Partida Rol por web

Calántir aceptó gustoso la máscara que se le ofrecía (escogió una con la forma de un lobo), ocultar las sutiles marcas de tristeza de su rostro le parecía perfecto. Luego mientras veía como Luriend se aislaba del resto, se quedó meditando si debía acompañar al festivo enano o a la solitaria elfa. Poco podía aportar él viendo el extraño juego de los enanos, el cual nunca había visto, por lo que optó por acercarse a la bella Luriend; al fin y al cabo él se sentía igual, y ver que ella optaba por no divertirse le hacía sentir mal, dado que pensaba que no respetaba la memoria de Otho con la misma entrega que la elfa. Por lo que cuando llegó hasta ella, le dijo en un tono suave:

-¿Aceptáis compañía mi señora? Yo tampoco tengo el ánimo para fiestas, pero ver a los demás divertirse ensombrece un poco menos mi corazón - luego mientras veía como se miraba las manos, entendió que ella también se sentía culpable por la muerte del mediano, y continuó diciéndole - Luriend, si os sirve de consuelo, estoy seguro de que hicisteis todo cuanto pudisteis por salvarlo, y estuviste con él acompañándolo en sus momentos finales; eso es mucho más de lo que hemos hecho nosotros, la que menos culpa debe sentir sois vos. Quizás si me hubiese quedado contigo podríamos haberlo salvado entre los dos, pero no, no pude frenar mi maldito ímpetu, maldita sea. Dijo mientras apretaba los puños y bajando la mirada.

Vi a la elfa y al joven humano aun perjudicados por la pérdida del mediano, podía entenderlo. Los elfos debido a su longevidad rara vez se enfrentaban a la muerte y los humanos eran humanos, tratando de encontrar sentido a la muerte cuando no la había.

Es duro perder un compañero o un familiar en batalla, lo digo por experiencia, pero lo mejor que se puede hacer por ellos, es vivir, disfrutar de la vida en su nombre ¿Acaso pensáis que si os están viendo, se sentirían felices de que estuvierais así? Pregunte. Yo sabía que mis antepasados, amigos y seres queridos estaban disfrutando de los grandes banquetes, mirando mis acciones y juzgándome.

Tras ese momento de flaqueza volví a mi ser. Maldita sea, esto esta trucado. Maldije al ver que había perdido golpeando la mesa. Vamos solo ha sido un mal momento ¿Aquí es que no sirven cerveza? Reclame algo que llevarme a la boca.

Le sorprendió un poco la voz de Calántir, no pensaba que alguien repararía en ella, le sonrió un poco forzada -No seré yo la que reúse de la compañía de un hombre como vos Calántir- apoyo la cabeza en la piedra -Soy una elfa, lo de sanar.... lo llevamos en la sangre, debería haber sido capaz....- suspiro -pero parece que aun no soy digna de ese don que posee mi gente- lo miro -No me interpretéis mal, pero... no se que podríais haber hecho por él, sin duda el estar a su lado, pero... habéis hecho algo mucho mejor, apresar a su asesino ¿creéis que eso no vale? hicisteis mucho por él- le sonrió amablemente -quizás deberíamos buscar algo que hacer, aunque solo sea pasear en compañía, aquí llamamos mucho la atención parece- inclino la cabeza hacia el enano agradeciendo sus palabras.

El dúnedain sonrió parcialmente, ver que Luriend se animaba aunque fuera un poco también le contentaba a él y tras hablar con la elfa su conciencia se sintió un poco más tranquila; esperaba que él hubiera conseguido también reconfortarla un poco al menos. Además el enano tenía toda la razón, seguramente si Otho estuviera allí para hablarles les estaría obligando a que se lo pasaran bien, así que sonriendo al enano le dijo:

-Tenéis toda la razón maese Beldruin, pero a veces es difícil verlo así. No obstante muchas gracias por vuestras palabras de ánimo, intentaré cumplirlas. 

Calántir algo más reconfortado tras las palabras del enano y de la propia Luriend, decidió intentar al menos seguir el consejo de Beldruin, y dirigiéndose a Luriend con una sonrisa, le dijo:

-Milady, creo que aún me debéis la promesa de acompañarme a un puesto de tiro con arco, ¿os apetecería ir ahora? - le preguntó intentando infundirle parte de sus nuevos ánimos y que se olvidara de sus problemas.

Sonrió al humano, ya resolvería lo de su don otro día, no era el momento -Por supuesto que os acompañare, aunque... lo mio es la magia no el arco, quizás también quiera acompañarnos Varamis, seguro que él si es bueno con el arco, de hecho siendo elfo, sera excelente, a ver si le ganáis- le guiño, parecía bastante más animada, por lo menos en apariencia.

