Partida Rol por web

El General Spyridon habla en favor de mi padre nuevamente, esta vez insinuando de forma sutil que el Rey se equivoca. Lamentablemente no lo suficientemente sutil como para pasar desapercibido por sus fieles súbditos, por lo que uno el General Leander, quien se llevó la mano a la empuñadura del arma cuando fue detenido por el mismísimo Alameo. Mis ojos se abrieron con violencia ante esto pues es una situación completamente difícil para mí pues siento la duda entre el amor a mi padre y mi lealtad al reino. Me abruman pensamientos confusos de esa índole cuando escucho la voz de mi hermano Lykaios, momento en que veo sorprendido que yo mismo también sujetaba el pomo de mi espada.

Las palabras del primogénito de mi padre suenan con elocuencia y elegancia, dignas de un gran orador. Incluso con ellas menciona lo que yo mismo pensaba en exponer pero al Rey no le ha sentado nada bien que se ponga en duda su capacidad y su veredicto. Yo mismo me enojo ante su reacción:

"Se niega a ordenar una investigación incluso a la luz de la evidencia y se ofusca al verse acorralado. ¿Esta es la justicia del Rey? ¿Tomar una decisión arbitraria y seguir adelante con ella por el simple hecho de no retractarse?"

No me gusta lo que veo pero no hay mucho que pueda ser pues contravenir las palabras del Rey es un acto de traición. Entonces el Rey habla después de cuchichear con su consejero y decide brindar a los que decidan defender a mi padre, la oportunidad de probarlo con la ayuda de los Dioses. De una salto doy un paso hacia adelante y levanto la mano con solemnidad antes de hablar:

 - "Su Majestad, yo, Ischyros hijo de Ptolomeo, me ofrezco voluntario a llevar a cabo cualquier prueba que sea necesario para que los Dioses demuestren a través de mi éxito, la inocencia de mi padre, siempre que usted así lo permita, mi Señor."

Las palabras había sido pronunciadas y ya no hay vuelta atrás. Tampoco la querría de poder tenerla pues no descansaré hasta probar la inocencia de mi padre, quien estoy seguro con toda mi alma que jamás podría haber dañado a su esposa. Los Dioses me ayudarán a probarlo y yo demostraré en su nombre que mi padre es completamente inocente. Después de ello, cuando llegue el momento, encontraremos al culpable de aquel atroz crimen.

Las palabras del Rey cayeron sobre mi corazón como una pesada losa, no porque hirieran mi ego u orgullo, si no porque entendí lo vacua que había sido mi intervención. Al fin y al cabo, nunca me había importado mucho lo que la gente pensara de mi, y la inminente ejecución de mi padre me preocupaba demasiado como para pensar en cualquier otra cosa.

Un rabioso estallido de esperanza inundó mi corazón al oír las acertadas palabras de mi hermano mayor. No en vano siempre había tenido labia y una mente ágil. Inmediatamente después de mi hermano Ischyros di un paso al frente mientras él aún hablaba.

- Y no estarás solo, hermano. Con la ayuda de los Dioses, demostraremos que padre es inocente.- dije en voz alta poniéndome a su altura y situando una mano sobre su hombro, en clara señal de apoyo.

Me mantuve en pie, allí en medio, junto a mi hermano, fortalecido por la fría determinación y la cálida esperanza de ayudar a mi padre, a los míos.

Mis palabras eran de corazón, pero como siempre dije yo era un hombre de acción no de palabras y solo con un par de palabras Zorba el "zalamero" había conseguido desbaratar mis intentos ante el rey y los comunes. Maldita sea su sombra, sean los campos de castigo su destino si un hombre inocente muere por este crimen. Pero otras voces se unen a la mía y esas no son tan fáciles de acallar otro general de Micenas se ha posicionado a favor del reo, eso escuece bien se ve en los ojos de Lander.

