Partida Rol por web

-Gracias, Anatolius.

Le sonríe y vuelve a las heridas que sangran profusamente. Solo pueden intentar que la sangre corra más despacio hasta que llegue a aguja y el hilo que ayuden a cerrar las heridas. Y hasta que tengan los trapos limpios no pueden usar nada más que la propia ropa del hombre que ya está rasgada y rota por las heridas.

Sin importarle mucho, pues importa más la vida del cazador que que le echen en cara que rompa la ropa, crea tiras con la camisa ya rota y manchada.

-Debemos intentar que las que más sangren lo hagan menos. Debemos apretar las heridas lo suficiente para que disminuya la sangre, pero no tanto como para que después tengamos que lamentarnos.

Intenta hacerlo para demostrárselo.

Observo atentamente lo que hace Hypatia y la imito lo mejor que puedo, a pesar de que no soy diestro en estas cosas. 

La gente no había sido muy amable ante mis preguntas, parecía que les habían molestado mis indagaciones sobre lo ocurrido y que era mas importante que ellos se enteraran a que me contaran algo. La situación en cuanto al cazador estaba siendo solucionada por mi sobrina y Talios, era mejor dejarles a ellos como gente que se preocupa por otros que llamar la atención una persona armada.

Ahora estaba la cuestión de la bestia, ir por ella o desentendernos....Spyridon ya había tomado una decisión sobre esto y era terminar con el ser que amenazaba a esta ciudad. Mandaría un contingente poderoso para acabar con el ser, la cuestión era si debería ir yo o dejar que fuera otro.

- Yo mismo puedo ir, pero si Daerios quiere mostrar su valía en combate lo mejor sería que fuese él y yo me quedara como apoyo a Lykaios por si hubiese algún problema en la taberna. Hay que asegurarse del bienestar de los que aquí se queden. Aun que aun había otra opción más. - O bien esta el caso de no dejar nadie atrás y seguir todos a la bestia.

La llegada a Midea sucedió bastante antes de lo previsto... eso o a la sacerdotisa se le pasó el tiempo muy rápido. Las murallas  de la ciudad eran bastante nimias comparadas con las de Micenas. Para la sacerdotisa todo sucede demasiado deprisa, incluso la pequeña conversación que mantienen antes de llegar a la ciudad para finalmente decidir que no entrarán sino que pasarán la noche en la posada cercana. No parece ser una mala idea. Hypatia y Lykaios se marchan al ágora y la sacerdotisa aprovecha para descansar. Se ríe y aplaude con fuerza la actuación del Dorio. Creo que tenía que hablar con él...  piensa tras recordar vagamente que había cruzado unas breves palabras con él el día anterior. De momento la sacerdotisa desechó esos pensamientos, tal vez el Dorio no fuera muy receptivo pasados los días. Se dedicó a acomodar sus enseres y los del resto y a guardar la tablilla hasta que llegaron el resto de compañeros de viaje.

Entonces hace una entrada en escena un hombre herido e Ifianasia se pone en guardia. Le trae muy malos recuerdos de lo sucedido anteriormente. Una chispa de atrevimiento y osadía se prenden en ella cuando preguntan si hay alguien dispuesto a ir por la bestia, pero no dice nada, mira a su alrededor  tratando de encontrar una respuesta. Entonces es cuando escucha la voz de su amiga... es mucho mejor ir a tratar de curar la herida. Se acerca hasta donde ella  y le ayuda con las tareas de limpieza.

- Tened cuidado, no sabemos qué más peligros nos aguardan ahí fuera...  tal vez tengamos suerte y esta desdicha nada tenga que ver con nosotros .- dijo mirando a los guerreros que parecían dispuestos a salir tras la bestia. Aunque por su tono de voz se podía deducir que estaba prácticamente segura de que todo tenía que ver con ellos y su misión.... su misión bendecida por algunos dioses.

Akintos pone su mano sobre mi hombro pues sabe exactamente qué es lo que estoy pensando. Deseo salir y buscar al culpable de tan terrible ataque. Le llamaban Sombra, pero desconozco que clase de hombre o criatura es, cosas interesantes de conocer pero completamente irrelevante a la hora de repartir justicia.

