablar.

Ekaterina.

La conociste hace ya tantos siglos. Nunca estuviste segura de cual de las dos había llegado primero a la ciudad. Lo único que sabes con certeza es que ambas compartieron la ciudad durante mucho tiempo. Alguna vez la odiaste, cuando después de muchos años, por fin el Sabbat te arrebato la ciudad y ella fue nombrada Obispo. Intento matarte en repetidas ocaciones, pero eventualmente demostraste ser mucho mejor que cada manada Sabbat que enviaba a por ti. Aprendieron a respetarse mutuamente, tal vez por las tantas veces que intentaron reclutarse la una a la otra, siempre con el mismo resultado. Ambas demasiado testarudas y orgullosas.

De todos los miembros del Sabbat ella era la única que valía la pena para ti. Todos los demás eran simplemente demasiado salvajes o ignorantes. Sabias que un día una de las dos acabaría muerta y te parecía a la vez profundamente triste y hermoso.

Fue hace casi medio siglo cuando, primero como un rumor, pero eventualmente como una realidad, te enteraste que el mismo Sabbat la había traicionado y asesinado. Nunca odiaste a la secta tanto como ese día y en tu corazón juraste vengarla.

Y por muchos años, con cada Sabbat que llevabas a la muerte definitiva con tus planes, pensabas en ella. Hasta que la volviste a ver.

Fue en el año previo a la toma de la ciudad. Ella estaba ahí, entre los vástagos que lo planearon todo. Por primera vez en siglos, sentiste como tu corazón muerto latía de nuevo. Nunca habías visto nada tan hermoso como ella. Sobra decir que no fuiste de mucha ayuda en esa primera reunión. Solo podías observarla en un completo paroxismo.

Por que, al recuperarte, no la delataste como un miembro del Sabbat, aun no estas segura. Pero permitiste que siguiera con su mentira: Ahora se hace llamar Katherine Wiese y pretende ser una ancilla del viejo mundo, leal a la Camarilla.

Katherine se distinguió por su ayuda en la planeación y ataque a la ciudad. Lo rápido de su ascenso no te sorprende, conoces muy bien lo bien que se desenvuelve en la Jyhad.

Durante estos últimos años, siempre la evitaste. Tal vez por miedo a descubrir que aun era del Sabbat. Pero ahora esta aquí, mirándote fijamente con esos inquietantes ojos verdes, la mitad de su rostro cubierta por un velo, como siempre.

Notas de juego

Nota: Calebros aun no abdica. La partida comienza precisamente unos dias despues de su anuncio de que renunciara en los proximos meses. 

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25/11/2013, 17:13
Helen Kensington

Al principio de esa noche toda su atención estaba destinada a Phillipe, el artista en ciernes a quien había decidido apoyar y elevar a la categoría de Gran Maestro de las Artes. La presentación fue un éxito. Sus pinturas, la fuerza de los colores y de los trazos lo hacían ir un paso más allá de Van Gogh y de Monet. Un transgresor puro, no de esos que cagan en una lata y la exponen en un museo o que retuercen unos cuantos rifles y lo llaman "arte". Arte... el simple hecho de pensar que aquello era llamado Arte aquellos días le revolvía el estómago. Philllipe era el siguiente paso de la evolución del Arte y Helen lo sabía. También sabía que era un talento que debía de ser preservado. Había demasiado que expresar en aquella pintura como para hacerlo en una sola vida humana. Ahora que Calebros se iría -el anuncio de su abdicación no había cogido por sorpresa a nadie- era hora de hacer algunos cambios a sus estúpidas leyes. Que no puedo crear chiquillos. ¿Acaso ese murciélago arrugado ha olvidado quién lo puso ahí?, pensó. Ese bastardo seguiría en las cloacas de no ser por mí. No te preocupes, mi querido Phillipe. Tu arte será mío y que se atrevan a entrometerese.