Lykaios el primogénito de mi hermano es de los últimos en hablar, pero sus palabras son las mejor dirigidas, siempre fue mejor lanzando palabras acertadas que lanzas a las balas de paja. Es con sus palabras ciertas quien termina por enfurecer al rey, durante unos segundos temo por la suerte de nuestra familia. Una vez mas Zorba habla esta vez en privado con el rey antes de que determine el destino de mi hermano. Que estalle en risas tendría que prevenirnos de que lo que va a decir será una sentencia para los que acepten el desafío, realizar una proeza para librar a mi hermano de las garras de la muerte.

Ischyros y Atreo son los primeros en adelantarse para ofrecerse ante lo que tenga preparado el rey para ellos, que orgulloso se tiene que sentir su padre ante tal muestra de cariño y arrojo. Yo no podía ser menos, adelantándome junto a mis sobrinos expongo mis intenciones.

- Mi rey, yo Theron general de Micenas, me ofrezco voluntario para realizar la misión que encomendéis. Por muy imposible que esta pueda ser y juro ante Ares que demostraré la inocencia de mi hermano.

 Ahora eramos tres embarcados en la misión, nada sencilla si teníamos en cuenta que Zorba la había planeado. En silencio más hacia los dioses que hacia mi mismo, juro que si alguno de mis familiares muere por culpa de las acciones del consejero este terminará ensartado en mi lanza.

Akintos era consciente de la tensión que se iba generando en aquél recinto. Todo lo que se decía del rey era cierto, sus palabras eran las de un mentecato sobervio, tenía que estar allí, en el megarón para verlo con sus propios ojos.
De pie junto a su mentor, el joven escudero había cedido a la situación y su cuerpo se encontraba listo para entrar en batalla por él. El atrevido gesto de Leander era la chispa que desataría la muerte.

- Nadie tocará a Spyridon sin pasar antes por mi cadáver - Aquella frasé resonó dentro de su mente de forma natural mientras sus músculos se tensaban y su cuerpo estaba dispuesto a saltar.
La mano de Ischyros alcanzó su espada, no estaba lejos. No estaría solo en el final.

Quisieron los dioses que la sangre no se derramara allí en vano. Por la gracia del Olimpo, los consejeros del rey le hicieron ver que había otra salida, para su orgullo y para el destino del buen Ptolomeo. Una prueba para aquellos que clamaban justicia.

El rostro de Akintos cambió, su rictus se relajó, un rayo de luz asomó entre las nubes.
Que el hijo bastardo del condenado fuese el primero en ofrecerse no le sorprendía, era lo que esperaba de él, sabía muy bien que su causa era la justicia y que el amor por su padre era grande. Él mismo quería pararse junto a él, levantar su lanzar y clamar su participación en la hazaña, pero debía actuar según lo que dictara su general, por lo que lanzó una mirada a su amigo y asintió con una sonrisa. Tras él avanzó Atreo y su corazón se exaltó, se sintió orgulloso por él y aún más deseos acudieron.

Iba a mantenerse en silencio, pero no pudo contenerse y se inclinó hacia su maestro y le susurró - Señor, los dioses permitirán superar estas pruebas a los justos, lo sé porque confío ciegamente en que obrarán bien por el destino de vuestro querido amigo - tras lo cual volvió a pararse recto, mirando al resto de los presentes, esperando que más personas se pronunciaran.

La situación había dado la vuelta y, aunque el destino de Ptolomeo seguía pendiendo de la decisión de un solo hombre, las palabras que Ifianasa no había pronunciado pero que habían levantado ecos en la sala de boca de otros, acababa de concederles a los descendientes del condenado una oportunidad. Si dicha oportunidad resultaba provechosa o solo un engaño divino, aún estaba por verlo.

Pero, en esta ocasión, la sacerdotisa no se mantuvo de brazos cruzados. Mientras, uno a uno, los simpatizantes de Ptolomeo, hijos, parientes y amigos, elevaban la palabra en su defensa, Ifianasa encontró por fin el valor de hablar ella misma.

