Partida Rol por web

Cuando entraron lo primero que les sorprendió fue el olor a guiso recién hecho. Hizo las delicias de la compañía que desde que Patukkas había perdido la carreta no había comido en condiciones. Lo segundo que les sorprendió fue que aparentemente allí no había nadie. Lo tercero que les sorprendió fue que de la nada aparecieron dos beórnidas y tras ellos Beorn. Bueno, debía ser él. Quienes habían combatido en la batalla de los cinco ejércitos reconocían que se daba un aire y quienes no.. reconocían las descripciones que se habían hecho sobre él.

Antes de que dijera nada, Bofri dio un paso al frente y sacó la carta que había recibido como encargo y se la entregó a Beorn.

- Señor.. - dijo el hijo de Bofru.- Traigo este mensaje de parte del Rey Daín, era muy importante. Soy Bofri, Hijo de Bofru, amigo de Gloin. De la compañía de Thorin Escudo de Roble - dijo presentándose y luego giró la cabeza para mirar a nuestros héroes - Ellos son la compañía afortunada, me han escoltado en el viaje hasta aquí desde la Ciudad del Lago, han sido unos grandes acompañantes - explicó.

Beorn cogió la carta con sus enormes manos y la leyó. Su rostro era algo inexpresivo. Cuando terminó de leerla la dobló y asintió.

- Gracias Bofri hijo de Bofru por traerme este mensaje del Rey Dain. Espero que el viaje haya transcurrido sin incidentes.. - extendió la mano señalando la mesa que estaban preparando los dos beornidas que le acompañaban - Sentaos, hablaremos mientras comemos.

La invitación estaba clara. Todo era enorme, hasta para los humanos y el elfo.. para los hobbits y el enano era terriblemente enorme todo lo que había allí.

Como hobbit, no entendia muy bien los distintos patrones de comportaniento humanos. Todos los hobbits teniamos las mismas costumbres y tradiciones similares. Todas ellas simples y faciles de aprender y aplicar.

Cualquiera diria que todos los hombrea compartirian también tradiciones y comportamientos similares entre ellos, y nada más lejos de la realidad. La experiencia de sus continuos viajes junto a la compañía afortunada me había enseñado que cada tribu y familia de humanos tenía sus propias reglas y protocolos.

Asi pues, observo atenta a las señales para saber cómo dirigirme al señor de aquellas tierras. Pero la falta de protocolo formal entre los beornidas no me permitió entre ver ningún tratamiento formal entre ellos.

No sabiendo qué hacer o qué decir, me siento a la mesa de Beorn imitando a los anfitriones. La mesa me llega al cuello y tengo que estirarme para ver el contenido del plato. Creo que si me pongo de pie sobre la silla estaría a la altura idonea para poder comer. Pero claro... Eso podría ofender a los anfitriones. Decido permanecer sentada y seguir observando

La nariz del joven mediano bailó cuando accedieron al interior del recinto y le llegó el olor de la comida.

El hobbit se asombró al ver al señor de la Carroca. Sus súbditos ya le parecían enormes y fieros con sus tupidas barbas y vestidos de pieles, pero se notaba que el cambiapieles hacía palidecer a cualquier hombre en cuanto a tamaño y corpulencia.

Una vez el enviado enano se introdujo, Felggo aprovechó para presentar a sus compañeros en buenos términos.

–Bien hallados. Señor Beorn, agradecemos su hospitalidad. Mi nombre es Felggo, y ellos son la dama Patukkas y los señores Anaryenel, Béli Hachahierro y Lurick. Lamentablemente no hemos tenido un plácido viaje, aunque con estos grandes guerreros y amigos la verdad es que cualquier imprevisto parece pequeño –comentó con una ligera sonrisa. –Por supuesto le contaremos nuestras peripecias mientras degustamos ese delicioso guiso.

El menor de los Hojarasca abrió la boca al ver la magnitud de la vajilla y del resto de posesiones del salón. Por un momento pensó si le sería mas cómodo comer de pie sobre la silla que sentarse y levantarse en cada momento para tomar algo.

–Creo que hoy no nos vamos a quedar con hambre.