Tras la espectacular presentación (se apagaron las luces, un violinista comenzó a tocar y, poco a poco, se fueron encendiendo los focos que iluminaban las pinturas) las siete salas dedicadas a la exposición Expression de la Couleur, de Phillipe D'Arceneau volvían a estar iluminadas con su luz habitual. Debía confesar que no iba a dejar al azar el éxito de la presentación, por lo que había usado parte de sus encantos como vampiresa para dejar extasiados -artísticamente hablando- a la mayoría de los presentes. Helen había liberado al artista de su sombra y este se paseaba ahora entre la multitud, recibiendo elogios de todos los que contemplaban sus obras. Dos de los sirvientes Ghoules de Helen paseaban entre la multitud con bandejas de canapés y bebidas. El otro estaba encargado únicamente de servir a los seres sobrenaturales cualquier capricho -dentro de una coherencia- que desearan mientras disfrutaban de la exposición. Helen pudo ver un demonio, un par de magos discutiendo acaloradamente junto a una de las pinturas más controvertidas de Phillipe, un hada (una Sidhe, por lo que pudo ver en su aura) y algunos vástagos.

De repente todo desapareció a su alrededor. Unos ojos verdes fueron lo único que pudo ver, lo único en lo que pudo centrar su mirada. Aquella niña, que hubiera sido una humana demasiado joven como para estar allí, la miraba fijamente. Helen se recompuso. Había mucho pasado entre ambas, pero aquel no era el lugar ni el momento de removerlo. El pasado es mejor que se quede donde está. Chasqueó los dedos y su sirviente le trajo enseguida dos copas de sangre. Helen las sostuvo con el cuidado y la delicadeza que sólo daban los años de práctica y se acercó a aquel ser que ahora tenía toda su atención. De hecho, varias personas, grandes celebridades y altos políticos humanos, trataron de llamar su atención en el recorrido hasta ella; pero Helen no tenía ojos para otra cosa. La orquesta comenzó las primeras notas del Canon de Pachelbel cuando Helen llegó junto a ella.

-Mi querida Katherine, -dijo ofreciéndole una de las copas y dando un trago de la suya-. Veo que te adaptas bien a la nueva situación de la ciudad. Tu traición al Sabbat parece estar dando sus frutos. ¿Qué te trae a la presentación el joven Phillipe? Estoy completamente segura de no haberte incluido en la lista de invitados...

Helen le sonrió a su antigua enemiga-amiga. Habían pasado por tanto que ya no sabía muy bien cómo se definía su relación. Sin duda, desconfianza y cautela eran dos de las palabras que debían entrar en esa definición.

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26/11/2013, 13:02
Katherine Wiese

Por un fugaz momento te parece verla sonreír. Al menos sus ojos te sonríen. Su velo no te permite estar segura.

-Helen. -es todo lo que dice mientras toma la copa de vitae. Por un largo momento solo hay silencio entre ustedes. Katherine mira a su alrededor y asiente. Su manera de reconocer todos tus logros-. Me da mucho gusto ver que de nuevo estas en la cima de la ciudad. Desafortunadamente no estoy aquí para apreciar los logros de tu mascota. ¿Hay algún lugar donde podamos hablar en privado?

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26/11/2013, 16:05
Helen Kensington

Helen sonrió de forma cautelosa. ¿Hablar en privado? Sí, claro, y de paso te presto una estaca para que me la claves en el corazón. No será tan privado, cariño. Hizo un gesto y el Ghoul que le había dado las copas de sangre asintió. Dejó inmediatamente lo que estaba haciendo y salió por una puerta lateral. Aquel tiarrón polaco era casi tan grande como para tener que cruzar la puerta de lado. Helen se volvió hacia Katherine.

-Por supuesto, querida. Sígueme.

Liderando el paso pero sin perder de vista por el rabillo del ojo a su vieja enemiga, Helen cruzó la puerta por la que el Ghoul había abandonado la sala. Cruzaron un pasillo y abrió una puerta con seguridad electrónica, numérica y con lector de huellas.