- Mi señor- comenzó dirigiéndose al rey con la más sumisa de las tonalidades. Mantuvo la mirada baja, sin desafiar en ningún momento la autoridad de Alameo- Mi rey, si mediante una prueba se ha de convocar a los dioses para determinar la inocencia de este hombre, entonces es preciso que se encuentre presente alguien cercano a las divinidades que juzgue inocentemente si la tarea es o no del agrado del Altisonante Zeus y los suyos., y que se encargue de verificar que no hay trampas en su cumplimiento.

Contuvo las ganas de mirar de reojo a Ischyros, el primero en adelantarse para cumplir tal acometida. Si, con suerte, ella podía obrar en favor del joven, quizá consiguiera salvar a su padre.

Una vez mas, con cautela, Lykaios esperó a que el resto hiciera sus presentaciones. Dejándose así mismo en último lugar, para que sus palabras fueran las finales.

Ischyros no pudo aguantar mas, y tuvo que ser el primero. Justo lo que pensaba, como si apuntarse en cabeza a lo que posiblemente será nuestro funeral, demostrase un mayor afecto hacia nuestro padre.

Hace tiempo que dejé de participar en esa competición. No deseo su muerte, pero ansío conocer el responsable de la muerte de mi madre. Necesito que viva, requiero hablar con el. Es el único que podría esclarecer este entuerto antes de nuestra partida.

Majestad... _ Inició inclinando la cabeza,el mayor de los hermanos. Buscando la aprobación del rey ante su exposición. Por favor, hermanos y amigos de mi padre, ya es suficiente. _ Dijo solemnemente, mientras su mirada y sus palabras  se dirigían a aquellos que habían hablado antes que el. No posterguemos los quehaceres del rey y sus consejeros. En cuya infinita sabiduría y bondad, nos han dado la oportunidad de encontrar la inocencia de Ptolomeo, dejando el juicio supeditado a los ojos de los dioses.

Los dioses todo lo ven... Ellos saben la verdad de lo ocurrido la noche pasada._ Continuó dirigiéndose a toda la sala. Por ello, da lo mismo que un solo hombre o un ejercito entero se haga cargo. La inocencia o el infortunio de aquellos, estará en manos de los dioses. Y no creo que nuestro amado y benevolente monarca, ponga reparos en dejar que ingrese en esta contienda por la justicia..._ Lykaios hizo una ligera pausa antes de continuar. ...a todo aquel que lo desee._ su cabeza estaba gacha, pero su cuerpo y sus brazos se dirigían en pos de Alameo. Sólo espero que no estemos equivocados, no por la vida de mi padre o por la mía propia. Si no por Micenas, ya que perdería hombres leales; Y poderosos y afamados generales._ Anhelaba que estas palabras calaran en algunos de los miembros de la corte y refrenaran a Alameo en sus pruebas.   

Sin mas termino, pero antes de que su majestad se reúna con la corte para decidir nuestra empresa, ruego porque se me conceda una petición. Pues hoy me he quedado huérfano de madre, y si así lo quieren los dioses, próximo está que ambos se reencuentren en el reino de Hades.

Solicito humildemente una vista con mi padre, para que pueda despedirme como es debido. _ sus ojos quedan fijos ante el rey, con los brazos recogidos sobre su pecho en imitación a un abrazo.

Algo en mi interior, me dice que todo esto pueda ser una estratagema para quitarse de en medio a personalidades influyentes pero discrepantes con la corona. Y que la muerte de mi amada madre, no fue mas que la chispa que ha dado inicio a un astuto e intrincado plan.

Ya todo me da igual, obtendré la información de cualquier manera, lo juro antes Hermes, que el sea quien me guíe hasta encontrar al responsable. Entonces, obtendré mi venganza. Sea quien sea, Todos caerán. Todos y cada uno de los que hayan intervenido en su final.

Las palabras del rey habían sido un duro golpe, pues si no se iba a investigar el asunto, se daba por hecho que su padre era el culpable y eso era muy improbable. Si mataban a su padre, el verdadero asesino quedaría libre y eso le dolía aún más que la perdida de su padre.