El elfo del bosque saludó a Beorn con una inclinación, tanto cuando Bofri los presentó como compañía, así como cuando el hobbit Patukkas le había presentado. De Beorn se decían muchas cosas, y la verdad, lo rodeaba un aire de unión con los animales. No olvidaba lo que había oído alguna vez sobre el viaje de la compañía de Thorin, y le hubiera gustado verlo rodeado de animales y con estos sirviendo la mesa. 

Anaryenel accedió a la invitación en la gran mesa que mostraba el anfitrión, y se acercó a la misma. Beorn y su pueblo no se destacaban en principio por su actividad artística, y la mesa, con sus platos, copas, cuencos... era un ejemplo de sencillez, aunque no por ello de una fealdad o descuidada talla de los objetos. No. Para nada. Eran unos objetos que aunque parecían de sencilla madera tallada, un ojo atento de carpintero podría ver sutiles detalles en los mismos, cuidados, casi invisibles, pero que contaban lo que parecían, probablemente, leyendas de las gentes de aquel pueblo. Así pues, Anaryenel le hizo saber que admiraba esas tallas, intentando agraciarse con el anfitrión. 

- Oh, Beorn, señor de la casa, agradecemos vuestra hospitalidad, tan codiciada, pues vuestra mesa ha estado siempre bien servida, y vuestra generosidad es bien conocida. Pero lo que nadie cuenta es la belleza que guardáis en la sencillez de vuestras tallas, en estos platos y estas copas. Señor, admiro desde ahora la habilidad de vuestro pueblo, desearía conocer las historias que estos objetos cuentan, y hablar con vuestros artesanos, si en el futuro tengo ocasión, para aprender sus artes. 

Habíamos llegado a la casa de beorn tras la pelea con los lobos, reconozco a beorn al instante, todavía me sorprendia de verlo en la forma no animal, ya que todavía me acordaba de como cayo en forma de oso y destrozo el solo las lineas enemigas, por lo que cuando me llega el momento de la presentación, "Mi nombre es Béli, hijo de Farin, es un gran placer conoceros en persona" le digo al señor de la casa antes de tener que entrar y sentarme, y tras ver el plato de comida, contengo mis impulsos de comerlo todo en el acto, tenía que esperar a que se acabasen las formalidades para empezar a comer, y si encima me encontraba esto después de una pelea como la de hace una horas, hacía que mi estomago rugiera, y eso que sabía que no me lo iba a tomar todo. 

Al entrar en la casa de Beorn me sorprende la el interior de la casa, mueble de madera de arce y roble, el fuego encendido y un guiso, con un buen olor. Era como estar en casa otra vez. Parecía que había transcurrido toda una vida desde que me sentaba a la cena con mis padres. Al principio no vimos a Beorn pero luego apareció él y otros dos beórnidas y el primero en hablar fue Bofri, aunque nos presentó como compañía debíamos presentarnos personalmente ante el líder beórnida.

Lo hizo Felggo pero, como el resto nos introdujimos uno a uno, el mismo hobbit siguió explicando que no habíamos tenido un viaje tranquilo aunque no entró en detalles. Luego lo hizo Anaryenel pero se fue por las ramas, Béli fue bastante directo y escueto en cuanto a lo que una presentación se refiere y Patukkas se quedó callada. Entonces Beorn se quedó mirándome y fue mi turno de palabra:-Como bien ha dicho Felggo, soy Lurick, Guardián de Caminos de Esgaroth y he de hacerle saber que hemos derrotado a un grupo de bandido que su hombre, Loen, seguía des de hace días, le entregamos al líder, puede hablar con él si desea confirmar la historia.-empecé a explicar lo acaecido los días anteriores en pleno territorio de Beorn:-Debe saber también que hay una manada de huargos menos de la que preocuparse. De camino hacia aquí la encontramos y la eliminamos. Aquí está la prueba.-le dije mostrándole el trozo de piel con la marca de clan del huargo:-Puede que usted sepa a qué clan pertenece, yo no he reconocido la marca.-le dije a continuación. Esperaba que la explicación le demostrara que éramos capaces de cualquier cosa.