-Nunca se puede ser lo suficientemente precavida -Comentó.

En el interior les esperaba una sala privada con varios divanes y cómodos asientos, una luz tenue y una música relajante que comenzó a sonar nada más Helen puso un pie en la habitación. Allí de pie esperaba Roman con los brazos en la espalda, muy tieso y serio, sin pronunciar palabra.

-Aquí podemos hablar con tranquilidad. Roman es de los mejores Ghouls que he tenido. Ciego y sordo cuando sabe que debe serlo, como ahora.

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26/11/2013, 17:05
Katherine Wiese

Por unos momentos Katherine mira detenidamente a Roman, tomándole la medida. -Por mi, perfecto-. Dice al fin.

-Mi querida Helen, bien sabes que no soy una cainita que reniegue de sus obligaciones. -Continua, Katherine-. Y se que tengo una deuda contigo. Tome un gran riesgo al presentarme ante la Camarilla sabiendo que me encontraría contigo eventualmente. Pero mi instinto me decía que no me delatarías.

-Por otra parte, también asumí que tomarías ventaja de la situación rápidamente, como sueles hacerlo. Ya imaginaras mi sorpresa cuando pasaron los meses y no solo no aprovechaste mis circunstancias, sino que parecía que me evitabas-. Al decir esto ultimo, Katherine se detiene y te mira, como esperando encontrar una respuesta en tu reacción.

-Pues bien, estoy aquí para reconocer mi deuda, Heleentje. Y estar en deuda contigo es algo que me jode. Pero tampoco permitiré que pretendas que esta bien; que me estas haciendo un favor sin importancia, como si fuera un chiquillo. Así que seré honesta contigo. Si este es uno de tus planes o no, es algo que me elude. Pero la situación ahora que el Príncipe esta por renunciar pone fin al tercer acto de la toma de la ciudad. El Sabbat esta fuera y la marioneta que la Camarilla puso en su lugar pronto lo estará también.

Con un suspiro falso, como lo son todos en un vástago, Katherine termina. -Así que dejemos el pasado a un lado. NY esta por quedarse sin príncipe y sin lideres evidentes. Y si tu no tomas el principado, seguramente controlaras al que si. Pero también vas a necesitarme. ¿Sabes porque? Por que el Sabbat va a volver. Y sera pronto, Heleentje. Y yo conozco a la secta y conozco a Polonia.

Notas de juego

Clay, por favor pon una lista en tu hoja de tus criados, tus contactos y  tu aliado.

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28/11/2013, 20:11
Helen Kensington

Katherine estaba demasiado amable. Helen la conocía lo suficiente como para saber que eso era malo. Y sin embargo, le devolvió la amabilidad. La joven Kat hablaba de favores. ¿Era eso a lo que había venido? ¿A pedir un favor? Chica, o estás más desesperada de lo que creía o de verdad no tienes ni idea de a quién tienes enfrente. De momento no había pedido nada.

-Tranquila, cariño. Sé quienes me deben favores y quienes no. No creas que me he olvidado de ti. La inmortalidad es lo suficientemente larga como para poder cobrarlos todos cuando llegue el momento oportuno.

A pesar de su cuerpo muerto y enfriado hacía ya muchos siglos, un escalofrío recorrió la nuca de Helen, de Heleentje. Heleentje... Hacía mucho que no oía su verdadero nombre, su nombre mortal. Una sonrisa se escapó de su rostro sin que tuviera que forzarla. ¿Sería posible que esa cainita llegara a agradarle en algún momento? Al parecer el Sabbat estaba confabulando en sus sombras, como siempre. Maldición. Le había costado mucho recuperar Nueva York, y Helen no iba a dejar que se lo arrebataran de nuevo.

