Partida Rol por web

Dar caza, debíamos ir tras Tarquino. Los crímenes realizados, tanto el asesinato como el robo de aquel objeto, fueron hechos desafiando a los dioses y no podía dejar pasar aquello. 

Escuché a todos los presentes incluyendo las palabras de la guardia, Spyridon estaba de mi lado, pero era necesario que convenciera a todos, especialmente a Anatolius, que se mostraba un tanto reacio a participar en la búsqueda del sacerdote. Nuevamente me dirigí a nuestro líder con sumo respeto:

"-Spyridon, debemos ir todos a resolver esto. Somos un grupo y como tal se nos bendecirá si todo sale bien. No debemos demorarnos más. Los dioses nos necesitan, especialmente la mía, sus ojos están puestos en nosotros, lo sé"

Mis palabras no carecen de una súplica desesperada. 

Spyridon una vez más asintió a Ifianasa

- Los designios de los dioses no entran en mi capacidad de compresión, pero tú, sacerdotisa de Hera, has hablado y personalmente creo que esto puede ser una prueba que ellos nos mandan. Debemos estar unidos y seguir el curso de acción que Marconio nos ha indicado.

Igualmente respondió a Anatolius:

- Si esta es una prueba de los dioses, debemos enfrentarla todos unidos. Si hay algo que considerais - su mirada recorrió a todos sus compañeros - que necestiamos paa la persecución, es el momento de solicitarla al comandante de la guardia, pero deberíamos salir cuanto antes para que Tarquino no nos saque demasiada ventaja.

Sus últimas palabras fueron para Marconio

- He entendido perfectamente que no lo necesita vivo, sólo el orbe. Así se hará. Ruego además que en la medida de lo posible atienda las necesidades que mis hombres le demanden para la persecución, si es que alguno necesita algo concreto.

El extraordinario guerrero Espartano estaba un poco confuso. Según hablaba el comandante de la guardia tenía una lógica aplastante, cierto era que Marquino tenía prisa, cierto que iba disfrazado, todo confirmaba la historia del interlocutor, lo que no le cuadraba era porqué se había detenido para pedirles ayuda. ¿Tanto miedo tenía de la bestia del bosque o era algo más?

Que haya asesinado a una sacerdotisa de Hera no tenía perdón y tenía que ser ajusticiado, ahora, iba hacia el antiguo templo de Apolo con el orbe. Le duele pensar que la luz de Apolo no ilumine como antes, y Marquino a su manera, puede que piense igual...

Ébalo se acaricia el mentón mientras escucha primero las palabras de Ifanasa y luego Spyridon, está de acuerdo que es mucha casualidad que la partida de héroes se encuentro justo aquí y ahora.

- Una pequeña descripción del orbe, su tamaño y peso, y quizás, una bolsa sagrada, miedo a romperlo confieso; un cofre para transportarlo, sería de ayuda en eso, para evitar accidentes y por el respeto que a Hera proceso- propone el guerrero.

El comandante de los guardias, Marconio, nos brinda el permiso para perseguir al asesino Tarquino. Asiento a las palabras de Spyridon pues estoy de acuerdo en la importancia de que busquemos impartir justicia en el nombre de los Dioses. Siento que es algo que no podemos ignorar y me regocijo ante la idea de que todos juntos iremos a hacer lo correcto, aunque una voz en el fondo de mi mente me indica que las cosas no son tan simples y las cosas no son como parecen.

De pronto, comentan que podríamos pedirle cosas a la guardia, pero no creo que sea apropiado equiparme a costa de la guardia, aunque por otro lado podría ser justo recibir una recompensa. Me debato un momento y luego decido que no es lo correcto, no sin haber hecho el trabajo primero.

Me giro hacia Ifianasa y le sonrío, pues sabe que estoy de acuerdo con ella y sabe también que pondré todo de mi parte para que consigamos nuestro objetivo. Me giro luego hacia Akintos y le hablo:

 - "Esta será otra oportunidad para tu gloria, Hermano. El asesino y quizás hasta la bestia, nos estarán esperando."