Tanto Beorn como los suyos se sentaron a la mesa con la compañía afortunada. Antes de eso, cambiaron platos, cubiertos y vasos por unos más accesibles para sus improvisados invitados.

El señor de la Carroca miró con interés a los dos hobbits. Esbozó una sonrisa con la presentación de Felggo e instó con una mano a Patukkas que se pusiera de pie en la silla.

- No hay hobbits por aquí, bueno, tal vez algo más al norte, a la altura del paso alto de las Montañas Nubladas, tienen una posada que hace unos guisos exceletes - dijo - Pero en esta casa no.. bueno, hace unos años un hobbit como vosotros vino aquí, Bilbo se llamaba, acompañado del mago gris y de la compañía de tu padre - dijo mirando a Bofri - Sed muy bienvenidos.

La comida se sirvió. Era abundante aunque de una calidad de cocinado tal vez no excelente como lo que hacía Patukkas. Pero era una comida buena.

La charla siguió algo distendida con Anaryenel que halagó a Beorn y este se sintió complacido.

- Aquí todos aprendemos el oficio. Varios oficios pues todos hacemos de todo. Somos un pueblo, una comunidad muy unida. Vienen de diferentes sitios y a todos hemos acogido en estas tierras. Intentamos protegerles... pero algo sucede en el Bosque que la sombra se atreve a salir de él - dice con preocupación. Es entonces cuando Lurick interviene y Beorn escucha con atención. - Loern estará agradecido con vosotros y así lo estoy yo. La sombra ha expulsado de las Montañas Nubladas a pueblos de bandidos y montañeses que no tienen otra forma de vivir que intentar asaltar y robar a viajeros o en estas tierras.

Extendió su mano para examinar la piel de huargo.

- Si. Es de la misma manada - dijo pasando el trozo de piel a los otros dos beórnidas - Provienen del Bosque Negro y llevan semanas asaltando estas tierras. Todavía no hemos visto... orcos, no se han atrevido. Dentro de un par de días nos internaremos en el Bosque Negro para desentrañar este misterio - comentó.

Beorn estaba contento aunque su rostro no lo demostrara, la compañía afortunada había ayudado en sus tierras y eso sin duda para él era importante.

Beorn nos invita a comer a su mesa y habla sobre el pasado y el presente, nos agradece la ayuda prestada en lo referente a los Bandidos y nos dice que en un par de días saldrá a investigar al Bosque Negro:-Creo que no soy el único aquí al decir que nos gustaría ayudsrle. No sólo por que tenemos que coger esa ruta para volver a Esgaroth sino por que todos aquí hemos visto lo que hizo Azog el Profanador y sus huestes a la ciudad de Valle, estuvimos allí, al igual que usted.-le dije esperando convencerle de que con lo que le hemos contado y el pasado común enfrentando a la Sombra sea suficiente como para dejarnos ayudarle. 

Déjenos ayudarle.-dije al final. 

El mediano se encontraba de pie sobre la silla, atacando un pastelillo de miel cuando el gigante de inescrutable rostro confirmó su conocimiento sobre las andaduras del enemigo.

–¿Q-qugé... m...? –dijo Felggo, atrabancado con la boca llena, antes de levantar la mano y llevarse la taza de bebida para ayudarse a bajar el pastel.

–Disculpad. ¿Qué mas podríais decirnos sobre esos movimientos de los huargos y orcos en el bosque, mi señor? – preguntó mientras un escalofrío le subía por la espalda al mentar a los degenerados servidores de la sombra. 

El hobbit hizo una pausa para escuchar a su compañero, y tras dar otro buen trago para aclararse la garganta tomó la palabra.

–Oh si, señor. No se nos ocurriría dudar de las habilidades de su gente, pero contando con nosotros dispondrá de cautelosos rastreadores, conocedores del bosque y su flora, guerreros dispuestos, hábiles artesanos y curanderos en caso de algún incidente y... ehm...– Felggo quedó por un momento mirándose a sí mismo mientras se daba palmadas en la barriga, como pensando en qué decir a su favor. –¡Suerte! Toda la que le pueda proporcionar un mediano. ¡Multiplicada por dos! –bramó finalmente alzando su taza y sonriendo en dirección a su compañera.