-Así que esto es una visita de advertencia, ¿eh? -Le dijo a su, aparentemente, jovencita amiga-. No irás a cambiarte de bando otra vez, ¿verdad? Has hecho mucho bien por la Camarilla de Nueva York, Katherine. Eso no será olvidado cuando... el próximo o próxima Príncipe esté en el poder, sean cuales sean tus crímenes del pasado. Pero ahora que estamos en confidencia dime, vieja amiga, ¿qué sabes de los planes de ese cabrón de Polonia?

Notas de juego

Los he puesto al final de la ficha. Revísalos y dales el visto bueno.

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29/11/2013, 22:10
Katherine Wiese

-Aclaremos una cosa, yo no me cambie de bando; el Sabbat me traiciono. Intentaron matarme. Fallaron. Ahora planeo pagarles con la misma moneda. En cuanto a Polonia, se lo suficiente para saber que volverá. Su orgullo no lo dejara en paz hasta que retome la ciudad. Y la va a tomar si todo sigue como ahora. En cuanto se de cuenta de lo débil y desorganizada que esta la Camarilla, se lanzara por su presa.

-Se que no confiás en mi. No necesitas hacerlo para entender la situación: nosotras somos la mejor opción que tiene la ciudad ahora. Así que pon en orden las cosas para que podamos prepararnos.

Katherine se levanta de su asiento, dándote la espalda da unos pasos hacia la ventana, con una vista excelente de los rascacielos de NY. Observa la ciudad, pensativa.

-Supongo que acudirás al Elíseo hoy. -Katherine, te mira por encima de su hombro-. Esta noche comienza todo, Helen. Y cuando termine, muchos habrán dejado claras sus intenciones.

Dicho esto, Katherine se encamina a la puerta. Roman se hace a un lado para dejarla salir. -Tienes mi apoyo incondicional-. Te dice como despedida. -No lo desperdicies.

¿Era así de honesta antes la otrora Obispo del Sabbat? No puedes estar segura. Ciertamente nunca fue así de descuidada. Cualquiera que viva tanto como ustedes dos sabe que no se llega a antiguo confiándole tus planes a los demás.

Observas la mesa de centro y descartas la idea con una sonrisa. No, no es descuidada. Tiene un plan y todo parece indicar que tu eres parte de el.

Su copa de vitae descansa sobre la mesa, tan llena como cuando se la diste.

 

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29/11/2013, 23:09
Helen Kensington

-Tranquila, vieja amiga. -Le respondió con su mejor sonrisa-. Sólo estaba pinchándonte un poco. Esta noche estaré en el Elíseo, y espero que tú también. Creo que es el momento de poner las cosas en marcha, como bien dices. Y me vendría muy bien tu apoyo. De verdad te lo agradezco. Adiós, Katherine. Nos vemos más tarde. Ahora debo ocuparme de algunos asuntos.

Cuando Katherine se hubo marchado, Helen salió de la sala acompañada de Roman. Atravesó el salón principal de su Galería de Arte conversando con algunos y despachando a otros con amabilidad. Katherine ya no estaba en la sala, ni en la galería. ¿Qué sería lo que pediría a cambio? Sin duda, le debía un favor, pero... Bah. Helen descartó esos pensamientos de su cabeza y se centró en lo que tenía justo delante. La verdad, le estaba entrando hambre.

Salió de su galería de arte y se paseó por la manzana de apartamentos que formaban su territorio. Roman caminaba tras ella dejando una distancia prudencial. Desde luego, mejor guardaespaldas no había. Helen siguió a una joven pareja que acababa de abandonar un cine cercano y que discutían los pormenores de la película que acababan de ver mientras se hacían arrumacos y carantoñas. ¡Ah, la juventud!

Esperaría a que tomaran un callejón solitario para cazar. No era el momento de llamar la atención.

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30/11/2013, 01:18
Director

Notas de juego

Para cazar puedes hacer 3 tiradas, dependiendo de tu estilo. Apariencia + Subterfugio para un estilo de seduccion. Resistencia + Atletismo para un estilo de depredador. Astucia + Callejeo para para un estilo de oportunismo en la ciudad.