Le sonrío pues sé que desea demostrar que es un gran guerrero, cosa que me consta pues he entrenado junto a él desde que eramos niños y sé de lo que es capaz. Confiaría mi vida a ese hombre, como a muchos otros de los presentes y espero que pueda conseguir lo que desea y que solo los hilos del destino ha mantenido lejos de su alcance por el momento.

Viendo que todo el mundo estaba convencido de ir juntos a buscar a Tarquino, me acerqué a uno de los guardias para solicitar asistencia:-Me podrías facilitar un carcaj con 30 flechas de punta de hierro.-le comento amablemente. Dado que podemos pedir recursos para la captura de Tarquino, pido lo que pensaba comprar y así me lo ahorro y utilizar el dinero para compras más adelante. 

Le susurro a mi hermano:-Aprovecha y pide el arma que querías comprar-te.-

Estaba ya todo dicho, nos encargaríamos de buscar y obtener justicia en el caso de Marquino. Ahora nuestro destino y el suyo estarían ligados, hasta su dramático final fuera cual fuese. No tenía nada que pedir a la guardia mas era menester cuidar de nuestro carro y su contenido...no nos veía arrastrando su peso en una persecución.

- Si hemos de entrar en el bosque para atrapar al renegado y recuperar el sagrado orbe de Hera. Estaría bien no tener que cargar con nuestro carro, estaría bien si pudieran custodiarlo hasta nuestro regreso.

Spyridon había tomado la decisión de manera militar e Ifianasa había dado su visto bueno, que en principio era deseo de los dioses, poco mas podía añadir yo a la discusión.

Con la respuesta afirmativa, el comandante de la guardia se mostró complacido pues podría confiar aquella compleja tarea a aquellos hombres. En cuanto a las peticiones, hizo cuanto pudo dada la rapidez de las cosas. Anatolius solo pudo obtener 4 flechas con punta de hierro y otras veinte normales, no llevaban mas con ellos y las puntas de hierro no eran algo común. A su hermano Talios, le fue entregada una lanza a dos manos no obstante se le solicitó la entregase de vuelta tras cumplir su tarea.

En cuanto a las dudas y solicitudes de Ebalo, Marconio dudó más al no estar seguro de como responderle. -El orbe como habría de esperarse es una esfera de un tamaño apenas mayor al de la mano de un hombre adulto, es de un extraño cristal volcánico de color azul oscuro. Está unido a un cetro de de un tamaño menor a un brazo y que está hecho de oro y bronce. Su peso lo desconozco, en teoría siempre permanece a resguardo sin que nadie lo toque- explicó el comandante dejando entre ver que ya conocía bien la apariencia del orbe o que en su caso había sido bien informado al respecto. -En cuanto a bolsas sagradas, no sabría que responder a eso, al menos no tenemos nada así. Pero para transportarlo bastará con que la envuelvan bien en unas capas y cuiden de no estrellarlo con nada; aunque entiendo no es algo frágil-.

Finalmente fue Theron el ultimo en exponer sus preocupaciones respecto al cuidado de la carreta y víveres que llevaban. -No será problema- respondió Marconio, -yo mismo la escoltare junto a mis hombre hasta el puesto de guardia en la entra a la ciudad. Pondré a dos guardias a cuidar de este constantemente hasta su regreso-. Con ello, los héroes podían dejar de preocuparse por sus pertenencias y desempeñar la tarea que les era impuesta con eficacia.

Bajo la guiá de Marconio, el grupo de Héroes avanzó por el camino a las afueras de la zona amurallada de la ciudad, siendo observados en todo momento por múltiples curiosos que deseaban saber que era lo que estaba sucediendo.

Marconio los dejó en el norte de la ciudad, justo donde un viejo camino iniciaba internándose en el bosque. A lo lejos se observaban un par de colinas hermanas tapizadas por la vegetación boscosa de la región. Según la señalación del comandante, allí se encontraba aquella torre a la que se dirigían y donde posiblemente encontrarían a Tarquino, y con algo de suerte, también el orbe.

Era hora de volverse a internar en aquel bosque, pero esta vez irían todos juntos, y quizá, con la compañía de los dioses.

Después de escuchar los consejos de su hermano, Talios levantó la voz:

Agradezco su amable propuesta, de mí parte lo único que pido es una lanza, soy un gran guerrero pero la falta de una buena arma me ha limitado en varios combates.

