Partida Rol por web

Estaban pasando varias cosas que, juzgué, requerirían nuestra atención, pero lo primero era lo primero: el cazador.

Me acerqué rápidamente al tal Ethuan y a los que le rodeaban, fijándome bien en sus heridas, con la esperanza de identificar, quizá, a la bestia que les había atacado. Debió ser algo formidable si había acabado con toda una partida de caza. Una parte de mi, profunda, salvaje e irracional, sintió el impulso de internarse en el bosque e ir tras la pista de una bestia así. La parte que me impulsaba a perseguir a mi presa, acosándola a veces durante días. La parte que me hacía ser como era.

Me giré hacia los presentes y comencé a hacer preguntas sobre la única pista que tenía: Unai. Quizá alguno de los presentes en la posada podría decirme dónde podía encontrarlo exactamente.

La llegada del cazador herido sobresaltó a toda la concurrencia. AL instante se olvidó el ambiente jovial y agradable que había creado Ebalo con su actuación. Spyridon se levantó en el acto, pero permaneció en segundo término observando las heridas infringidas al cazador.

Llamó disimuladamente con un gesto a Theron y Akintos. Sin permitir que se juntaran todos y llamasen la atención, intentó que le oyeran los más cercanos del grupo.

- Esto ya me preocupa bastante. La bestia o lo que sea que haya hecho esto al cazador no puede estar muy lejos, va a ser casi imposible no cruzarnos con ella. Tenemos que organizarnos, que esta vez no nos pille desprevenidos. Hay que obtener la máxima información, pasad el mensaje y luego nos juntaremos para organizar la estrategia. Mañana partimos a continuar nuestro viaje y cazar a ese monstruo.

El joven se había perdido unos segundos entre la gente, para luego reaparecer con un rostro gris y sombrío. Quizá, esta vez los dioses no le habian sonreido.

No tardó en acercarse al grupo cuando Spyridon le hizo un ademán, mientras caminaba, sus ojos seguían la imagen de los cazadores heridos que retornaban sorpresivamente a la posada.
La bestia dejaba de ser un rumor y comenzaba a ser una amenaza real a la que tendrían que enfrentarse, más temprano que tarde.
Conocía a su mentor, sabía que no dejaría pasar la situación y desplegaría toda su capacidad y recursos para sortear el obstáculo. Escuchó sus palabras y decidió informar sobre lo que había visto antes de retirarse a cumplir con lo ordenado.

- Si me permite, mi general - susurró para evitar que oídos extraños se hicieran con sus palabras - Sospecho que tenemos otro asunto entre manos... -
- Cuando vagué hacia aquella parte del salón - señaló hacia la zona desde dónde se había acercado - pude ver a dos hombres, evidentemente nada contentos, desaprobando la actuación de Ébalo -
- El acto en si, no tiene nada de sospechoso, pero algo en su forma de salir tan rápido de aquí me hizo sospechar que tienen algún lazo político con Zorba y ha salido a planear algún tipo de represalia -
- No se que sea mejor, quizá lo más sensato es dejar a alguien como compañía de neustro compañero, para que no puedan hacer algún tipo de emboscada -

Terminó de hablar y le pareció que se había pasado de la raya, solamente estaba pasando información, no dando consejos que nadie había pedido. Se enderezó y rápidamente se fue acercando a los demás, uno a uno y les informó de lo que había ordenado Spyridon.
Luego, él mismo se acercó entre la gente preguntando disimuladamente sobre aquella bestia espeluznante.
Alguien tenía que saber datos más concretos, para poder hallarla, ¿verdad?

Una vez volvieron nuestra partida del interior de la ciudad, pudimos reunirnos en la taberna al rededor de una mesa y comentar nuestros hallazgos. Estábamos casi todos cenando en compañía a excepción del espartano que siguiendo con su treta había decidido cenar en solitario. No era una cena especialmente buena pero había comido cosas peores a lo largo de las campañas a servicio de mi rey, serviría lo justo para vivir un día mas. No había terminado de degustar el plato cuando la puerta de la taberna se abrió, querían los dioses forzar una situación una vez mas.

Es Spyridon quien hace un gesto de reunión ante el revuelo que causa la llegada de un cazador mal herido. Podemos oir algunos comentarios quedos de una partida para acabar con una bestia en los bosques.

-   Eso si la bestia no sigue al cazador hasta aquí, como hicieron las otras cuando nos acercábamos al pueblo anterior. Igual esta bestia no se rige por las mismas pautas, pero de ser una sugerencia anterior mente las guardias ahora serán una necesidad. Si fuese posible preferiría batirme con el monstruo cuando no tenemos que proteger la dichosa carreta.

Akintos aun tenía preocupantes noticias que darnos, la canción de Ebalo había atraído la atención no deseada de varios individuos en a taberna. Solo habían sido unas palabras fuera de tono, pero siendo nosotros esto podría acabar en una trifulca.

- Estoy con Akintos alguien debería estar atento a Ebalo, no solo por que le puedan hacer sino por lo que él puede hacer, como que termine en un problema con la justicia de estas tierras. Lo cual cabe decir que nos retrasaría.