La dificultad depende del tipo de barrio. Para uno elegante como el tuyo es 6.

Si ademas estas en tu dominio la dificultad se reduce en 1 por cada punto que tengas en dicho trasfondo. Tambien puedes usar tu fama de la misma manera, reduciendo la dificultad en 1 por punto.

Puedes interpretar la cazeria deacuerdo al resultado de los dados.

Recuerda que solo puedes beber entre 1 y 4 puntos de forma segura para el ganado. 5 o mas puntos requieren atencion medica.

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30/11/2013, 12:43
Helen Kensington

La joven pareja se desvió por un callejón, tal y como predijera Helen, y esta usó su velocidad vampírica para dar un rodeo y atravesar el callejón en dirección contraria. Cuando llegó a su altura, se detuvo ante ellos y esbozó la más inocente de sus sonrisas.

-Oh, disculpad, chicos. -Dijo con voz melosa-. Necesito vuestra ayuda, sólo será un momento. Seguro que sabéis quién soy, Helen, la propietaria de la galería de arte que hay aquí en la esquina. -Helen desplegó todo el encanto con el que le habían dotado los dioses, añadiéndole un toque de su poder vampírico de seducción. Tenía a los chicos en el bote que, ensimismados, no podían apartar la mirada de sus intensos ojos-. Estoy segura de que dos jóvenes tan encantadores como vosotros no negarán su ayuda a una pobre mujer desvalida como yo. Además, podréis disfrutar de la fiesta que aún se está desarrollando en la galería. Por favor, acompañadme.

Sin necesidad de decir nada más, Helen cogió suavemente de las manos a la pareja y la llevó hasta una de las puertas laterales de su galería. Los llevó a través de los pasillos bien iluminados y excelentemente decorados de su refugio hasta una sala privada con tonos rojos suaves y música relajante. La pareja, tan asombrada, excitada y embaucada por la vampiresa, no pudo sino dejarse hacer. Helen tuvo cuidado y fue gentil. Apenas bebió un poco de cada uno, lo suficiente como para dejarlos extasiados sexual y espiritualmente pero no causarles daños.

====

Tras dejar marchar a la pareja, tan confundida y excitada que seguro que recordarían aquella noche con placer (e incluso servirá para hacerles jugar sexualmente en un futuro), Helen salió a la fiesta que estaba ya en su punto álgido. Había bebido un poco de cada uno, pero aún tenía algo de hambre. Examinó la sala con sus ojos expertos de cazadora y localizó a su próxima fuente de vitae. Un hombre de negocios, se le olía la clase social desde lejos, de mediana edad llevaba varios minutos detenido frente a uno de los cuadros de Phillipe dándole vueltas a su copa de vino. Parecía estudiar el cuadro con delicadeza y detenimiento, pero Helen sabía que el pobre simplemente trataba de hacerse el interesante. Con gusto, cedió a sus fantasías. Se acercó y desplegó sus mejores armas de seducción, que no eran pocas...

*  *  *

Helen se estaba bajando la cremallera del vestido cuando lo vio. Él se estaba deshaciendo de los primeros botones de su camisa de seda de 1.500$ cuando dejó al descubierto una cruz de plata que llevaba colgada de una cadena. La visión la horrorizó. Los viejos recuerdos de la Europa de la Reforma y Contrarreforma religiosa vinieron a su mente como un torbellino imparable de terror y miedo. Fueron días oscuros para ella y para su Sire, las cacerías de brujas y de vampiros casi los llevaron a la hoguera más de una vez. Helen trató de controlarse, respirando hondo incluso cuando no necesitaba respirar...

Pero no pudo soportarlo.