Las palabras llegaron a buen puerto, se le concedió una lanza al gigante, aunque la suerte no fue máxima ya que será solo un préstamo. Sin embargo sonrió y con seguridad en el rostro se dirigió al general.

Ha visto lo mortal de mis puños, mi vitalidad en combate y ahora con la lanza podrá ver el mismísimo rayo de Zeus caer sobre aquel que se atreva a entrometerse en nuestra misión.

Al decir eso, levantó la lanza con gesto de fuerza y poder. Después se preparó para adentrarse al bosque y dar caza al asesino, aunque no era l amisión principal, cierto era que pareciera una misión puesta por los mismos dioses.

Parece que todo se pone en marcha. En los lindes del bosque, se queda observando hacia la frondosa vegetación que, seguramente, esconde misterios... y peligros. Como la bestia que no pudieron atrapar la noche anterior. Y se pregunta qué hace ella ahí con el grupo de guerreros. Ellos saben defenderse. Si algo pasase, ella solo podría depender de su familia y amigos.

Pero no es momento de pensar en eso. Tiene que mantenerse atenta al camino que tienen por delante. Tienen que ir hacia aquellas colinas hermanas que se ven a lo lejos. Ese es su destino. Aunque... ¿será correcto ir de frente? Es una torre y, como tal, les verá venir si está en lo alto de ella. ¿No?

Ébalo memorizó las características del orbe, no quería que lo engañaran dándole otro parecido. Se despidió de la guardia dando las gracias por su trabajo, golpeando hombros y estrechando manos. Sin duda donde ellos ven un destino funesto, nosotros vemos un glorioso rumbo, creo que esa es una características de los héroes, ir donde nadie quiere ir.

Cojo del carro un poco de queso y un pellejo de agua. Al llegar al punto donde la guardia nos indica el camino busco una roca donde poner el pie y señalar hacia las colinas que como dos pechos, acunan a la torre de Apolo. Se me ocurren un par de chistes al respecto pero por respeto a Hypatía me los guardo.

- Allí nos aguarda nuestro destino, que a partir de aquí, los dioses guien nuestro sino- proclama con su voz de varítono.

Spyridon agradeció a Marconio la guía y las atenciones recibidas. Antes de despedirse pidió a todos los miembros del grupo que tomaran del carro raciones para el día.

- No sabemos el tiempo que nos va a llevar y no vamos a volver para comer.

Spyridon sonrió ante el entusiasmo de Talios. La verdad es que el gigante ya había demostrado de sobra su valía a lo largo del viaje aunque Spyridon suponía que aún no había visto todo lo que podía ofrecer el guerrero.

El bosque era denso y Spyridon no conseguía centrarse para guiar al grupo.

- Nada de separarse. Juntos y protegiendo a las mujeres. Ifianasa es nuestra mejor baza ya que es una verdadera sacerdotisa de Hera. Bendice nuestra misión de rescate de su orbe y partamos. Si alguien ve el camino a seguir que haga de guía hasta la torre.

Los detalles ya habían sido atendidos por Marconio, así que es momento de comenzar la búsqueda del asesino y a intentar recuperar el orbe.

Siguiendo las órdenes de Spyridon, me acerco al carro y saco de allí una buena cantidad de comida y pellejos de agua, que pongo en mi saco por si el viaje se alarga mucho. No sería una pérdida de ninguna manera pues aunque no se utilice, la devolveré luego. Prefiero tenerla y no necesitarla que necesitarla y no tenerla.

Reviso el filo de mi espada y de mi daga, comprobando que están en perfectas condiciones y sigo al grupo mientras el comandante de la guardia de Midea nos escolta por fuera de las murallas hasta el comienzo del sendero que se adentra en el bosque. Miro el aspecto de los árboles y es bello a pesar de las sombras que se posan sobre ellos, sombras de una bestia asesina y de un crimen que no deja de tener un extraño sabor a engaño.

"Supongo que la verdad se conocerá cuando llegue el momento. Los dioses nos están mirando y confío en que Zeus no nos dejará caer en argucias ni mentiras. Haremos lo correcto."