Me acerqué a mis compañeros, en concreto a Akintos y Spyridon, y compartí con ellos lo poco que había podido averiguar sobre aquel tema, tan espinoso.

- Un tal Unai parece saber algo más del asunto - dije con un tono de voz bajo, procurando no llamar la atención - Por lo visto, se retiró en el último momento de la batida. Quizá podamos encontrarlo en Midea y pueda decirnos algo más. Estoy intentando averiguar dónde podemos hallarlo exactamente.

Asentí a las palabras de mi compañero Akintos sobre la actitud sospechosa de aquellos hombres.

- Yo también me percaté de ello, general. Ciertamente, parecían no tramar nada bueno.

La cena no es de demasiada calidad, pero sabe lo complicado que es cocinar para tantas personas así que las cejas no son necesarias. La comida cumple su cometido que es alimentarlos y dejarlos saciados hasta mañana. Pero la cena se ve ensombrecida por la entrada repentina de un hombre herido. 

Al ver que ha sido atacado, se levanta y se acerca a él, pero con la intención de ayudarle con las heridas presentes. Sabe que debe de haber algún médico en el pueblo mejor cualificado que ella, pero si hace algún esfuerzo más quizá se acabe desmayando y no llegue a donde está el médico. Y, evidentemente, el hombre se desmaya tras decir esas últimas palabras.

Quizá alguno de sus compañeros considere que no es adecuado que interactúe de esa forma, pero lo primero es atender a ese cazador.

-¿Hay algún médico viviendo en la ciudad? Debería acudir inmediatamente a este lugar para atender a este pobre hombre.

Se arrodilla junto al hombre para intentar evaluar sus heridas.

Ébalo estaba de buen humor, como siempre, tener el pelo limpio significaba que podía combatir al máximo, si tengo que caer en combate espero dejar un bello cadáver. Comiendo con las manos se llenaba la barriga con avidez, cuando entra un hombre ensangrentado huyendo de una bestia.

Esta es la tercera vez que le pasa al guerrero que está cenando y entra alguien lleno sangrando y avisando de un peligro cercano. Está empezando a pensar que los dioses le ponen a prueba constantemente. Por suerte estoy peinado y cenado, preparado para lo que pueda pasar. Así que mantiene un ojo en sus compañeros para ver si van a ir tras la bestia o esperarán a que amanezca. Algo mucho más sabio si su enemigo se denomina, LA Sombra, pero Ébalo tampoco es un general, o sea que hará lo que le digan.

Ante la exclamación oportuna de Hypatia, algunos hombres piensan rápido en a quien buscar y uno de ellos sale disparado a buscarle. No obstante el hombre se veía muy mal y no se sabía cuanto tiempo tardaría en llegar la ayuda. Su amigo, quien le había reconocido antes se encontraba ya junto a él e intentaba darle agua sin que este siquiera pudiese reconocerlo, y a pesar de que le preguntarán por la bestia o los demás cazadores, no hubo respuesta mas que la constante frase de “los mató a todos”.

-Debemos salir ahora y buscar a esa bestia, quizá los demás no estén muertos y podamos salvarles. Si actuamos pronto podríamos salvar mas vidas. Y no podemos dejar a esa bestia cerca. ¿Quien está conmigo?- preguntó aquel hombre enaltecido creyendo plenamente en que tenían que matar a esa criatura esa misma noche.

Los dos misteriosos hombres que salen de la posada son seguidos por mis ojos, que no parpadean ni un solo momento antes de que abandonen la posada. Tengo un mal presentimiento, un muy mal presentimiento y creo que no debo ignorarlo, por lo que me acerco rápidamente hacia la puerta, justo para ver como entra aquel hombre gravemente herido.

Me centro en ello y escucho las palabras que pronuncia mientras veo como el resto reacciona. Me acerco a Spyridon y escucho sus palabras, así como las del resto. Lo que menciona Akintos me recuerda aquellos tipejos, que creo que volveremos a ver y en condiciones mucho más pesarosas.

De pronto comienzan a hablar de Ébalo y creo que eso es algo secundario ahora pues lo importante es que probablemente esta bestia está acá, en los alrededores y no estamos tomando las precauciones necesarias. En ese momento salió la idea de salir a buscar a la bestia. Mi primer impulso es sumarme, pero espero a que el General indique si debemos o no, pues él está al mando y no quiero pasar por sobre su autoridad.

Poco después de salir de Midea, nos reunimos con el resto en una posada de gran tamaño, para la cena. Me senté al lado de mi hermano y le serví un vaso de vino:-Toma hermano, esto recompondrá tu espíritu.-le dije a Talios. A continuación repetí lo mismo con Lykaios e Hypatia:-Y el vuestro, tras la dura jornada de hoy.-les comenté mientras les servía. Finalmente vovlí a mi asiento y empecé a cenar.

El espectáculo de Ebalo había llamado la atención de unos y otros, Akintos se había dado cuenta de ello y había informado a Spyridon sobre el asunto. Poco después de que Akintos informara a todos, llegó un hombre cubierto de sangre a la posada y todo el mundo fue a ver qué ocurría, excepto nosotros. Por lo que se escuchaba la situación era la misma que encontramos en la aldea en la cual combatimos a esos demonios.