Calántir respondió gustoso a la oferta de la elfa:

- Por supuesto, sería un honor medirme ante nada más y nada menos que uno de los famosos elfos del bosque - decía mientras dirigía su mirada hacia Varamis - pero no sé si mi habilidad estará a vuestra altura, no obstante no seré yo quien rehuse un reto - la competitividad propia de los jóvenes era bastante palpable en él, en cuanto alguien le proponía algo difícil lo aceptaba sin dudar. Además Luriend, estoy seguro de que simplemente por pertenecer a vuestra noble raza ya sois capaz de darnos una lección con el arco a muchas de éstas gentes, entre las cuales me incluyo, no os deis por vencida aún - le dijo con una sonrisa y contento de ver como la elfa se animaba un poco, mejorar el ánimo de los demás le ayudaba a mejorar el suyo propio también.

Miro a Varamis sonriendo -Espero que dejéis el listón alto, como elfo- luego miro a Calántir -¿y el premio? ¿cual sería? sin premio no es tan.... interesante- le sonrió quizás algo picara -si me convence igual me anime incluso a participar, como decís, soy elfa- puso sus manos en la cintura

Varamis aceptó la máscara que le ofrecen sin importarle cuál. Le dieron un búho, y se quedó al margen de los festejos, pensativo. No muy lejos de él, el joven Calántir charlaba con el enano y con Luriend. Pero los pensamientos del silvano se hallaban lejos, muy lejos en el tiempo. La muerte del mediano a quién apenas había conocido le había hecho revivir su propio pasado. La pérdida de alguien. Los fuegos artificiales le recordaban las estrellas fugaces que jamás volvería a vivir cómo las vivió con ella. La animada música le recordaba al eterno silencio, y el dolor que jamás le abandonaría. La máscara ocultaba las lágrimas que pensaba que ya no le quedaban. Y entonces lo comprendió. Estaba sintiendo de nuevo. Después de tanto tiempo, de tanta angustia y desesperación. De tanto … vacío que sentía en su interior, ahora, al salir de su hogar, del bosque, el círculo interminable se había roto, y ante él se abría un sendero desconocido…

Siempre te recordaré, Nimleth

-¿Eh?, dijo al escuchar su nombre de nuevo. -¿Una competición de tiro con arco?, repitió con voz aún algo rota. –Os acompañaré, y puede que me anime a participar, pero he de confesaros que la legendaria habilidad de mi pueblo con el arco no se extiende a todos los elfos del bosque. Ni siquiera viajo con uno, añadió apuntando a la lanza que cruzaba su espalda.

Respiró hondo, y detrás la máscara, observó a los dos. Necesitaban divertirse, sentir la vida fluir de nuevo. –Entonces, ¿cuál es el premio?

Viendo cómo cada uno de sus nuevos compañeros hacía sus propios planes, les vió marchar uno a uno, recogió con un gesto de agradecimiento la máscara que le ofrecía el mercader y, con ella aún en mano observó a Varamis, sentía que estaba alicaído, mas, cuando estaba a punto de acercarse, vió como Luriend y Calántir le animaban a competir con ellos.

Es fuerte...la maldición de su raza no podrá con él - dice para sus adentros.

Comprobando como crece el ambiente festivo contempla su máscara y ve que emula la cara de un oso.

Si Beorn me viera ahora...

Sin embargo al dúnedan le es imposible olvidar los acontecimientos de esa tarde, en primer lugar por la muerte de Otho, que  aunque pesará sobre su conciencia durante largo tiempo, lamentablemente Alberthorn ya estaba acostumbrado a este tipo de pérdidas. Pero en segundo lugar y más apremiante aún estaba el encuentro con Gandalf, y el asesino con flechas de Angmar, la sombra atacaba y los pueblos libres se dedicaban a festejar y difrutar - Qué típico.

Largos años ha pasado vigilante y ahora, ahora que tiene una pista sólida, un peligro acuciante, todos están demasiado ocupados festejando.

Se disuelve entre la multitud buscando un lugar tranquilo, contemplar el firmamento siempre lo había relajado y eso es lo que necesitaba ahora, si no había más opciones que esperar debería armarse de paciencia.

El mercader os regaló las máscaras sin pedir nada a cambio, era hombre de dinero y podía permitirse regalar un par de máscaras a los jóvenes héroes.