Le sonrío, complica, pues espero que él también venga con nosotros. No hemos tenido la oportunidad aún de luchar juntos contra algún peligro y extraño que seamos compañeros de armas como siempre fuimos en las guardias de Micenas. El momento se acerca de ser nuevamente un equipo y esta podría ser la ocasión.

Las palabras de Spyridon dan paso a lo que yo esperaba y asiento emocionado. Miro a los otros implicados y estoy feliz de que Atreo también vaya. Juntos los dos hemos sido capaces de acabar con una de esas bestias y siento que no hay nada que no podamos derrotar juntos. Pongo una mano sobre el hombro de Akintos antes de hablar:

 - "¡Vamos, hermano! Encontraremos a esa sombra y acabaremos con ella."

Me dirijo a la salida con ambas manos sobre el pomo de mis armas. Avanzo a paso firme pero sin correr, pues no quiero llamar más la atención de los presentes. Llego a la entrada de la posada y salgo por la puerta, intentando ver a Atreo y así poder coordinarnos para ir en busca de aquel enemigo.

Las órdenes del general y la respuesta de Ischyros le arrancaron una sonrisa complaciente al joven, el cual se volteó raudamente en busca del Espartano. Las miradas estaban muy atentas en ayudar al herido y ver quienes salían como voluntarios, el momento era propicio para acercarse al guerrero rubio.

- Te necesitamos como voluntario en la cacería - le comentó en voz baja, para luego alejarse hacia la puerta, tomando sus armas y siguiendo a sus compañeros.

Poco tiempo llevaba en la taberna, cuando se desató el caos. Un hombre gravemente herido irrumpió en el local, rápidamente los generales impartieron órdenes y los hombres respondieron como un resorte. Hypatia y Anatolius, que acababan de regresar de la ciudad junto con Lykaios se pusieron manos a la obra con el desdichado cazador. Y el primogénito no iba a ser menos, tomó una de las antorchar de las paredes y les siguió, asegurándose que no les faltara luz sobre las heridas.

No deseaba alejarse de su hermano Dareios, pero era muy consciente que no sería mas que un estorbo allí a fuera. Además, no tenía ninguna intención de volver a ver ninguna de esas criaturas con vida. Aun las tenía muy presente, es mas, el recuerdo del miedo de la noche pasada hizo que se quedara unos segundos inmóvil mientras que el resto del grupo se afanaba en ser útil.

Talios se encontraba pensativo, el incidente de la aldea, la falta de disciplina, las ideas tan románticas de muchos de sus compañeros le rondaban la mente; definitivamente esta es una prueba del mismísimo Zeus, reflexionaba en silencio. Ni su hermano, ni las múltiples decisiones que se debieron tomar lograron sacar al gigante del aberno reflexivo en el que se encontraba inmerso; pero la sangre, el hedor a muerte que entró a la posada fue lo que súbitamente despertó al mercenario.

Alzó la mirada, intentando adivinar ahora qué esperarían los dioses de ellos, justo cuando el general Spyridon comentó de ir a darle caza a la nueva bestia.

Al escuchar las órdenes, Talios asintió, aunque no estaba convencido de que debían atacar a una bestia que realmente no se había metido con ellos; talvez incluso esto llame la atención; pero al final el general era otro y solo podía confiar en su buena decisión.

Después se acercó al general y le susurró: "Mí general, debido a que cada vez me convenzo más de que todo jugará en nuestra contra, me veo en la penosa necesidad de pedir me preste algo de oro para poder comprar una mejor arma; usted mismo ha visto mis habilidades, ahora imagine la eficiencia al pegar no solo con los puños"

Spyridon asintió a Talios

- Creo que algo de oro te puedo prestar, piensa lo que necesitas y a la vuelta de la batida de caza, si se puede asumir, compras lo que necesites.

Spyridon veía a la gente preparada para salir y hacía un recuento de cuantos iban

Al escuchar al general Talios sonrió, sabía que podría hacer mejor papel con una mejor arma y sobre todo, no arriesgar la vida de sus compañeros de armas.