Ischyros avanzó el primero ante la proposición de del rey Alameo y un acceso de rabia inundó el pecho de Dareios.
-No es el momento de esto Ischyros, ¿por qué no eres capaz de guardar tu lugar en un momento tan doloroso para nosotros? ¿por qué tienes siempre tienes que saltar antes que nadie?.

El menor de los hermanos avanzó un poco para situarse más cerca de Lykaios y Atreo mostrando que sin duda alguna estaba con sus hermanos en aquello. Si el rey les encomendaba una misión imposible para demostrar que tenían el apoyo de los dioses, él iría y hablaría con los mismísimos dioses para averiguar quién mató a su madre.

Así pues la decisión por parte de Alameo está tomada y parece que trata de cumplir una misión decidida por él mismo y que sin duda será complicada. Y sus hermanos parecen dispuestos a emprender ese camino para demostrar la inocencia de su padre. ¿Y qué hará ella? Solo queda una cosa por hacer. No quedará indemne el culpable... Pero ¿se verá con buenos ojos que ella se una sin ser sacerdotisa?

Se mantiene unos momentos tras sus hermanos y su tío y entonces decide que estará al lado de ellos, la dejen o no ir. Se adelanta y apoya una mano en Ischyros y otra en Atreo, entendiendo su impaciencia 3n todo eso.

Spyridon no dice una palabra pero mira al Rey y al Comandante Supremo. Al cabo de apenas unos instantes asiente con la cabeza.

Al menos es mejor que una ejecución inmediata, nos da tiempo y los dioses ayudan a los valientes. 

Spyridon no es especialmente practicante, pero siempre ha confiado en Ares y desde hace mucho tiempo prefiere morir en batalla que convertirse en un viejo recordando glorias pasadas. Confía en los dioses.

Se decide a hablar con una reverencia al Rey y al Comandante supremo.

- Que los dioses entonces sean los jueces y que la prueba que proponga mi Rey sea del agrado de los mismos, que la justicia divina caiga sobre todos nosotros si no obramos con rectitud. - Mirando especialmente a Zorba - El juicio de Zeus nos afectará tanto si queda impune como si es culpable, pero sólo si apoyamos la causa equivocada. Hemos de estar seguros del mandato divino.

Ante las palabras de Ischyros, el hijo bastardo de Ptolomeo, los murmullos y habladurías se intensificaron. Muchos lo miraban con desaprobación y era claro que el bastardo fruto del engaño cometido por Ptolomeo contra la bella Penelope, no hicieron mas que hacer arder aun mas la leña. Y el hecho de que Atreo y Theron le apoyaran, no hizo importancia en las opiniones, era de esperarse que ello sucediese, sobre todo dado que ellos en parte habían forzado aquella decisión.

Lo que si sorprendió a todos fue la acción de la sacerdotisa de Hera quien se ofrecía para ser el lazo que aquellos hombres tendrías con los dioses en la difícil tarea que habría de ponerseles por delante. Acción a la que el rey ni nadie podría negarse, la sacerdotisa al ofrecerse no solo estaba entregando su fe y vida a aquella encomienda en la que se daba por hecho que creía tan firmemente como para ofrecerse, si no que a la par estaba dando un carácter sagrado a los pasos que aquellos hombres dieran. Y eso era algo que ni el astuto Zorba se había esperando. Es que, solo los mas cercanos a Ischyros sabían de la fuerte amistad que existía y movía el accionar de la joven sacerdotisa.

Y de nuevo fueron las palabras de Lykaios las que generaron el verdadero conflicto en el rey Alameo y su fiel sirviente Zorba, el cual de nuevo le hablaba al oído. -No habrá visita alguna. Este hombre es culpable de asesinato y muchas cosas mas innombrables. Si los designios de los dioses están de su lado, lo cual realmente dudo mucho, habrán demostrado su inocencia y al estar libre podrán hablar con él todo lo que deseen. Mientras tanto permanecerá como prisionero sentenciado a muerte y eso no habrá de cambiar por elaboradas que sean sus palabras- respondió el rey dejando un claro reto y advertencia oculta a Lykaios.