Mientras avanzáis por la multitud veis a Gerold es un feroz mercenario, que algunos dicen es pariente de Beorn. Un verdadero gigante, su tamaño engaña en cuanto a su velocidad y reflejos. Puede enterrar su hacha en la cabeza de un orco con un giro de muñeca, y tiene la velocidad de una serpiente. Si tiene algún hogar que no sea un campo de batalla, ése es la cercana Esgaroth. No lleva máscara: está aquí por la bebida gratis.

Galia esta joven elfa que lleva un arco que parece demasiado grande para su delgada constitución, pero su habilidad con el arco es legendaria incluso entre sus paisanos del bosque. Últimamente ha sucumbido al ansia viajera, y esta visita a Valle es el inicio de sus andanzas por el Norte. Lleva una delicada máscara de madera que recuerda a la luna. Los compañeros se pueden hacer amigos de ella con tiradas de viajar o de saber.

Harrod el Bufón: Un bufón vestido con ropajes verdes y rojos, Harrod avanza a saltitos por entre la multitud, burlándose de cualquier más o menos conocido. Se fija en los miembros más orgullosos de la compañía, y se burla de ellos sin piedad. Harrod ya no es tan joven como antaño, y espera ganarse un lugar en la Corte que le solucione la vida, y no tener que ir de pueblo en pueblo haciendo reír a los campesinos a cambio de una comida caliente y un lugar para dormir junto al fuego.

Bombur el Grueso: como uno de los 13 compañeros enanos de Thorin escudo de roble en la gesta de Erebor, a Bombur ciertamente se le puede llamar "el Grande". Desde su aventura, se ha ajustado a una nueva vida carente de sobresaltos, y se está convirtiendo rápidamente en el enano más gordo bajo la Montaña. Está aquí formando parte de la corte del rey Dain, y para probar la comida de los hombres de Bardo. En el baile de máscaras, lleva una máscara de dragón, aunque ninguna máscara puede ocultar su bulto.

Hacia el final de la velada, la moral de Harrod parece mejorar, y salta con renovado vigor.

Hacia el final de la velada, el mercader que os proveyó de las máscaras, sube al estrado para dirigirse a la multitud:

¡Pueblo de Valle! ¡Mañana tendrá lugar un gran concurso de armas! ¡Espadas! ¡Lanzas! ¡Arcos! ¡Reunamos a todos los defensores del Norte para ver cuál de ellos es el más grande! ¡En honor a esta espléndida Reunión de los Cinco ejércitos, entregaré un premio al vencedor! ¡Contemplad!

Hace un gesto a dos de sus sirvientes, quienes arrastran un enorme cofre reforzado con hierro hasta el estrado abre de golpe la tapa, y el oro y las piedras preciosas brotan del cofre, que está atiborrado de tesoro. ¡POR LAS TIERRAS ÁSPERAS!, grita el mercader. ¡POR LOS PUEBLOS LIBRES DEL NORTE!

La compañía, tras recorrer parte del recinto llegaron a la conclusión de que no había ningún puesto para probar puntería. Pero sus andaduras no habían sido en valde, se encontraron con muchas figuras famosas, y aunque Calántir no se atrevía a entablar conversación directa con ellos, estaba deseando que alguno de sus amigos sí lo hiciera y poder saber más de aquellas ilustres personas.

Luego escucharon al generoso mercader dirigirse a la muchedumbre y el rostro del dúnedain se alegró cuando termino su frase, aquel era el momento que había esperado, una oportunidad de hacerse un nombre, y sonriendo contento a sus amigos les dijo:

-Bueno, parece que al final sí vamos a tener oportunidad de medir nuestra pericia con el arco, e incluso nos dan hasta mañana para practicar jaja.

Mi interés se centró en aquel cofre, había mucho oro y aunque debía reconocer que no le podría dar mucho uso, seguía corriendo sangre enana por mis venas “Con eso podre pagarme muchas cervezas y comida. Así que mañana tendré tarea” Me dije, tome el dinero que había recuperado y me levante de la mesa.

Si practica porque yo también optare a por ese oro muchacho. Dije al joven Dunedain, pocas cosas me gustaban más que una competencia, oro y encima poder pelear.

Luego pude percatarme de la presencia del gran Bombur, era imposible no verle, era como dos o tres enanos. Me acerque a él.

Es un honor conoceros Señor Bombur, soy Bruein, estuve con vos y vuestros compañeros combatiendo en el la gran batalla. Conocer a un amigo de Throin Escudo de roble era un honor.