Gracias general, ya tengo en mente lo que he de necesitar, aspiro a un tridente de dos manos, pero tal vez sea muy costoso, con una lanza de dos manos he de empalar a cualquiera que atente contra nuestra misión. Mientras decía eso se acercaba al general para escoltarlo y aprovechando su gran tamaño ocultarlo para que no lo reconociesen.

La acción de Anatolius fue mas que atinada pues permitió a los presentes reaccionar, muchos aun así no sabían como hacer lo que se les pedía, pero aquello permitió que otros presentes mas capacitados si reaccionasen. Con ello, solo fue cuestión de varios minutos para que le trajesen a Hypatia una olla con agua hirviendo y algunos trapos un tanto limpios, a la par de un aguja de cobre e hilo. Llevar al herido a una habitación fue algo que permitió el posadero, pero no accedió a darles un vino, no era un benefactor y de hecho era apenas mas rico que los mas pobres del pueblo.

Mientras, Atreo había salido para intentar averiguar mas acerca de lo que había acontecido con el herido y Spyridon organizaba una partida entre sus acompañantes para ir a cazar a la bestia. Así mientras aparentemente Hypatia, Anatolius, Ifianasa, Dareios y Theron se quedaban atrás, el resto habría de partir tras la bestia.

No obstante, aunque no gustase a los héroes, nadie del pueblo se había ofrecido a ayudar a aquel otro cazador que abogaba por ir tras la bestia a aquellas horas del día. Y es que no solo era que la imagen del cazador destrozado y todos sus compañeros muertos fuese suficiente para disuadirlos sino que sumado a ello, la noche garantizaba que muchos encontrasen alguna excusa para no acompañarles.

Por ello, cuando aquel hombre vio a Talios acompañado por otros hombres fuertes y fieros supo que ellos eran su única oportunidad. -Hey, ustedes, veo que son guerreros, hombres como ustedes podrían vencer a esa bestia sin problemas. Necesito su ayuda para vencerla, yo no podré solo-. Detalló aquel cazador aun sin presentarse.

El guerrero se acercó al cazador, con sus armas listas - Me llaman Akintos, con mi dori, mi pelta y la benevolencia de los dioses, subyugaré a la bestia que ha atacado a veustros amigos - le comentó con tono confiado.

- He escuchado hablar a la plebe dentro de la posada - continuó mientras caminaba a la par del hombre - varios decían que vuestro nombre es Unai, y que os une con el malherido Ethuan una gran amistad - hizo una pausa, escrutando la mirada del habitante local ante tales comentarios.

- Varios preguntaban, dubitativos, cuales eran vuestros motivos para no acompañar al grupo en la última batida de caza - lo miró a los ojos, mostrando empatía y preocupación - quizá, saber lo que sucedió, qué sabeis de nuestra presa, nos ayude a intentar darle caza con éxito... -
- Después de todo, estamos poniendo nuestro cuerpo, arriesgando nuestras vidas por vosotros - terminó esta frase con una sonrisa de camaradería, no era un bravucón, obtener esa información era algo básico para terminr este asunto sin mayores percances.
 

Spyridon observaba como todo el mundo se preparaba. Por su parte intentaba pasar desapercibido tras Talios mientras Akintos intentaba obtener mayor información y que el cazador les acompañase.

Salgo con el grupo de caza, preparados y dispuestos a perseguir y atrapar a la bestia que atacó a los cazadores. No sé qué clase de bestia es, pues la llaman la Sombra, pero fue capaz de acabar con ellos y destrozarlos completamente. El pobre hombre que sobrevivió, por ahora, más de alguna secuela obtendrá y dudo que sea el mismo.

El grupo está compuesto por buenos guerreros del grupo y tenemos grandes posibilidades de vencer lo que sea que nos encontremos.

El cazador se acerca a nosotros y nos pide ayuda, mientras que Akintos se presenta. Hablo también para apoyar a mi amigo:

 - "Mi nombre es Ischyros y seré yo quien lleve la justicia a esa bestia, acabando con ella, aunque mi hermano aquí desee llevarse la gloria."

Le sonrío a Akintos mientras le pongo la mano sobre el hombro. Supongo que todos los jóvenes guerreros están emocionados por demostrar cuan poderosos son, mi hermano y yo no somos la excepción, por lo que espero que esta sea la ocasión de que ambos demostremos de lo que somos capaces.