De pie en la silla, escucho a unos y a otros hablar. Y veo complacida que no hay formalismos en la mesa de Beorn, sólo la hospitalidad de un pueblo a unos afortunados viajeros que han tenido el honor de conocer a otra figura legendaria de nuestros tiempos. 

Disfruto de los manjares con los que nos han brindado. Sin sutilezas ni grandes alardes pero platos totalmente cerrados, que dejan agradables y maravillosas sensaciones en boca. ¡Delicioso! ¿Y los pastelillos de miel? Esos eran glori bendita. No podía salir de aquel lugar sin conseguir la receta de ese hojaldre...

Alzo la jarra, enorme en mis manos, pues tengo que usar ambas para hacerlo, y brindo ante la mención de Felggo de la buena fortuna hobbit.

Me tomo mi tiempo para tragar y riego todo con el vino especiado de la jarra.

-Mi señor Beorn -me atrevo por fin a hablar -mis compañeros, sin duda, quieren vender nuestras habilidades para poder acompañarlo en esta tarea y este viaje, más yo le voy a vender, lo beneficioso que sería para nosotros poder gozar de la compañía del señor de estas tierras en, aunque sea en parte, de nuestro viaje de retorno a los salones de Gloin. Quiero decir con esto que... No solo sería beneficioso para ambas partes, si no que sería todo un honor compartir con vos y los suyos parte del trayecto.

Sonrío grande ligeramente achispada por la contundencia del vino de Beorn. 

-A su vez, mi señor, quisiera pedirle dos favores. El primero de los dos es la receta de este maravilloso manjar - digo alegre señalando los pastelillos.

El segundo... el segundo supone un intercambio entre su pueblo y la compañía afortunada. Los caminos se han vuelto peligrosos y quizás, Trencitas, mi pony, no sea la compañía que necesitamos en estos tiempos oscuros, pero un mastín de esos que he visto a la entrada... Se que no es un cambio justo, pero tampoco tenemos mucho más que ofrecer... A parte de nuestros servicios.

Sonrío otra vez y me encojo de hombros. 

Cebo, caña y sedal... 

Anaryenel sonríe viendo la escena. Los dos queridos hobbits, que casi no alcanzan la mesa, comen por seres del doble de su tamaño, y sobre todo, aquellos deliciosos y dulces pastelillos de miel. El joven elfo, aunque mayor que todos los allí presentes, come con moderación, aunque prueba de todos los platos que ponen en la mesa, acompañándolo con vino de Dorwinion y vino local, y agradeciendo a su vez las palabras que le dedica su anfitrión. 

Cuando sus compañeros hablan de ofrecerse a ir por el bosque, el elfo siente como su corazón se enciende. Volver al hogar, aunque sea por un breve tramo de tiempo, apenas un parpadeo para los de su raza, pero de nuevo entre los árboles que tanto ama, y a los que ha abandonado para luchar contra la Sombra. 

Entona, con voz melancólica, que intenta trasladarles a todos a la belleza del bosque, aunque ahora las criaturas del segundo señor Oscuro vaguen libremente por él, pero que está ahí, latente:

-En los sauces y alcornoques

las hojas tararean dulcemente

que los amaneceres volverán. 

Entre ancianos robles y abedules

las ramas se dicen entre sí

que ya no habrá más sombras. 

¡Oh, gran Bosque Verde que fuiste!

¿Quién se atreve ahora a cruzarte,

a atravesar sendas oscuras y torvas?

Nosotros mismos, compañía, amigos, 

junto a Beorn el justo y gran señor,

y las sombras serán disueltas, huirán,

y os enseñaré cada árbol, cada planta,

cada flor que crece en los caminos, 

la luz del bosque volverá y cantaremos,

entre las verdes criaturas de Yavanna...

De esta forma, se postulaba, con los demás, para ir con Beorn, y les expresaba, al modo que solo el pueblo del crepúsculo puede hacer, que les volvería  y enseñaria sus tierras hermosas.