Calántir sonrió al enano, le encantaba la competitividad sana que estaba surgiendo en el grupo y esa idea mantenía alejada el dolor de la reciente pérdida, cosa que agradecía bastante. Así que dirigiéndose a su nuevo amigo le dijo:

-Jajaja, medirme ante un elfo ya es una proeza, hacedlo además ante un maestro enano, veterano de la gran batalla, en el mismo día es una gesta por sí misma. Estaré encantado de probarme ante vos, sea cual sea el resultado y que gane el mejor jeje. No sé si los combates serán separados según el arma, pero aunque así sea, pienso apuntarme a todos los estilos jaja - dijo con una risa y su típica mirada de entusiasmo juvenil que estaba empezando a recuperar.

Luego viendo como Beldruin entablaba conversación con su compatriota esperó a que terminaran de hablar y aprovechó para presentarse ante el famoso enano diciendo:

-Maese Bombur, discúlpeme mi indiscreción pero no podía permanecer callado ante tal famoso enano, me llamo Calántir soy amigo de vuestro compañero Beldruin y hay una pregunta que llevo desde pequeño queriendo saber ... - Hizo una pausa y fijó sus ojos en el enano con la misma intensidad de mirada que tienen los niños muy curiosos y le dijo - ¿Cómo es un dragón? gracias a vosotros ya no quedan, y es una suerte; pero ya nunca podré ver a uno por mí mismo.

Calántir siempre había fantaseado con la idea de saber como era un dragón, le parecían unas criaturas magníficas (en cuanto a su físico; en cuanto a sus motivaciones ya le desagradaba mucho más) y ahora tenía la oportunidad de que se lo describiera uno de los mismísimos enanos de la compañía de Thorin, por lo que no pudo contener su duda.

Varamis se dejó llevar por sus compañeros a la fiesta en busca de un lugar para la competición con el arco. Mientras caminaba, buscó con la mirada a Alberthorn. Vio a su viejo amigo apartado del resto, mirando las estrellas. Cargaba con todo el peso de Arda sobre sus anchos hombros, y sufría más que nadie al ver cómo la oscuridad avanzaba. El elfo saludó de pasada a Gerold e hizo una leve reverencia a Bombur, un héroe de los enanos.

Luego se detuvo para hablar con Galia. - Gi suilon, Galia!, le saludó y entonces se acordó de que aún llevaba la máscara del búho. –Te he reconocido por el arco, soy Varamis. Me alegra encontrarme con alguien más de nuestro pueblo, ya que mis compañeros allí me quieren retar a una competición con el arco, y temo dejar en mal lugar al reino de Thranduil, dijo sonriendo y apuntando con el dedo al grupo variopinto de compañeros. La tristeza que había  sentido seguía en él, pero más profundo. Como si se hubiera escondido en lo profundo de la cueva al ver salir la luna que ahora brillaba en la noche en forma de esta elfa.

Entonces escuchó a Calántir hablar de los dragones. Joven imprudente...Mucho antes de que los enanos de Thorin Escudo de Roble lucharan contra Smaug, mis antepasados habían hecho lo mismo contra los gusanos del Norte. Y aún quedaban más, dormidos en sus cuevas heladas. ¡Qué nunca tenga que verse con uno! 

Sonrió escuchando que pronto habría competiciones, era una oportunidad genial para ver a tantos gallitos midiéndose entre ellos a ver cual tenia mas ego.

Vio de lejos a una de los suyos, era sin duda conocida por su pericia con el arco, si Calántir desea competir lo tendría difícil contra ella, pobrecillo pensó.

-¿Estáis seguro de querer competir con tan grandes maestros?- le susurro a Calántir intentando picarlo.

El joven sonrió a su amiga y le dijo en un tono solemne:

-Mi señora, hay quien dice que la grandeza de un hombre se mide por la magnitud de sus rivales; en dicho caso no se me ocurre mayor elogio que poder medirme ante tal maestra del arco, ante nuestro veterano enano o ante el propio Varamis; independientemente de cual sea el resultado, en lo que a mí respecta ya me sentiré halagado tan sólo por tener tal oportunidad.

Calántir estaba contento de haber podido esquivar sabiamente la burla de la elfa, y esperaba poder dar una imagen algo más madura de lo que el grupo esperaba de él, pese a su juventud, no quería aparentar ser simplemente un joven impulsivo.

Luego al ver que Varamis entablaba conversación con la famosa elfa Galia, no pudo evitar la ocasión de presentarse ante una maestra del arco por lo que cuando el elfo acabó su charla con ella, se acercó, hizo una leve reverencia y llevándose la mano al pecho le dijo:

-Mis saludos honorable dama, me llamo Calántir y soy compañero de Varamis. Es un honor para mí conocerla y poder escuchar alguna de sus innumerables gestas o algún consejo que quiera darle a este humilde dúnedain que se considera un aprendiz en ésto de la arquería. Dijo con una inclinación de cabeza y una mirada de admiración.