Respiro hondo, preparado para comenzar el viaje. Me sitúo delante de Ifianasa e Hypatia, preparado para recibir cualquier ataque que pueda amenazarlas y comienzo a caminar cuando el general lo disponga.

Akintos caminó junto a Ischyros hacia la carreta, para aprovisionarse de manera prudente, llenar sus pellejos y cargar raciones como para sí mismo, el general y la sacerdotiza. Tenía sus deberes con su mentor pero sabía que era honroso dar servicios a alguien de tal importancia como Ifianasa.

- La gloria y las hazañas no valen nada si uno termina solo - le respondió a su compañero de armas mientras decidían qué llevar, el saco del escudero rebosaba de vituallas. Le dedicó una sonrisa torcida, aparentemente la sombra había pasado, el semblante del joven guerrero ya parecía otro. - Incluso parace que está de acuerdo con Spyridon y todo -
- Ganaré favor de los dioses luchando hombro a hombro con quienes amo o no ganaré nada - habló, sus ojos brillaron llenos de esperanza y se adelantó al grupo, intentando encontrar un sendero entre aquellas tierras baldías.

- Seguidme, he encontrado un sendero - les indicó, aunque sin adelantarse demasiado como les había ordenado el general.

Al mismo tiempo que habíamos aceptado el encargo, los guardias de la ciudad habían accedido a nuestras peticiones. Ahora solo tendríamos que encontrar al apostata y recuperar lo sustraído del templo de Hera. Para ello tendríamos que internarnos en el bosque y llegar a un antiguo templo de Apolo....la cosa se pondría interesante si por el camino nos encontrábamos con la bestia que había abatido a los cazadores.

- Tengo la extraña sensación de que la bestia que con ahínco buscasteis la pasada noche podría cruzarse en nuestro camino mientras buscamos al sacerdote.  Abría que ir en formación desde el principio, puede que tardemos mas en recorrer el camino pero estaremos preparados en caso de lucha.

El grupo de héroes avanzó por el bosque ya a plena luz del día, satisfechos de que ahora era todo mas fácil. Spyridon y Talios acabaron liderando la marcha en gran parte del trayecto, pues fueron estos quienes pudieron seguir al camino hasta la torre basándose simplemente en su lógica, y es que tenía mucho sentido buscar las rocas viejas enterradas con el tiempo que representaban al viejo sendero de graba que alguna vez llevó a múltiples personas todos los días hasta el templo.

Durante su trayecto no sufrieron ningún contratiempo, todo se mostraba tranquilo y no hubo ninguna señal de peligro o de la presencia de aquella escurridiza bestia de la que muchos hablaban pero prácticamente nadie con vida había visto.

El único altercado se produjo ya muy adentro del bosque, cuando llevaban cerca de dos horas de recorrido y empezaban a ascender la colina donde esperaban se encontrase la supuesta torre. Lo primero que notaron fue una secuencia de aullidos de lobos, provenientes de algún punto al sur de su ubicación, en dirección a los senderos del bosque por donde habían estado explorando la noche anterior. La sorpresa fue cuando de la nada un amenazador lobo de considerable tamaño apareció frente a ellos con el hocico recubierto de sangre y gruñendo. Este amenazó con atacarles en un par de ocasiones, pero las lanzas y la superioridad numérica siempre le amedrentaron manteniéndose al refugio de los matorrales y los altos y viejos arboles de aquel bosque. El lobo estuvo allí observándoles por un largo periodo que se extendió varios minutos mas, pero ya nunca intento siquiera acercarse, y cuando el grupo se encamino a la cima de la colina, ya solo les siguió con la vista hasta perderse en la inmensidad verde de aquel lugar.

Llegaron a la cima de la colina ya solo en unos pocos minutos más, e incluso ya para cuando faltaban unos doscientos metros, pudieron empezar a observar la torre que sobresalía en la cima, tal como se les había dicho. La torre, por su tamaño, estaría probablemente conformada por tres plantas mas el tejado, era de roca y arcilla y la ultima planta tenía una de sus paredes laterales destruidas.