Me mantengo atento a lo que dice el hombre para comenzar a buscar a la criatura. Es el momento de que la justicia alcance a esa bestia asesina.

Después de dar las órdenes oportunas me puse junto al cuerpo del herido e imité a Hypatia, en cómo taponaba las hemorragias con los retazos de la propia ropa del herido hasta que trajeron el agua hirviendo y el resto de cosas que habíamos solicitado. Observé a Hypatia cómo trabajaba mientras yo le prestaba ayuda dándole todo lo que me pedía y haciendo todo lo que ella decía. 

Consiguen una habitación y suben al herido hasta ella. Aunque quizá no ha sido tan buena idea. Falta luz en la habitación y, quizá por eso, no consigue ver bien las heridas. Lo tienen ya todo y lo primero que hace es limpiar las heridas del enfermo con los trapos hervidos en el agua. 

-Necesitaría más luz.

Parece que los dioses no están con ella en ese momento. No se siente demasiado hábil y teme dañar más al cazador, pero si no hace nada, el cazador seguro que morirá. Decide comenzar por las heridas más pequeñas y fáciles. Las más grandes y profundas necesitan una mano experta y espera que hayan conseguido contactar con un médico de verdad. Ella, al fin y al cabo, ha aprendido de la práctica.

Estaba claro que Hypatia era buena cuidando a la gente y sus recién aprendidas dotes de curación la dejaban tan perpleja que no se había dado cuenta que Lykaios esdtaba justo detrás de ella con una antorcha para iluminar las heridas que tan afanosamente, Anatolius y ella prestaban a atender.

_ Como ordenes mi general. Soltó en tono jocoso con una amplia sonrisa. Estaba claro, que no era su oficio aunque no lo hacía nada mal, pero los nervios y la tensión del momento la dejaban absorta en su tarea. _ Me pondré aquí para no estorbaros mientras trabajáis con este desdichado hombre. Ágilmente rodeó al mercenario para colocarse a los pies de la cama y acercar la antorcha lo máximo posible sin quemar a nadie en el proceso.

Otra vez nos vemos envueltos en un desatino que nos retrasará en el viaje, y lo peor puede destaparnos. No fuimos demasiado cuidadosos al llegar a las proximidades de la ciudad, y para el alba toda la polis estará al tanto de un grupo de soldados que dio caza a una bestia. Aunque todo este altruismo no pueda beneficiar en las compras, siempre que no nos relacionen con el ataque de esas aberraciones. Esperemos que no sean las mismas que nos enfrentásemos anoche.

Mientras Unai y Akintos caminaban, Talios se movió al lado contrario de donde estaba Akintos; intentando siempre llamar la atención para que el general pase desapercibido.

Al caminar atento y reflexivo estaba sobre la situación; dividirse suena una idea intrépida, pero con él en la misión seguro minimizaría las bajas lo humanamente posible.

Una clara oportunidad para mostrar de lo que era capaz y Daerios no supo responder de otra manera mejor que con una mirada perpleja y un absoluto silencio. Cualquiera podría haber pensado que la mente del joven se vio abrumada por las implicaciones que suponía dar ese primer paso hacia la gloria; quizás también por el temor a no estar a la altura. Por ello la oferta de Theron no obtuvo respuesta. Todo ello mientras el general organizaba la partida e Hypatia atendía al herido. No fue hasta que el cazador los impelió a formar ayudarle a dar caza a la bestia. -Ayudaremos en todo lo que podamos.- Intervino finalmente con juvenil entusiasmo para responder al cazador, aunque enseguida se contuvo para esperar a que Lykaios o Spyridon aprobasen su participación. 

Con un semblante más disciplinado, Daerion se acercó hacia los que estaban dispuestos a encontrarse con el monstruo que tanto dolor había causado. -Permitidme acompañaros.- Dijo simplemente mirando esta vez al general. Si bien se le había dado libre elección, no por ello iba a saltarse la jerarquía en el grupo. Tan solo deseaba demostrar que él también era un guerrero capaz.