El ultimo en ofrecerse fue Spyridon, quien no era un familiar de Ptolomeo pero quien tenía una estrecha relación con la familia por lo que tampoco fue extraño que lo hiciera. -Si así lo quieres- dijo el rey a Spyridon quien era uno de sus generales mas confiables y sobresalientes. -Entonces pongo está tarea en tus manos. Lleva contigo a todo aquel que desee acompañarte y sientas que te será de provecho. Pero se consiente que de tus acciones, tu vida se balance, y así mismo para todo el que les acompañe. Si los dioses no están con ustedes, es probable que no solo la sangre de Ptolomeo sea derramada-. Sentenció el rey en algo que aun no lo era, bien sabía para muchos de los presentes a una firme amenaza o incluso maldición. Y sin mas, el rey invitó al consejero real Zorba a ponerse al frente, el regordete hombre lleno de ego sería quien les diría cual sería la prueba que habrían de presentar ante los dioses.

Zorba, aquel despreciable hombre del que rumores oscuros había por montones era alguien a quien todos sabían había que temer a un mas que al rey mismo, y es que aquel hombre, tenía algo claramente oscuro en su interior, al que se podía sentir en cuanto se le escuchaba hablar. Y su sonrisa al ponerse al frente dejaba en claro que todo aquello de la misión había sido idea de él.

-Todos ustedes hijos de Micenas, saben de la pena que se cierne sobre nuestra casa, el hogar donde hemos nacido, hemos amado, crecido y donde nuestros recuerdos jamas serán olvidados. Y esta pena es algo que solo los dioses podrían sanar, que solo los dioses habrían de llevar por buen sendero, para que nuestra ciudad se vea fortalecida y alcance una gloria aun mas alta que le de antaño. Nuestro soberano y magnánimo rey Alameo necesita un heredero, un hijo de Micenas capaz de llevarnos por caminos nunca antes imaginados. Y por ello, si bajo el designio de los dioses llegase un heredero de sangre noble y poderosa que nos permitiera no solo la paz con los beligerantes pueblos que nos asedian sino ademas la supremacía sobre estos, entonces no solo nuestro rey podría pasar sus últimos años en paz si no que ademas toda Micenas habría sido tocada por los dioses. Y es en esto, donde estos hombres han de actuar. Si lo que dicen es cierto, y los dioses están con ellos, permitirán que este sueño que todos tenemos como hijos de esta tierra sagrada y poderosa, se convierta en una realidad.

En la cercana Asine, antaño parte del reino de Micenas cuando se dominaba sobre toda la Argolida, se encuentra ahora el rey dorio, Karsten, el llamado tritón del golfo Argólico. Largos años hemos estado en guerra con ellos y el odio entre ambos pueblos es ya muy conocido. Pero la esperanza de paz y gloria para Micenas se cierta justamente en la sangre de ese hombre. Su hija, la princesa Haidee, se dice es tan bella y esplendorosa que es imposible que no sea hija de la misma diosa Afrodita.

Estos hombres, que desean demostrar la inocencia de Ptolomeo, deberán hacerlo bajo la bendición de los dioses consiguiendo que el rey Karsten entregue a su hija Haidee en matrimonio a nuestro piadoso y benigno rey. Deberán viajar hasta Asine para conseguirlo y traer a la bella princesa con nosotros-.

El joven guerrero se yergue en su estatura, todo tiene unos tintes tan melodramáticos que a punto está de llorar de emoción. Algunos dirán que es demasiado teatral, pero él lo vive así. Estando estirado, golpea con su escudo en el suelo, haciendo que los más cercanos den un respingo. Podría esperar a más tarde, pero cuanta mas audiencia mejor.

