Partida Rol por web

Andar trata de alejarse del cerdo y disparar una flecha para cortar la soga a la que esta enganchado el niño. ¿Lo lograra?

Pese al grito de Albrecht, el niño sigue aferrado tozudamente a la cuerda...

Andar prepara un lazo con la cuerda que siempre porta y la arroja hacia el animal,logrando engancharlo... ¡vaya criatura! El cerdo pega varios tirones y pese a su constitucion siente que no podra detenerlo mucho mas.

¡Eh! Ayudadme o perderemos al cerdo, ¡rapido!

Otto, que ya estaba dispuesto para la marcha, queda temporalmente aturdido. Un enorme y gigantesco marrano negro corre furioso hacia la aldea. Ante el grito de Albrecht reacciona, apartándose del camino del marrano, y aferrando su alabarda con fuerza. Intenta pensar, rápido, pero no se le ocurre ninguna idea. 

"Vamos, Otto, pìensa...." Se dice a sí mismo. El marrano cada vez está más cerca, cuando algo se ilumina en su cabeza. Una idea. Se coloca cerca del camino de cerdo y coge su alabarda desde abajo, de modo que esta quede como una vaya. Planea ponerle la zancadilla al marrano, pero solo cuando el niño suelte la cuerda. 

Sin embargo, Andar logra sujetarlo con su lazo. En cuanto lo ve, Otto coge de nuevo su alabarda y se dirige hacia el marrano, para pegarle en el morro con el filo plano del arma, para intentar calmarlo o dejarlo inconsciente. 

Yo sigo perpreljo ante el improvisado "show" que se acaba de formar en mitad de la plaza del pueblo. Piensa piensa, que se puede hacer en esta situacion... Luchar en fuerza contra el cerdo es inutil,  atarlo, empujarlo, matarlo, Joder, estoy todavia lo bastante dormido para no pensar lo suficientemente rápido. cojo el mandil por guantes y me agarro también a la cuerda. Se que no aguantará se que no aguantará. Niño, no  sueltes esa cuerda!!!. Tenemos que controlar al puerco, con dos cuerdas será mas fácil. Que alguién agarre la otra cuerda.  

Aunque el cerdo está a punto de tirar al suelo a Hans, entre los dos consiguen frenar un poco a Hapsburg. En este momento se le lanzan encima Otto y varios más. El bicho se resiste como un condenado, y cuando Otto intenta arrearle con el mango de la alabarda, recibe un mordisco en la pantorrilla. Ambos gritan a duo un rato hasta que se consigue amarrarlo a una estaca (a Hapsburg, no a Otto).

Al cabo de casi nada, llega el sr. Cuentaovejas, el patriarca mediano. Tras asegurarse que su nieto (el niño arrastrado por la cuerda) no está herido, se va a consolar al animal.

- ¡Mi pobre Hapsburg!- le frota la cabeza, y el cerdo se serena un poco.- Maig, te tengo dicho que no le des margaritas, le excitan demasiado.

- Lo siento, abuelo. Es que le gustan mucho.

- Bueno, no ha pasado nada por suerte...- De repente está rodeado de vecinos cabreados.- Er, buenos días, vecinos.

Empiezan a gritarle todos a la vez.

- Estimado señor Cuentaovejas- dice Albrecht intentando ser lo mas diplomático posible - creo que debe alguna disculpa a Otto pues ha recibido una herida y parece que le duele mucho. Tampoco es manera tomar al gorrino y marcharse. Es más, Otto ha recibido esa herida intentando capturar a su gorrino y salvar al chico de una muerte segura.

Otto se coge su pierna, dolorido. No obstante, y por fortuna, la herida no es excesivamente grave. Duele, como debería doler el mordisco de un cerdo de semejante magnitud sobre la tela y la piel, en un lugar sin coraza, pero no es nada que no pueda curarse con el tiempo. 

-Estoy bien, por suerte. Aunque tener un cerdo así de grande y descontrolado... ¿No sería ya la hora de la matanza, Herr Cuentaovejas?- Otto se frota la herida una vez más, antes de apoyar de nuevo las dos piernas, mientras aprieta los dientes. Es hora de ir a buscar a Milo. 

- ¡Matar a Hapsburg!- Don Pantuflo se pone blanco- No sabes lo que te dices, muchacho. Este prodigio hará que yo... O sea que Waldburg, gane el primer premio en la feria del condado.  Ásí aprenderá ese bastardo del barón. Y mi Hapsburg será el padre de una nueva raza de cerdos.

"Lamento lo de tu pierna, Otto.

Antes que os marchéis, cuentaovejas manda a buscar un tarro de pomada y unas vendas a su casa y atiende la herida del miliciano. Le pide disculpas profusamente y se lleva el gorrino.

- Andad con cuidado con Milo. Me han desaparecido un par de ovejas esta semana y creo que ha sido él. Y algunos de los hombres de Gruber le buscaban el otro día con no muy buena cara.

Saliendo de Waldburg por un empinado caminito, pronto dejáis atrás sus pintorescas casas y sus amables huertos y os adentráis en los prados de montaña. Un par de pastores os saludan. El sol brilla sobre vuestras cabezas y hasta divisais a lo lejos un par de enamorados retozando cerca de un arroyuelo. Este es un valle dichoso, sin duda. Milo la Cabra parece la única nota discordante en el ambiente.

Acompañados del campesino cabreado, vaís hasta su granja, una de las más apartadas del valle. Por allí ronda Milo esos días.

Albrecht andaba por la pradera respirando el aire fresco de la mañana, saludando a los patores que encontrava por el camino:

- Gunthar, te debo aquello, no te preocupes, lo tengo en mente!.

La verdad es que no sabía qué iban a buscar, sí a Milo, pero no sabía porqué ni con qué itención. Así de alegre recorría el camino con sus vecinos, tan contento y tranquilo como cualquiera de los sobrinos del viejo Cuentaovejas.

Yo ire delante. Afortunadamente me enseñaron esto cuando servi en el cuerpo de Zapadores Imperiales. dice Andar mientras camina delante siguiendo los rastros, arco y flecha en mano.

Andar localiza pronto un rastro reciente. Parecen del tamaño del loco vagabundo. Las seguí por casi una milla, y finalmente vei al mismo Milo, a unos cientos de metros. Lleva una capa desastrada y bajo la capucha le asoma su barba aún más da.

SIgo detrás de Albrecht, ya que en un principio este "paseo", no es más que una escusa, para poder librarme de un aburrido dia de trabajo. Cuando llegamos a encontrar el rastro de Milo, me acerco a los ligeros rastros que ha encontrado Andar, y me rasco la cabeza, ya que yo no llego a ditinguir nada de nada. Si es que vamos, que podria haber pasado por aquí un pastor con sus ovejas y no llegaría a distinguir nada

Otto, que se ha mantenido callado todo el camino (está centrado en su pierna dolorida), fiándose del buen hacer de Andar para con el rastreo, salta, como manejado por un resorte, al ver a Milo. 

-¡Allí está!- Exclama, avanzando apoyado por la alabarda. 

Albrecht arranca a correr como una liebre tras Milo, que se ha puesto también a correr. Otto queda atrás, pues aun le molesta la pierna herida, mientras que Andar retrocede para ayudar a Hans, que se ha pegado un trastazo al tropezar con una raíz.