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yo me quedo callado, mientras mis compañeros hablan con Beorn, yo era bueno con las herramientas y con las armas, no con las palabras, para eso lo dejaba a mis compañeros, así que sabiendo que callado hago un favor para evitar poder evitar cualquier malentendido, salvo que me pidan que tenga hablar.

Beorn apenas dio muestras de cómo se sentía. Su gesto siempre era neutro pero algo dijo la pequeña hobbit que le hizo esbozar una ligera sonrisa y luego Anaryenel también consiguió arrancarle un gesto de cariño. Excepto Beli que se había mantenido prudente, el resto de la compañía afortunada había conseguido tornar el ánimo de Beorn que asintió varias veces. 

- Está bien. Nos haremos mutuos favores. Nos ayudaréis a investigar que sucede y nosotros os escoltaremos hasta el final del camino viejo del bosque. Parece un trato justo - dijo alzando su copa para brindar - ¡Por nosotros! - dijo. 

Una vez cerrado el asunto principal Beorn invitó a la compañía a dormir en su casa pues partirían al día siguiente. No había que demorarse mucho más. 

- Poco puedo deciros maese Felggo, se atreven a salir y a hostigar estas tierras, algo debe estar azuzándoles de entre los árboles.. lo silenciaremos, estoy convencido - dijo valorando positivamente que diferentes razas se unan a su expedición. Más variedad, más versatilidad a la hora de enfrentar los peligros. Además, contar con un elfo del Bosque Negro para cruzar el Bosque Negro siempre era una buena idea.

Dirigió su mirada hacia Patukkas. 

- Un Pony por un mastín... me parece un buen trato. Pero ten cuidado.. el mastín no será más grande que tú por poco! - dijo mientras sonreía - Los pasteles son una receta que un joven hobbit dejó aquí hace unos años, no tengo problema en dártela.

- Descansad, explorad.. preguntad, lo que queráis. Mañana partimos hacia el Bosque. - dijo para conlcuir.

Al decirnos que podemos acompañarle, le agradezco con una inclinación de cabeza y entonces me doy cuenta del sabor de la comida, estaba tan centrado en convencer a Beorn que no me había fijado en la comida. 

.-No le decepcionaremos y juntos encontraremos la causa de la agitación de la sombra.-

mis compañeros ya estaban haciendo planes para enfrentarnos al enemigo que posiblemente nos esperaba cuando volvieramos por el bosque negro, "Vosotros conocéis mejor el bosque que nosotros, Beorn, ¿que crees que puede ser lo que este haciendo salir a estas alimañas a atacaros?" le pregunto a nuestro anfitrión.

–¡Aahhh, magnífico! Maravilloso, maese Beorn –respondió el hobbit al último acuerdo.

Ciertamente les resultaría mucho más sencillo cruzar todo el camino viejo en compañía de esos hombretones. El mediano se sentía ahora.mucho.mas relajado, e incluso con ganas de partir. 

–Oh, esto tengo que apuntarlo. Anaryenel, espero que puedas repetirme algunos pasajes de tu preciosa canción, porque también necesito reflejarlo en el diario. 

Una vez ultimados los detalles de la siguiente excursión, el joven Felggo, con el pico caliente probablemente debido al dulzor de los pasteles, comenzó a narrar con todo lujo de detalles las peripecias que les habían llevado hasta la casa del Cambiapieles y otras anteriores. Pasando por alto eso sí esas aventuras menos honrosas en las tabernas de la gran ciudad de donde venían.

Anaryenel se sonrió ante la feliz velada, y viendo que Beorn, en su forma de ser, estaba siendo amable con ellos y además, disfrutaba de todo lo que le contaban, y esperaba poder contar con ellos para cualquier contratiempo del bosque. Le parecía una idea magnífica. En cualquier caso, no olvidaba la sombría realidad de que algo estaba haciendo que la Sombra se moviera entre los árboles y las plantas del Bosque, pero la certeza de Beorn de que lo vencerían, le hizo decir: - Y agradecemos que nos consideréis de ayuda, oh Beorn, los enemigos de la Sombra siempre deberían ser amigos, y vos lo sois en grado sumo. 

Por su parte, asintió al pequeño y querido Felggo: - Claro, amigo mío, cuando nos retiremos la repetiré para ti, y así la anotes en tus diarios. 