Habían pasado demasiadas cosas como para poder estar de nuevo en presencia de una cruz. Con un grito de rabia, Helen golpeó la cabeza del hombre y lo dejó inconsciente. Sabía que había mostrado sus colmillos, su naturaleza sobrenatural al espantarse por aquel símbolo. Malditos puritanos norteamericanos. El grito alertó a Roman, que entró como una apisonadora en la habitación. El cuerpo a medio desnudar de Helen no le impresionó lo más mínimo, sino que su cara reflejaba verdadera preocupación por su ama. Cuando vio la cruz que colgaba del pecho del hombre de negocios, lo comprendió perfectamente y, sin decir ni una palabra, agarró la cruz y se la arrancó del cuello. Rebuscó por todo el cuerpo si había más cruces, pero no encontró ninguna. Luego, se marchó y los dejó solos.

Helen, herida en su orgullo, se sació bebiendo hasta que el hombre de negocios se despertó, pataleó por ser consciente de lo que estaba ocurriendo y volvió a caer inconsciente por la pérdida de sangre. Al terminar, avisó a Roman y le dijo que se deshiciera del hombre.

====

La fiesta daba sus últimos coletazos y Phillipe estaba moderadamente ebrio. No sólo de alcohol sino también de gloria artística. Helen se acercó a él y le susurró unas palabras dulces al oído, exactamente las que Phillipe quería oír. Sin muchos más preámbulos, ambos pasaron a la sala donde, un rato antes, Helen hablara con su vieja amiga/enemiga...

- Tiradas (4)

Notas de juego

Bueno, pues allá vamos. Primeras tiradas en esta partida. A ver si me sonríe la suerte.

Astucia 4 + Subterfugio 5. Dificultad 6, barrio pijo. -2 por Dominio, -1 por fama =

9 dados a Dif 3.

Bueno, pues ya están hechas las tiradas. En un momento edito este mismo post y te pongo la "narración" de la cacería. Para que quede claro, he usado Celerida para entrar en el callejón por el lado contrario a ellos (-1 punto de sangre). De la pareja bebo dos puntos de sangre de cada uno (ya van 23/30 puntos de sangre), del hombre de negocios bebo 6 (ya van 29/30 puntos de sangre) y de Phillipe bebo el que me queda (30/30) para ir satisfecha al Elíseo.

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01/12/2013, 20:17
Director

Notas de juego

Revisando tu hoja confirmo que tienes una humanidad muy alta. Asi que una tirada de Conciencia tambien es necesaria. La dif es 8.

Por ahora no tengo mas que agregar a esta escena en particular. Sientete libre de continuar la interpretacion en la galeria. Pero recuerda que esa misma noche mas tarde tambien estas en el Eliseo. 

Tambien te doy el primer punto de XP de la partida. Apuntate 1 por interpretacion.

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01/12/2013, 22:44
Helen Kensington

Helen sabía que lo que había hecho estaba mal. No debía haber extraído tanta vitae de aquel humano; pero la visión de la cruz la aterrorizó y la enfureció al mismo tiempo. Sintió a la Bestia revolviéndose en su interior para salir de su perfectamente moldeada fachada de humana y demostrar lo que de verdad eran los vástagos: monstruos. Pero Helen supo controlarse. Había dominado aprendido a dominar a la Bestia de su Sire y se tragó su rabia para más adelante. Le haría falta. Sin más por hacer, con la fiesta ya terminada, Helen se dio una ducha, se puso un vestido limpio y salió en dirección al Elíseo. La más ajetreada de las noches desde que la Camarilla recuperara el control de Nueva York se presentaba por delante y debía estar lista. Para cuando salió de su galería de arte seguida por Vincent, su enorme Ghoul negro como el carbón, Roman ya esperaba con la limusina arrancada en la puerta.

- Tiradas (1)
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01/12/2013, 22:57
Director

Notas de juego

Jajaja. Te valdre esa tirada porque estubo buena la descripcion. Pero tiraste autocontrol en vez de conciencia =P.

Continuamos en la Escena de Eliseo.