La joven Hypatia estaba atendiendo al herido y tenía a todo el mundo encima de ella. Me levanté de la mesa:-Me quedo a ayudar a Hypatia y vigilar a Ebalo.-le dije a Spyridon. A continuación, me dirigí hacia allí y empecé a hacer espacio:-Venga hombres, dejad trabajar a la señora, es buena haciendo su trabajo, pero necesita espacio y no se lo estáis dando.-dije con el tono más calmado pero imponiendo el orden en la posada. 

Cuando vi que mi hermana se acercaba y se ponía a atender las heridas del cazador, decidí, como bien había apuntado Anatolius, que era momento de apartarse y dejarla hacer. Al fin y al cabo, poco podía hacer allí, más que molestar. Tenía mis serias dudas respecto al origen de las heridas, pero contradecir a aquel hombre allí, en medio de la posada, rodeado por gente que seguramente le conocía desde hacía tiempo, no me pareció una idea prudente. Más teniendo en cuenta los últimos acontecimientos.

Me dirigí entonces a la entrada de la posada y salí al exterior, permaneciendo cerca de la entrada. Quería saber si aún alcanzaba a ver a los dos hombres que habían actuado de forma tan misteriosa respecto a Ebalo, o si podía ver algo de interés sobre la misteriosa "sombra" que había atacado a los cazadores. Quizá habría algún rastro útil por los alrededores. Al menos estaba bastante convencido de que podía averiguar la dirección por donde había llegado el tal Ethuan, lo que quizá nos daría una pista de por dónde rondaba la supuesta bestia.

Nada más ver las heridas de ese hombre, se da cuenta de que está en un estado crítico. Si no hacen algo ahora, no sobrevivirá para ver un nuevo amaneces. Que deje de sangrar es su mayor prioridad y la única forma de hacerlo es coser las heridas. Pero no puede hacerlo ahí, en el suelo de la posada.

-Necesito un lugar tranquilo y adecuado. Aguja e hilo. Trapos hervidos y limpios y la bebida más fuerte que haya. Y alguien a quien no le de miedo ver sangre y mancharse.

Ifianasa no parece muy presente, seguramente, pensando en los motivos de los dioses para enviarles todas esas señales. No debe molertarla si está intentado conectar con los dioses.

Mientras Hypatia y Talios se abren camino al centro de la escena, una como médica y el otro cuidándola, Akintos hizo algunas preguntas a los aldeanos y comerciantes reunidos allí. Nadie le negó las respuestas, por alguna razón eso le sorprendió gratamente.
Volvió a acercarse al grupo, Ischyros no decía nada pero tenía un semblante que se le hacía muy conocido. El escudero le apoyó la mano en el hombro y le dijo con cierta solemnidad - Estoy contigo, aunque no digas nada, se te nota en los ojos hermano - palmeó y avanzó dos pasos.

Junto a Theron y Spyridon se detuvo, no había mucho tiempo para decidirlo - No podemos dormir tranquilos con esa sombra rondando, si no nos movemos aprisa, quizá la perdamos, si lo hacemos, todos sabrán quienes somos... -
Meditó sus palabras un momento - Pero tampoco podemos ir todos, la carreta debe quedar protegida, así como la portadora de la tablilla -

Entendido, Hypatia.- le contesto a la joven micénica:-Posadero! Necesitamos una habitación para atender al herido y su bebida más fuerte.- le grito al posadero.

La situación empezaba a encaminarse, ahora solo faltaba conseguir el resto de cosas:-Tú, aguja e hilo. Tú, los trapos hervidos y limpios.- les ordeno a dos de los congregados allí, uno de ellos el conocido del herido:-Yo te ayudaré hasta que llegue el médico.-le comento a Hypatia.  

La llegada del herido estaba precipitando los acontecimientos, dejándoles poco margen de actuación. Los compañeros estaban reaccionando en función de su naturaleza, pero Spyridon consideraba importante mantenerse discretos, preferiblemente sin que fueran reconocidos.

Anatoluis y Hypatia ya estaban reaccionando atendiendo al herido, por lo tanto permanecerían en la posada. Ifianasa estaría también más segura con la tablilla en la posada, todo lo contrario que Ebalo que seguramente estaría más seguro en el grupo de caza. Mentalmente Spyridon iba formando los grupos.

- Vamos a organizar una batida. Akintos ira conmigo - Tras nombrarlo le doy una orden más directa en un tono más bajo - Dile a Ebalo que se preste "voluntario" para acompañarnos, no quiero dejarlo aquí. - Vuelve su vista hacia los demás - Ischyros y Atreo también vienen. 

- Theron, a tu elección si quieres venir a la batida de caza o quedarte. - comento al general - Creo que no estando Ebalo en la posada no tendría porque haber problemas. Me gustaría que Talios también nos acompañara.

- En cuanto a Dareios y Lykaios, lo que decidais, pero me gustaría dejar a alguien en la posada junto a las dos mujeres y Anatolius.