- Spyrion, me llaman Ébalo de Esparta- llamo la atención y sonrío con mis perfectos y blancos dientes, mientras me pongo mi abollado escudo es enganchado a mi mano- los dioses me han llamado y no ha sido ni un mensaje, ni una carta; hasta esta sala por algun motivo he llegado , y ahora lo se, una misión me han encomendado.

Mi voz es grave pero no fuerte, es una voz hecha para cantar y contar historias. Capaz de subir o bajar buscando la atención necesaria del público. Camino entre la gente mientras mi brillante melena se mueve y capa escalarta ondea. O por lo menos, eso es lo que me gustaría pensar, hasta acercarme unos pasos por detrás de los hijos.

-Mi escudo está a vuestro servicio, ver a esa bella princesa es lo que codicio- termino con una pose natural cruzando los brazos sobre el pecho, que marca mis músculos y sonriendo ampliamente con inocencia al general, espero que haya oído hablar de mí, y sepa que no son sólo brabatas, que mis armas las uso con destreza.

Spyridon asiente de nuevo al Rey. No es la primera vez que entra en territorio enemigo, aunque esta vez puede que no necesite grandes tropas ya que, en realidad, es una misión de paz.

Antes de decir palabra alguna Ebalo se ofrece para acompañarle en la misión. Spyridon había oído hablar del fornido guerrero que se cierne ante él y su visión es como un rayo de esperanza. 

Una misión así solo la pueden llevar a cabo voluntarios, este es una señal divina.

- Mi Rey, Zorba ha hecho una petición que puede traer un poco de alegría en un día tan triste como este. Ha muerto la mujer de mi amigo, pero los dioses han querido que un nuevo amor pueda surgir de la tragedia. Acepto sin reservas la misión y os traeré a la mujer que deseáis.

Tras una pequeña pausa, Spyridon continúa.

- Este espartano con su valor y arrojo marcará el camino a seguir por todos los demás. Para esta misión únicamente aceptaré voluntarios y ya que son los dioses los que nos tienen que guiar, no seré yo el que juzgue a quien quiera acompañarnos, aceptaré a quien así lo desee y no haré distinción por ningún motivo.

Spyridon pone la mano en el hombro de Ebalo.

- Gracias guerrero, eres bienvenido.

Una vez más alza la voz a todos los presentes.

- Podéis ofrecer vuestra ayuda ahora o buscarme más tarde en el campamento. Estaré en mi tienda organizando el viaje y que Zeus nos juzgue por nuestros actos.

Spyridon queda en pie entre los asistentes sin hacer aún ademan de retirarse, esperando por si alguien más quiere ofrecerse.

Tras la respuesta del rey y su consejero, Spyridon había dado pie a que se pronunciaran los voluntarios, lo cual le permitió a Akintos dejar de contenerse.

Dando un paso al frente, irguiéndose orgulloso, el nacido en Cirra encaró a todos los micénicos reunidos allí.

- Habitantes de Micenas, mi nombre es Akintos y también me enbarcaré en la misión encomendada por el noble rey Alameo - su rostro se iluminó - Como escudero del general Spyridon, jamás lo abandonaré, mis pasos lo seguirán incluso si me llevasen al Hades mismo - se giró hacia Ischyros y Atreo - Mi escudo y mi lanza siempre lucharán junto a mis hermanos de corazón -
Era lo que su pecho deseaba soltar, pero no podía pronunciarse antes que su mentor lo hiciese. Exhaló, se sentía mejor, deseaba que el viaje comenzara cuant antes.

- Dejo mi destino en manos de los dioses - sonrió y volvió a su posición flanqueando al general. Qué Ifianasa misma viniese para mediar entre ellos y lo divino era la señal que necesitaba.

Tras los discursos, llegó el momento de tomar una decisión. En silencio, había estado calculando la importancia que tenía dar un paso en aras de formar parte de ese grupo. No solo por la vinculación con la fama y el reconocimiento que tendría hacerse con un hueco en tan inusitada compañía, sino también por el designio de las deidades que habría detrás. Estaba convencido de que esta era una nueva oportunidad de encontrar mi destino. A mi hermano, el mero hecho de verse atrapado en una vorágine de lucha y mujeres le sería más que suficiente para consolidad su estima como uno de los hombres más fuertes de la Hélade.