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22/12/2013, 10:14
Helen Kensington

Con la reunión en el Elíseo y la charla con Calebros, la noche se le había antojado larga. Para cuando Helen llegó a la galería de arte que ocultaba su bien protegido Refugio el cielo ya clareaba. Ya en la habitación más cerrada y protegida de la casa donde Helen pasaba sus días, hizo llamar a sus tres Ghouls. Mientras se quitaba el llamativo vestido y se ponía algo más cómodo para ir a dormir (como si de una vulgar humana se tratara) les habló a ambos:

-Roman, habla con los criados y los Ghouls de Rebecca Lenington y Thomas Arturo. Convócalos para mañana, que vengan aquí. Hay mucho que discutir. Ponte en contacto también con Qadir al-Asmai y mira a ver si puedes encontrar, o si se deja ver, a Katherine Weise. Intenta citarlos a todos mañana aquí a distintas horas, o fija una reunión en algún lugar público y neutral.

Una pausa para mirarse al espejo. Cogió una toallita desmaquillante y se quitó toda la pintura humana que se echaba en la cara. Ni una arruga asomó debajo de esta a pesar de los siglos que pesaban sobre los hombros de Helen. Una de las ventajas de la inmortalidad. Helen sonrió, nerviosa. Se acercaban días difíciles.

-Vincent: habla con April Rumsfeld, sé que prefiere hacerlo contigo que conmigo en persona. No le cuentes mucho, tan sólo lo indispensable. Necesitamos el apoyo del gobierno mortal. Que averigüe qué otros vástagos tienen contactos en la oficina del Alcalde; sobre todo me interesan los que tengan más poder que ella allí -básicamente, el Alcalde-. Y hazme una lista de los vástagos más influyentes de Manhattan, Brooklyn y Staten Island.

-Frederick: visita todos los albergues para indigentes, todos los puentes, todos los descampados donde se reúnan. Comienza a difundir la palabra de que hay un hombre muy influyente que pagará una buena suma de dinero, drogas, comida o lo que ellos deseen por un día de su tiempo; que se les necesitará en la próxima semana o la siguiente. ¡Ah, querido! E intenta que no parezcan demasiado lúcidos. Necesito peones para esta partida.

Dadas las órdenes, Helen les hizo un gesto para que se marcharan, no sin antes dedicarles una de esas sonrisas que sólo guardaba para sus más fieles amigos. El amor que los Ghouls sentían hacia ella era tal que jamás la traicionarían, y ella lo sabía. Cerró y bloqueó electrónica y físicamente la única entrada a la habitación y se tumbó en su cómoda y ostentosa cama.

Mañana sería otra noche...

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26/12/2013, 13:24
Helen Kensington

Notas de juego

Por favor, contéstame con quién va a venir a verme o a dónde tengo que ir a ver a cada cual, como si al despertarme mis ghouls ya me contestaran a todas las cosas. Más que nada para ir moviendo las fichas en este juego eterno.

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27/12/2013, 04:05
Director

El sol sale y se pone. Tu, como de costumbre, te levantas tan temprano que puedes ver en el horizonte una fina linea de luz.

Tus Ghouls ya te esperan cuando por fin apareces tras la puerta metálica.

-Rebecca Lenington y Thomas Arturo han confirmado su disponibilidad esta noche. -te dice Roman-. Llegaran a la galería a las nueve de la noche, ambos. A menos claro que quieras recibirlos en horas diferentes. Al Sheriff solo le deje un mensaje. En cuanto a Katherine Weise, sus ghouls se negaron a hacer una cita en su nombre, al parecer tendrás que llamarla personalmente. -Roman te extienden un papel con un numero de teléfono anotado.

-April dice que no hay nadie mas con influencia en la alcaldía, hasta donde ella sabe. -explica Vincent-. En cuanto a la lista, hice lo mejor que pude según lo que se y nuestros contactos.

Te extiende una hoja de papel con la siguiente informacion:

Manhattan: Calebros, Aisling Sturbridge, Hellene Panhard. Ademas de algunos setitas en el norte, probablemente Elie Sansaricq.