Sonrió ante la respuesta del joven, sin duda no la esperaba, la había sabido encajar y llevar con elegancia y sabiduría, gratamente sorprendida por ello, quizás lo había subestimado en cuanto a su inexperiencia por juventud. Tenia que admitir q la había desarmado con esa respuesta pero.... ¿que esperaba que patalease como un crío? Luriend a pesar de su corta edad, esas hablando con un hombre ya, se dijo a si misma.

-En ese caso sois uno de los hombres con más grandeza de muchos que he conocido- le guiño 

Calántir sonrió a su amiga, sin duda la había impresionado y le encantó ver como Luriend le guiñaba un ojo y oír las palabras que le dedicó. El dúnedain no estaba acostumbrado a aquellas muestras de afecto y mucho menos de una bella elfa, por lo que al principio aunque se sorprendió, el resto de la noche disfrutó de una clara sensación de satisfacción que le ayudaba a olvidar sus anteriores penas.

La gente solía tomar a los dúnadan como un humano más y lo cierto es que tenían muchas diferencias, una de ellas es el importante legado cultural y de sabiduría que recibían de su pueblo, remontándose hasta conocimientos traídos desde la misma Númenor; y cada dúnedain era instruido desde pequeño en muchos de estos saberes, y aunque la situación de decadencia de su pueblo era palpable, cada dúnedain tenía la obligación de estar a la altura de su noble linaje. El señor Alberthorn es una clara muestra de como debía comportarse un buen hijo de Númenor, y Calántir esperaba algún día poder dar esa misma imagen.

Como respuesta al elogio de Luriend, el joven le respondió:

- Muchas gracias Lady Luriend, espero estar a la altura de esa grandeza que presuponéis en mí, por muy modesta que sea en comparación con la de vuestra noble raza.

Es un honor conoceros Señor Bombur, soy Bruein, estuve con vos y vuestros compañeros combatiendo en el la gran batalla. Conocer a un amigo de Throin Escudo de roble era un honor.

Oh maese Bruein el honor es mío, te dice mientras se palpa con sus manos la inmensa barriga. La comida está deliciosa y todo está saliendo de rechupete. Se mesa la barba esta vez. 

Maese Bombur, discúlpeme mi indiscreción pero no podía permanecer callado ante tal famoso enano, me llamo Calántir soy amigo de vuestro compañero Beldruin y hay una pregunta que llevo desde pequeño queriendo saber ... - Hizo una pausa y fijó sus ojos en el enano con la misma intensidad de mirada que tienen los niños muy curiosos y le dijo - ¿Cómo es un dragón? gracias a vosotros ya no quedan, y es una suerte; pero ya nunca podré ver a uno por mí mismo.

Umm Calántir dice pensativo Bombur un placer maese Calántir, los amigos de mis amigos son mis amigos suelta una carcajada como si hubiese contado un chiste. En cuanto a lo del dragón, yo me quedé en el valle con Bofur para atender a los ponis. Mientras que Bofur estaba con ganas de ascender por la cuerda para los cambios de guardia, yo protesté, alegando que me marearía o incluso se podría romper la cuerda. Después de la discusión tuve que subir por la maldita cuerda, fue entonces cuando Smaug recorrió las montañas rugiendo, solo de escucharle me desvanecí y caí por el acantilado. Así que maese Calántir siento decirle que tuve demasiado con su rugido. 

Elen sila lúmenn - maese varamis, sonríe de forma modesta mientras te mira, puedo ser vuestra campeona maese, será para mi un honor disparar por vos. Su voz es melódica,  No era mas que una joven elfa cuando decidí abandonar la protección de mi pueblo élfico. Qué desde pequeña me enseñaron las costumbres. Me educaron para ser una elfa adinerada y refinada, pero no era una elfa corriente como las demás, no mostraba querer acomodarme, traviesa juguetona y muy curiosa, decidí cuando entré en la madurez dejar el camino que me enseñaron para abrir los brazos a un mundo que brindaba lleno de posibilidades y aventuras para encontrar mis propias historias, eso pensé cuando caminaba dejando a mi espalda mi familia élfica, con mis ropas y una daga para mi defensa. 

Sabía que cerca de esas tierras encontraría un lugar donde habría gente que me enseñaría a ser una elfa libre, que pudiera pisar todas las tierras, y no dejar de descubrir mundo y aprender a defenderme por mis propios medios, que mi padre nunca lograría enseñarme porque no era para nada una buena estudiante en clases arcanas. Esa es mi historia maese.