Cuando el silencio comenzaba a adueñarse de la sala y parecía finalizar todo, miré a mi hermano con un gesto y le asentí. No podemos estar al margen de esto, Talios. Me abrí paso y alcé la voz por encima de todos los presentes.

Su Gran Alteza, ante los hijos de Micenas aquí presentes me hallo. Mi nombre es Anatolius y este- señalé a Talios- es mi hermano Talios, reconocido por su fuerza y poder. Somos atenienses, pero nos embarcamos hace mucho tiempo en búsqueda de nuestros designios. Marchamos por estas tierras buscando ofrecer nuestros servicios. Dejaba claro que éramos mercenarios, aventureros. Vinimos a Micenas escuchando hazañas de Su Majestad, y ante tal caso de reconocimiento, no dudamos en ponernos al servicio de la compañía y de la ciudad en esta misión tan afortunada, de la que solo queda el éxito.

Miré a los presentes. Solicitamos viajar con el resto a Asine. Solo precisamos del reconocimiento del trabajo bien hecho, habida cuenta que esas aventuras en las que solo se buscaba dinero sin más quedaron atrás. Somos fervientes servidores de los dioses, y nos preguntamos si nuestra presencia aquí no seguirá dichos dictados. Estaba plenamente convencido de ello. Permitidnos unirnos a la misión. No estorbaremos, más bien lo contrario: nuestra fuerza juntos es reconocida en otras tierras, y podréis serviros de ella. Solo precisamos una aprobación, y esta misión será un éxito.

Las palabras combinadas de todos ellos habían logrado convencer al rey de otorgarles la oportunidad de demostrar la inocencia de Ptolomeo. Aunque Ifianasa no se atreviera siquiera a pensar mal del comerciante, comenzaba a albergar dudas acerca de su participación en la decisión del rey. ¿Y si Ptolomeo había cometido tal acto de barbarie? ¿Acaso los hombres no se dejaban llevar por sus pasiones más lascivas en estado de embriaguez? Pero aquellos pensamientos se debían más a sus propias dudas, al miedo de lo que sus palabras (y su corazón) le impulsaban a hacer, que un pensamiento racional en sí.

Que la misión encomendada por Zorba fuera una de orden político no inmutaba a la sacerdotisa, que ya había sufrido bastante en sus carnes las insistencias de su madre. El mundo se regía por los matrimonios de conveniencia, se cerraban pactos y, en definitiva, se conseguía la paz tan querida por todos.

Miró de reojo a Ischyros, preguntándose qué haría el joven. La respuesta era obvia. 

Cogiendo aire, Ifianasa volvió a adelantarse.

- Proclamo mi intención de asistir como representante de las divinidades, ya no solo por la demostración de inocencia o culpabilidad de Ptolomeo, sino como muestra de buena fe de nuestro pueblo para el pueblo de Asine.

Tenía miedo. Si, temía que la rechazaran por ser mujer a pesar de su puesto. Por eso elevó la voz con la autoridad que su posición en el templo de Hera le permitía.

- Una enviada de Hera, diosa del matrimonio y la familia, ¿qué más muestra de paz y buenas intenciones que esa?

*Tras las palabras de mi hermano sonrio con felicidad ante su decision y asiento con la cabeza, tras acabar su elaborado discurso, el mio seria corto no soy habil con las palabras como mi hermanos, lo mio quedaba demostrandolo en el campo de batalla, entonces le puse a mi hermano una mano en el hombro y la otra en mi musculoso pecho para demostrar mi sinceridad y palabras de promesa mientras decia...

Alteza, como ha dicho mi hermano soy Talios, la voluntad de Ares esta conmigo y con esta causa y juro por mi honor ayudar en la causa que nos ha ofrecido tanto la fortuna como los Dioses, venimos a extender nuestra fama y gloria en estas tierras, y os aseguro que no os defraudaremos.