Brooklyn: Katherine Weise, Jezebelle, Rebecca Lenington y Valentine.

Staten Island: Jefe Callihan.

-Me he pasado todo el día por la ciudad -comienza Frederick cuando terminas de leer y levantas la mirada hacia el-. Corriendo el rumor de que un misterioso mecenas esta repartiendo su fortuna entre los desposeídos. He puesto especial atención entre los mas desesperados, los adictos y los enfermos mentales. Con un par de días haciendo lo mismo, el rumor deberá ser lo bastante grande y creible como para atraer a algunos.

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27/12/2013, 19:10
Helen Kensington

Aquellas noticias eran como música para los oídos de Helen, como las Cuatro Estaciones de Vivaldi o un paisaje de John Constable. Sabía que Qadir no se reuniría con ella si no se lo pedía personalmente; demasiado orgulloso. Pero por el momento, las cosas avanzaban. Se vistió allí mismo con algo cómodo pero elegante y sintió a la Bestia de su interior demandando sangre. No, hoy no era día de cazar. Se saciaría con sangre de su reserva privada, precisamente para aquellos días.

-Muchas gracias a los tres, -dijo a sus Ghouls de forma sincera-. Sin vosotros, este juego no avanzaría. Roman, recibiré en mi despacho a Rebecca y a Thomas. Por separado, si ellos no tienen inconveniente. No queremos que se guarden nada que no quieran decir el uno delante de la otra o viceversa. Además, tratarlos con la deferencia de verlos personalmente es un gesto de cortesía y de etiqueta. Y, sin la etiqueta, ¿en qué nos diferenciaríamos de la herejía sabbática? Ah, y hoy tomaré algo de sangre de la Reserva. No tengo tiempo ni ganas de salir a cazar. Por favor, que esté lista en mi despacho para cuando llegue.

Espera a que Roman se vaya y se vuelve a sus otros dos Ghouls. Ya hablaría con Katherine la noche siguiente. Su escurridiza amiga/enemiga podía asustarse o desconfiar si presionaba demasiado un encuentro con ella.

-Vincent, eso son excelentes noticias. Cuando vuelvas a hablar con April, averigua si tiene hambre de poder y quiere "ascender" a Alcaldesa de Nueva York. Si no la ves muy por la labor, dile que quiero concertar una cita relativamente urgente con el actual alcalde. No le des explicaciones, aunque si te pone muchos problemas di que una fuente anónima quiere hacer un generoso donativo a su próxima campaña electoral.

-Frederick, buen trabajo. Bien pesando eso de los enfermos mentales y los adictos. Sea lo que sea que tenga planeado con ellos, nadie los tomará en serio. Sigue con esa estrategia, pero no presiones demasiado. Deja que el boca a boca haga su trabajo.

Dicho esto, salió de su dormitorio y se dirigió a su despacho, ricamente decorado a la última moda, prácticamente en blanco y negro excepto por el Van Gogh original que colgaba tras el enorme y cómodo sillón donde ella se sentaba a recibir a sus invitados. La mesa, que jugaba con el cristal y el acero blanco, estaba perfectamente ordenada salvo por una jarra de sangre y una copa. Incluso desde allí pudo oler el toque afrutado que había sido añadido a la sangre. ¡Ah, querido Roman, cómo me conoces!

Sentada en su sillón, disfrutando de aquel manjar, observaba el papel con los nombres que le había conseguido Vincent. ¿A cuántos de esos nombres podría sobornar o seducir para ponerlos de su parte? ¿Cuántos favores tendría que cobrar o deber para conseguir su compromiso? Con esos pensamientos en su cabeza, su vista se desvió hasta la pared de enfrente, donde se veía una aguja de medio metro que marcaba las horas y otra de unos setenta y cinco centímetros que marcaba los minutos, pero sin números ni líneas en la pared. Ella supo que casi eran las nueve en punto.