Cuando el grupo se acercó, observo mas cuerpos de cazadores a unos pocos metros de la entrada a la torre. Por la cantidad de trozos de hueso y partes humanas, habría de tratarse de otros tres o cuatro cuerpos; que por lo poco que quedaba de ellos, era probable que se encontrasen en la zona de alimentación de la bestia, e incluso en su nido.

Fue entonces, cuando distraídos observan la atroz escena, que una sonoros ruidos se escucharon desde el interior de la torre, parecía tratarse de una fuerte discusión, y los gritos amenazaban con una inminente pelea que incluso ya podría estarse llevando a cabo. Al intentar abrir la puerta que daba acceso a la torre, se encontraron con que esta estaba atrancada por dentro, si querían acceder a la torre tendrían que derribarla o encontrar algún otro acceso.

Al llegar al lugar y presenciar la escena Talios se mantuvo alerta, primero se puso un paso al frente del general, sabía que esta era una misión secundaria, si bien de gran importancia para los Dioses; no valdría la pena arriesgar la vida del general.

La vista era repugnante y el olor fétido propio de la guarida de una bestia, cada paso que daba el gigante era cuidadoso y medido, en cualquier momento podría aparecer la bestia.

Al escuchar los pleitos el ateniense se digió directo a la puerta para derribarla, el tamaño del gigante era proporcional a la fuerza, justo antes de empezar a golpearla le hizo un gesto a su hermano para que estuviera listo con una flecha apuntando hacia el interior, al ver que su hermano estaba listo no dudo en golpearla con sus feroces puños hasta derribarla.

El viaje por el bosque sucede en considerable calma a medida que avanzamos por lo que parece un antiguo sendero en medio de los árboles. De seguro ese sitio era utilizado en peregrinajes al templo, aunque no es un lugar muy visitado actualmente por lo que sé.

Solo unos lobos nos quitan un poco la tranquilidad del camino y no es para atacarnos precisamente, sino para evitar que nos acerquemos a la zona que visitamos anoche. No puedo dejar de pensar que deben estar devorando el cadáver que no conseguí llevarme y una sombra pasa por mi rostro al recordar que las cosas no salieron como quise, aunque el destino del transportado, por poco digno, fue mejor que el que esta manada le está dando al otro pobre desafortunado.

Pero finalmente divisamos la torre y, al ver los cuerpos, lo primero que pienso es lo que comunico al grupo:

 - "La bestia está aquí. Debe haber una conexión entre los asesinatos y Tarquino."

El misterio solo se hace más grande pues puede que el mismo supuesto sacerdote sea la bestia o la conozca. Quizás él la desató o intenta detenerla. No lo sé pero algo me dice que lo averiguaremos pronto.

Nos acercamos a la puerta y Talios se acerca a esta para intentar derribarla, mientras yo intento ver si no hay alguna clase de entrada superior que pueda utilizar. Alguna ventana, alguna mampara superior, incluso una grieta en la estructura que pudiese utilizar para espiar y entrar por si la puerta no resulta tan fácil de derribar como espera el ateniense.

Spyridon siguió el camino marcado por sus compañeros hasta la cima de la colina y contempló el dantesco espectáculo de los cuerpos despedazados y medio devorados que los rodeaban. Estaba claro que exitía alguna relación entre Tarquino y la bestia, pero aún no sabían cual podría ser.

Antes de poder dar ninguna orden, el gigantesco espartano tomó la iniciativa y golpeó la puerta con fuerza mientras que Ischyros está en actitud prevenida. Me agrada ver como los hombres toman su propia iniciativa.

- Atreo, flechas, cubre a Talios - una orden apenas susurrada para que nuestro arquero cubra a Talios ante cualquiera que pudiera aprovechar su acción sobre la puerta para atacarle por sorpresa. - Las mujeres a cubierto - Yo mismo preparo mi escudo mientras en la otra mano llevo mi espada. Intento que el grupo se mantenga unido mientras Talios destroza la puerta.

Mantengo la cobertura mientras me acerco a Ifianasa y de nuevo en voz baja le susurro:

- Decidnos cualquier cosa que percibáis o que vuestra diosa tenga a buenas comunicarnos, así como cualquier opinión que consideréis.

Y a todo el grupo

- Atentos a cualquier cosa que intente sorprendernos.