Las palabras del Rey y de su consejero quitan el velo de incertidumbre acerca de la que será nuestra misión. Ir a una ciudad cercana para conseguir a la princesa en matrimonio para el Rey Alameo. Una serie de dudas me asaltan mientras escucho a Zorba:

"¿Y si el Rey de Asine no desea que su hija se case con el Rey Alameo? ¿Si la princesa se niega y su padre la apoya? ¿Tendremos que traerla a la fuerza o convencer a su padre de alguna forma? No nos habrían dado esta misión si fuese tan simple como ir y entregar un mensaje."

Intento pensar en la relación de las dos ciudades. Viendo la situación y conociendo a Zorba y el Rey, no me extrañaría que nos mandasen solo a morir asesinados apenas nos presentemos en las puertas de Asine. De todas formas estoy dentro y no dejaría de estarlo aunque la misión fuese cortar una de las cabezas del Can Cerbero.

Pongo mi mano sobre la de Atreo en mi hombro, dejándole saber que sé de su apoyo y lo agradezco con el alma. Lo mismo con el gesto de Hypatia, pues se siente su sentimiento y eso es algo invaluable en la familia. Asiento con la cabeza a las palabras de Akintos pues es mi hermano de corazón y sabía que podía contar con él.

Miro a Ifianasa y sonrío. Es mi mejor amiga y sé, o quisiera creer, que su intervención como sacerdotisa es la excusa para seguir lo que sus valores le dictan a hacer.

Ellos junto con mi tío y el General Spyridon son todo lo que necesito junto a mí para embarcarme y triunfar. Varios más se han unido, extranjeros valerosos cuya participación se agradecerá en el momento de defendernos de algún peligro violento. Solo lamento que las palabras de Lykaios y el silencio de Dareios no hayan dejado en claro que irán con nosotros. Mi relación con ellos nunca ha sido la mejor pero me habría gustado poder contar con ellos por algo tan trascendental como la vida de mi padre. Solo espero que luego lo anuncien, en privado si lo desean, pero que no se resten de lo que es realmente importante.

Estaba claro que el rey no nos mandaría a esta misión si fuera sencilla y mucho menos Zorba se sentiría tan feliz y pagado de si mismo si tuviéramos alguna posibilidad de conseguirlo. Durante años habíamos luchado contra la ciudad de Asine, ni por un segundo pienso que su gobernante nos de a su hija tan ligeramente como nos quieren hacer creer.

- Decidme gran Zorba. ¿Acaso la princesa y su padre tienen noticias de nuestra visita?¿Y nuestro motivo?.

No quería forzar la situación pero cada segundo que veía la cara de satisfacción de Zorba ante nuestro trance, mas eran mis ansias homicidas hacia su persona.

- ¿Seremos bien atendidos si nos presentamos con una rama de olivo ante sus puertas? o ¿Seremos recibidos con dardos y lanzas?.

Tras terminar con mis preguntas, al menos las más acuciantes para mi ante lo que se nos venía encima. Puede comprobar que nuestra comitiva había crecido, no solo los hijos, familiares y amigos de Ptolomeo se unirían bajo la misma enseña para esta misión, sino que desconocidos de mi hermano se unían a nosotros por la fama de Spyridon o el ideal de lo que íbamos a realizar.

La extraña petición me pilló completamente por sorpresa. Mi ignorancia sobre el tema quedaba patente en mi silencio. Poco o nada me interesaban las ciudades vecinas, más allá de algún peligro inminente. Mi propia ciudad a veces era una prisión para mi.

En cualquier caso, decidí que me enteraría después, preguntando a mis hermanos o a mi tío: ellos de seguro sabrían. Apreté la mano sobre el hombro de Ischyros en señal de reconocimiento a su gesto, y dirigí una mirada de aprobación a mi hermana Hypatia. En parte me alegraba de lo simple de la misión por ella: no correría peligro.

O, al menos, eso pensé entonces.