La compañía afortunada, una vez terminada la charla inicial, se dedicó a comer en la mesa de Beorn. Había mucha y abundante comida, no faltaba de nada. Los hobbits disfrutaron, pudieron saciar su hambre cohibida por todo el viaje que habían hecho. Hacer cinco comidas diarias en el camino era muy complicado y ahora podían resarcirse. Compartieron recetas con Beorn y toda la compañía estaba contenta pues aquello significaba que la cocina de Patukkas sería todavía mejor.

Beorn explicó a Beli que desconocían los motivos por los que la Sombra parecía estar tan activa en el Bosque Negro. Se habían envalentonado demasiado los lobos saliendo de sus lindes. Confiaban en encontrar respuestas internandose en aquel bosque.

Cuando terminaron la comida, la compañía afortunada aprovechó para descansar con comodidad o dar paseos por las cercanías de aquella casa. Patukkas pudo conocer a su nuevo acompañante, un mastín que casi podía hacerle las veces de caballo.

El día pasó mientras la compañía realizaba sus tareas, a la hora de la cena pudieron compartir historias con Beorn y sus beornidas pues habían llegado varios para unirse a la travesía del día siguiente. El ánimo estaba arriba, estaban contentos, y así se fueron a dormir.

La noche fue apacible y pudieron tener un sueño reparador. Cuando a la mañana siguiente se despertaron, lamentaron no poder dormir un poco más pero no tardaron en preparse para el viaje. Compartieron un desayuno preparado por los beórnidas aconsejados por Patukkas a la hora de cocinar la carne. Pronto se internarían en el camino viejo del bosque.

Como quiero probar de todos los platos para apuntar las mejores recetas, intento no atiborrarme, aunque me es muy dificil no repetir de esos maravillosos pastelillos de canela y hojaldre.

Antes de acabar la cena, escondo un buen pedazo de carne de venado que envuelvo en una hoja. Luego, iba a conocer a nuestro nuevo amigo y compañero de y quería comenzar con buen pie, al menos... El mejor posible... 

La velada es magnífica y apesar de que gran parte de la conversación gira en torno a la sombra y el bosque negro, hay sitio para hablar de gastronomía, aprender sobre las costumbres de los beornidas y su peculiar sincronia con la naturaleza, bromas e incluso alguna que otra canción y anecdota. En verdad me levanto ligeramente tambaleante, algo achispada por el vino y el licor casero de endrinas destilado por el propio Beorn... Pacharán lo llama. 

Tras la cena y la velada me conducen a las perreras. Una veintena de canes enormes me miran y levantan las orejas. A una orden del beornida que me acompaña todos se sientan. Pero uno, al fondo, enarca una ceja y comienza a mover el rabo y babear. Parece un viejo can por los corrillos canosos en su cara.

-Ese -señalo. Y como si le hubiese dado una orden se lanza a olfatear el morral. Comparto la carne con él. -Te llamaré Pacharán.

Me dirijo a descansar para el viaje que nos espera al día siguiente.

Tras el desayuno me despido de Trencitas y me uno a la comitiva junto a Pacharán. 

-Amigos, este es Pacharán - presento alegre al mastín 

La información que había dado Beorn no me hizo mucha gracia, el no sabía mas que nosotros, y eso no era muy bueno, aunque puede que pronto lo supieramos, pero por lo demás me relajo y me pongo ha hacer el mantenimiento del equipo de la compañía y ver como eran los herrero beornidas, por si podía aprender algo o enseñarles si querían aprender.

Pero la noche era bastante cómoda y eso era bueno, pues dudaba que no iba a descansar bien hasta que llegasemos de nuevo a nuestra casa, por lo que no me quedaba otra que aprovechar todo lo posible antes de marchar, "Esto esta delicioso" exclamo al comer, pues sabía que no iba a disfrutar pronto de algo tan bueno, aunque me fijo en la nueva compañía que tenemos, "Tu dile que no se aleje, y Pacharan llegara a viejo" le digo a patukkas, pues no sabía si iba a obedecer bien las ordenes de la hobbit.